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sábado, 13 de julio de 2024

CELENDÍN: SEÑALES PRIMIGENIAS DE VIDA

 Tito Zegarra Marín.

 En territorios de muchos pueblos existen, entre visibles y escondidos, algunas señales que dan fe de la presencia de los primeros grupos humanos desplazados por sus confines. Son señales pictóricas que, vistas históricamente, parecieran registrar las partidas de nacimiento de los pequeños pueblos que luego se formarían.

 Se trata de pinturas rupestres, cual dibujos o bocetos grabados sobre superficies rocosas externas o al interior de cavernas, donde los primitivos dejaron constancia del mundo que los cobijaba, de los instrumentos que utilizaron y de sus habilidades artísticas para representarlos.

 En nuestra provincia, existen cuatro lugares donde aún se conservan pinturas rupestres de esos tiempos aurorales. Ellas son: El Granizo en el Utco, Quillamachay en Oxamarca, el Idulo en Sucre y “Buey Muerto” en José Gálvez; es probable que existan otras aún ocultas. A nivel regional, son famosas las pinturas de Qayacpuma (estudiadas por Alfredo Mires) en Cajamarca y el Faical en la provincia San Ignacio.

 Mirando al imponente Marañón y a las cumbres orientales de los chachapoyas se ubica la cueva arenosa de regular profundidad, donde se encuentran las pinturas rupestres El Granizo, costado izquierdo del portentoso cerro Cueñaspunta erguido a un costado del valle Limón. Son las pinturas mejor conservadas, color ladrillo ocre y bien diseñadas, semejantes a las imágenes del lado amazónico y a la de los caxamarcas.

 Muy cerca del importante centro arqueológico La Chocta, se ubica el pequeño caserío Quillamachay, pobre extremo, sin agua y sin servicios básicos, allí son notorias dos cuevas ubicadas a mediana altura de una frondosa peña que hace de cabecera. En ellas se encuentran las pinturas rupestres de ese nombre que, por su forma circular, representarían al sol y la luna. (Quilla, luna y Machay cueva)

 Traspasando el túnel de 509 m, lado sur del valle de Sucre, se desciende en forma paralela al río Cantange cuyas aguas fluyen al Marañón. Al lado izquierdo de esa ruta se visualizan peñas rojizas conformantes del cerro Campanorco que albergan a tres cavernas no tan profundas. En la del centro posan pinturas rupestres cubiertas de musgo que representan a la cabeza de venado y a una especie de red.

 Subiendo por el camino ancestral que parte de la localidad de Chaquil (José Gálvez) y va hacia Fraylecocha con dirección a Cajamarca, se pasa por el sitio “Buey Muerto” de terrenos poco productivos y carentes de agua. Por este sólido camino transitaron incas y españoles para ir a tierras chachapoyanas. En un talud arenoso del costado derecho, tenuemente se distinguen pinturas rupestres rojizas de forma circular; lástima estropeadas por gente ineducada.

 Por cierto, tiempos después, algunos grupos ya asentados comenzaron a tallar la piedra y dejar sobre ellas sus evidencias existenciales. En nuestra provincia son significativos los petroglifos: piedra de “Múyoc”, (Miguel Iglesias), petroglifo “Jacapa” (Utco) y monolito “Guacrayo” (Sucre). El primero se halla en el Instituto Tecnológico “Pedro Ortiz Montoya” gracias a la oportuna intervención del Dr. Manuel Silva Rabanal, el segundo en terrenos del amigo Gilmer Araujo Vera, y el tercero en el Museo Huauco de Sucre.

 La pintura rupestre, al decir del escritor Jorge Pereyra, “es la primera semilla del trazo y el color que floreció en nuestro suelo”.








 

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