Washo Aliaga era
solterón codiciado de temporada.
Había enredado en
macabros amoríos a simpática y coqueta colegiala. Feliz e inolvidable fiesta
patronal para él.
Días festivos de licor
y sexo concluyeron, y el retorno al centro de trabajo empezó a cosquillar el
alma del cansado cuarentón enamorado.
— Compadre Picarín —
dijo lacónicamente — cuidará a la fulana mientras dure mi ausencia.
— ¡Pero..., por
supuesto!, no se preocupe, cumpita. Yo seré su fiel guardián.
La partida y la espera
fue igual que el capullo de una rosa, no duró un mes.
Con dirección a la
oficina del correo, por aquellos años, encaminó sus pasos Picarín y redactó el
siguiente telegrama.
Carta no, se dijo:
Estimado compadre
Lima
Reforma Agraria afectó terreno.
Saludos
Picarín.
Pasaron contados tres
días y la respuesta estaba a vuelta de correo.
Día de miércoles fue,
cuando Picarín, telegrama en mano, exclamó:
—Más rápido que
inmediatamente contestó mi compadre. Prepárese y escuche:
Señor Picarín
Sucre
La tierra es de quien la trabaja.
Saludos.
Su compadre.
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Tomado de Avatares y
relatos al paso
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