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sábado, 13 de febrero de 2016

Cuento: EL COMPACTADO

 Por Gutemberg Aliaga Zegarra.
- ¡No importa pasar hambre, sufrir insolaciones y noches de desvelo! -soliloqueaba Víctor Tambo, un curtido ganadero josegalvino, a tiempo que con singular dulzura palmoteaba el anca de su mimada vaca baya...

- Con tal que el ternerito crezca sano y retozón, botaré los bofes cuidándolo -continúa el monólogo, mientras se enjugaba con un pañuelo a medias limpio el sudor que perlaba su ceñuda frente, a la vez que iba contemplando con paternal ternura el torete que, ajeno a tales sentimientos, cabriolaba alrededor de la tierna madre.

El retorno, desde las agrestes filas que colindan con Chuquibamba, iba a ser penoso. Había que descender hasta el caluroso valle de Huanabamba.

Desde donde el grupo se hallaba, se divisaba la lejana "banda", detrás de una neblina gris celeste.

- Esperemos a que mengüe el sol, a fin de que no se despeen los pobres -se dirigía Víctor a su compañero de viaje.

Instantes después se iniciaba el viaje de regreso. Lentamente, buscando afirmar las pisadas, soportando el calor que ya empezaba a sentirse fuerte, iban dejando atrás quengos tras quengos; de vez en cuando tomando los chaquiñanes, devorando poco a poco la distancia rumbo al monárquico Marañón, cuyas playas avistaron al caer la tarde. Poco después, la Oroya pendiente de sus seguros cables, seguía meciéndose en el espacio, ufana por haber ayudado a los viajeros que acababan de utilizarla para vadear el anchuroso río.

¡Alto! -Y el descanso fue breve pero animador, para arremeter la subida al paso cansino de los vacunos, que desafiaban la aplastante tortura del calor y la sed.

Caía la tarde lentamente, como un sudario dorado se insinuaban las primeras sombras precursoras de la noche cuando, al volver la vista, los hombres alcanzaron a divisar la espejeante llanura de Combayo, muy a la retaguardia.

De pronto descubren en las cercanías de la senda una choza solitaria, levantada casi al borde de un precipicio y como la noche se había tendido ocultando sus misterios, ven filtrarse por las rendijas de la destartalada puertucha el tenue rayo de una luz mortecina, que aumentaba el acento tétrico de la hora.

Se acercaron cautelosos, observando ávidos a través del intersticio y se sobresaltan al escuchar la pregunta surgida de las entrañas tenebrosas de la choza:

- ¿Quién va?
- ¡Posada, por favor, buen hombre! -responde Víctor Tambo.
- ¡Martes y viernes no recibo visitas ni doy posada a peregrinos! -replicó la voz.

Y la puerta, entre abierta hasta entonces, se cerró con violencia, quedando un olor extraño, como azufrado, y la imborrable figura de un hombre cincuentón de barba hirsuta, estrecha frente y mirar receloso.

Repuestos de la sorpresa y decepción sufridas, los caminantes se acomodaron lo mejor que pudieron para chacchar, mientras escuchaban intranquilos el gorgoteo del agua que caía por el costado de la choza desde un cercano carrizal.

Este, que al comienzo intranquilizó a los hombres, animó luego a Víctor a levantarse e ir a fisgar lo que sucedía en la rústica habitación.

Mientras avanza, llega a percibir un quejido casi inaudible y otras voces varoniles y altisonantes, procedentes del interior. Víctor, el husmeador, se llega hasta la puerta, mira cauteloso a través de una rendija y se queda pasmado y con los ojos enormemente abiertos al descubrir la bárbara escena que tenía lugar en el interior de la casa. Cinco chivos negros, armados de enorme cornamenta, se encontraban sentados en sendos bancos de maguey, mientras en medio del cuarto el dueño, el de la barba hirsuta, soportaba los ataques eróticos de un chivo mulato, de cuyos brillantes ojos surgía una luz infernal. Víctor Tambo creyó, por un momento fugaz, ser víctima de una pesadilla horrible; pero repuesto corrió al pie del zapote, donde, ajeno a lo que ocurría en la choza, caleaba en un estado de éxtasis budaica su compañero de viaje.

Tambo refirió a continuación, entre espasmos de terror y agitación, lo que acaba de descubrir, concluyendo los dos amigos en afirmar que el tal dueño de la choza tenía íntimo pacto con el diablo.

Santiguándose, tomaron coraje y los dos corrieron a forcejear la endeble puerta, momentos en que por lo alto del cerro escuchaban bajar un tropel de bestias que, cercanas ya, se descubrió que eran unas briosas mulas enjaezadas con muchos adornos que reflejaban destellos en medio de las tinieblas. Los jinetes eran algo parecido a policías, confundidos con la noche.

Víctor Tambo sacó fuerzas de flaqueza y, botando el "bolo", se puso a rezar en voz alta la ancestral "oración de las vacas."

No hay hombre como mi Dios,
ni mujer como María,
ni ángel como San Gabriel
ni luz como la del día.
Cuatro son las tres Marías,
cinco los diez elementos,
ocho las siete cabrillas,
nueve los diez mandamientos.

Qué alegre se va el demonio
al ver un alma perdida,
no llores Ángel Barón
le dijo la Virgen María,
que por los ruegos de mi hijo,
tu alma tendrá perdón.

En el cielo se ha formado
un hermoso regimiento
Cristo va de Coronel,
San Juan de Primer Sargento.

Quisiera pegar un vuelo
del coro al Altar Mayor
para ver aquel entierro
de Cristo, nuestro Señor.

Concluida la oración salvadora, por cierto rezada en voz casi a gritos, mulas y jinetes convirtiéronse, como por ensalmo, en enormes piedras que iban rodando al abismo, provocando una alucinante nube de chispas y candelas.

El ambiente retornaba a la calma; los espíritus de Víctor Tambo y su compadre volvieron a sus cuerpos.

Poco a poco, percibieron el cadencioso rumiar de la vaca madre, ahítos observaban la imagen casi sepulcral de la solitaria choza en aquel solar maldito de Choropampa. Mañana sería otro día y el Sol y los pajarillos del valle traerían nuevos mensajes y una nueva vida.


Del Libro El Sueño del Floripondio.





lunes, 30 de septiembre de 2013

Huellas: ENTREVISTA AL PROFESOR ONÉSIMO SILVA REYNA


Por Gutemberg Aliaga Zegarra.
Onésimo Silva Reyna, Maestro de vocación, es un ciudadano sucrense, forjado como docente en las aulas bolivarianas de la Universidad Nacional de Trujillo. Recordado como maestro honrado, exigente, disciplinado y fiel cumplidor de su deber. En su actual hogar, en Cajamarca, nos accedió a la siguiente entrevista en exclusiva para la Revista "El Labrador".

GAZ. ¿Maestro, podría usted decirnos la fecha y lugar de su nacimiento?

OSR. Vi la luz del día en la villa de Huauco, hoy ciudad de Sucre, un 16 de julio de1921. Por consiguiente, cuento a la fecha con 76 años y 9 meses de edad.

GAZ .Cuántos años hace que radica en Cajamarca?

OSR. Hace un poco más de once años que vivo en esta bella ciudad del Cumbe.

GAZ. ¿Qué es lo que más añora?

OSR. Dos son los motivos que tienen preeminencia en mi recuerdo y corazón: el uno, la añoranza por mí adorada tierra natal; el segundo, el latente y amoroso recuerdo por mis hijos, en especial por los ausentes.

GAZ. ¿Podría narrar una anécdota de sus años como estudiante universitario?

OSR. Una de tantas es ésta: una mañana, por la premura en salir de casa, me apresuraba a ingresar a una clase de Literatura en circunstancias que coincidían en uno de los corredores del patio principal con el Ingeniero Carranza, Catedrático, quien, al verme sin llevar la cor­bata, me espetó:
¿A dónde va con tanta prisa, joven?.
Respondí:
Ingeniero, voy a clase.
El me replica:
¿A clase, con esas trazas? Me miro, azorado, mientras el Ingeniero, asiéndome de un brazo, casi me grita:
¡Vaya de inmediato y póngase la corbata; pero no me regrese desaliñado!
Como un meteoro fui a cumplir la infalible fórmula de aquellos tiempos. ¡Ah, aquellos tiempos, felizmente ya postergados!

GAZ. ¿Dónde se inicia como docente y en qué lugares laboró?

OSR. En abril del año 46 me inicio en la Escuela N° 81 de la ciudad de Celendín. A los dos meses me trasladan al 85, donde laboro hasta finalizar el año 48, para desde el 49 actuar en la ciudad de Sucre, en el C.E. "Andrés Mejía Zegarra", hoy 82427, hasta el año 1983, en que, después de 37 años y 4 meses de ejercicio, me obliga a suspender mi trabajo docente una penosa enfermedad, de la que hasta hoy no me he recuperado del todo.

GAZ. ¿Cuál fue su mayor experiencia como maestro?

OSR. Mis más vivenciales experiencias como maestro son: una, el haber aprendido a amar tan fuertemente a mis alumnos, como un verdadero padre, sin perjuicio de poner de tanto en tanto la fórmula: "con una mano la miel; con otra, la hiel", fórmula que, a pesar de las innovaciones, ha permitido forjar tantos grandes valores humanos; la otra, convencerme que la base fundamental para instruir y educar es la puntualidad de los dos principales personajes del drama educativo: docentes y alvinos.

GAZ. ¿Dentro del campo educativo, que problemas tuvo?

OSR. En la función docente, como es general, tuve que afrontar serios problemas de toda índole ora con los alumnos; ora con los padres; ora con los colegas, en especial del nivel secundario. Pero tuve la positiva capacidad de resolverlos todos, airoso y siempre alcanzado la meta que yo buscaba, pues siempre fueron mi norte la verdad, la lealtad y la justicia.

GAZ. De no haber estudiado para docente, ¿qué otra profesión habría elegido?

OSR. Creo haber tenido la dosis suficiente de capacidad y preparación en la primaria y secundaria, como para haber optado otra carrera, que no la docente.

GAZ. Cuáles han sido para Ud. los mejores maestros en el Huauco?

OSR. Sin titubeos, señalo como maestros de primer orden, con letras mayúsculas, que laboraron en Huauco, a don Clemente Díaz Cáceres, a Máximo Silva Gómez, a Víctor Camacho, los tres celendinos, ya fallecidos; a Víctor Sánchez, alias El Chirre, joven maestro de singular talento y mejor vocación para educador, sin desmedro de aquellos hermanos maestros que actuaron junto a mí, a mucha honra mía. Pero, la memoria que se merece el MAESTRO ARTEMIO TAVERA SOROGASTUA, es para mí la del maestro dios de la docencia, polifacético y con una vocación de servicio muy pocas veces hallada en toda la historia de la educación.

GAZ. ¿Qué ha hecho como ciudadano y como maestro, por Sucre?

OSR. Como ciudadano me cupo en diferentes oportunidades actuar en diferentes acciones cívicas dentro de instituciones locales; integrar comisiones para gestionar en Cajamarca y Lima, colaboraciones unas veces, para alguna obra importante; para alguna creación como la del Colegio Secundario; y en el campo escolar, para fomentar el ornato de la ciudad, el bienestar económico local (esto último, pese a su poca duración). Como maestro, espero que sea la comunidad en la que me desarrollé y mis alumnos, los que avalúen con criterio sano lo que pude hacer por Sucre.

GAZ. ¿Qué obras prioritarias necesita Sucre para su desarrollo?

OSR. Creo que el fomento del espíritu solidario entre los miembros de la comunidad, tanto por parte de los maestros, como de las instituciones y el resto de la población, sería el sustento más preciado, porque de esa solidaridad, hoy por hoy un tanto venida a menos, nacería la fuerza capaz de dar solución a tantos problemas que aquejan a nuestro lar natal. Y otro aspecto esencial es, de hecho, dar mayor énfasis a la educación, no sólo de la niñez y juventud, sino de los adultos, como se iba haciendo, hace algunos años, por parte de la docencia local, mediante charlas continuas a los padres de familia.

GAZ. ¿Tiene Ud. alguna creación literaria, publicada o inédita?

OSR. Nunca se me metió en la cabeza escribir una obra, o libro. Pero si tuve, desde mi infan­cia afición por la poesía habiendo escrito unos doscientos poemas, más o menos, todos ellos dentro de ciertas normas clásicas, con una breve dosis de romanticismo.

GAZ. En forma sucinta, qué nos puede decir de la trilogía: Clodomiro Chávez Mariñas, Nazario Chávez Aliaga y Manuel Quevedo Reyna?

OSR. Permítaseme no considera una trilogía solamente, sino para mí, un CUARTETO. Para el común de los Huauqueños o sucrenses, este cuarteto comprende a los faros señeros de la intelectualidad hermana, que han plasmado su talento y amor por la tierra en obras históricas y trascendentes, sean de índoles puramente espiritual, o material. Su huella brillante de ser seguida por las nuevas generaciones, para lo cual es imprescindible que éstas los conozcan siempre a través de una información histórica a cumplir por los docentes y comunidad toda.

GAZ. Podría decirnos algo - sobre el Dr. Andrés Mejía Zegarra?

OSR. Del doctor Andrés Mejía Zegarra, cuyo nombre llevó dignamente nuestra Escuela Primaria por muchos años, sólo sé por referencias de varios sucrenses que lo conocieron personalmente, que fue en vida un hidalgo del honor personal y profesional, siendo una honradez prístina y un amor cabalmente cristiano por sus semejantes, los pilares básicos de su fecunda vida.

GAZ. ¿Referente al Colegio San José, qué nos podría decir?

OSR. El Colegio San José es un parto dialécticamente soñado y esperado por la comunidad de Sucre. Idea surgida de nuestro dilecto Alcibíades Horna Marín, tornóse en obsesiva meta para Sucre. Los sembradores de tal idea fueron, además del páter de la idea, el Dr. Samuel Silva Marín, Profesor Tarsicio Bazán Zegarra, Dr. Víctor Rodríguez Chávez, Dr. Magno Rodríguez Domínguez, quienes viajaron a echar la semilla, que cayó en terreno feraz. A poco, gracias al tesonero afán de los maestros primarios y otros sucreños de corazón, gracias a la gestión del Dr. Alfonso Rodríguez Domínguez, se creó el Colegio, Alma Mater de nuestro pueblo, del que se espera una labor cada vez más fecunda en aras de la formación de nuestros jóvenes, llamados a ser los pioneros más eficientes en la estructuración de un Sucre digno de la peruanidad futura.

GAZ. Qué futuro le desea a "EL LABRADOR", como vocero cultural de la ASUC?

OSR. Que ésta revista, que con tanta dedicación y sacrificios, van logrando editar anualmente los hijos de Sucre en Cajamarca, continúe en posteridad, ganando prestancia y perfección, para lo que es de esperar que otros coterráneos tomen la posta cuando los actuales, por circunstancias insuperables dejen el campo de batalla, siempre con la victoria en el corazón, después de duro trajinar.

GAZ. La anécdota que más recuerda con sus alumnos

OSR. Siempre fue una preocupación constante mía el aseo personal y general de mis alumnos. Así, aquel día, al levantar el brazo una de mis alumnas del sexto grado, alcancé a ver descosturada una manga de chompa, en la axila.
¡Mary!, le grité, apenas termine la clase corres a tu casa a coserte manga que se te ve rota y descuidada. ¡Saben bien que no permito desaliños en sus vestidos!
Sonrojóse la alumna, al ver que la había pillado y al retomar asiento, algo le susurra a compañera de carpeta. Oigo que ésta le dice:
¡Dile pues, tontaza! ¡Dile también!
Intrigado pregunto:
¿Qué pasa ahora Mary?
¡Ay, profesor! ...Pero titubea proseguir
¡Habla de una vez, tontona!
¡Ay, profesor! Gracias por observación de mi chompa. Pero usted también a veces se descuida.
Y casi gimiendo prosigue:
Hoy también usted llega descuido, Los botones de su jareta están sueltos...
Me miro, dubitativo... Y... ¡Realidad! Los cinco botones mi jareta, los tenía desabotonados.
Y, casi también gimiendo, le dije:
¡Gracias, Mary; Gracias!

Tomado de la revista El Labrador, mayo 1998.

jueves, 4 de abril de 2013

Avatares: TELEGRAMA DE ANTOLOGÍA

Por Gutemberg Aliaga Zegarra.


Washo Aliaga era solterón codiciado de temporada.

Había enredado en macabros amoríos a simpática y coqueta colegiala. Feliz e inolvidable fiesta patronal para él.

Días festivos de licor y sexo concluyeron, y el retorno al centro de trabajo empezó a cosquillar el alma del cansado cuarentón enamorado.

— Compadre Picarín — dijo lacónicamente — cuidará a la fulana mientras dure mi ausencia.
— ¡Pero..., por supuesto!, no se preocupe, cumpita. Yo seré su fiel guardián.

La partida y la espera fue igual que el capullo de una rosa, no duró un mes.

Con dirección a la oficina del correo, por aquellos años, encaminó sus pasos Picarín y redactó el siguiente telegrama.

Carta no, se dijo:

Estimado compadre
Lima
Reforma Agraria afectó terreno.
Saludos
Picarín.

Pasaron contados tres días y la respuesta estaba a vuelta de correo.

Día de miércoles fue, cuando Picarín, telegrama en mano, exclamó:

—Más rápido que inmediatamente contestó mi compadre. Prepárese y escuche:

Señor Picarín
Sucre
La tierra es de quien la trabaja.
Saludos.
Su compadre.

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Tomado de Avatares y relatos al paso

sábado, 9 de febrero de 2013

Cuento: EL CAPADOR

Por Gutemberg Aliaga Zegarra.
Los pocos personajes octogenarios de mi pueblo aseveran que: "Los capadores son personajes que inspiran confianza y respeto.

La capa es la castración de animales machos que por falta de estampa no merecen el privilegio de ser reproductores.

Su fama y prestigio se sintetiza en la frase palangana muy suya de ellos: mi mano no es enconosa, celebridad que se expande por toda la comarca que habitan.

La técnica quirúrgica y la terapia post operatoria son infalibles, a pesar de la simplicidad del instrumental que se usan: una cuchilla marca “toro” (si es corte directo a los testículos), o un mazo de madera, si la capa es a machote (chancando los testículos). Los antisépticos poderosos e insustituibles son Kerosene, sal, ceniza, creso y un poco de manteca de chancho, luego una meada en el anca del cerdo y punto."

En virtud de la capa, el toro bufador y veloz en el acto sexual se convierte en buey, el potro pícaro y chúcaro en dócil caballo, el verraco cimarrón y demorón en el coito en chancho de engorde, el jactancioso y arropado carnero en capón. También se capa al perro por mañoso y badulaque, al gato, de allí el dicho: una sola vez le sacan las bolas al gato; y en pleno siglo XXI a los hombres, como prevención para menguar del cáncer.

La capa hecha por "curiosos", tiene lugar en determinadas circunstancias lunares; exclusivamente durante la luna nueva.

Al crearse el Instituto Agropecuario de Celendín, las asignaturas curriculares estaban a cargo de destacados profesionales, entre ellos un distinguido y respetado médico veterinario de Chota; que a los pocos meses se hizo compadre del profesor Celendino de nombre Jorge.

Jorge, cuando niño, se divertía viendo como un personaje garboso de toscas manos mugrosas, capaba en media hora a un docena de berracos mancebos; que su padre criaba y negociaba en su amplio corral.

Jorge queriendo sustituir al capador llanguatino por su compadre veterinario, buscó el momento precisó para convencer a su severo progenitor.

- Papa, quisiera que de una vez por todas, terminemos con la tradicional costumbre de la capa de un empírico por la castración profesional de mi compadre. Los animales igual que los humanos necesitan de una buena atención médica. Término Jorge su sustento, convenciendo a su padre.

- Bueno hijo, no quiero defraudar a tus buenas y humanas intenciones; eso sí, te advierto, yo vengo criando cerdos muchos años y tu sabes que con este negocio te eduqué al igual que a tus hermanos. Además, en las manos de mi compadre, ningún verraco se me murió.

- No papá, de eso yo te garantizo. Un día inolvidable para Jorge.

Su colega y compadre ingresó al amplio corral de cerdos de impecable mandil blanco, cogido de un maletín de cuero negro repleto de pinzas, bisturís, tijeras, jeringas ampollas, algodones, gases, alcohol y otras chucherías más.

El padre de Jorge solo atinó a balbucear una corta atingencia.

-Perdón doctor, dijo avergonzado ¿no necesitara un poco de kerosene o algo por el estilo?

-No, no, no, ni pensarlo mi caro amigo, dijo sonriente el veterinario, Hoy en día ya no se usa esas cosas anticuadas y antihigiénicas, producen infecciones incurables. Ni vaya usted a estar pensando en el cuento de la influencia lunar. Eso es una tontería. Cosa de antiguos e ignorantes.

De esta suerte, el troludo verraco, se vio atado de las patitas de espalda al suelo, exhibiendo sus redondas trolitas, las que fueron lavadas con jabón y agua caliente.

Un solo hincón de anestesia y a dormir se ha dicho.

Pinzas, tijeras, bisturís gasas y agujas se desplazan ágilmente entre las manos del hábil médico, causando asombro en los curiosos vecinos.

Ni un gruñido, ni pataleo alguno. Pasado el efecto de la anestesia, se vio en cuatro patas, con los ijares calientes sin imaginar que lo de macho ya no lo tenía.

Limpiándose el sudor, el médico y compadre dijo:

- Compadrito, porsiacaso le voy a colocar una ampolla para la infección. Si el cochecito mañana amanece tristecito, me pasa la voz.

- Así de amable se despidió el galeno después de una hora de ardua castración.

Al día siguiente, el cordial médico, al atisbar a su compadre corrió a su encuentro y preguntó.

Buenos días compadrito, ¿el cochecito amaneció triste?

- No compadrito, el que amaneció triste es el dueño. El cochecito murió. Dijo malhumorado Jorge

Sin comentario

De la revista Eco Sucrense, 2008


sábado, 26 de enero de 2013

Anécdotas: SUCREÑO Y CAJACHO

Por Gutemberg Aliaga Zegarra.

De los celendinos, se dicen muchas virtudes: trabajador, negociante y honrado; como también divertidas y picantes anécdotas, algunas ciertas y otras como se dice "achacadas" o atribuidas.

En mi primer día de trabajo en el Instituto Superior Pedagógico Hno. Victorino Elorz Goicoechea de Cajamarca, donde he tenido la suerte de relacionarme con verdaderos y recordados amigos, me sucedió algo como para contar en velorio.

En uno de los recreos de mis primeras horas de clase, el recordado educador Carlitos Sánchez Espinoza — Que de Dios Goce y en Paz Descanse—, me presentó a un grupo de Colegas que muy alegres departían sus inquietudes en el anchuroso Patio de Honor. Cordialmente nos saludamos, Gutemberg es mi nombre y soy de Sucre, Celendín — sentencié. Al instante, el más pícaro y palomilla me inquirió la siguiente pregunta:

— Colega... ¿Es cierto que, cuando los norteamericanos llegaron a la luna, ya estaban allí los shilicos vendiendo sombreros y anilinas?

Las risas burlonas y mesuradas, debido a que recién me conocían, no se hicieron esperar. Pero mi reacción, a Dios gracias, fue casi instantánea.

— Es cierto — le dije—, pero también encontraron a un cajacho — añadí enérgicamente.

Del grupo de colegas surgió un murmullo de interrogantes. Uno de ellos, por supuesto, que no era de Cajamarca, me lanzó su inquietud:

— Disculpe, coleguita — me dijo inquisidoramente— y... ¿qué hacía el cajacho en la luna?
— ¡Pidiendo limosna! — le contesté burlonamente.

Risas, felicitaciones y casi aplausos no se hicieron esperar de los colegas que allí nos habíamos reunido, y, desde aquel instante, llegué a congraciarme, modestia aparte, y ganarme el cariño y la estima de todos los trabaja­dores de este recordado centro de formación magisterial cajamarquino.

Del libro Avatares… y relatos al paso.

martes, 23 de agosto de 2011

Personajes: JOSÉ ALADINO ESCALANTE SÁNCHEZ



Por Olindo Aliaga R. y Gutemberg Aliaga Z.

El sol aún no conseguía evaporar al rocío de la yerba brillante crecida en la proximidad de la colina y a la vera del río; cuyas estruendosas aguas se matizaban con las aguas templadas del manantial conocido con el nombre de Agua Caliente. Aquella mañana del 31 de marzo de 1902, en que la cima de los cerros, con la aparición de los primeros rayos del astro, comenzaban a tomar tonalidades ámbar, vino al mundo un niño que su padre lo bautizó con el nombre de José Aladino.

Fueron sus padres José Escalante Rojas, carpintero y pequeño agricultor; y, Lucía Sánchez Rodríguez su madre, dedicada a los quehaceres de la casa y al laboreo de la rueca (Instrumento rústico para hilar, en un extremo lleva atada una pita con el que se amarra el copo de lana; son sus complementos el huso y el tortero); tanto el padre como la madre fueron de Sucre.

Su casa de modesta construcción, ubicada cerca del río La Quintilla y del Agua Caliente era de una sola habitación en donde vivió con sus tres hermanos: Rogelia, Griceria y Florentino (Egocéntrico le decían "manco Rojas". Esta peculiaridad también la tentó a don Aladino, quien por un tiempo se firmó Escalante Rodríguez), este último tomó el apellido Rojas de su abuela paterna, porque, Los Sánchez son ladrones, decía con socarronería.

Este sucrense de inteligencia superior que se distinguió de los demás por su piel blanca, de rostro colorado, ojos azules y cabellera rubia; reposado de maneras y circunspecto, hizo sus primeros estudios en la Escuela Fiscal de su tierra, la secundaria la cursó en un Colegio Particular de Celendín. Durante toda su época de estudiante mostró gran habilidad por el estudio y alto coeficiente intelectual.

El hogar de la familia Escalante Sánchez no fue ni muy pobre, ni muy adinerada; pero los recursos económicos escaseaban sentidamente, por esta razón todos los miembros de la familia se resignaron apoyar sin restricciones al joven estudiante.

Su hermana Rogelia fue asignada para asistirlo en la provincia: Mi hermana, dirá más adelante don Aladino, "los días lunes solía madrugar más temprano de lo que se acostumbraba en el pueblo, para moler con el pesado chungo (Mortero de piedra, pieza inseparable del batán) sobre el batán de piedra las hojas frescas y aromáticas de chauncas (Arbusto que crece junto a las breñas ), para el cotidiano caldo de verde (Potaje de la culinaria sucrense ) que nos abastecía hasta el día sábado, día en que jadeantes regresábamos al Huauco después de una semana de agotador estudio".

Contaba con 21 años el joven cuando contrae matrimonio con la señora Justina Zelada, con quien procrea dos hijas: Penélope y Tavita, las dos de una belleza hierática, que más de un hombre de aquella época quedó arrobado.

En 1924, ya casado se convierte a la religión protestante y con sus hermanos espirituales se embarca en busca de otros horizontes. Su convicción evangélica lo elevó por encima de lo cotidiano, viajó al extranjero y por esa convicción es que hoy se puede hablar, con toda modestia, que don Aladino fue una vida lograda.


Inscrito formalmente en la iglesia Presbiteriana por los misioneros de esa secta religiosa, que viajaron a la ciudad de Sucre para catequizar y ganar adeptos, los misioneros evangélicos le prometieron toda laya de ayuda, especialmente a la señora Zelada, que se quedaría sola al cuidado de las niñas, mientras su esposo viajaba a Lima, para estudiar.

En Lima asiste a la iglesia Presbiteriana y estudia Inglés en el Colegio Secundario Anglo Americano, hoy San Andrés y conoce a los pastores Jonrty Mackay; quien fue alumno de Miguel de Unamuno, fundador de la iglesia Presbiteriana en el Perú, y a Calvin Mackay, fundador y director del colegio donde, el joven Aladino estudió por segunda vez los últimos años de secundaria.

Por su alta capacidad de concentración y de comprensión, en ese centro de estudio se hizo merecedor del apodo El cabezón.

Después de estudiar acelerado en el colegio evangélico, fue becado por la iglesia a la república de Escocia, para estudiar en la facultad de la Divinidad Teológica de la universidad de Edimburgo (Capital de Escocia), de la misma que egresa con el Grado de Magíster en Teología.

En la universidad complutense de España, estudió Filosofía, Letras e Idiomas, obteniendo los títulos de Bachiller en latín y griego y de Doctor en Filosofía y Letras. Habló además del español, los idiomas: inglés, italiano, francés y portugués.

Durante su estancia en el país anglosajón, desempeñó misiones secretas en España por encargo de la iglesia libre de Escocia, en época de la guerra civil española a favor de la causa republicana.

El año de 1937 y después de la guerra civil, alcanzó el grado de Anciano Consistorio de la Iglesia Presbiteriana, máxima categoría de esa Iglesia Protestante.

Después de prolongada ausencia por países europeos, graduado de doctor en Lenguas y Pastor Evangélico, regresó a su terruño amado, donde instaló una escuela gratuita nocturna, para el cuarto y quinto año de primaria.

Muchos jóvenes se matricularon en la escuela del maestro de idiomas, varios de sus alumnos fueron destacados profesionales y han tomado relieve de medalla, tal son los casos de la luchadora social, Semíramis Quevedo y del profesor Chirre; también se contaron entre sus alumnos, los señores: Hildebrando Aliaga, Flaviano Silva y Almansor Chávez, entre otros.
Ver nota al final del texto.
El año de 1937, dos celendinos: don Segundo Aliaga y don Leovigildo Pereyra Salazar, junto a otros profesionales y padres de familia, consiguieron dar forma a su proyecto de crear un colegio secundario, el mismo que, en cabildo abierto del 28 de febrero de 1937 fue aprobado en medio del alborozo de la población celendina, con el sugerente nombre de Colegio Celendín el 4 de abril de 1937, y con la dación de la R.M. 4305 del 30 - 6 - 37, iniciando sus labores lectivas el 6 de abril del mismo año en ceremonia solemne. Se nombra como primer director al Ing. Héctor Aliaga M. y como Director Académico al Dr. Aladino Escalante Sánchez, la Plana Docente integrada por los profesores: Manuel Velezmoro, César Pereyra, Arístides Merino Merino, Cap. José Ruiz Mejía, Dr. Ignacio de la Riva, Artemio R. Tavera, Dr. Aladino Escalante Sánchez, Juan Chávez, Dr. Ruperto Pimentel, Humberto Pereyra, Saúl Silva Sánchez, Alejandro Rojas y Víctor Camacho Marín; los gestores de este anhelado proyecto fueron elegidos como: Leovigildo Pereyra Tesorero y Segundo Aliaga Secretario.

En el Colegio Javier Prado, además del matemático Velezmoro fue su colega el poeta sorochuquino David Sánchez Infante; y, compuso el Himno para ese Centro Educativo cuya música pertenece al reconocido músico sinfónico Roberto Carpio.

De las aulas Javierpradinas pasa a ser Superintendente d Educación, cargo que le permitió viajar y conocer el Perú.

Por los años 1945, se opuso acremente, a la desecación de la laguna, Huaucococha mediante la construcción del túnel gestionado por E diputado Clodomiro Chávez Mariñas, siendo una voz solitaria oposición que no caló en el espíritu del antiguo sucrense ansioso contar con dicha obra.

El año de 1946, contrae nuevas nupcias con la señora Julia Cristina Díaz Montoya, natural de Celendín, hija de los celendinos: Santiago Díaz Marín y de Aurora Montoya Escalante; de ese matrimonio son si hijos: Juan, José, de profesión médico y Tomás, ingeniero y empresario todos nacidos y radicados en Lima.

En 1948, acompañó al sabio Julio C. Tello en su viaje exploración a las ruinas de la Chocta en el distrito de Oxamarca.

Los esposos Escalante Díaz deciden establecerse en Lima inicialmente fijaron su residencia en el segundo piso de un edificio de calle Contumazá, en el centro de Lima, luego, pasan a la avenida Garzón y finalmente se trasladan a la calle Morelos de Pueblo Libre, un distrito aristocrático limeño.

En esa ciudad capital, el pastor evangelista fue profesor del Colegio Raymondi y del Colegio Evangélico San Andrés, para el mismo que escribió su himno; también, desempeñó labores de docente en la única Universidad Industrial de Lima, y fue Asesor del Consulado de Gran Bretaña.

Posteriormente ingresa a trabajar como profesor en la Gran Unidad Escolar Bartolomé Herrera de San Isidro, donde dictó el curso de Literatura, poco después se hace cargo de la sección de letras de ese colegio y escribe en el vocero del plantel temas relacionados con la educación.

A su actividad de maestro se suma la de traductor, para ello, instala una oficina en el edificio donde tuvo su primera vivienda y a pesar de lo absorbente de su trabajo se dio maña para estudiar violín; pues la música y ese instrumento lo fascinaron. Asimismo, tocó con cierta maestría los instrumentos musicales de la mandolina y el clarinete.

El año de 1965, viajó a Europa, integrando una comisión del Ministerio de Educación para revisar las Currícula del Nivel Secundario; años más tarde viajó a Inglaterra.

Retirado de la docencia en 1970, decide poner en práctica el proyecto de sus sueños que consistió en una empresa inmobiliaria, para ello se asoció con varios familiares y amigos y adquirió dos hectáreas de tierras en el sitio llamado Cocachacra.

En 1972, su salud sufre un deterioro, ocasionado por una parálisis al cuello, los médicos lo declaran hipertenso y le encuentran una enfermedad neurológica.
Personajes de la Historia Sucrense

En 1974, sufre otra crisis paralizándosele una de las piernas. Desde ese año el hombre bromista cambia a rigor de la enfermedad que lo acecha constantemente; y, el 2 de diciembre de 1977, fallece a causa de la hipertensión y por una afección coronaria.

En olor a multitud se acabó el Dr. de las Siete Lenguas, de rasgos anglosajones, que como al poeta le habría encantado decir:

Yo soy de donde hay un río.
Un molino.
Me vio brincar mohíno.
De donde el aguacero sabe que termina en abril.
Y crecen ufanos la hierba santa y el Saúco.
Yo soy de la tierra del Huauco.

Sus restos reposan en el cementerio británico del Callao, junto con los de su hijo Juan, fallecido el año 1998 y de los de su esposa Cristina fallecida en 1999.

Su actividad intelectual.
Don Aladino escribió muy poco, aunque bromista fue bastante reservado, no gustó de las notoriedades y prefirió la modestia y el per bajo, conoció y coleccionó música clásica.

Como obras de su creatividad son los Sermones de tipo religioso que fueron escritos para la iglesia.

Hizo arreglos métricos a los Salmos Bíblicos, adaptándolos a música y el canto.

Escribió las versiones métricas de los Salmos de David.

Fundó una iglesia menor dentro de la iglesia Presbiteriana, para cual vivió y padeció como un buen misionero y predicador d protestantismo Anglicano- Presbiteriano.

Del libro Personajes de la Historia Sucrense.

Nota : Dr. Aladino Escalante junto a los fundadores del Colegio Celendín año 1937, en la foto César Pereyra, Ruperto Pimentel, Capitán José Ruiz, Víctor Camacho, Arístides Merino, Saúl Silva, Héctor Aliaga, Artemio Tavera, entre otros.

jueves, 18 de agosto de 2011

Avatares: MOSTRANDO LA OTRA MEJILLA


Por Gutemberg Aliaga Zegarra

El mutismo iba a ser la respuesta al parafraseo – Paráfrasis - del Ingeniero Secundino Silva, a raíz de la publicación de mi trabajo literario como docente; pero, ante la pertinaz insistencia de varios amigos para hacer pública mi réplica; me parece pertinente, contestar alturadamente, la afrenta del Ingeniero, al calificarme de político y que mis acciones como tal, perjudican al pueblo de Sucre. ¡Jamás!, señor Ingeniero he sido político, porque de política desconozco doctrinariamente todo. Sin embargo, de los políticos nuestros y que vale la pena nombrarles, con las disculpas de los que omita; allí están: el Dr. José Clodomiro Chávez Mariñas, dirigente estudiantil de Izquierda en la Universidad Nacional de Trujillo; Nazario Chávez Aliaga, autodidacta, político, periodista, escritor y poeta; Manuel Quevedo Reyna, Contador Público y luchador social; José Ángel Marín Chávez, autodidacta, marxista leninista convicto y confeso, Dirigente Nacional del Partido Comunista Peruano; Felipe Neri Zegarra Silva, autodidacta, socialista de convicción y luchador social. De mis contemporáneos: Luis Escalante del Águila, estudiante de la Cantuta, en Lima, Wilson Zavaleta Pérez, Olimber Zegarra, Olindo Aliaga Rojas, José Mariñas Sánchez, Basilio Chávez Aliaga, Leoncio Reyna Mariñas. En La Universidad Nacional de Trujillo, Humberto Chamán Silva (Pepey), Antenor Aliaga Zegarra y Herbert Reyna Zegarra. En la Universidad Nacional de Cajamarca: Tito Zegarra Marín, años después, Welser Martos Díaz, Mario Collantes Zegarra, Secundino Silva Urquía, Julio Ernesto Marín Horna y en la actualidad Enrique Chávez Aliaga.

Siendo Profesor del colegio San José, por un lapso de 17 años, me proyecté en hacer una labor social en bien de la comunidad en la cual trabajé, por ejemplo:

a) Gestor de la expropiación de los 5 lotes de terrenos adyacentes al colegio San José; Pero, sin la colaboración de los señores: Octavio Reyna Montoya, Julián Tobías Chávez y Manuel Marín Marín, con quienes conformamos el Comité Pro Campo Deportivo, no se hubiese hecho realidad este anhelo. Hoy en día se encuentra en uso de la niñez y juventud sucrense (La expropiación duró 8 años)

b) Gestor de la creación de la Liga Distrital de Fútbol de Sucre, esta tarea no se habría realizado sin la participación de ciudadanos amantes al deporte y al progreso de sus caseríos: el Sr. Miguel Sánchez y José García en Calconga como dirigentes del club ADC; los recordados amigos Silvestre Mendo y Alfonso Urquía en el caserío de la Quinuilla, como dirigentes del club San Juan Bautista, Nemecio Chávez Pérez en Uñigán, los hermanos Azañero y Eladio Bacón en La Laguna, los recordados profesores Santiago Galarreta y Daniel Guevara dirigiendo al club Independiente de la Victoria y dirigiendo al club San Isidro Labrador don Julio Horna, Juan Mariñas, Moisés Sánchez, Alberto Zegarra, la plana de jugadores; y, porque no, el pueblo en  su conjunto. Años de Gloria en el fútbol sucrense, Sr. Ingeniero. Hoy en día, observo con tristeza la agonía de la Liga Distrital.

c) Siendo docente en Cajamarca, gestor y cofundador de la Asociación de Sucrense Residentes en Cajamarca ASUC y colaborador por varios años de la edición de la Revista El Labrador.

d) Colaboré con un granito de arena con el Comité Pro Luz Eléctrica Yungapata, dirigido por los ciudadanos: Luis Escalante del Águila, Julián Tobías, José Mariñas, Orlando Gil, Fernando Aliaga, Uriel Aliaga, Emeterio Mariñas, Emigdio Silva y el pueblo en general. Con el Comité Pro Piscina, con la Asociación de ex alumnos San Josefinos y con el Frente de Defensa, en la recuperación del fundo el Saúco. Varios de estos respetables ciudadanos se han alejado de toda actividad pública, decepcionados del accionar político de nuestros alcaldes que desde la recuperación del Saúco, han ido gobernando de mal en peor, comprometidos en actos de malversación y corrupción de funcionarios. Por ello, personalmente, ansiaba en estas pasadas elecciones, ocuparan la alcaldía su persona Sr Ingeniero o la del Dr. Wilson Zavaleta; a mi criterio las dos esperanzas que le queda a Sucre para ver su progreso. Si ustedes aman a Sucre, como dicen, tienen que insistir hasta lograr su objetivo: ser Alcalde; porque son políticos, conocedores de la Administración Pública y saben Gerenciar, lo han demostrado en su desempeño personal frente a sus empresas privadas y públicas donde les ha tocado servir.

e) Hace 2 años iniciamos las gestiones para la organización de una Biblioteca Pública, ahora es una realidad. Por el momento el Directorio está conformado por mi persona, la del Padre José Estévez, Raúl Torres Marín y el Sr. Felipe Rojas.

Gestioné en la Municipalidad de Cajamarca a través de la Gerencia de Cultura 72 obras literarias de autores cajamarquinos. Recibimos 2 envíos de libros de la Universidad Complutense de Madrid (100 obras), a través de la Mesa Redonda Panamericana de Cajamarca. También la donación de 14 toneladas entre textos escolares para el nivel de primaria y secundaria y guías didácticas para docentes y miles de Obras Literarias a través de 2 envíos de la Editorial Santillana, mediante el convenio firmado con el Presidente de los ex alumnos San Josefinos y la Parroquia de Sucre y con el visto bueno del Obispado de Cajamarca. Los textos escolares, las guías didácticas han sido distribuidas a los diversos Centros Educativos de casi todos los caseríos de Sucre, algunos de Oxamarca y José Gálvez.

Las obras literarias han sido seleccionadas para nuestra Biblioteca que lleva el nombre del escritor Nazario Chávez Aliaga y luego hemos hecho llegar en una primera donación, 1600 obras a la Municipalidad de Celendín para su Biblioteca; en base a un convenio de cooperación y ayuda mutua con dicha Municipalidad. También se le donó a la Municipalidad de José Gálvez 117 obras. Al colegio Nicolás de Piérola de Celendín textos para alumnos y guías didácticas para docentes. Al Colegio San José, textos escolares para todos los alumnos y guías didácticas para los docentes.

Estamos abocados en la selección de obras literarias para la Biblioteca del Obispado de Cajamarca, para la Biblioteca del colegio San José. Estas acciones se han hecho realidad con la colaboración del padre José Estévez, Raúl Torres Marín y del Sr. Felipe Rojas. Recientemente se han integrado a esta labor los profesores: Fredy Zegarra Silva y Walter Mariñas Sánchez.

Para la habilitación de nuestra biblioteca, se realizó una colecta, agradecemos a todos los paisanos que se hicieron presente con sus aportes económicos, para obtener puerta y ventanas, así como el pintado y los andamios. En estos días hemos recibido la donación de una laptop de parte del Sr. Humberto Chamán, que servirá para manejar nuestro programa y el control de este Patrimonio Cultural. Permítanos agradecer a todos los paisanos que nos hicieron llegar desde un libro hasta colecciones completas.

Referente a su dictamen, sobre mis ejercicios literarios, como muy bien lo define Jorge Horna; ante todo mi consideración a Olindo Aliaga, José Luis Aliaga, José Mariñas Sánchez, Octavio Zegarra Rojas, Moisés Sánchez, Neptalí Zegarra, Herbert Reyna, Elmer Castillo y a ti Secundino, por ser perseverantes lectores, cuyos frutos engrandecen a los hombres.

Dialogando con Elmer Castillo, personaje muy cercano a mi persona, le decía, cómo admiro a todos ustedes por leer en demasía y creo a no equivocarme deben exceder el centenar de obras, yo, tal vez, llegue a una veintena.

Sr. Ingeniero su criterio personal, a mi modesto quehacer narrativo, basándose en los mismos principios que encuentra, por cierto, acertadamente, Olindo Aliaga; los tendré presente, mientras me queden fuerzas para hacerlo. Entonces no debemos martillar en lo mismo; salvo otra intencionalidad.

MI AUTOCRÍTICA: Manifiesto que mis inquietudes literarias no tienen visos de las obras de autores laureados que menciona Olindo. Algo más, mis inquietudes, no alcanzan a seguir el camino de las narraciones anecdóticas publicadas por el escritor Nazario Chávez, donde los personajes como dice Olindo sí son de a pie, con la lampa bajo brazo y el machete al cinto; sino recordemos los relatos: el encontronazo de Los Cuatro Viejos (José Rodríguez, don Anselmo Aliaga, don Francisco Sánchez alias Chisco, don José Chávez alias Shunga) Don Juan de Mata, Ño Felipón, El Primo Edilberto, Don Emilio Aliaga Reyna, La Manibombo. Ni atisbos también de las narraciones en prosa y verso del Maestro Onésimo Silva que serán publicadas muy pronto por su hijo Juan Carlos.

Mis narraciones no se aproximan al estilo fluido y armónico de los cuentos de José Luis Aliaga y de Jorge Chávez alias Charro, cuentos que me honro en tenerlos casi todos y que si contáramos con autoridades que amen la cultura, estarían convertidos en libros de lectura obligada. Cuando en ciertas oportunidades se me ha solicitado hacer algún comentario, lo hice, sin la brillantez ni la profundidad de contenido de los que nos tiene acostumbrado Olindo Aliaga. Con Castillo, coincidíamos que los editoriales y comentarios de Olindo pueden cubrir cualquier página de cultura de los periódicos y revistas de la capital.

Las anécdotas mías también son narradas por intelectuales sucrenses, a su manera, desde luego, el Sr. Ever Rojas y su hijo Douglas tienen varias, del Dr. Leoncio Aliaga he leído con beneplácito algunas anécdotas y la verdad que lo hace muy bien; porque el arte de narrar le viene por herencia de su recordado padre, quien era un ameno conversador. Los relatos inéditos, del artista y pintor sucrense Elías Mariñas Aliaga, están debidamente graficados, las mías, carecen de ello; por el incremento en los costos, el pintor y la editora. Cuantas otras narraciones inéditas de paisanos estarán esperando su momento.

Quiero aprovechar estas líneas, para agradecer a primo Olindo por su acertada crítica a esta inquietud mía, relevando los desaciertos y encontrando algunos aciertos cuando manifiesta: en varios de los cuentos el autor respeta la forma y los describe con el dejo característico de la región, narrando los parajes telúricos y acogedores, alejados de todo estereotipo, conserva la forma coloquial, manteniendo giros y modismos de la ciudad y del campo.

A Jorge Horna, compañero de Promoción en el Pedagógico de Celendín, destacado intelectual y poeta, por su apreciación a mi trabajo cuando colige: Gutemberg Aliaga, ha hecho del relato oral un ejercicio de recreación literaria con un lenguaje sencillo y rotundo.

Al Dr. Luzmán Salas, al haber descubierto en mis relatos: capacidad de síntesis para lograr la concisión del cuento y evitar la tediosa e innecesaria hojarasca vocabular en que caen muchas narraciones.

Al alumno y amigo Elmer Castillo, en su estilo muy particular al aseverar: que lo entregado en este compendio va a ser amar a ese Huauco viejo.

Agradecerte, Secundino, por haberme tocado el certero campanazo; para seguir el camino de aquellos que me llevan la delantera, en el retiro a toda actividad pública; que es propia de jóvenes intelectuales, no de viejos que estamos arañando los setenta abriles.

Debo aclarar que el Comité Organizador de los Encuentros Literarios, que año tras año, vienen realizándose en la Ciudad del Cumbe, para rendir homenaje a laureados escritores cajamarquinos, invitan a docentes que, durante su desempeño laboral se han proyectado a escribir en prosa o verso. En honor a la verdad, somos pocos; pero con nuestras modestas inquietudes, a veces, les robamos una sonrisa o un gesto de alegría a los consagrados maestros de la palabra que nos visitan.
ME CONFIESO: No haber escrito relatos basándome en esquemas, ni manejando los tiempos, ni las estructuras sintagmáticas, menos imitando. Escribo como me dicta mi mundo interior.

Alguna vez también les dije: la felicidad más grande y placentera de un maestro, es cuando sus alumnos lo superen. Y esto se ha cumplido a plenitud. Podré morir en paz.
Saludos.
GAZ

jueves, 11 de agosto de 2011

Personajes de la historia sucrense: MANUEL QUEVEDO REYNA


Por Olindo Aliaga Rojas y Gutemberg Aliaga Zegarra.

Vecino notable, don Manuel Quevedo Reyna pertenece al siglo XIX; pues, nació en Sucre en la última década del Siglo de las Luces denominado así por un poeta español.
Es contemporáneo de Nazario Chávez Aliaga y de Clodomiro Chávez Mariñas, dos figuras eminentes, cumbreras fulgentes del saber.

No ha sido posible encontrar muchos datos sobre la vida y obra de este antiguo huauqueño de valía; pero sí, lo suficiente para admirarlo, respetarlo y quererlo. Antes de volcarnos a su biografía, preciso es abordar su genealogía.

Al parecer el que inaugura el apellido Quevedo, hoy casi extinguido en el distrito de Sucre, es el cajamarquino Agustín Quevedo Camacho, descendiente de una familia con prosapia y distinción, perteneciente a la alta sociedad del departamento de Cajamarca.

Joven negociante, atraído por la feria de San Isidro Labrador conoce al antiguo pueblo del Huauco; cuya hospitalidad de su gente y la hermosura de sus mujeres lo subyugaron.

Después de tomar la decisión de quedarse en las tierras de la laguna de Huaucococha, don Agustín se casó con doña Teodocia Reyna Gil, de este matrimonio son sus hijos: Mario, Manuel, Julián, Rogelia y Aurora, ésta última casada con el Cajamarquino Artemio Tavera Sorogastúa y Rogelia Quevedo Reyna, casada con Clodomiro Chávez Mariñas; de este enlace nació su hijo Benjamín Chávez Quevedo, fallecido tempranamente, divorciada del Dr. Chávez. Al enviudar don Agustín Quevedo, engendró una hija en la señorita Aurora Malaver Zegarra, llamada Semirámis, fallecida en el 2007. Fue bautizado a los 12 días de nacido el 8 de mayo de 1894, con el nombre de Manuel de la Cruz, siendo sus padrinos Gregorio Oblitas y Francisca Zegarra. Como consta en la siguiente partida de bautizo:

El matrimonio, pronto adquirió propiedades en Sucre y un fundo en Cantanjito; su casa ubicada en la calle de Los Reynas (después Próspero, ahora Nazario Chávez), era amplia y solariega, con patio y un espacioso corral, donde sembraba alfalfa y productos de pan llevar, en esa casa también funcionó su tienda, donde expendía varios artículos de primera necesidad.
Manuel Quevedo Reyna

Manuel Quevedo Reyna, segundo hijo de matrimonio, precoz e inteligente, estudió primaria en la Escuela Municipal de su pueblo y como hijo de familia acomodada, estudió la secundaria en el Colegio San Ramón de Cajamarca, destacándose por su aprovechamiento y conducta.

En 1915, junto a otros jóvenes de su época fundó el Club Unión, primer colectivo de Sucre que salta a la vida pública como observador de las deliberaciones del concejo cesante; estuvo integrado entre otros, por el destacado escritor Nazario Chávez, con quien mantuvo marcadas diferencias y protagonizó encendidas polémicas.

Nazario Chávez, tenía ambiciones y no vaciló en dividir al club para presidirlo; razón por la cual Quevedo Reyna lo tildó de oportunista y lanzó la histórica frase de "el Judas se ahorcó dos veces con su propia soga"; motivo suficiente para que el escritor abandonara el club.

El Club Unión participó decisivamente en el sonado caso de la causa judicial de Deslinde de la comunidad del Huauco, hoy Sucre con la hacienda de Polloc de propiedad del hacendado Manuel Cacho Sousa.

Fue Alcalde del 1 de enero de 1919 al 7 de marzo de 1920.

En la década cite los años veinte fue profesor en la escuela N° 83 de Sucre.

Estudió la carrera de contador en una universidad de la capital.

Opositor de los abusos de las frenéticas autoridades provinciales en 1928, se pone al frente del movimiento por el respeto de los derechos de los huauqueños, para defenderlos de las prácticas de sometimiento que los celendinos pretendían ejercer sobre las comunidades distritales, especialmente de las del Huauco, utilizando para el logro de sus propósitos la Ley Vial. En nombre de esa ley coercitiva, las autoridades de Celendín tenían la pretensión que los pueblos trabajen en jurisdicciones ajenas a las que mandaba la Ley.

Este movimiento liderado por Manuel Quevedo es de relevancia en la historia de Sucre; pues, a través de esa acción, el señor Quevedo impidió que las autoridades de la provincia hollaran otra vez el derecho y la dignidad de los sucrenses, por estas acciones levantiscas sufrió prisión y fue acosado junto a sus seguidores; tal es el caso de don Antonio Aliaga que fue detenido en el CEPO (especie de calabozo) del gobernador Benjamín Chávez, luego remitido a Cajamarca; pero la estrategia aplicada por el líder, evitó que el remiso, seguidor de la causa de Manuel Quevedo, fuera a dar con sus huesos en la cárcel cajamarquina.

Cuarentón, con su fortuna en franco declive, contrae matrimonio con la educadora celendina Deyanira Chávez Ortiz, hija del comerciante y periodista aficionado Teófilo Segundo, natural de Celendín y de doña Adalid Ortiz.

Años más tarde viajó a Lima y de Lima al Cusco en compañía de su primo José María Zegarra Reyna; quien lo recomendó para trabajar en un asiento minero. De vuelta a Lima, trabajó en la casa Wiesse y en el Banco de Londres.

En la foto maestros de la escuela 83: Víctor Sánchez, Manuel Quevedo, Clemente Díaz,
Deyanira de Quevedo, Saúl Silva, Eloy Silva, Pedro García "El Búho", entre otros.
Entrado en la tercera edad, enferma gravemente de bronco pulmonía, fue internado en el hospital Dos de Mayo, en ese nosocomio dejó de existir este hombre de valía, a quien su hermana Semirámis lo recordaba alto, trigueño, cabellos ligeramente ondulados, frío y calculador. Sus restos descansan en el cementerio Presbítero Maestro de Lima.

En 1969, un grupo de jóvenes entre estudiantes universitarios y profesores formaron la agrupación Manuel Quevedo Reyna, integrado entre otros, por: Víctor Aliaga Zelada, Luis Escalante del Águila, Pepey y Samuel Chamán y la adhesión de Felipe Nerí. Agrupación que cuestionó la conducta disipada de ciertos profesores de los Centros Educativos, realizando también trabajos de interés público en el pueblo de Sucre.

Del libro Personajes de la Historia Sucrense.
 

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