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jueves, 7 de abril de 2011

Difusión cultural. ¿QUÉ ES EL FOLKLORE?


Por José María Arguedas.

 1 - ¿Qué es Folklore?
Como la palabra Folklore es usada por mucha gente (la vemos escrita en todos los periódicos, la oímos en la voz de los locutores de radio y televisión, de los animadores de los programas de "coliseos" destinados especialmente a presentar programas folklóricos durante los días domingos), hemos pensado que conviene ofrecer en unos breves artículos el significado de este vocablo. Creemos que con estas informaciones el público podrá juzgar mejor la música, los bailes y otras manifestaciones artísticas populares que se le ofrecen como folklóricos.

La palabra Folklore la inventó hace exactamente 117 años un profesor inglés que se dedicaba a estudiar las antigüedades de los pueblos. Se llamaba este señor William J. Thoms. Formó la palabra uniendo dos voces en una: folk, que significa pueblo, y lore, que quiere decir, conocimiento, sabiduría. La nueva palabra fue empleada por el señor Thoms para nombrar una nueva ciencia que estudiaría "el saber tradicional de las clases populares de las naciones civilizadas". Conviene que se recuerde bien y se tenga en cuenta, que el autor de la palabra afirmaba, con precisión, que el Folklore estudiaría únicamente el "saber tradicional de las clases populares"... Saber tradicional es el que se aprende mediante la explicación oral irre­gular, distinta al que imparten los maestros en las escuelas. Llamamos explicación oral irregular a la manera cómo los padres y las personas mayores, quienes no han recibido una instrucción escolar suficiente o que son analfabetos, explican de viva voz a un niño o a un joven, en cualquier momento del día, mientras cumplen sus ocupaciones, cómo deben y pueden hacerse ciertas cosas (por ejemplo, de qué manera se fabrica una olla o una manta; cómo se siembran las plantas comestibles; cómo se fabrica un instrumento musical, etc.), de qué modo debe portarse el hombre delante de sus semejantes, según las diversas circunstancias u oportunidades en que se encuentra (en un cumpleaños, en un velorio, en una boda, en una ceremonia religiosa o cívica, en una fiesta, etc.), y cuál es el origen de todas las cosas: quién hizo al ser humanó y a los animales, por qué llueve, por qué cae un rayo, por qué brota el agua de las montañas, por qué hay nieve en las grandes alturas, por qué hay enfermedades y muerte, etc.

Lo más seguro es que muchas de estas explicaciones sean diferentes a las que la ciencia humana ha comprobado: así, en nuestro país, los indios dirán a sus hijos que la montaña es un dios porque de ella sale el agua de los manantiales, agua que alimenta a los seres humanos, a los animales y a las plantas, a los gusanos y a las aves de diversos colores o de muy bello canto. Dirán también nuestros indios que el río es un dios, que un cóndor es la figura con que el dios-montaña se presenta ante los ojos humanos, etc. Contarán, asimismo, a sus hijos muchas historias que explican de qué modo un Ser, de poderes divinos, enseñó al hombre a fabricar sus casas y sus utensilios, cómo le enseñó a sembrar las plantas, y por qué motivo apareció la muerte. Esta sabiduría tradicional, que sobrevive en el pueblo iletrado de las "naciones civilizadas", es la que estudia el Folklore, según el creador de la palabra y conforme una gran parte de los folkloristas actuales. Hemos dicho que es una forma de sabiduría que sobrevive en las naciones civilizadas, porque sólo una parte, muy pequeña, de los habitantes de esas naciones civilizadas mantiene todavía el saber tradicional: la mayoría ha estudiado en los centros oficiales de instrucción y domina el conocimiento científico, aprendido en largos años de estudios gracias a las ciencias que explican experimental y racionalmente, las causas y los efectos de las cosas que existen en el Universo. En los pueblos que no tienen escuelas ni colegios (gentes que viven en pueblos de la selva o en aldeas de indios en el Ande) explican el origen de las cosas que existen mediante historias de dioses. A este modo de interpretar el origen de las cosas se llama mito. Así ha comenzado en todos los pueblos de la tierra la explicación del por qué el mundo es como se presenta a nuestros ojos Y por qué los hombres somos de éste o de otro modo. Por tal razón afirmamos que el Folklore es el conocimiento tradicional (y no científico) de las cosas y el ser humano.

Según la definición tradicional del Folklore, éste no puede existir sino en los pueblos que tienen dos clases de habitantes (según su grado de conocimiento del mundo y su habilidad para fabricar cosas útiles): una capa "superior", la que ha estudiado en colegios y universidades, y que posee el conocimiento científico; y, otra, una capa "inferior", denominada "pueblo" (lore), que sólo domina el conocimiento tradicional.

Pongamos un ejemplo que nos haga entender más claramente esta diferencia: el "pueblo" inventa "al oído" la música que canta y con la cual baila; la gente "civilizada" (el artista) inventa su música después de haber estudiado durante diez o más años en una escuela especial (Conservatorio de Música, por ejemplo), y para perpetuar esta música tiene que escribirla; y, quien quiera tocarla debe interpretar su escritura y, además, para manejar bien el instrumento con el que toque la música tiene que aprender la técnica indispensable.

Sin embargo, la definición de Folklore para muchos estudiosos científicos es ya anticuada, porque, en Europa, otra ciencia ha venido estudiando los pueblos en los que predomina el saber tradicional: es decir, en los qué no existe otra forma de conocimiento que el tradicional o folklórico. Por ejemplo, a nuestras tribus amazónicas y a nuestros pueblos analfabetos de habla quechua los estudiaba la Etnología y no el Folklore, pues no se puede distinguir claramente en ellos las capas "superiores" o "inferiores" de que hemos hablado. Los estudiosos europeos consideraron durante mucho tiempo como "inferiores" a los pueblos que no saben leer y escribir y que transmiten sus conocimientos oralmente o "por boca". En la actualidad, la Etnología, conforme la opinión de la mayor parte de científicos que estudian el ser humano (antropólogos), se ocupa no sólo de los hombres "primitivos" o no "civilizados", sino del modo de ser especial de cada pueblo, cualquiera que sea su grado de desarrollo intelectual y su habilidad para hacer las cosas útiles. Por eso, el Folklore para tales científicos modernos estudia únicamente los cantos, las leyendas, los cuentos, las danzas y la música que se transmiten mediante la palabra, de oído a oído, de generación en generación, y no gracias al aprendizaje en escuelas, colegios y universidades.

El Folklore estudia, de modo general, las.artes tradicionales de cualquier pueblo; y, muy particularmente, sus cuentos, leyendas, danzas y canciones.

En el próximo número de nuestra revista vamos a analizar con más cuidado la diferencia que existe entre el Folklore a la antigua y el Folklore a la moderna. Pero, antes de terminar, es necesario que advirtamos que el Folklore, como ciencia, no se puede aprender sino en las Universidades e Institutos especiales, mientras que la sabiduría folklórica no puede aprenderse sino tradicionalmente; de viva voz, "por boca", por explicación oral, por imitación. El folklore es el arte del pueblo. El Folklore, así con mayúscula, es la ciencia que estudia ese arte popular. Y dicha ciencia, como tal, es difícil de aprender, tanto como la Filosofía, la Historia y la Física. Ya veremos por qué razones,

2 - Su campo de estudio. Su evolución.
En nuestro artículo anterior recordamos que fue un arqueólogo inglés, Thoms, quien creó la palabra Folklore para denominar una ciencia nueva que estudiaría "el saber tradicional de las clases populares en las naciones civilizadas".

Intentamos explicar en qué consistía y consiste el saber tradicional, y demostramos que tal como había sido definido el campo de estudio de la nueva ciencia, ella sólo podía aplicarse a las "naciones civilizadas". Es decir que, únicamente en los países donde se había desarrollado en grado máximo la sabiduría científica y la invención y fabricación de los objetos mecánicos que caracterizan a la "civilización" moderna, podía hablarse de un "saber tradicional" como folklore. En los pueblos en que la "civilización" no existía, en los llamados "primitivos" no podía hablarse de la existencia de "clases populares" que habían guardado las antiguas creencias y prácticas ya "superadas" por la clase civilizada, puesto que tal clase o capa civilizada no existía. En los pueblos "primitivos", se afirmaba, todos los individuos tienen el mismo nivel de conocimientos y creencias y, por lo tanto, allí no tiene el Folklore nada que estudiar: es la Etnología la ciencia que se ocupa del conocimiento de esta clase de pueblos.

El Folklore ha evolucionado mucho desde el período en que se lo consideró únicamente como ciencia que estudia el "saber de las clases populares de las naciones civilizadas". La propia Etnología, que fue en su inicio el estudio de los pueblos llamados "exóticos" por los europeos, demostró que no existían diferencias de calidad entre el procedimiento de la creación artística, por ejemplo, en un país, "civilizado" y otro "primitivo". La definición de Folklore como ciencia aplicable únicamente a las naciones civilizadas y la de la Etnología como estudio exclusivo de los "pueblos primitivos" han sido casi totalmente revisadas y superadas. La antigua diferencia se basaba, fundamentalmente, en la creencia llamada "eurocentrista" de considerar a la cultura europea como superior a todas las demás. Para un europeo, el Perú como Egipto, a pesar de toda su vieja tradición histórica, eran "pueblos exóticos" y aun "primitivos", porque su realidad actual correspondía a la de un pueblo "no civilizado", "no desarrollado", diríamos nosotros, utilizando un término que está de actualidad. Pero no tenían en cuenta los etnólogos europeos que para un indígena peruano o para un campesino egipcio, un inglés o un italiano, también eran, exactamente, individuos "exóticos" y, con frecuencia, se los tomaba por "salvajes" o "bárbaros".

Los métodos de trabajo de la Etnología fueron aplicados con gran eficacia en el estudio de los pueblos civilizados; esta experiencia se inició en los Estados Unidos y se ha difundido luego por todo el mundo; y, asimismo, los métodos de estudio del Folklore se emplearon en hacer el análisis del saber tradicional de los pueblos "primitivos", especialmente en el estudio de sus mitos, leyendas, cuentos, canciones y danzas. El gran etnólogo norteamericano Franz Boas reconstruyó toda la vida de un pueblo primitivo: sus reglas morales, los principios que regían su organización política y social, sus creencias y prácticas religiosas, a través del estudio de una recopilación de cuentos pertenecientes a ese grupo humano "primitivo". En seguida, Boas concluyó definiendo el Folklore "como el estudio de la literatura oral de un pueblo, cualquiera que sea su grado de evolución social".

Como resultado de la aplicación del campo de estudio de la Etnología, ésta se ha identificado con el campo de la Antropología; y el Folklore, por ello, se ha especificado, se ha clarificado o restringido a un marco muy preciso: el estudio de la literatura oral de las naciones, cualquiera que sea su grado de "civilización", y el estudio de las artes relacionadas directamente con la literatura oral, como la música y la danza. Debemos tener en cuenta que en Europa, a pesar de la amplitud que se daba al área de investigación del Folklore –"todo el saber de las clases populares"–, tal investigación se dedicó predominantemente al estudio de los cuentos, las leyendas, las canciones y las danzas.

Es muy ilustrativo comparar, en cuanto a la evolución del Folklore como ciencia, lo que, en la fecha, consideran los folkloristas sudamericanos como campo de estudio de esta disciplina. Mientras que en la Argentina, en el Uruguay y en Chile se continúa considerándola como el estudio de "todo el saber de las clases populares" y, por tanto, comprende lo que los folkloristas de esos países denominan "cultura material" (vestidos, comida, habitación, utensilios, etc.) y "cultura espiritual" (arte, religión y magia); en el Perú, los antropólogos egresados de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos de Lima, entendemos como materia de estudio del Folklore solamente la literatura oral (mitos, leyendas, cuentos, canciones, adivinanzas, insultos, etc.) y las artes muy relacionadas con la literatura oral (principalmente, la música y las danzas; aunque el estudio sistemático de la música y de las danzas son materia de ciencias especializadas: como la etnomusicología y la coreografía folklórica).

Esta disparidad de concepción sobre el Folklore se explica, en cierta forma, porque en la Argentina, Uruguay y Chile, las clases populares iletradas que guardan y practican creencias y normas de conducta "antiguas", ya superadas por la clase civilizada, son muy escasas en lo que se refiere a su cuantía o número, mientras que en el Perú la capa social que practica esas normas y creencias antiguas es inmensa, probablemente más del cincuenta por ciento de la población total del país. No resultarían, por eso, eficaces los métodos restringidos del Folklore para hacer el estudio de este gigantesco universo de materias. Es la Etnología la que ha iniciado el estudio completo, interrelacionado del "saber tradicional" de tan enorme pueblo. El Folklore, por su lado, ha tomado lo suyo: el estudio de la literatura oral, de la música y de la danza, no para realizar un análisis frío y simplemente técnico, sino como elementos valiosísimos para el conocimiento de la historia social de nuestro pue­blo y de su realidad social contemporánea.

¿Cuáles son los métodos propios del Folklore como ciencia y de qué modo, aplicando esos sistemas, analiza las materias que estudia y clarifica el conocimiento de la historia del hombre peruano y la conciencia del hombre actual? Trataremos de este tema en nuestro próximo artículo de "Cultura y Pueblo".

La literatura oral. El cuento.
En nuestro artículo anterior tratamos de demostrar que en países como el Perú no era posible ni propio que el Folklore estudiara todo el gigantesco caudal del saber popular. Hicimos resaltar el hecho de que en la mayor parte de los países latinoamericanos, especialmente en la Argentina, los folkloristas no han limitado el campo de estudio del Folklore, según la orientación de la antropología norteamericana, sino que han continuado aplicando el concepto europeo y, por lo tanto, se han dedicado al estudio de todo el saber popular; así, ellos consideran como temas primitivos del Folklore: la comida, el vestido, la medicina, la religión, la vivienda, la familia, los instrumentos de trabajo, el modo de gobierno, la forma en que está organizada la sociedad, y los cuentos, mitos, leyendas, adivinanzas, etc., del pue­blo no altamente instruido, de aquel sector de habitantes de una nación que por la limitación de sus conocimientos escolares se le denomina popular. Pero en el Perú ese sector constituye la mayoría, acaso alcanza hasta un 70%; tal porcentaje tiene un caudal que hemos llamado gigantesco en todos los campos del saber que citamos. Porque nuestro pueblo tiene, como se ha comprobado últimamente, unos diez mil años de desarrollo social. Diez mil años hace que él ejercita su inteligencia y su habilidad para dominar a la naturaleza, para explicar el origen del mundo y de lodos sus aspectos particulares, para buscar mejores formas de convivencia; y todo este milenario trabajo humano ha sido hecho sin el auxilio de la escritura, por eso se le denomina popular. Los métodos del Folklore resultan insuficientes para estudiar de manera completa, en toda su significación, en su coordinación interior, todo este vastísimo acervo de conocimientos y prácticas; de ahí que en nuestro país hayan sido los etnólogos quienes han iniciado ordenada y profundamente el estudio de este inmenso campo de problemas, y que el Folklore se haya limitado, por la orientación teórica de nuestras universidades, especialmente la de San Marcos, al estudio de la literatura oral y de las artes directamente relacionadas con ella, como la música y la danza.

Porque en el saber popular rara vez la poesía oral está desvinculada de la música y de la danza. El pueblo crea versos para ser cantados y, con el canto, baila. Muchas danzas tienen coros, es decir, pasajes en que los bailarines, en conjunto, cantan versos. Y en una danza, la música, la letra del coro y el vestuario están indisolublemente vinculados, como un todo que interpreta algo que el pueblo anhela expresar. Pero ya estudiaremos, más adelante, estos aspectos. Trataremos ahora de explicar cómo y con qué objeto el Folklore estudia el cuento oral.

Literatura oral, como se entiende más o menos claramente, es la que se inventa de memoria y no existe otra manera de transmitirla que la de la forma oral: es decir, hablando. Como el pueblo iletrado, al que por esa misma razón los especialistas llaman, folk, no sabe escribir ni leer, inventa relatos, aventuras de seres humanos, de animales, plantas ríos o montañas y los cuenta, por lo general, no a una sola persona sino a un grupo de oyentes. Y la persona iletrada que crea un cuento, lo hace especialmente para contarlo, para trasmitirlo a los demás, exactamente igual que el novelista o cuentista letrado. El Folklore ha demostrado que no hay diferencia entre el proceso de creación de la literatura oral y el de la literatura escrita. El in­dio inventa un relato para recrear el espíritu de sus oyentes, para ilustrados, para exaltar lo bueno y bello, para afirmar las reglas y valores morales que rigen la conducta de su grupo social, para infundir el temor a los castigos que sufren quienes infringen esas reglas, para explicar el origen de las cosas, para describir las injusticias y demostrar que ellas no quedan impunes, para cimentar en el alma del ser humano la esperanza, para exaltar la imaginación, la fantasía de los oyentes; en fin, para describironducta de su grupo social, para infundir el temor a los castigos que sufren quienes infringen esas reglas, para explicar el origen de las cosas, para describir las injusticias y demostrar que ellas no quedan impunes, para cimentar en el alma del ser humano la esperanza, para exaltar la imaginación, la fantasía de los oyentes; en fin, para describir el mundo terreno, celeste y social. El mismo objetivo tiene la literatura escrita.

En cada uno de los números de esta revista hemos publicado un cuento folklórico. Si el lector analiza con todo cuidado, reflexionando sobre cada pasaje de los cuentos a que nos referimos, podrá comprobar cómo es cierto todo lo que afirmamos.

Para el folklorista o el antropólogo, el cuento oral es, de acuerdo a cuánto hemos expuesto, una fuente de conocimiento valiosísimo del modo de ser de cada pueblo. En el cuento, el hombre de ciencia que estudia las causas que fijan las diferencias de conducta, el modo de ser de cada pueblo, sus rasgos característicos, halla en forma directa y viviente, la descripción de lo que se llama la cultura material y la cultura espiritual de los grupos sociales. En el cuento puede informarse acerca de cómo son los vestidos que usa determinado pueblo, en qué consiste para ese pueblo lo malo y lo bueno y, por consiguiente, cuáles son las aspiraciones a las que se encamina, qué ideales lo impulsan, qué piensa de Dios, cuándo se considera que un hombre es fracasado y cuándo es un ejemplo para su comunidad, qué se considera bello y qué es para él horrible, etc.,; en fin, en el cuento no sólo el hombre de ciencia, sino cualquier lector, puede encontrar la imagen total de un pueblo. Pero el hombre de ciencia, el folklorista, tiene un método para hacer estos descubrimientos en forma concluyente, clara y sistemática. En un próximo artículo nos ocuparemos de este método, aplicándolo al cuento "El lagarto", publicado en el N° I de "Cultura y Pueblo".

3 - Estudio del cuento.
En nuestro artículo anterior nos referimos a cómo el cuento ha sido el tema predilecto, el más cuidadoso y vastamente estudiado por los folkloristas. ¿Por qué?

El mito está vinculado con la religión. El mito es un relato, un cuento que intenta explicar el origen del mundo en su conjunto, de lo que llamamos universo, o bien de algunos de los aspectos del universo, por ejemplo, el origen del hombre o la creación de las montañas o, en particular, de otros elementos que forman el mundo exterior. En el N° 1 de la revista "Folklore Americano" publicamos un mito recogido por el pintor R. Respaldiza, en el pueblo de Simbilá (costa de Piura), que explica cómo el hombre, por consejo maravilloso, aprendió a fabricar objetos de cerámica.

El mito rebasa los límites del Folklore como ciencia. Es materia fundamental del estudio de las religiones, sin que esta afirmación signifique que un folklorista no deba abordar el estudio de este problema.

Además; el cuento folklórico frecuentemente está vinculado con los mitos o con la presencia de personajes, cuya significación no podría entenderse sin el conocimiento de la mitología particular de los pueblos y de los elementos comunes que en este gran conjunto de la creación humana existen, a pesar de su diversidad y originalidad particulares.

El cuento folklórico como el escrito por los autores famosos o no, de la literatura erudita, es inventado con dos fines primordiales: recrear, entretener al auditorio (oyente o lector) y para hacer resaltar las normas, las reglas que se deben respetar para vivir en sociedad, o bien para criticar estas normas, para denunciar sus imperfecciones. El cuento, en general, refleja, describe con más exactitud que un tratado especialmente dedicado a este tema, la realidad social de un pueblo: sus preocupaciones, lo que considera como valioso y como negativo, lo que constituye éxito o desventura para él, además de que describe casi todo el aspecto externo de cada grupo humano: sus trajes, sus utensilios, la forma de sus cosas... En fin, el cuento, como ya lo dijimos, puede servir de material suficiente que permita el estudio de una sociedad dada en toda su extensión y hondura: lo moral, lo espiritual y lo material; cuanto el hombre haya hecho para vivir organizadamente, formando un conjunto social; lo que haya hecho en el campo llamado espiritual: normas, creencias; y lo que haya hecho con sus manos para vivir con 14 mayor comodidad posi­ble: trajes, muebles, instrumentos.

En esta revista se han publicado tres cuentos folklóricos. Vamos a referirnos al primero, "El lagarto", en relación con las afirmaciones que acabamos de hacer.

Un interés especial ha alentado a los folkloristas en sus estudios del cuento: el origen, es decir, la procedencia del tema; la difusión de esos temas. ¿En qué otros cuentos de los demás países del mundo figuran esos temas? ¿Cómo, por cuáles vías se han difundido dichos temas? ¿Qué transformaciones o "aclimataciones" han sufrido al ser incorporados en el repertorio particular de cada pueblo? ¿Qué importancia, qué significación tienen esas transformaciones?

El cuento "El lagarto" (N° 1 de "Cultura y Pueblo"), recogido en quechua en el pueblo de Lucanamarca, Ayacucho, ofrece algunos temas que figuran en casi todos los relatos de Europa y Asia: el protagonista que se encuentra frente a un gran peligro sabe que ha de salvarse de él mediante un conjuro o un recurso de defensa secreto; pero debe reprimir su curiosidad para culminar su liberación y, siempre, la curiosidad lo derrota: la última esposa del Lagarto devorador de mujeres sabe que obligando al monstruo a que se acueste primero en la noche de bodas, podrá salvarse; pero le está prohibido encender la luz para mirar a su sanguinario consorte; sin embargo, prende una vela, infringe la regla, y el monstruo que se ha convertido, por obra del consejo mágico que le da la bruja, en un joven bello y cautivador, se transforma en viento y desaparece. Por causa de la curiosidad acrecentada por el temor en el caso de este relato peruano, la muchacha, en lugar de salvar definitivamente al monstruo y a los padres que lo engendraron, mata al Lagarto en el momento mismo de su liberación, cuando, por fin, ha logrado ser convertido en un dulce y hermoso ser humano luego de haber sido una bestia asquerosa y sanguinaria.

Pero este hecho tiene una explicación de orden social: los padres del Lagarto habían sacrificado varias muchachas a la voracidad maldita de su hijo y habían conseguido satisfacer este atroz apetito únicamente porque eran ricos y poderosos. Como eran tan ricos y tan poderosos pudieron pagar con dinero y bienes materiales la vida de las mujeres que el monstruo devoraba. Un crimen de tal magnitud no podía quedar impune en el contenido o el curso de un cuento; pues el relato ha sido inventado precisamente para que los horrendos delitos que, frecuentemente quedan impunes en la realidad cotidiana de la vida social, no aparezcan de ese mismo modo en el cuento: allí se muestra cómo deben ser castigados. El pueblo sentencia a la todopoderosa madre del Lagarto, a pesar de que la última inocente esposa del monstruo se ha salvado: a que de uno de sus pechos lactará por vida un sapo y del otro pecho una víbora.

Y si el lector lee con todo cuidado el cuento al que nos referimos descubrirá inmediatamente quedos principales protagonistas, los padres del insaciable Lagarto, no son indios sino señores: el Lagarto aprende a leer, no puede escribir porque no tiene dedos humanos. Sólo los hijos de los señores, es decir de los actuales "wiracochas" o "mistis" gozaban del privilegio de poder asistir a la escuela y mucho más aún de contar con maestros particulares, esa es una característica por sí sola suficiente para demostrar que esos protagonistas no son indios; pero hay otras: el cura celebra el matrimonio del monstruo en su propia casa y no en la iglesia; esa merced no se concedía jamás a los indios. Con estos datos el lector podrá encontrar otros rasgos distintivos de los señores en los padres del Lagarto. En el cuento que analizamos tan brevemente se castiga con rigor los pecados de estos protagonistas y con un castigo de orden religioso local, es decir, según la concepción religiosa de la conducta que tienen los indios de Lucanamarca.

Por otro lado, el cuento muestra con minuciosidad descriptiva, importantísima para el conocimiento de la realidad social, las "costumbres" conforme a las cuales se celebran los matrimonios; qué opinión tiene el pueblo de una comunidad indígena de los hombres casados que no tienen hijos, etc. Ese simple cuento es un verdadero retrato de la realidad social de nuestros pueblos andinos del centro y del sur, de cómo eran hasta la tercera década del presente siglo. Debe, pues, tenerse muy en cuenta que un cuento folklórico es un documento de valor no sólo literario, artístico, sino social, etnográfico.

Por eso resulta peligrosísimo, un verdadero atentado contra el patrimonio de nuestro pueblo y de nuestro país, alterar esos cuentos con la pretensión de "mejorarlos" o "adornarlos"; constituye, además, ese hecho una muestra de ignorancia. Y tal afirmación la podemos hacer extensiva a todas las manifestaciones del folklore. Quien introduce detalles de su invención en el material puro de una obra popular comete un pecado muy grave contra el propio pueblo al cual, frecuentemente, estos adulteradores proclaman "amar". Y quien con relativa honestidad cree que debe arreglarlas expresiones del folklore para hacerlas más "accesibles", está obligado a declarar cuáles son los arreglos que ha introducido. Esta sería una forma también honesta de proceder. En cambio, los que adulteran la música, los cuentos, las danzas folklóricas, para "dignificarlos" como tantas veces se ha escuchado afirmar a algunos irresponsables; éstos no tienen perdón de Dios. Su fatuidad debiera ser sancionada mediante la censura pública, no punitiva ni prohibitiva, sino mediante la denuncia del delito. Castigarlos como se hace con los que delinquen en el contenido mismo del cuento.

En el próximo artículo continuaremos ocupándonos del estudio de los métodos que se emplean para ese fin.

4 - Estudio de los cuentos. Método de análisis.
En nuestro último artículo sobre Folklore, publicado en esta revista, tratamos de demostrar que los cuentos que el pueblo inventa "de oído" y trasmite de generación en generación, oralmente, es decir contándolos en reuniones familiares, tienen no sólo un valor artístico comparable al de las narraciones que escriben los grandes autores, sino que acaso más que la obra de los escritores célebres, el cuento folklórico refleja la realidad de la vida del pueblo que los inventa: retrata sus costumbres., sus creencias, la idea que tienen del bien y del mal, muestra cómo están instituidas las autoridades que imponen su voluntad o la ley; si en tal pueblo hay ricos y pobres, en qué grado están diferenciados unos de otros y porqué. Intentamos demostrar, analizando muy someramente el cuento "El Lagarto", recogido de un pueblo del Departamento de Ayacucho, hasta qué punto es cierto todo lo que afirmamos sobre el valor que muchos cuentos tienen para estudiar la vida de los pueblos.

Para realizar el análisis de los cuentos el Folklore como ciencia ha creado un método, luego de muchos años de experiencia en la recopilación y en el estudio de este material. Una finalidad principal persigue la aplicación de este método: descubrir la procedencia de un cuento, su origen geográfico y humano; cuál pueblo inventó y cómo era ese cuento en su forma, en su contenido, cuando fue creado. Los cuentos se difunden, viajan por todo el mundo. Al trasmitirse de boca en boca de una generación a otra el relato sufre algunos cambios, pero, sobre todo, cuando alguien de distinta nacionalidad que el hombre que creó el cuento lo recibe, inevitablemente, modificará sus detalles al contarlo a sus compatriotas o paisanos. El narrador no lo recordará exactamente e incorporará en el relato algunos pasajes de su invención; estos detalles serán tomados, casi invariablemente, de la experiencia que tuvo en su propia comunidad; así el cuento sufrirá una especie de "aclimatación", de "adaptación" al nuevo medio en que es difundido.
Como en nuestro artículo anterior, vamos a tratar de ilustrar con un ejemplo la mejor comprensión del método y de los resultados que se obtienen aplicándolo al estudio del cuento folklórico.

5 - Análisis del cuento "El hijo del oso".
El folklorista peruano, doctor Efraín Morote Best, hizo un estudio completo del muy difundido cuento "El hijo del oso", narrado en quechua en toda la región sur y central del Perú. Este trabajo fue publicado en la revista "Archivos Venezolanos del Folklore" N° 5,1957-1958, de Caracas; nosotros hicimos otro estudio del mismo cuento en un artículo inserto en "Folklore Americano", Nos. 8-9, 1961, editado en Lima. Ambos estudios ofrecen un material excelente para demostrar cómo los cuentos viajan y son modificados, "aclimatados" al concepto que se tiene de la vida y de las cosas en cada pueblo que adopta el relato.

En nuestro artículo demostramos que el cuento "El hijo del oso" es de proce­dencia española en cuanto se refiere al Perú. Es decir, que al Perú llegó de España. No estamos en condiciones de afirmar si el cuento es de origen hispánico o si a España, a su vez, llegó de otro país europeo o de Asia. Existe un monumental Índice de Motivos de cuentos que puede ofrecer informaciones acerca de este tema, pero declaramos no haberlo consultado con respecto al cuento que tratamos. El autor del Índice es el folklorista norteamericano Stith Thompson que ha dedicado toda su vida al estudio de los cuentos y que utilizó para escribir su obra los resultados de investigaciones y obras importantísimas de los folkloristas finlandeses, especialmente los de Aarne, con quien trabajó y con cuya colaboración escribió su primer Índice. Y ahora vamos al tema:

El Folklore divide los cuentos en motivos. Se llama motivos a los elementos mínimos de un relato, en cuanto contienen un pasaje importante y completo en sí mismo. Estos motivos se numeran. Cuando se tiene una recopilación suficientemente abundante de las variaciones o variantes de un cuento se observa cuáles mo­tivos se repiten siempre y de ese modo se establece un índice de motivos de ese cuento. Luego este índice se compara coritos motivos de cuentos semejantes que se relatan en otros países (*). De ese modo, se puede descubrir cuáles son los motivos comunes y sus variantes, cuáles los motivos diferentes, y estudiar las causas por las que aparecen las variantes y los motivos diferentes. Así se podrá descubrir cómo dichas causas son distintas y que la principal reside en la diferencia de cultura de los pueblos, aunque pueden haber intervenido en la modificación del relato algunas circunstancias muy especiales, como el tipo de ocupación o de categoría social del que por primera vez difundió el relato en un pueblo y la clase de personas que lo escucharon, asimismo, por primera vez. Las propias variantes con que se narra el cuento a lo largo de un país estarán determinadas por las características especiales de las costumbres regionales y de su geografía. En el norte del Perú donde no existe la creencia sobre los condenados, el hijo del oso no culmina sus hazañas en una lucha mortal contra un condenado; en Chile, donde no existen osos, no es este animal el que rapta mujeres sino el puma. Pero no nos adelantemos mucho y vayamos ahora al fondo del asunto:

En el libro de Aurelio Espinoza "Cuentos Populares Españoles", publicado por la Universidad de Stanford, vol. III, encontramos varios cuentos que narran aventuras del hijo que un oso tiene en una mujer que ha raptado. Se publican con el título de "Juan Oso". Quedamos sorprendidos por la semejanza o casi identidad de los cuentos que oímos en quechua y los que leímos en el artículo de Morote con éstos, que Aurelio Espinoza recogió en España. Para determinar claramente las variantes fijamos un índice de motivos de los cuentos españoles con el siguiente resultado:

1.      Un oso rapta a una mujer.
2.      La lleva a su cueva y la encierra allí.
3.      La cueva puede ser abierta o por la fuerza extraordinaria del oso o mediante la pronunciación de una frase mágica.
4.      La mujer concibe un hijo del oso.
5.      Cuando el oso hijo ha crecido libera a su madre y huyen ambos.
6.      El oso hijo mata al padre.
7.      Madre e hijo vuelven al hogar y al pueblo nativo de la madre.
8.      El hijo del oso tiene una fuerza descomunal y no conoce el miedo.
9.      Por las dificultades que causa su fuerza extraordinaria el hijo del oso sale del pueblo o es obligado a salir.
10.  Antes de partir pide o manda hacer un bastón o una porra de peso descomunal.
11.  En su peregrinación el hijo del oso realiza hazañas sobrehumanas.
12.  La proeza culminante es la lucha contra demonios y diversos tipos de monstruos que tienen bajo su poder a bellas princesas y tesoros.
13.  El hijo del oso recibe en premio el matrimonio con una de las princesas.

Luego aplicamos este índice a los relatos peruanos que tienen por tema las aventuras del hijo del oso (Ukumariq Churín) y encontramos que el motivo 3 de "Juan Oso" se repite en cuatro cuentos recogidos por Morote, pero con variaciones locales: en uno de estos cuentos el Ukumari (oso) repite las siguientes frases, para que la puerta de la cueva en que tiene encerrada a una mujer se mueva: "Ábrete perejil" –dice– y "Ciérrate culantro". En otro, pronuncia dichas frases en quechua: "Kichaykuy perejil", "Wesqaykuy culantro". En la versión bilingüe que publicamos en "Folklore Americano" no aparece este motivo pero, en cambio las variantes de los motivos 10, 12 y 13 son singularmente importantes. Debemos advertir, antes, que el índice para el cuento español comprende motivos que aparecen casi en su totalidad en las versiones peruanas; que estas versiones existen en nuestro país tan­to en quechua como en castellano.

Las variantes de los motivos a que nos hemos referido en el acápite anterior y que figuran en el cuento "Maqta Peludo" (Joven Velludo) publicado en la revista "Folklore Americano", son las siguientes:

Motivo N"10. El hijo del oso no recibe ninguna arma contundente antes de partir de su pueblo en su viaje, donde realizará sus mejores hazañas; al Magia Peludo (hijo del oso) le obsequia su padrino, el cura, un perro, que será mucho más útil que cualquier arma.

Motivo N" 12. El 11 no figura en este punto del relato, porque las aventuras "sobrehumanas" las ha realizado antes, en su propio pueblo. La proeza culminante del hijo del oso (Maqta Peludo) consiste en su lucha con un condenado. El tal condenado es el dueño de una gran hacienda que se condenó por haber sido cruel y ladrón con sus "colonos" (siervos) de su hacienda. La condenación, según la creencia quechua, consiste en una supervivencia terrena monstruosa después de la muerte. El condenado se convierte en antropófago que devora a sus hijos, a su madre y a cuanto ser humano se pone a su alcance. El hijo del oso se encuentra, a poco de haber iniciado el viaje, con unos indios espantados que le ruegan que no siga por ese camino, pues lo conducirá inevitablemente a la casa-hacienda del conde­nado. Pero el Maqta Peludo no desea otra cosa que una lucha con un contender que sea como él, sobrehumano, pues, el hecho de poseer una fuerza descomunal a causa de su ascendencia animal paterna, es otra condenación para él. Durante tres noches sostiene una pelea pavorosa con el condenado. A cada golpe de hacha o de barreta que el Maqta Peludo aplica al infernal hacendado muerto, saltan del cuerpo de la víctima trozos de fuego que el perro del hijo del oso devora. Los trozos de fuego son la carne del condenado que no puede volver al cuerpo porque el perro lo digiere y lo defeca al instante. Al cabo, el condenado es vencido y salvado, porque este personaje tan típico de la concepción religiosa hispano-india se redime sólo cuando algún ser más fuerte le vuelve a dar la verdadera muerte. Pero el Maqta Peludo también se redime, porque en la lucha que es descrita con caracteres misteriosos, se ha liberado de la involuntaria fuerza descomunal que no le permitía vivir como un ser humano corriente, pues lo convertía en peligro para los otros habitantes de su comunidad. En la mesiánica pelea ha perdido sus fuerzas sobrehumanas, se ha convertido en un hombre normal, tranquilo y hasta tierno.

Motivo N°13. El Maqta Peludo es premiado por el hacendado, a quien salva, con el obsequio de sus tierras y de todo el oro y la plata mal habidas que acumuló durante su vida; además le da a su propia hija en matrimonio. El hijo del oso se convierte así, en el cuento quechua, en dueño generoso de hacienda, luego de recibir la confesión del condenado de que el castigo religioso lo recibió por avaro, abusivo y cruel.

De este modo, descubrimos que el cuento español "Juan Oso", al difundirse en el Perú y penetrar hasta las capas más profundas de la población de habla quechua, es incorporado y adaptado por los indios a su propio mundo o cultura, pues da al relato un contenido religioso y Moralizante que no tiene, el original español, cuento simplemente maravilloso, en cuanto que las hazañas se realizan en un ambiente de maravilla y no natural. El peruano aparece en todos sus motivos como verosímil, Casi como realista, e infunde a los oyentes el terror por la infracción de las reglas morales de la comunidad: quien roba el trabajo ajeno, quien abusa de su condición social superior sufrirá un espantoso castigo, no en la otra vida sino aquí mismo; se convertirá en condenado, errabundo e insaciable antropófago. Por otro de, quien es víctima de un estigma involuntario, como el hijo del oso, podrá redimirse si realiza una hazaña sobrehumana para salvar a algún semejante. Los símbolos y significación de este cuento en sus versiones españolas y quechua son muy distintos; el esqueleto de los mismos, los motivos, aunque sustancialmente variados, en el fondo, siguen repitiendo la fórmula de su modelo original.

Quien haya comprendido, si se ha logrado explicar con claridad suficiente, el método de estudio de los cuentos y el valor de ellos para el conocimiento de la cultura de los pueblos, no creemos que intentará introducir variaciones personales, caprichosas, al recoger un cuento folklórico, porque entonces cometerá un verdadero crimen contra el patrimonio de la cultura a la cual anhela prestar un servicio. Antes que la vanidad, la verdad, es una respetuosa recomendación a nuestros lectores aficionados al Folklore.

Estos cinco artículos de JOSE MARIA ARGUEDAS fueron escritos para Cultura y Pueblo, Nos. 1, 2, 3, 4 y 6 (1964-1965).

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