Distrito de Sucre en todo el Perú y el mundo.

Buscar en este portal

martes, 27 de octubre de 2009

Huauco, hoy Sucre

Por Gregorio Díaz Izquierdo.

Van corriendo los años cuarenta, el distrito de Sucre se llamaba “Huauco”. Los muchachos de entonces disfrutábamos, de la dulzura del nombre de nuestra tierra, pues ser huauqueño era, y es, ser noble, ser grande.

El huauqueño era, y es, orgulloso como el Huisquimuna, alegre como la piedra campana, inquieto y bullicioso como el agua de la Quintilla, de espíritu amplio como la pampa del Común, hermano de todos como lo son hasta hoy: Huauco, Macas, Chaquil, Lucmapampa y Huacapampa, hoy Sucre, Jorge Chávez, y José Gálvez respectivamente.

Huauco, como nombre de nuestro terruño, inspiraba en nosotros, todo eso: Nobleza, orgullo y grandeza, amplitud de espíritu y hermandad. Así nos forjaron nuestros padres y nuestros maestros del glorioso 83, hoy CE “Andrés Mejía Zegarra Nº 83427.

Los muchachos de entonces teníamos de 3 a 4 meses (de diciembre a marzo) como mejores del año, pues era cuando se formaba la laguna debido a que las lluvias y los ríos Huauco y Chaquil no podían desaguar por los pequeños tragaderos, formando, como consecuencia, un enorme embalse de por lo menos 6 Kms. de largo por 4 de ancho, que era conocido como la laguna del Huauco.

Allí, en la laguna jugábamos a cazadores de patos, con los tirajebes – “Armas de caza” que jamás faltaban en los bolsillos- encaramados en las balsas y canoas que nuestros padres construían anticipadamente, de gruesos troncos de sauce, a veces solo, tal era nuestro arrojo, a veces acompañado a los mayores que invariablemente desamarraban las chalupas los sábados y domingos para ir en busca de los choclos que habían perdonado las aguas y de los huevos de pato silvestre en los nidos fabricados en los horcones o copas de los árboles, y por supuesto a cazar patos y gallaretas con la escopeta de dos cañones, y si nada de eso había, entrábamos a nadar sin temor alguno por cualquier lado de la laguna. Era pues, la laguna del Huauco un verdadero paraíso para nosotros. ¡Como nos sentíamos felices los muchachos y los tan no muchachos! Otra cosa era para nuestros padres, habían perdido las siembras y los pastos para las bestias y vacunos. Un drama que lamentaban hasta las lágrimas.

De pronto, sin previo aviso, al menos eso creímos, el pueblo se llenó de gentes, llegaron de todos los lados comandados por algunos gringos gigantescos, y sin pedir permiso a nosotros, a los muchachos, los dueños de la laguna empezaron a cavar la loma de la Conga a puro punche para abrir un túnel que llevaría las aguas al otro lado, hasta el río Cantange acabando de una vez y para siempre con nuestro mejor paraje de recreo.

Así lo habían dispuesto los grandes con la complicidad de las autoridades, y así tenía que hacerse.

No recuerdo exactamente cuanto tiempo trabajaron, debió ser por lo menos un par de años; el asunto es que nos quedamos sin laguna, sin caza y sin patos.

Y para empeorar las cosas cambiaron el nombre de nuestra tierra, el histórico, el melodioso nombre del Huauco fue cambiado por el de Sucre. Para quienes ya habíamos crecido un poco de la mano con la historia del Huauco, y del Perú fue algo así como cambiar un nombre por un apellido, un apellido ilustre, es cierto, pero para nosotros lo ancestral, la herencia de nuestros padres, abuelos y tatarabuelos, era tan entrañablemente querido que se nos hizo difícil aceptar el cambio, pero como todo lo hicieron los grandes no pudimos ni siquiera protestar. Ahora ya mayores ostentamos el gentilicio de sucrenses con el mismo orgullo, como lo hacíamos cuando huauqueños como yo en particular.

Fuente: Revista El Labrador, mayo 1999.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

 

©2009 Asociación Movimiento de Unidad Sucrense - "MUS" | Template Blue by TNB