Tito Zegarra Marín.
En territorios de
muchos pueblos existen, entre visibles y escondidos, algunas señales que dan fe
de la presencia de los primeros grupos humanos desplazados por sus confines. Son
señales pictóricas que, vistas históricamente, parecieran registrar las partidas
de nacimiento de los pequeños pueblos que luego se formarían.
Se trata de pinturas
rupestres, cual dibujos o bocetos grabados sobre superficies rocosas externas o
al interior de cavernas, donde los primitivos dejaron constancia del mundo que los
cobijaba, de los instrumentos que utilizaron y de sus habilidades artísticas para
representarlos.
En nuestra provincia,
existen cuatro lugares donde aún se conservan pinturas rupestres de esos tiempos
aurorales. Ellas son: El Granizo en el Utco, Quillamachay en Oxamarca, el Idulo
en Sucre y “Buey Muerto” en José Gálvez; es probable que existan otras aún ocultas.
A nivel regional, son famosas las pinturas de Qayacpuma (estudiadas por Alfredo
Mires) en Cajamarca y el Faical en la provincia San Ignacio.
Mirando al imponente
Marañón y a las cumbres orientales de los chachapoyas se ubica la cueva arenosa
de regular profundidad, donde se encuentran las pinturas rupestres El Granizo, costado
izquierdo del portentoso cerro Cueñaspunta erguido a un costado del valle Limón.
Son las pinturas mejor conservadas, color ladrillo ocre y bien diseñadas, semejantes
a las imágenes del lado amazónico y a la de los caxamarcas.
Muy cerca del importante
centro arqueológico La Chocta, se ubica el pequeño caserío Quillamachay, pobre extremo,
sin agua y sin servicios básicos, allí son notorias dos cuevas ubicadas a mediana
altura de una frondosa peña que hace de cabecera. En ellas se encuentran las pinturas
rupestres de ese nombre que, por su forma circular, representarían al sol y la luna.
(Quilla, luna y Machay cueva)
Traspasando el túnel
de 509 m, lado sur del valle de Sucre, se desciende en forma paralela al río Cantange
cuyas aguas fluyen al Marañón. Al lado izquierdo de esa ruta se visualizan peñas
rojizas conformantes del cerro Campanorco que albergan a tres cavernas no tan profundas.
En la del centro posan pinturas rupestres cubiertas de musgo que representan a la
cabeza de venado y a una especie de red.
Subiendo por el
camino ancestral que parte de la localidad de Chaquil (José Gálvez) y va hacia Fraylecocha
con dirección a Cajamarca, se pasa por el sitio “Buey Muerto” de terrenos poco productivos
y carentes de agua. Por este sólido camino transitaron incas y españoles para ir
a tierras chachapoyanas. En un talud arenoso del costado derecho, tenuemente se
distinguen pinturas rupestres rojizas de forma circular; lástima estropeadas por
gente ineducada.
Por cierto, tiempos
después, algunos grupos ya asentados comenzaron a tallar la piedra y dejar sobre
ellas sus evidencias existenciales. En nuestra provincia son significativos los
petroglifos: piedra de “Múyoc”, (Miguel Iglesias), petroglifo “Jacapa” (Utco) y
monolito “Guacrayo” (Sucre). El primero se halla en el Instituto Tecnológico “Pedro
Ortiz Montoya” gracias a la oportuna intervención del Dr. Manuel Silva Rabanal,
el segundo en terrenos del amigo Gilmer Araujo Vera, y el tercero en el Museo Huauco
de Sucre.
La pintura rupestre,
al decir del escritor Jorge Pereyra, “es la primera semilla del trazo y el color
que floreció en nuestro suelo”.