Por Palujo
No solo los duendes y los espíritus celestiales han
hecho de las suyas en nuestro pueblo y, por ello, fueron tema de velorios y de
aquellos que no pueden dormir; hubieron hombres y mujeres de carne y hueso que
poblaron anécdotas y cuentos en estas emocionantes y muy entretenidas
reuniones.
Cuentan que, por los 50's, más o menos, los jóvenes de
aquel tiempo, que, cuando mayores, fueron nuestros profesores, como nos pasó y
pasa, se aburrían de las tardes y noches que les tocó vivir en el pueblo. Su
aburrimiento era mucho más aburrido que el nuestro, no había Internet ni
"redes sociales", por lo que tuvieron que acudir a lo que todos
cometimos y combatimos, de acuerdo a la edad, alguna vez.
¿Conocen a doña Escolástica? ¿No? Les cuento: Vivía en
la última cuadra del ahora Jr. Clodomiro Chávez, frente a doña Rosa Chávez, la
señora que todas las navidades presentaba el baile de pastorcitas por navidad.
Era muy conocida por la élite social sucreña. Organizaba fiestas y comelonas a
las que concurría lo mejor de lo mejor.
Era este un fin de sábado de Todos los Santos, día de
Poncio Pilatos. Un raro ajetreo se movía en el barrio. Oscar, observaba todo
con disimulo. No era necesario que estirara el cuello ni que alzará la cabeza,
bastaba que mirara de reojo para comprender lo que pasaba. Era vecino. Las
mujeres entraban y salían a la casa que un tiempo cobijó a la empresa de
transportes Diaz. En Sucre y, seguramente, en otros lugares, se estilaba que la
noche de los sábados de Semana Santa sea una verdadera fiesta, y, doña
Escolástica, se preparaba para ello.
Oscar aguardaba algo para comprobar lo que sospechaba.
Efectivamente. Al rato, una de las amigas de doña Escolástica, ingresaba con
una más que mediana olla y su respectivo cucharón.
— ¡Les juro, muchachos, hoy nos corresponde gallina!
—les dijo a sus amigos. Oscar jugaba en casa con ellos. Esta vez, parecían muy
concentrados en el juego de rocambor. Habían llegado Mariano, también estaba Onésimo
y, por supuesto, Neptalí.
El plan se puso en marcha.
Los invitados, el alcalde, el Juez de Paz, el Tnte.
Gobernador, el jefe de Línea, etc., llegaban a la casa vecina, uno por uno,
luciendo su mejor traje. Los muchachos, que jugaban en la sala (el que hacía de
alcalde en el juego repartía las barajas) los veían pasar sin darles mayor
importancia; parecían viejos jugadores que no movían ceja alguna de puro
concentrados.
Ustedes saben que en nuestro Sucre las casas tienen su
patio, alrededor de éste, su comedor; después sus dormitorios y sala principal
y, en la parte de atrás, en el corral, la cocina. Además, conocen también, los
corrales tienen la particularidad de conectarse entre sí con los de los
vecinos. No había divisiones entre casa y casa.
Los minutos para los jóvenes eran largos e
interminables, esperaban; en cambio, para los invitados, eran cortos y no
querían que terminen. Estaban de fiesta. Y, como sucede en toda fiesta, llegó
la hora esperada. Doña Escolástica dijo: — Chicas, vayan repartiendo los
cubiertos.
Ni cortas ni perezosas las amigas cumplieron con el
mandado.
De pronto, desde la cocina, escucharon un grito. Todos
miraron al patio por el que apareció doña Escolástica gritando y agitando los
brazos:
— ¡Nos robaron el caldo de gallina y las papas
paradas! ¡Nos robaron el caldo de gallina y las papas paradas!
— ¿Estás segura de haber cocinado pue' Colita? —preguntó
uno de los invitados, bromeando con la anfitriona.
— ¡No! ¡Cómo ya pue' se te ocurre! ¡Nos robaron hasta
las ollas!
Oscar, Onésimo, Mariano y Neptalí continuaban su juego
imperturbables. El ajetreo que observaron era otro. Pasaban las mujeres y los
hombres sin premura, como si estuvieran esperando una respuesta, una llamada
que no llegaba, ni tampoco iba a llegar. Al final, se retiraron a sus casas.
Al día siguiente, olla y tapa, aparecieron colgadas en
las palmeras de la plaza mayor del pueblo, con el siguiente letrero:
COLITA, TU GALLINA A ESTAU MUY DURA, PA' LA PRÓXIMA:
¡COCINALO BIEN!
Por Palujo, versión contada por KMRA.
Foto: Plaza Sucre, Pepe Sancho.
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