Distrito de Sucre en todo el Perú y el mundo.

Buscar en este portal

Mostrando las entradas con la etiqueta Anécdotas. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Anécdotas. Mostrar todas las entradas

miércoles, 19 de enero de 2022

¡Nos robaron el caldo de gallina y las papas paradas! (anécdota)

Por Palujo

No solo los duendes y los espíritus celestiales han hecho de las suyas en nuestro pueblo y, por ello, fueron tema de velorios y de aquellos que no pueden dormir; hubieron hombres y mujeres de carne y hueso que poblaron anécdotas y cuentos en estas emocionantes y muy entretenidas reuniones.

 Cuentan que, por los 50's, más o menos, los jóvenes de aquel tiempo, que, cuando mayores, fueron nuestros profesores, como nos pasó y pasa, se aburrían de las tardes y noches que les tocó vivir en el pueblo. Su aburrimiento era mucho más aburrido que el nuestro, no había Internet ni "redes sociales", por lo que tuvieron que acudir a lo que todos cometimos y combatimos, de acuerdo a la edad, alguna vez.

 ¿Conocen a doña Escolástica? ¿No? Les cuento: Vivía en la última cuadra del ahora Jr. Clodomiro Chávez, frente a doña Rosa Chávez, la señora que todas las navidades presentaba el baile de pastorcitas por navidad. Era muy conocida por la élite social sucreña. Organizaba fiestas y comelonas a las que concurría lo mejor de lo mejor.

 Era este un fin de sábado de Todos los Santos, día de Poncio Pilatos. Un raro ajetreo se movía en el barrio. Oscar, observaba todo con disimulo. No era necesario que estirara el cuello ni que alzará la cabeza, bastaba que mirara de reojo para comprender lo que pasaba. Era vecino. Las mujeres entraban y salían a la casa que un tiempo cobijó a la empresa de transportes Diaz. En Sucre y, seguramente, en otros lugares, se estilaba que la noche de los sábados de Semana Santa sea una verdadera fiesta, y, doña Escolástica, se preparaba para ello.

 Oscar aguardaba algo para comprobar lo que sospechaba. Efectivamente. Al rato, una de las amigas de doña Escolástica, ingresaba con una más que mediana olla y su respectivo cucharón.

— ¡Les juro, muchachos, hoy nos corresponde gallina! —les dijo a sus amigos. Oscar jugaba en casa con ellos. Esta vez, parecían muy concentrados en el juego de rocambor. Habían llegado Mariano, también estaba Onésimo y, por supuesto, Neptalí.

El plan se puso en marcha.

 Los invitados, el alcalde, el Juez de Paz, el Tnte. Gobernador, el jefe de Línea, etc., llegaban a la casa vecina, uno por uno, luciendo su mejor traje. Los muchachos, que jugaban en la sala (el que hacía de alcalde en el juego repartía las barajas) los veían pasar sin darles mayor importancia; parecían viejos jugadores que no movían ceja alguna de puro concentrados.

Ustedes saben que en nuestro Sucre las casas tienen su patio, alrededor de éste, su comedor; después sus dormitorios y sala principal y, en la parte de atrás, en el corral, la cocina. Además, conocen también, los corrales tienen la particularidad de conectarse entre sí con los de los vecinos. No había divisiones entre casa y casa.

 Los minutos para los jóvenes eran largos e interminables, esperaban; en cambio, para los invitados, eran cortos y no querían que terminen. Estaban de fiesta. Y, como sucede en toda fiesta, llegó la hora esperada. Doña Escolástica dijo: — Chicas, vayan repartiendo los cubiertos.

 Ni cortas ni perezosas las amigas cumplieron con el mandado.

De pronto, desde la cocina, escucharon un grito. Todos miraron al patio por el que apareció doña Escolástica gritando y agitando los brazos:

 — ¡Nos robaron el caldo de gallina y las papas paradas! ¡Nos robaron el caldo de gallina y las papas paradas!

 — ¿Estás segura de haber cocinado pue' Colita? —preguntó uno de los invitados, bromeando con la anfitriona.

 — ¡No! ¡Cómo ya pue' se te ocurre! ¡Nos robaron hasta las ollas!

 Oscar, Onésimo, Mariano y Neptalí continuaban su juego imperturbables. El ajetreo que observaron era otro. Pasaban las mujeres y los hombres sin premura, como si estuvieran esperando una respuesta, una llamada que no llegaba, ni tampoco iba a llegar. Al final, se retiraron a sus casas.

 Al día siguiente, olla y tapa, aparecieron colgadas en las palmeras de la plaza mayor del pueblo, con el siguiente letrero:

 COLITA, TU GALLINA A ESTAU MUY DURA, PA' LA PRÓXIMA: ¡COCINALO BIEN!

 Por Palujo, versión contada por KMRA.

Foto: Plaza Sucre, Pepe Sancho.

viernes, 24 de octubre de 2014

Anécdotas: ¡DEJA MUCHACHO!

Por: José Escalante del Águila.
A veces cuando me pongo a recordar, situaciones de mi Juventud y época de estudiante, sentado en una silla de mi casa, la nostalgia me embarga de tantos recuerdos gratos y hermosos, inolvidables que hemos pasado con mis compañeros de promoción; algunos no los quiero tocar, los dejo dormir para no despertarlos jamás, porque son los recuerdos más lindos y no los quiero compartir con nadie.

Estábamos cursando el tercer año de secundaria, se estudiaba y también se jugaba, se enamoraba y también hacíamos alguna "payasada" al compañero, pero en este caso a mi querido profesor Quintiliano, por error, pero sin ninguna Intención de malcriadez; como la que a continuación les voy a contar.


Habíamos salido del colegio a las cinco de la tarde, todos íbamos a nuestras casas, algunos nos apurábamos para ir a cortar alfalfa o a dar agua a los animales, en mi caso, otros luego de tomar su lonche, iban a jugar a la pelota al canchón, otros simplemente a pararse en la esquina y ver pasar a la jovencita que le robaba las noches de sueño.

A la hora de salida del colegio, íbamos Walter, Checa, Paco y otros amigos que no recuerdo, a la altura del puente de don Abdías, me separo del grupo y salgo de la carretera para acercarme a un árbol de eucalipto y poder miccionar, en eso siento que alguien me coge de las posaderas y subiendo el pantalón, hizo que sienta un líquido caliente que me mojaba los pantalones, como si me hubiera meado en mi pantalón, al voltearme me doy cuenta que era Walter, quien pegó una carrera que lo vi desaparecer por la esquina de la casa de don Oscar Rojas, con destino a su casa.

No es por jactarme pero en ese tiempo de estudiante, mi uniforme estaba bien cuidado (claro que era el único), no había "muda", también mis zapatos estaban bien lustrados, eran marrones con suela de goma, claro un poco gastados por el uso, pero en fin, hago esta aclaración porque ellos también se mojaron con el líquido caliente que bajaba como vena rota.

Al principio estaba amargo, después me calmé, ya no había remedio, entonces fui pampa, pampa, hasta llegar al rio chico, luego tomé la dirección a mi casa, por la pampa grande.

Después de cambiarme y lavar el pantalón, para el día siguiente, en mi mente ya estaba maquinando la venganza y como debería hacerlo, Walter estaba avisado que en algún momento tenía que desquitarme no sabía cuándo ni cómo.

Casi todas las noches iba "sestearlo" por su casa, me paraba en la esquina de mi primo Shesha y desde ahí atisbaba la salida de Walter; dos noches estaba haciendo guardia, ya, en la tercera noche veo que una persona sale de su casa, era cerca de las ocho de la noche, la luz no estaba muy clara y como era corto de vista no estaba seguro si era Walter u otra persona. Aquella noche fue la única ocasión que tenía para mi desquite.

Entonces con mucha cautela y arrinconándome por la pared estaba llegando a mi presa, cuando ya estoy cerca veo que estaba meando, en la acequia que cruzaba la calle por el centro, me abalanzo y agarrándolo de las posaderas subí el pantalón y empecé a hamaquearlo, hasta que sienta el chorro caliente que le manchaba el pantalón.

De pronto escucho una voz que decía, ¡muchacho! ¡muchacho!, deja, al escuchar la voz del profesor Quintiliano, no me quedó más remedio que soltarlo y pegar una correteada cuesta abajo, por la casa de la treinta treinta, para doblar por Felicasho y desaparecer hasta la esquina del Sr. Díaz, para subir por la casa de mi prima Josefa, camino a mi casa.

Con el temor de haberme conocido, no aparecí por ese barrio cerca de medio año y cada vez que iba a toparme con el profesor, cambiada de ruta, por la vergüenza de haber hecho por equivocación semejante palomillada a mi profesor.

Después de un tiempo, en mi mente saltaban las imágenes de lo que había hecho, ya veces ni siquiera era capaz de ir y pedir perdón.

Aquella pausa inconclusa, que lo tenía casi olvidada, me hizo volver al pasado y me prometí que en alguna ocasión me encargaría de que esta equivocación; cuando llegase el momento mejor indicado, tendría que cumplir mi palabra, es por eso que tardé muchos años en hacer esta confesión, y ahora, aunque sea tarde, pero creo como hombre tuve que hacerlo, aunque haya sido para mí demasiado complicado.

En una oportunidad cuando iba para la Toma, a la casa de mi tía Clara; a mi profesor Quintiliano, lo encontré parado en la esquina de don Teobaldo, y me acerqué a saludarlo, sin saber que estaba un poco delicado de salud, dentro de las tantas cosas que me comentaba, me hacía mención de sus años de juventud, era de esas personas que conversando te contagiaba de vitalidad y alegría, los ojos se le habían suavizado, con esa añoranza de las personas mayores; cuando recuerdan su propia juventud lejana, y acaso también convulsa, salpicada de vuelcos, o errores, quien sabe,...pero al final de cualquier vida siempre,... siempre hay demasiados recuerdos inolvidables, pero sentía a ratos el alejamiento de su mente y me daba la sensación que iba y venía de sus "viajes" y creo que no sabía cuándo Iba a regresar, después de un buen rato hizo un silencio un poco prolongado, como si se hubiera dado cuenta, de que se estaba alejando otra vez del asunto de la conversación.

Para despedirse me agarró de mi muñeca y me dijo con una voz dulce - ¡Ay hijo!, perdóname hijo, ya sé,... ya sé que divago, los años no perdonan y los recuerdos se me amontonan en la cabeza y pierdo el hilo. Yo solamente lo miraba en silencio a ése gran hombre y quería comprender aquellas palabras sinceras, que me transmitía. Después de un rato, me despedí de mi querido profesor con un fuerte abrazo y lo vi desaparecer cuesta abajo con dirección a su casa.

En recuerdo a mi querido profesor Quintiliano Velásquez, quien seguramente está al lado de nuestro Señor.


De la revista El Labrador, mayo 2014.

jueves, 31 de octubre de 2013

Anécdotas: LAS CUMITAS SOMBRERERAS


Por Sachama.
Hace muchos años se veía en las puertas de las casas Huauqueñas, a las mujeres los días domingo a partir de las 5 p.m. con su manojo de paja toquilla, escogiéndola, para comenzar su sombrero, otras tiñendo la paja para comenzar su pinto. 

Las amigas íntimas, las que se decían "Cumitas" se reunían por las noches en casa de una de ellas, rotándose, para hacerlas más amenas las noches de tejida de sombreros. Que hermosos cotorreos se oían. Una decía: Sabías que el cholo Tasho se asomó por la cuesta de Rume Rume, con la jetona Meshe dizque a traer hierba, para sus cuyes; otra dice: dicen que el trompudo de la Plaza, le ha quitado su moza al Mago; la otra dice el otro trompudo de la Toma le ha quitado su moza al cholo Rebuco y así, sacan al papel la vida de todo el mundo. La una comienza ayashar y dice: ya cantó el gallo, vamos a que me repunten, hay que dormir. 

Esas "Cumitas" eran tan bonitas, no se ponían zapatos, al decir del cholo Gilmer, sus patitas, aparecían a patas de pugo de catilla, al menos después que se daban un baño con jaboncillo olivol, Ross o Reuter ¡Ay! Amito

Tomado del libro Irikana.

viernes, 5 de julio de 2013

Anécdotas: BANQUETE EN LA "LAGUNA"

Por Sachama.
Hay un lugar muy hermoso tras del abra de la Quintilla llamado "La Laguna". En ése lugar el autor de éste suceso recibió un ágape tan suculento, que lo he colocado en sitio preferente de mis recuerdos. El caso, sucedió de la siguiente manera:

Un 16 de Mayo, después de haber recreado a mis sentidos con todo lo sucedido en las vísperas de la Fiesta en honor a nuestro patrón San Isidro Labrador. Cogí mis implementos y puse pies, para que te quiero, con dirección al mencionado lugar; mí idea era ir a tomar un sorbo de agua en el mismo ojo de la Quintilla. Comencé mi caminata lo primero que encontré es la cuesta de Rume Rume, cuando llegué a culminar la cuesta antes dicha y desde allí arrojé una piedra con dirección a la Poza Brava; al oír su chaldaj, recordé lo que hacíamos cuando niños con nuestras piruetas de bañistas. Seguí, y cuando estaba por los amarillos, oí el canto del Guicuco que salía de la quebrada que estaba con su velo de una neblina, propia de aquel lugar. Más arriba y pasando la Mala Muerte, sitio muy recordado, seguramente porque allí ha pasao algún hecho, de muy malos recuerdos; encontré a un par de esposos; pero de esos de mucho cuño, me refiero a la familia Villegas Chávez cuyo fundo era en el lugar denominado "La Laguna". La señora Justina Chávez, al verme me dijo: A ver muéstrame tu majoma; tú eres su hijo de mi Juana Sánchez, hija de mi tío Manuel y de la Mamita Sacramento; entonces tú eres mi sobrino. Reconociéndonos como tales, entramos en confianza y dije, tía le ayudaré su quipe; no cholo eres lacra, no vas a poder, lo que decía era la pura verdad, porque el quipe era de esos que al más pintao, lo hace pujar; entonces me dirigí a tío Juan, también me respondió con las mismas palabras, de él era una alforja, llenita de bote a bote. De todas maneras llegamos a la casa de mis tíos Juan Villegas y Justina Chávez. Desde lejos las guagió a sus hijas, avisándoles que ya llegan. Cuando hicimos el arribo a la casa muy limpia y bien distribuida; las hijas un poco retrecheras al verme; de todas maneras se hicieron muy solícitas a lo que mi tía Justina me dijo, pasemos a la cocina para almorzar, de igual manera me dijo tío Juan.

Entramos a la cocina, me dieron un banco de maguey, me senté, cosa igual hicieron los componentes de la familia Villegas Chávez y comenzamos el almuerzo.

Consistía en lo siguiente: Al centro del redondel que habíamos hecho en el suelo, habían colocado una batea de papas sapas raja-raja, una batea mas chica con habas verdes y en otra batea del mismo tamaño unos choclazos bien pilpaos, de a codo a mano; también al lado de toda esta opípara comida estaba en un platito de tierra Cajamarquino rocoto molido en batán puro y en otro un ají mezcla de Chriche con rocoto. Comenzamos a dar trámite a todo esto; en eso una de mis primas me alcanza un plato hondo llenito de arroz locoro a punto de parida con una presa de costillas de coche. Vi en mi presencia ese agradable potaje y mi saliva se llenó de contento; pero las papas arenosas lo secaban y el puñao de habas verdes también cumplían su cometido. Terminé el plato de sopa, mi tía Justina me dice cholo te serviré un poco más, me hice el itilingo y le dije, tía ya estoy lleno, a lo que ella insistió en servirme otro plato en las mismas condiciones, lo recibí y también le soné, combinado con sus papas, habas y choclos. Terminamos el suculento, exquisito, sabroso, delicioso, nutritivo, apetitoso y rico almuerzo; después de darles mil gracias; tomé dos tragos de agua chirilla agarré mis pertrechos y me despedí de todos y tomé el camino de regreso al Huauco. Cuando llegué, estaban para el recibimiento: mi padre don José Chávez Díaz, don Teobaldo Chávez amigo íntimo de mi padre, tío Mauro Sánchez, hermano de mi santa Madre, mi primo Eduardo Zegarra y primo Doquicides Sánchez al que lo tratamos con mucho cariño con el seudónimo de "Quishe". Lo primero que hizo mi señor padre fue recriminarme, porque me han estado buscando para almorzar. Terminada la tanda de reprimendas, salté a mi defensa y les contesté a todos. Les apuesto que ninguno de Uds. han almorzado como yo; porque hoy he recibido un Banquete y en "La Laguna" pa que sepan. Pongo como testigo de lo que les estoy diciendo a mi primo "Quishe" él me ha encontrado a las 11 a.m. más arriba de los amarillos, si o no; es cierto, entonces que me dicen. Luego les conté quienes han sido mis anfitriones y en que ha consistido el Banquete. Todos tuvieron que pasar su saliva troj, porque les di unas ganazas, que para que les cuento.


Del libro Irikana.

domingo, 14 de abril de 2013

Anécdotas: LAS TISHADORAS

Por Sachama.
En nuestro Huauco, la costumbre de preparar la lana de los tejidos era motivo de un ceremonial muy riguroso, se comenzaba desde la lavada a los belloenes de lana en el río y bien shactaos, después se secaba la lana; seguidamente se bareaban, con unas barianas hechas de lloque, traído del temple, luego se descarmenaba, la palabra, la palabra es: escarmenar, hago la salvedad; pero en nuestra Tierra, todos decimos descarmenar; después se buscaba a las TISHADORAS, eran las que después de escarmenar hacían los copos respectivos, para ser hilados y ya en ovillos se entregaba a las tejedoras, para que ellas las conviertan en el tejido requerido.

Al respecto de las Tishadoras, he ahí mi anécdota: Cursaba el tercer año de primaria en mi recordado 83 salía a las 12 m. como un galgo de hambre, llegue a mi casa y mi santa Madre,  tenía peonas, que estaban tishando. Como cuestión previa, les cuento que mis hermanas y demás familiares me decían que yo era hijo recogido, o sea, que doña Juana Sánchez, no era mi mamá sino doña Cota Purilla y el que me decía esto, me llevaba el diablo. Entonces, pasé por la salita en que estaban tishando me acuerdo de ellas. Tía Shishe, tía, tía, Emilia, tía Vishe y claro ña Cota Purilla; al paso oír una voz que dijo Cota tu hijo ya esta grande, vi chispas y corrí a la cocina llegué a ella y encontré que la olla de puspomote, estaba zapateando, lista para el almuerzo. Llega mi madrecita y le dice a sus peonas vamos almorzar, las Tishadoras llegan a la cocina, se sientan en el suelo, unas comían su cancha, otra tiraban desde lejos su cuchara de harina de cebada, mi madre llega y toma su cuchara de palo y se pone a servir el tal puspo y se encuentra con la noticia que la olla estaba llena de estiércol de cuy. Yo estaba en la paderilla de la cocina calladito y veía como se lamentaban las Tishadoras y la una decía, ya ves, porque lo hiciste oír que ese cholito era tu hijo ese zamarro ha hecho esta payasada. Cada una de la Tishadoras, agarrando su puñado de cancha una y otra su bocao de harina regresaron a continuar con su tarea, hasta que doña Juana, haga de nuevo el almuerzo.

Tomado del libro Arikana.

sábado, 26 de enero de 2013

Anécdotas: SUCREÑO Y CAJACHO

Por Gutemberg Aliaga Zegarra.

De los celendinos, se dicen muchas virtudes: trabajador, negociante y honrado; como también divertidas y picantes anécdotas, algunas ciertas y otras como se dice "achacadas" o atribuidas.

En mi primer día de trabajo en el Instituto Superior Pedagógico Hno. Victorino Elorz Goicoechea de Cajamarca, donde he tenido la suerte de relacionarme con verdaderos y recordados amigos, me sucedió algo como para contar en velorio.

En uno de los recreos de mis primeras horas de clase, el recordado educador Carlitos Sánchez Espinoza — Que de Dios Goce y en Paz Descanse—, me presentó a un grupo de Colegas que muy alegres departían sus inquietudes en el anchuroso Patio de Honor. Cordialmente nos saludamos, Gutemberg es mi nombre y soy de Sucre, Celendín — sentencié. Al instante, el más pícaro y palomilla me inquirió la siguiente pregunta:

— Colega... ¿Es cierto que, cuando los norteamericanos llegaron a la luna, ya estaban allí los shilicos vendiendo sombreros y anilinas?

Las risas burlonas y mesuradas, debido a que recién me conocían, no se hicieron esperar. Pero mi reacción, a Dios gracias, fue casi instantánea.

— Es cierto — le dije—, pero también encontraron a un cajacho — añadí enérgicamente.

Del grupo de colegas surgió un murmullo de interrogantes. Uno de ellos, por supuesto, que no era de Cajamarca, me lanzó su inquietud:

— Disculpe, coleguita — me dijo inquisidoramente— y... ¿qué hacía el cajacho en la luna?
— ¡Pidiendo limosna! — le contesté burlonamente.

Risas, felicitaciones y casi aplausos no se hicieron esperar de los colegas que allí nos habíamos reunido, y, desde aquel instante, llegué a congraciarme, modestia aparte, y ganarme el cariño y la estima de todos los trabaja­dores de este recordado centro de formación magisterial cajamarquino.

Del libro Avatares… y relatos al paso.

jueves, 17 de enero de 2013

Anécdotas: EL DOCTOR Y LA MUELA


Por Gutemberg Aliaga Zegarra.
Dicen que el dolor de muela, es el más horrible de los dolores y que por las noches se agudiza con más tesón.

Anocheció Horacio Rojas con un simple dolor de una de las tantas muelas cariadas que su inocente boca albergaba. M transcurrir de las horas, el dolor se hacía insoportable, prorrumpiendo en desesperadas interjecciones de rabia.

Por unos minutos concilió el sueño y al abrir los ojos, ya había amanecido.
Tomó sus provisiones y se marchó a la provincia para que el mejor odontólogo le extrajera la "maldita" muela.

Ya en el consultorio, como por embrujo, el insoportable dolor había desaparecido.
A la pregunta indiscutible del dentista: ¿cuál de los dientes le duele?, Horacio no sabía a cuál de ellas acusar; sólo atinó a decir: ¡ésa doctorcito!, ¡ésa!

Al observar el doctor más de tres muelas enfermas, puso la anestesia y extrajo una al azar.
Canceló el servicio y retornó a Sucre.

LA cara le parecía de algodón, creía que esa noche iba a dormir como muchacho "bañao". Sin embargo, al despedirse el sol por los encrespados cerros, empezaron los hincones que lo hacían saltar y gritar como un chivato. Entre grito y grito amaneció, como se dice, "en vela".

Corrió al espejo, abrió la bocota y exclamó: ¡Allí estáaa!, ¡mamáaaa!... ¡allí está la maldiciada! ¡Hoy lo mato a ese doctor!, la muela buena lo ha sacao, la enferma está allí. ¡Hoy lo mato carajo! — gritaba por todo el corredor de la amplia casona.

Horas después, mal a su pesar, sentado en la humilde silla del "Pola", "muelero" del pueblo, vio a su carcomida muela en la palma de su mano y escuchó en tono zumbón:

—No soy Odontólogo Colegiado, pero... ¿ya ves?, te calmaré el dolor. Ahora coge tu muela y dirígete a tu casa, busca un agujero en tu pared y pídele al ratoncito que te dé una muela de oro para adornar tu tremenda trompaza.

Tomado de Avatares… y relatos al paso.

martes, 4 de diciembre de 2012

Anécdotas: LA PROFESORA DE CASTELLANO

Por Gutemberg Aliaga Zegarra.
En los recreos, don Quirino Araujo recreaba a los alumnos con una infinidad de ocurrencias.

Cierto día soltó la afirmación de que la recién llegada profesora de la Asignatura de Castellano no dominaba el curso como él, que dicha señorita acababa de dar los primeros pasos en lo que al idioma de Cervantes se refiere.

Ante tal aseveración, no faltaron los incondicionales del chisme. Corriendo se fueron a la profesora con la fresquecita frase: "dice don Quirino, señorita...", como para ganarse la estima y también, por qué no, un puntito más en los exámenes.

La flamante maestra decide enfrentar al susodicho compañero de trabajo, de quien sólo conocía ser personal de servicio del colegio. Desconocía, de este singular personaje, y sus picarescas e innatas habilidades mentales.

Cierto día, queriendo sorprender a don Quirino, la ingenua profesora le dijo: ¿Es cierto, don Quirino, que usted anda diciendo a los alumnos que sabe Castellano más que yo? Bueno, a decir verdad, sí. Permítame señorita aclararle algo: Usted debe tener 25 años de práctica en lo que al idioma se refiere; en cambio, yo voy entrando a los 50 años de dominio del castellano. Pero... vayamos al grano, usted que es profesora de castellano dígame, ¿qué clase de sustantivo es culo? Para que usted sepa, señor Quirino —dijo molesta la flamante docente, en presencia de un buen número de alumnos —, culo es sustantivo común. ¿Así?, ¿está usted segura? — Interrogó don Quirino desorbitando un poco los ojos —. ¡Sí, señor!, enfáticamente, volvió a responder la incauta profesora. Bueno, pues, si es así, ¡común será de usted señorita!; porque el mío es propio — contestó fríamente don Quirino en medio de las risotadas de los zamarros alumnos.

De Avatares y relatos al paso.

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Anécdotas: EL CRIOLLAZO

Por Sachama.
Uno de esos días shayamberos de las Fiestas Patronales en homenaje a Nuestro Santo Patrón San Isidro Labrador, año 1999, cuyos mayordomos fueron los devotos del Barrio de La Toma.

Este acontecimiento que os voy a narrar sucedió en la casa de nuestro Símaco. Los shayamberos Gilmer, Tasho, Walter y Sachama, llegamos primeros y nos sentamos en una biga que hacía de banca. Fuimos los primeros, porque como viejos shayamberos, sabemos que cuando llegamos primero, nose atienden también primero, para dejar el campo a otros invitados.

Los antes mencionados shayamberos, mientras llegaban los potajes, recordábamos nuestros tiempos idos y después de cada intervención, nos reíamos de oreja a oreja y es precisamente que en esos instantes hace su ingreso, dizque un Criollazo; éste sin que nadie le pregunte dijo:

“Ya no soy tan tonto como antes" sino que era un verdadero gentleman y sus bolsillos estaban llenos de verdes, cosa que llamó la atención a los shayamberos. Gilmer, siempre deseoso de saber cómo suceden los acontecimientos, hace que se siente el Criollazo a su vera de Sachama; este inocentón como siempre, pregunta al Criollazo: ¿Cuántos años tienes? a lo que él contesta:

Menos que de los presentes:

Sachama siempre haciendo gala de su inocencia, le dice:

Eres muy cholito, a lo que el interpelado contestó:
Yo no soy ningún cholito, debe Ud. saber ¡carajo! Porque para que también sepa Ud. desde que meé en arena, soy otro hombre. Aplausos.

Continuamos viendo la llegada de los invitados y en ese instante, se acerca uno de los mayordomos con una jarra con chicha de fiesta; los cuatro shayamberos, toman la rica chicha y cuando llega a manos de Sachama le dice al Criollazo:
Sírvete hijito, a lo que él le contestó:
Yo no soy hijo de nadie, tuve un solo padre a lo que Shacama diciendo
¡Achichin! Se retira del famoso Criollazo.

viernes, 2 de noviembre de 2012

Avatares: HOMBRES DE ANTAÑO



Por Gutemberg Aliaga Zegarra.
En un eterno soliloquio, el fornido Alcalde, parado en la esquina  de la solitaria plaza de la Villa del Huauco gritaba para sus adentros interjecciones soeces, y, de vez en cuando, le salían por entre los ralos dientes frases incontenibles de rabia. Ante la presencia de algunos ciudadanos, con voz serena, dio lectura a la carta del indio Noah Sealth, para infundir en ellos la identidad y amor a lo nuestro.

-          “Cada porción  de esta tierra es como Hostia Sagrada para mi pueblo – decía  sudoroso – cada gota de rocío en el follaje verde de laderas y pampas, cada roca impregnada en lomas, cerros y quebradas, y hasta el aleteo zumbador de los insectos y las aves que cruzan el infranqueable firmamento que envuelve amorosamente esta laguna y a mi pueblo es sagrado  en el recuerdo e intelecto de mi gente.
-          La corteza que envuelve los árboles lleva compacto los recuerdos y añoranzas de nuestros ancestros.
-          Debemos enseñarles a nuestros hijos que la tierra donde nacieron son las cenizas de nuestros antepasados, inculquemos en ellos que la tierra está nutrida con las vidas de nuestros antepasados, para que sepan respetarla.

Conciudadanos, la tierra es nuestra madre y todo lo que ocurra a ella, le ocurrirá a los hijos de la tierra. Si los hombres blasfeman de la tierra en que nacieron, blasfeman de sí mismos.

Luego partió a pasos apresurados ante sus recuerdos, que también iban muy de prisa. Abrió la crujiente  puerta de la casa comunal de un solo empellón y su rostro se tornó tenso al ver el corredor de la amplia casona repleta de hombres decididos. Todos ellos con el poncho terciado al hombro. Uno que otro dejaba notar las cachas blancas y negras de los justicieros revólveres. Otro, bajo el cadencioso sonido de los chufranes, meditaban quedamente.

-          Dejemos en el recuerdo de esta noche – decía con voz será – nuestra decisión unívoca de verdaderos huauqueños, dispuestos a defender nuestra Pachamama ofrendando nuestras vidas. Esta madre, igual que las del Santo Evangelio, tienen uno, dos, tres, cien, mil hijos. ¡Ah…, pero no todos son iguales, los hay, abeles, caines y judas!

Así, pues, pueblan esta bella tierra hombres que ostentan apellidos desde la A hasta la Zeta, y nos regimos bajo la fe inquebrantable de un Santo Patrón: San Isidro Labrador – Sentenció el viejo alcalde, casi gritando.

Desde aquellos largos años, los dominios de la Pachamama eran claros y libres de conflictos: por el Norte, por el Sur, por el Este y por el Oeste reinaba la paz absoluta.

Del libro Avatares y otros relatos.

miércoles, 24 de octubre de 2012

Anécdotas: LOS DUENDES


Por Sachama.
Era muy niño Marden, cruzaba los 7 a 8 años de edad, tiempo en que en el Huauco, vivía juntamente con sus hermanitas y su adorada Madre. Marden era muy travieso, corría por las laderas, quebradas, desfiladeros y por todos los accidentes geográficos que ofrece la Naturaleza; unas veces silbando otras cantando; pero siempre alegre, porque el aire que respiraba, llenaba a sus sanos y jóvenes pulmones: invitándole a perseguir esas delicias de la tranquilidad espiritual que gozaba Marden; este agradecía al Todopoderoso, levantando los ojos al cielo y en su meditación la agradecía, por pasar momentos felices en su Huauco querido.

Uno de esos días, la mamá de Marden, le da las tareas, para que riegue un tablón de alfalfa, que estaba resentido por el mucho verano. Marden cumplidor de sus deberes, madruga a quebrar el agua, desde el molino de ño Rodolfo. Cuál sería su sorpresa, que cuando pasaba por la acequia grande y a la altura de su molino de ña Dina, Marden vio que en la puerta de éste, estaba parado un viejo, muy parecido al que hoy llamamos Papa Noel; era más o menos 5 a.m. Marden pensó un viejito y a estas horas y con un vestido fluorescente. Marden terminó de quebrar el agua y patitas, para que te quiero, corrió por la acequia grande, hasta la altura del rodadero de ña Jacoba y después de tranquilar a la acequia, bajó rápido, para recibir el agua, la que tenía que pasar por las propiedades de ño Leoncio y de ño Pancho, señores que no aguantaban pulgas.

El agua llegó hasta el tablón de la alfalfa propiedad de la familia de Marden; la tarea de regar terminó y a la vez, los minupampeños ya habían quebrado el agua. Terminó su faena Marden, se dirige a su hogar, tomó su desayuno, consistente en un mate de verde con su harina de cebada y en cuchara y cuchara en estos intervalos, les contaba a sus hermanas lo que había visto.

Marden salió a la calle a encontrarse con sus cumpas, a los que también les contó lo que le había sucedido. Los cumpas muy atentos escuchaban la narración de Marden. Uno de ellos le dijo: no habrás visto visiones él les contestó; lo abrí bien mis lagañosos y me di cuenta que era un duende. En el ruedo de amigos, Marden les dijo que no era la primera vez que le sucede.

Así el otro día, mi papá me mandó a dar agua a su mula en el río de ño Benjacho; la mula todos los días tomaba muy bien en ese lugar; pero ese día, no quería entrar a tomar, sino que encabritaba; Marden insistió y el mulo, presentaba más resistencia, a lo que Marden dio vuelta y al frente vio a un cojo con vestido brillante que entraba a pie la rueda del molino de ña Isolina.

Marden les dice a sus cumpas: ¿Qué opinan sobre estos pasajes?
Todos coincidimos que algún día la ciencia o alguna rama del saber humano lo explicará.

De libro Irikana.

jueves, 27 de septiembre de 2012

Anécdotas huauqueñas: LA MISHA MANTEQUERA


Por Sachama.
En la Villa del Huauco, cuando la Pampa estaba vestida de verdes maizales, cuando las huauqueñazas iban y venían rayendo sus quipes de choclos, para que en la dieta no faltasen los sabrosos choclos, los que cual rondines, y juntamente con el característico locro de frijol verde, chipche, cayuas, papas y culantro era nuestro suculento almuerzo.

Por la tarde las huauqueñas se ponían a desgranar choclos, aprovechando que llegaban las cumas en los interines, la una decía:

- Fíjate, hoy cuando he venido trayendo choclos, lo he visto salir por una línea: al Onésimo, Reynerio y Tashungo, cada uno con sus chinas y vieras las maldiciadas, muy coloradazas; será porque habrán estado juntando su hierba, para sus cuyes, o porque se han enredado con los pachialangos, o haciendo no se que "¡Ay! Ya pue".

Mientras esto sucedía en un ángulo de nuestro Huauco, otra vez, aparece en el contorno huauqueño, nuestros personajes, me refiero a don Sarmiento. Esta vez va al Puesto de la Guardia Civil, dizque a darles trabajo, porque para él no hacían nada. Llega al Puesto y el muy adulón; sargento "Mono", lo recibe muy afectuosamente y le dice a ño Sarmiento:

- ¿A qué se debe tan exquisita visita? - Don Sarmiento, todo orondo, le contesta al sargento franelero:
-Vengo, para ver si me hacen justicia - el señor Sarmiento llevaba en la mano una lata; el sargento "Mono", le dice:

-Ponga Ud. su latita al suelo y siéntese por favor. - El sargento no sabía que contiene la lata.

Una vez sentado ño Sarmiento le dice:

-Vengo a denunciar a la China Ormecinda, porque su misha, ha tragado media lata de manteca.

Hecha la denuncia, el Comandante del Puesto, sargento "Mono", ordena a su Guardia de servicio, para que vaya a traer a la señora Ormecinda; el Guardia cumplidor de su deber, llega a la casa de la denunciada, golpes la puerta, sale ña Ormecinda y le dice:

-¿Qué te pasa? ¿Qué quieres? - a lo que el Guardia le contesta:
-¡Estáste denunciada!
-¿Quién me ha denunciado? - el Guardia le contesta:
-¡No Sarmiento, dice que su misha le ha tragado media lata de manteca¡
-¡Espérate! - Dice ña Ormecinda, élla entra a su cocina, agarra a su misha y su matelibra; - ahora vamos.
El guardia le dice al Sargento `Mono"
-Aquí está la señora Ormecinda,- ésta le dice al Sargento
- ¿Para qué me han traído?, el sargento le contesta:
-No Sarmiento dice que su misha le ha tragado media lata de manteca;
- Bueno mi sargento, para seguir hablando, primero vamos a pesar a mi misha, para que vea Ud. que esta graja, ni una onza de manteca puede comer.

Ño Sarmiento, al oír lo que dijo ña Orme sin decir nada y con su rabo bajo sus piernas, salió sin despedirse, o sea, como dicen en buen huauqueño: se hizo humo y ña Ormecinda se quedó a decirle al Sargento "Mono".

- No hagas caso a esta laya de grajos.

Ña Ormecinda salió del Puesto con su misha al sobaco y su matelibra en mano, rumbo a su casa.

Del libro Irikana, Sachama.

martes, 7 de agosto de 2012

Anécdotas: LA COBRANZA

Por Sachama.
En el Puesto de la G.C. de Sucre, estaba de servicio el sargento al que le decían "El mono"; este al ver llegar al hombre más importante de su jurisdicción, le dice: En que se le puede servir don Sarmientito; él le contesta, he venido a poner una denuncia; asientan la tal denuncia en el cuaderno de ocurrencias y el denunciante se despide. El "mono", comandante del puesto, ordena a su subalterno, para que vaya a la Conga de Urquía a notificar a Melque, que tenía una denuncia y que se constituya en el término de la distancia a contestar la tal denuncia respectiva. Melque, sin ofrecer resistencia dijo: vamos que yo no tengo a que tener miedo. Llegan al Puesto y el sargento "Mono" hizo llamar al señor Sarmiento, llegó éste y después de ultrajar a Melque, le dice: ¿Cuándo me vas a pagar el peso que me debes? Melque reconoce su deuda y le dice: Ño Sarmiento, no tengo más que cincuenta centavos, de aquí en quince días, le pago al resto.

Ño Sarmiento, alegre no por los cincuenta centavos que le pagó Melque; sino porque el Comandante del Puesto, le había hecho su gusto de traerlo de su jeta al cholo. Pasan los 15 días y el cholo Melque, no cumplió su palabra, siguen pasando los días y Melque no parece a pagar el saldo otra vez, ño Sarmiento, con su paso cadencioso y su pulcritud acostumbrada, va al Puesto de la Guardia Civil y le dice al sargento "Mono" ¡Ese cholo no ha cumplido! Esta frase, para los oídos del sargento era una órden y termina su pedido diciendo: Hazme el favor de enviar otra vez a tu guardia, para que lo traiga al cholo Melque. El sargento "Mono" franelero por excelencia llama al mismo Guardia y le ordena que vaya la Conga de Urquía a traer al cholo Melque. El subalterno le pregunta a su sargento: ¿Cuánto es la deuda?; el Sargento "mono" le contesta, una peshe, o sea, veinte centavos; el Guardia en presencia de su Sargento "Mono" saca de su bolsillo los veinte centavos y le dice a ño Sarmiento: Tome Ud. su peshe y me evito de ir hasta la Conga de Urquía y a la vez, no gasto la suela de mi zapato. Ño Sarmiento al ver el gesto del Guardia Civil; recibió los veinte centavos y salió chispeando de cólera del Puesto.

Tomado del libro IRIKANA de Sachama.

domingo, 1 de julio de 2012

Anécdotas: LA POZA BRAVA


Por Sachama.
Corrían los años de 1930 al 1940, en que la muchachada del Huauco, cuyos años fluctuaban entre los 7 y 10 años.

Hermosos tiempos en que la inocencia campeaba y nuestros sueños no eran ininterrumpidos, porque nuestras conciencias estaban limpias.

Unos de esos días en que brillaba el Sol y sus rayos de oro se posaban sobre las aguas cristalinas de la Poza Brava; su cascada se parecía a una cabellera de hilos de plata de las ninfas y estas al zambullirse en las profundidades, acariciaban a nuestras ilusiones. Eran más o menos las 10 a.m. en que un grupo de bañistas, legamos cautelosamente a gozar de las aguas misteriosas de la Poza Brava; sacamos nuestras camisas y pantalones únicos atuendos de los muchachos de aquellos tiempos. Los capos saludamos a nuestra piscina natural con sendos mortales; los demás, lo hacían con su característico nado de perro.

Habían transcurrido unos 15 minutos de la tal algarabía y todos decidimos mashaquearnos; no pasó ni tres minutos en que estábamos comentando de lo agradable del baño: unos shuturaos y otros sentados; es en este instante cuando sucede algo insólito. Un ave de mil colores, salió del agua, corriendo de Oeste a Este, corrió sobre el agua y al retornar al sitio de donde salió, se hundió en las aguas de la Poza Brava y no volvimos a verla jamás; lo raro de esta ave es que no nadó, sino corrió sobre las aguas. Todos asustados agarramos nuestros trastes y despavoridos corríamos, gritando: ¡La madre de la Poza Brava! Luego tiramos piedras en cantidades, pensando en nuestra inocente actitud, que con esos petardos íbamos a matar a la tal ave misteriosa. Desde aquel día, al menos el autor de esta nota, no volvió a bañarse más. Si todavía vive algún Huauqueño que estuvo en este grupo de muchachos, dará fe de lo que narro. Esto es un secreto más de los Andes.

De libro Irikana, Sachama.

domingo, 10 de junio de 2012

Huellas: LA CIUDAD DE SUCRE


La ciudad de Sucre se halla a 2,618 metros de altura sobre el nivel del mar. Con una población de 1,680 habitantes en su mayoría de raza blanca. Se encuentra situada sobre el río Huauco, que nace a 900 metros de la ciudad, en el punto denominado "La Quintilla".

A orillas del curso de este río, cuyas aguas son abundantes, hay seis molinos, a los que acuden los pequeños productores de trigo y cebada para moler estos cereales. Dista 9 kilómetros de la ciudad de Celendín y 16 leguas de la ciudad de Cajamarca, con cuyas dos poblaciones se encuentra unida por medio de carreteras, lo mismo que con las ciudades de José Gálvez y Jorge Chávez. Sucre goza de un clima primaveral, uniforme durante todo el día y en cualquier mes del año, debido a que la ciudad se encuentra defendida por cerros elevados como Huishquimuna, Curiquingue, Lanchepata, Buey Muerto, Huashaj y Lajas, que mantienen a un sólo nivel al clima de esta población. El trazo de la ciudad es irregular. Es de forma alargada. Sus calles desiguales y sinuosas, pero todas empedradas, con sus aceras pavimentadas y sus acequias canalizadas en su mayor parte: todo lo que consulta, no sólo la belleza de la ciudad, sino la salubridad, que es lo más fundamental.

El barrio más populoso es Minopampa. Le sigue el del Rastrojo. Luego el de Santa Apolonia o "La Toma", barrios que no están suficientemente delimitados. Un puente de madera sobre el río Huauco es el comienzo de la hermosa avenida que se le ha dominado "El Progreso", que une a dos pueblos hermanos: Huauco (Sucre)), con Huacapampa (José Gálvez); avenida que tiene un encanto especial, digna de la vinculación de estos dos pueblos.

A ambos lados de esta avenida se yerguen eucaliptos, sauces y capulíes que hacen el lugar de atracción de las familias, de las lindas huacapampeñas que en las noches de luna tejen sus idilios y sus romances a la luz de los luceros. Completa esta vía su afirmado excelente que le permite un tránsito seguro y en todo tiempo.

La campiña es hermosa, con abundantes eucaliptos y sauces que le imprimen una singular belleza. En suma la ciudad de Sucre no deja nada que desear a cualquier ciudad de la sierra del Perú entre las de su jerarquía.

En lugares de la sierra y mucho más de la categoría del Huauco, muy raro es comprobar el alto concepto que verdaderamente merecen las Ordenanzas Municipales. Este sólo hecho va revelando la unidad de pensamiento y acción que predomina en sus pobladores, su disciplina ciudadana y su conciencia colectiva, al propio tiempo que su ferviente deseo que les anima de ver a su pueblo en el plano que legítimamente está llamado a ocupar.

Las aceras de los lados laterales de la Plaza, están pavimentadas, lo que da al Parque una perspectiva alegre y atractiva.

Se está construyendo una fuente para remplazar a la pila que de mal gusto se exhibe en el centro de la Plaza.

Por lo demás, la Plaza de Armas del Huauco puede rivalizar lealmente con la de la capital de la provincia y con ventaja.

MUNICIPALIDAD
El Concejo Municipal del distrito de Sucre es, quizá, el que goza de un presupuesto económico mayor que cualquier otro de los distritos de la provincia, incluyendo el de Celendín, pues además de las rentas provenientes de los arbitrios, que son rematados anualmente en 100 mil soles, cuenta con las siguientes rentas: por concepto de arrendamiento de la pampa "El Común" 150 mil soles; por los fundos "El Sauco", "Wira-Wira", "La Laguna", "Chaquelaguna" y "El Mario", obtiene el Concejo la suma de 60 mil soles. Dichas tierras son de una fertilidad discreta, y en donde la agricultura y ganadería están llamadas a dar satisfactorios resultados, cuando se implanten en ellas nuevas técnicas de produc­ción, maquinaria apropiada, semillas seleccionadas, abonos, etc., tal como se hace en otros lugares de la región.

Se calcula en cerca de medio millón de soles las rentas de la Municipalidad del distrito al año, con cuyos dineros se atienden a las múltiples necesidades del distrito y al progreso de la ciudad capital.

Si a todo esto se agrega el poderoso espíritu de unión que tradicionalmente caracteriza al pueblo de Sucre, así como su unidad étnica, constituida por sangre española y portuguesa, tal co­mo lo hemos expuesto en otro capítulo de este libro, su consagrado espíritu de lucha, su geografía y su historia, Sucre está llamado, imperativamente, a adquirir la jerarquía política de provincia, que bien se lo merece, como acabamos de decir. Ferviente anhelo de todos los sucrenses es que el Gobierno, haciéndose eco de tan justificado clamor cívico, de la fuerza de sus permanentes valores morales y de lo que representa su potencial económico, le conce­da el Título de Provincia, que otros distritos, aún siendo de menor importancia, lo ostentan en otros lugares de la República y aún en nuestro departamento, como Santa Cruz, San Miguel, San Marcos, por ejemplo, cuyos proyectos han sido presentados al Congreso, olvidando la representación por Cajamarca de que Sucre, con mejores posibilidades, no haya tenido la suerte de ostentarlo hasta la fecha. Olvido que debe ser reparado.

CASA CONSISTORIAL
Casa Consitorial de Sucre.
En el ángulo de la Plaza de Armas, que queda frente a la Iglesia, se destaca el magnífico edificio de la Casa Consistorial, Cabildo o Casa del pueblo, como también se le llama. Es de dos pisos, con habitaciones suficientes para la Dataría Civil, la Biblioteca Popular y otros servicios. Cuenta el local además con un espacioso salón de sesiones que queda en el segundo piso, debidamente amoblado y engalanado con retratos de los hijos ilustres del pueblo.

En la parte baja tiene un patio grande, donde funcionaba antes de ahora el Mercado de Abastos y el grupo electrógeno.

La Municipalidad de Sucre ha donado al Ministerio respectivo un lote de terreno que queda en la parte posterior del local del Concejo, destinado a la construcción del Puesto de la Guar­dia Civil, con capacidad suficiente para hacer una caballeriza.

MERCADO DE ABASTOS
En un terreno propio de la Municipalidad, se ha construido el Mercado de Abastos que se halla en vías de terminarse y donde se hacen las transacciones comerciales los días domingos especial­mente. Acuden a él a ofrecer sus productos como papas, ollucos, ocas, cereales, verduras, frutas de toda especie, carnes diversas, quesos, huevos y otros artículos de la región, vecinos de los distritos de José Gálvez, Jorge Chávez, Oxamarca y de todos los caseríos de Sucre. El techo es de calamina, el piso de cemento, el- andamiaje perfectamente dispuesto para las transacciones y todo está dispuesto en tal forma que consulta la higiene del local, cosa que es absolutamente indispensable en centros comerciales de esta clase.

A diferencia de otras poblaciones del departamento y aún del país, la Plaza de Armas del Huauco, no ocupa la parte céntrica de la población, sino uno de sus extremos, nada menos que está ubicada al pie del cerro de Huishquimuna, que se yergue como Atalaya de la ciudad, y por cuyas faldas corren, desde "La Quintilla", las aguas del río de la ciudad.

El plano de la Plaza es ligeramente inclinado. Las ocho pistas de cemento que forman los paseos centrales del parque, la divide en cuatro sectores, los que se hallan sembrados de pasto Ray Grass, y circundado por plantas que exhiben preciosas flores. En la parte céntrica de cada sector crecen palmeras y otras plantas originales propias del lugar. La Plaza tiene, tanto en los paseos interiores como en los exteriores, o sea al ruedo de ella, postes ornamentales de fierro que en la base presentan el escudo peruano en alto relieve. Cuenta también con bancas de fierro y de granito a ambos lados de todos los paseos del Parque, postes y bancas que han sido traídos de Lima.

Inauguracion del
Parque de Sucre.
Durante las noches de luna, la Plaza de Armas es lugar escogido por las familias y sobre todo por la juventud, para pasar en ella momentos de esparcimiento y solaz. Es sugerente y evoca­dora, por lo mismo que fue esa plaza, en tiempos pasados, escenario donde el pueblo reunido decidía democráticamente los diferentes problemas que afectaban la vida de la comuna, y donde, en época inolvidable, una autoridad alevosa de Celendín nada menos que un Subprefecto, de esos que tanto abundan en provincias, irresponsables y tercos, ordenó a las fuerzas armadas de su mando disparar contra indefensos ciudadanos del lugar, que no querían doblegarse al abuso y a la ignominia y prefirieron morir antes de hacerlo. En la refriega cayó muerto, herido de bala, don Nazario Chávez, abuelo del autor de esta Monografía. Hombre de una sola pieza, enérgico, valiente, y decidido, como el que más, quien entregó su vida por defender la soberanía y el honor de su pueblo, y en donde también, otras horas de feliz memoria, los hijos del Huauco, comprendiendo hombres y mujeres, organizaron la defensa del pueblo contra los montoneros que lo invadieron, costándoles muy cara su atrevida y audaz empresa.

Rodean a la Plaza de Armas; el Templo, la Casa Consistorial, el Convento, el Puesto de la Guardia Civil y muchas hermosas casas de dos pisos. Algo importante se nos ocurre en esta oportunidad decir a nuestros lectores, y es el hecho de que las puertas de las casas del Huauco, de uno a otro extremo de la ciudad, así como los balcones: todos están pintados de un sólo color por disposición Municipal.

Iglesia de Sucre.
A uno de los costados de la Plaza Principal de Sucre se levanta el magnífico Templa-de la ciudad. Se construyó hace más o menos cuarenta años por acción popular. Es de una sola nave, con paredes de adobe. Se le ha dado la forma de una cruz. El techo es de madera de naranjillo, cubierto de tejas fabricadas en el mismo lugar y exclusivamente para este fin. A uno y otro lado de la Iglesia se elevan dos hermosas e imponentes torres, de las que penden dos campanas sonoras, lo que quiere decir que tiene una buena aleación de oro. Las torres han sido reconstruidas, porque las primitivas se cayeron por acción del tiempo y de las llu­vias, gracias a la acción de las autoridades y de todo el vecindario, dando a la fachada del Templo, majestad y belleza. Las imágenes, que no son muchas por cierto, son de maderas finas, importadas unas de España y otras fabricadas en el país. Tiene un coro espacioso, donde existe un melodium no muy nuevo y bueno que digamos. Es de tamaño pequeño. La entrada al atrio de la Iglesia es de cemento lo que le da una magnífica visión de conjunto. El retablo es todo de cedro colorado, estilo barroco. Fue construido por el notable carpintero tallador don Demetrio Rocha, natural de Celendín. Al lado derecho de la Iglesia se ha construido un muro de piedra labrada, simétricamente, que forma una especie de malecón. De este modo se ha mejorado y ampliado la parte exterior del templo. El piso de la Iglesia es de loseta, con capacidad para albergar a algunos cientos de devotos que concurren los domingos a la misa. Al lado izquierdo del templo se halla el convento, o residencia del Párroco. Bonita casa con todas sus comodidades, cuyo mejoramiento y condiciones dependen de quien o quienes la habitan. Hay el propósito de hacer este convento de dos pisos, lo que mejoraría, en gran forma, el aspecto de la Plaza.

Papel importante ha tenido y sigue teniendo en la refacción y conservación de la Iglesia, el Comité Pro-Templo Sucre, que lo preside el párroco de la doctrina y la integraba la señorita Jesús Velásquez, dama entusiasta que supo poner desde el comienzo todo su entusiasmo, devoción y desvelos en esta noble labor de sentido eminentemente religioso, distinguida dama que falleció hace poco.

Los servicios religiosos son atendidos por un Párroco que ejerce autoridad eclesiástica en toda la extensa jurisdicción eclesiástica que tiene Sucre y aún hasta otros distritos como Oxamarca, por ejemplo. El Párroco actual hasta el momento que estamos escribiendo estas líneas es el Presbítero Gilberto Calderón, quien goza del aprecio y estimación de todo el pueblo de Sucre, por sus preocupaciones de todo buen sacerdote, digno de la enseñanza de Nuestro Señor, y porque cumple debidamente con la misión especial de propender al progreso espiritual de la feligresía, conduciéndola, como buen pastor, por los caminos de Cristo Nuestro Señor, y, de otro lado, porque el templo ostente el título que su cuidado y mejoramiento le conceden entre los templos del departamento de Cajamarca. Obras son amores y no buenas razones.

LA FIESTA PATRONAL
El Patrón del pueblo es San Isidro Labrador, preciosa imagen de madera, debida y ricamente ataviada, con las mejores telas, obsequiadas por los mayordomos que, anualmente, se renuevan. La imagen lleva en una mano la pala y en la otra la espiga y a sus pies una yunta de bueyes, símbolo del trabajo. Un finísimo sombrero de paja, uno de los muchos que tiene, ciñe la cabeza del Santo, lo que le da, efectivamente, un aire de verdadero agricultor. La imagen mide un metro más o menos de alto y las andas que lo sostienen son muy pesadas.

Para la celebración de esta festividad, cada año, el Concejo del distrito nombra cuatro mayordomos del día, así se llama a los que deben sufragar todos los gastos que ella demande, como son: Vísperas, fuegos artificiales, banda de músicos, globos, alumbrado del Templo, o su "envelamiento", como así se denomina el hecho de colocar las velas de cera en el Altar Mayor, adoptando figuras diversas y amarrando también dichas velas en sogas en las partes laterales del Templo. De modo que las vísperas, la Igle­sia presenta un singular aspecto por la profusión de luces. Para el "envelamiento" concurren gratuitamente las gentes, como un acto de devoción al Patrón.

Tres días antes del 15 de mayo, los mayordomos del día, ofrecen banquetes a todo el pueblo, a los que se les llama las "mesas". Las familias, en número de cincuenta o sesenta personas, (o sea una tanda como así se denomina) son invitadas por los mayordomos, cuyos banquetes tienen que ser ofrecidos durante varios días y en sus propias casas por cada uno de los mayordomos. Cada madre de familia, lleva generalmente consigo varios platos vacíos y manteles que sirven para que después del banquete recojan en ellos los sobrantes de las comidas que no han podido ser engullidas por los invitados. El invitado que ha concurrido solo, el sobrante de sus platos les cede a las personas de su lado por debajo de la mesa, para no ser visto. Esta modalidad se llama "el chane".

Generalmente, los banquetes comienzan a las 10 de la mañana, para de este modo disponer de tiempo y dar de comer a todo el pueblo. Estas comilonas duran hasta las 4 de la tarde, y se realizan al son de la banda de músicos.

Como esos banquetes demandan fuertes gastos, los vecinos del pueblo, unos más que otros, se aprestan a ofrecer a los mayordomos con anticipación, cinco, diez, veinte, o más cargas de leña, carneros, harina, yucas, papas, y así algo que pueda disminuir en parte el peso de los gastos que ha de demandar la buena celebración de la fiesta.

Todas estas costumbres aún existen todavía, pero disminuidas en cierto grado, menos los banquetes opíparos que se han mo­dernizado con exquisitas viandas.

Una vez terminadas estas prosaicas ceremonias, vienen las vísperas de la fiesta. Fuegos artificiales, cohetes, ruedas, buscapiques, vacas locas, confeccionados por expertos pirotécnicos, venidos de otros lugares contratados especialmente, cuya calidad y número de piezas, incluyendo los maravillosos castillos que no pueden faltar, dependerían de la solvencia económica de cada mayordomo.

Los altares en cada esquina de la Plaza Principal, kermeses, tómbolas, comidas picantes, cuyes con papas, vendimias diversas y cajas y quenas en cada toldo, hacían la alegría general la noche anterior al día del Patrón San Isidro. Cientos y miles de forasteros, atraídos por la devoción de San Isidro, o por motivos comerciales, realizaban la festividad. La quema de los fuegos artificiales terminaba, más o menos, a las doce de la noche, desde cuya hora hasta al amanecer, se escuchaban cantos y músicas en los toldos de la plaza y bailes en la casa de los mayordomos.

Al día siguiente, a las doce del día, se celebraba, con toda pompa, la Misa Solemne, asistida por el Párroco del lugar y con la concurrencia de las autoridades del pueblo, instituciones, centros de enseñanza, alumnos de las escuelas y fieles de los distritos vecinos.

La Misa se hacía con panegírico y acompañada con la Banda de Músicos del lugar o comprometidos de otros lugares. Una vez terminada la Misa se iniciaba por la plaza y calles de la ciudad, la imponente procesión del Patrón del pueblo, cuyas andas eran portadas en hombros por los principales del pueblo, y el palio por el mayordomo. Un conjunto de "Pallas", compuesto de niñas de las escuelas, así como danzas y contradanzas, cororocho con rebenque en mano, iban cantando delante de la imagen y durante todo el recorrido de la procesión, los siguientes versos:

Oh glorioso San Isidro,
digno Patrón de este pueblo,
agricultor virtuosísimo,
cortesano de los cielos.

San Isidro Labrador,
del pobre su gran consuelo,
oye desde el alto cielo
de tus hijos el clamor.

La procesión duraba tres horas, más o menos, y al salir del templo San Isidro y al retornar a él, se quemaban las llamadas "cordeladas", que generalmente llevaban pétalos de flores y a veces palomas que caían sobre la cabeza de San Isidro, en el preciso momento en que al entrar al templo, se despedía del pueblo, con una ceremoniosa genuflexión hasta el año venidero.

Así se celebraba la fiesta Patronal de Sucre. Hoy han desaparecido muchas de estas ceremonias, en razón de haberlas prohibido el Párroco; Razones tendría. La prohibición no disminuía de ningún modo el fervor del pueblo; pues existe la creencia de que el mayordomo del día o el mayordomo de toro que no hubiera cumplido con la mayordomía, era castigado por San Isidro, castigo que consistía en una desgracia que le podría sobrevenir en casa o en su trabajo, como muerte de sus animales y demás. Por eso, casi ningún mayordomo dejaba o deja de esforzarse en pasar bien la mayordomía.

Del Libro Sucre (El Huauco).
 

©2009 Asociación Movimiento de Unidad Sucrense - "MUS" | Template Blue by TNB