Profesores y personal administrativo del Col.San José. |
Quirino & Pashe
La campana, con su
alborotado sonido onomatopéyico, anunció el recreo. Parsimoniosamente busqué a
los rayos del sol para entibiar mis piernas enfriadas por el duro invierno.
Frente al Colegio,
observé a una veintena de alumnos alrededor del joven y atlético Profesor
Práxides Zelada. Cariñosamente le decíamos "Pashe". Las incontenibles
carcajadas de los alumnos y los acrobáticos gestos de Don Quirino, hacían
presagiar desafíos de atletismo.
No tardé un minuto y
resulté de Juez en tan singular apuesta: “Quiri” versus "Pashe," en
una carrera de velocidad desde el puente del río Chaquil hasta el Colegio,
aproximadamente 200 metros.
Apuestas sobre la mesa
y las inocentes e infantiles sugerencias de los alumnos, como queriendo
desanimar a don Quirino, por su gordura y su vejez, en esta desigual
competencia.
- Ahora sí ordenó don
"Quiri" las reglas de juego
tienen que ser claras.
- ¡Picarín! dijo con
voz altisonante, - mientras su ingenuo e inocente contrincante lo miraba
cabizbajo y meditabundo.
- La pesada primero,
-volvió a ordenar en tono militar - y la balanza de piso como por ensalmo
estuvo allí: 85 Kg. para don Quirino y 38 Kg. Para Pashe.
- Te perdono la
diferencia de edad, - manifestó burlonamente - y para compensar el peso, - nuevamente
exclamó - ¡Picarín!, alcánzame el taleguillo, y ustedes muchachos, pongan 47
Kg. de piedras y colocarlas en las espaldas de su profesor, y a correr se ha
dicho.
Rizas y reclamos por
el desistimiento de Pashe en la competencia, coparon los 30 minutos del recreo.
La inoportuna campana
nos hacía volver a los enfriados salones de clases, con la esperanza de mañana
a más tardar, contar con otra ocurrencia de nuestro recordado Quirino Araujo,
que a no dudarlo, está en el cielo junto a don Alvarito Eslava y Santiago
Galarreta, pasándolo de lo lindo y haciendo reír a mandíbula batiente a santos
y beatas en el Paraíso Celestial.
Los "No Confundas" de Don Quirino
L os recreos, en el
colegio "San José," se habían convertido en momentos de relajamiento
personal y espiritual. Al estrés, a decir verdad, por aquellos años no se lo
conocía; y, si hubiese existido, no habría resistido a las ocurrencias de
carismáticos personajes.
Nuevamente la bendita
campana se convertía en cómplice para presenciar una interesante discusión
entre don Quirino y el Profesor Jaimito Cruzado.
En esta oportunidad la
apuesta consistía en que el ganador era aquél que más "no confundas"
decía, por ejemplo: "no confundas" Belaunde con húndete la vela o
"no confundas", indio Pishgo con pishgo de indio, algo así por el
estilo.
Y la gran apuesta
empezó en el primer recreo de un día lunes. Se dijo todos los "no
confundas" que hemos escuchado en nuestra vida.
Al toque de campana,
presurosos corríamos a presenciar por el lapso de 15 o 20 minutos los "no
confundas". Entonces, imagínese, llegamos al día viernes, último día de
clases y los venditos "no confundas" por fin parecían haberse
agotado.
En medio del patio del
colegio los dos contrincantes, cual gallos de pelea, se miraban
amenazadoramente; pero, el profesor Jaime, le lanzó según él, el último
"no confundas" que podría existir en el mundo.
El viejo inmenso, don
Quiri lo miró con los ojos desorbitados y colocando las manos en la cadera
dijo: profesor "no confunda" usted, jugo de maracuyá, con usted, es
maricón ya.
Abrazos del pequeño
Jaimito, como muestra de triunfo del corpulento y colorao Quirino. Cerraron
esta ocurrencia como para no olvidarnos; sino, para recordarles siempre, por
eso la narro, para que con el paso de los años, estén presentes en el recuerdo
de las nuevas generaciones.
El Cumpleaños de Don Shante
No recuerdo la fecha
de nacimiento del recordado colega Santiago Galarreta, pero no olvidaré jamás
el día de aquella celebración. Aunque no quiero mencionarla, otra vez, la
histórica campana nos anunciaba la hora de salida para almorzar.
Como conversados coincidimos
a la salida del colegio: Picarín, Jaimito, Eslava, Quintanilla y Galarreta.
Nos dirigimos en
dirección de nuestros hogares; y, pasando el puente del río "La
Quintilla", Eslava anunciaba parsimoniosamente que era el onomástico de
Galarreta, y por lo tanto, deberíamos encontrarnos con Manuel Bazán, quien
laboraba en nuestra escuela.
Completo el sexteto de
cumpas, cual cuerdas de guitarra, con su propio tono; nuestros pasos,
cansinamente se encaminaron en dirección de la tienda del recordado Eugenio
Álvarez.
Una caja, dos cajas y
tres cajas de cerveza, fueron suficientes para que el agasajado nos hiciera la
cordial invitación de ir almorzar a su digno hogar.
Más demoró Santiago en
invitarnos que don Alvarito Eslava con caja de cerveza al hombro, caminaba a
Minupampa.
Digno ejemplo seguimos
todos, y abrasados, caminando de un lado para el otro, íbamos entrando en el
hogar de Santiago.
Se abrieron las
cervezas, se brindó amenamente, mientras don Quirino, so pretexto de orinar, se
deslizó del baño a la cocina, y anonadado regresó y nos dijo al oído: el fogón
está frío y los sapos y culebras están entrando en las ollas.
Al compás del bordoneo
de la guitarra de Bazán, Galarreta exclamaba:
- ¡Señora Laura!
llamaba a su esposa -. ¡Señora Laura!, repetía nerviosamente. ¡Señora
Laura!..., ¡Señora Laura!..., ¡Señora Lauraaa!... se perdía el eco por el
amplio zaguán.
- Don Quiri, saliendo
al centro de la sala, como queriendo declamar dijo:
La pobreza y la vejez
hermanas tienen que ser
al pobre ni su familia
al viejo ni su mujer.
Hermosos y satíricos
versos, pero para desgracia del viejo Quirino, fue lamentable; el
"shucaque" casi lo mata.
Allá en el cielo
estarán acordándose, porque ni terminados los versos de don Quirino, la señora
Laura, hacía su ingreso con las ollas humeantes de caldo de gallina y de cuyes
cruzados, convite que amorosamente había preparado en la casa de enfrente,
donde vivía su adorada madre.
Galarreta & Eslava
Santiago Galarreta era
huamachuquino hasta el hueso y Álvaro Eslava, cajabambino de corazón. Santiago,
decía ser de la tierra del "Solitario de Sayán" y Tribuno del Perú,
don José Faustino Sánchez Carrión; y, Eslava, era de la "Gloriabamba de
Bolívar".
Un día, cuando los
primeros rayos del sol se cernían por el follaje de los arbustos que adornaban
la campiña, sucedió una serie de entredichos entre estos dos paisanos; por
supuesto, sin perder la cordura de dignos caballeros.
Eslava, queriendo
triturar la paciencia de Santiago le dijo a "boca de jarro:" a los
huamachuquinos les dicen animales de altura: Liclis. Si pué, le contestó
Galarreta, y a los cajabambinos, garrapatas, animales que se arrastran por el
suelo.
Inmediatamente, algo
sofocado por la respuesta, Eslava le retruca, argumentándole que la Plaza de
Armas de Huamachuco es tan grande que se asemeja a potrero de caballos, a lo
que Santiago le dijo: si pué, para las yeguas de Cajabamba.
Malhumorado y con
ganas de invitar un par de cervezas, Eslava, insidiosamente le dijo: La Plaza
de Armas de Huamachuco es tan grande, que para dar una vuelta, hay que llevar
fiambre; a lo que contundentemente Santiago le dio el tiro de gracia
diciéndole: si pué, en cambio la Plaza de Cajabamba es tan pequeña, que si me
cago rebalsa.
Risas y felicitaciones
de inseparables cumpas, rubricaron su firma en tremenda borrachera, fruto de la
cual, nació la recordada "Peña de la Pichirimanguay", donde
desfilaron innumerables anécdotas que muy pronto verán la luz del día.
De la revista El Labrador Sucre 2007
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