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viernes, 24 de septiembre de 2010

Arqueología y Turísmo: Sitio Arqueológico La Chocta

Por: Tito Zegarra Marín.
Se conoce con el nombre de La Chocta a uno de los sitios arqueológicos de mayor significación e importancia en la provincia de Celendín. Su principal valor, como veremos, radica en que allí se concibió una singular forma de levantar sus edificaciones, egregias y tal vez únicas en su género: las chulpas o tshuilpas.

Por encontrarse, casi al borde de la gran cuenca del río Marañón y muy cerca de los territorios de la otrora famosa cultura chachapoya, es factible haya mantenido algunas formas de interrelación con esos lugares, lo cual le daría otra connotación histórica: pueblo vinculado a las dos grandes culturas de la región norte.

El distinguido profesor e historiador celendino Pelayo Montoya Sánchez, dice que Chocta significaría lugar de muertos o pueblo de gentiles, lo cual constituye una conclusión no etimológica al asociar dicho nombre con la función principal que cumplió el núcleo central de La Chocta: una pequeña necrópolis.

El celendino y maestro Pedro García Escalante utiliza el término Choctamalques para designar a los pueblos preincaicos que se desarrollaron en Celendín y el Marañón, y amigos vinculados a los idiomas nativos nos dice que dicha palabra aludiría a una regular y ovalada formación territorial rocosa enmarcada entre pendientes.

Lo real es que nuestro principal yacimiento arqueológico está allí, imponente y desafiando el tiempo, la depredación y el olvido.

UBICACIÓN
Imagen satelital de ubicación de la Chocta
Se encuentra ubicado al extremo sur de la provincia de Celendín, en el distrito de Oxamarca, caserío de Choctapampa, a una altura 3.320 msnm. Como muchos otros, es un lugar estratégico, pues permite un amplio dominio panorámico y territorial, acceso a zonas productivas de importancia y proximidad a la cuenca del río Marañón. Desde allí se puede visualizar la hermosa intersección que forman el río Miriles con el Marañón, las amplias planicies de Zapallopampa (provincia de San Marcos) de la otrora poderosa hacienda La Pauca, dedicada a la cría de ganado de lidia, que perteneció a la familia Puga Estrada, y también hileras de ramales andinos que parecen entrecruzarse sobre las faldas de la cordillera central.
La Chocta en los años 30 del siglo 20, visitada por alumnos de la Villa del Huauco.
La áspera colina sobre la que se asienta La Chocta es una gradiente compacta y alargada, mayormente rocosa y de forma ovalada que se extiende desde uno de los flancos de la cordillera occidental hasta descender bruscamente por las cercanías del río Miriles, en el lado sur. En las partes bajas de los costados laterales está rodeada por terrenos entre llanos e inclinados que integran el área productiva de los caseríos de La Quinua, al oeste; Choctapampa y Pacoipampa, al este; y por el sector que hace de entrada al centro arqueológico, lado norte, da la impresión de estar flanqueado por dos apretados y voluminosos cerros: El Callejón y El Guardia (se llama así porque en este lugar se suicidó un efectivo GC), por cuyas inmediaciones se transita en ascenso moderado hasta llegar a la corta travesía que nos conduce a dicho recurso.
De acuerdo a nuestra medición empírica, el área territorial de La Chocta está enmarcada entre los 1500 metros de largo y 200 de ancho, haciendo un total de 30 hectáreas, con predominio de piedra caliza azul y escasas áreas aptas para el cultivo. El programa de titulación de tierras (PETT), Cajamarca, conforme al levantamiento del plano topográfico realizado por técnicos de esa institución, considera que son 30.8 hectáreas, y el Instituto Nacional de Cultura (INC) de Cajamarca, que el año 2004 ha levantado el plano topográfico, señala que son 34 hectáreas.
Excursionistas Huauqueños en La Chocta.

Sobre esa compacta colina y sectores colaterales e intermedios, se encuentra pues, el centro arqueológico La Chocta.

BREVE REFERENCIA HISTÓRICA

En tiempos primitivos, probablemente entre los años 800 a 1000 d.C., sobre esos suelos andinos aparecieron y se instalaron grupos aislados de pobladores que luego confluirían en un pueblo pequeño que asumió algunas formas de vida organizada, a cuyas evidencias materiales haremos referencia. El origen de esos grupos, como el de otros tantos, es resultado de las lentas y difíciles migraciones provenientes de otras culturas, siendo el grupo étnico Arawac del que, posiblemente, se produjo ese desprendimiento. Al constituirse la pequeña llacta, que en algún momento no precisado adquirió el nombre de La Chocta, es explicable que ésta, por razones de cercanía geográfica, se vinculó a la cultura mayor de Cuismanco, más adelante Caxamarca, a la cual prácticamente se asoció. En el ámbito zonal, mantuvo relaciones con otros pequeños pueblos poco desarrollados, entre los que destacan los asentados en el caserío de La Lechuga (Sucre) y Las Portadas o El Portal (Chumuch). Y por el extremo oriental, hay claros indicios de haber estado relacionado, atravesando el río Marañón, con pueblos pertenecientes a la cultura Chachapoyas.

Sin embargo, es importante precisar que el grupo social de La Chocta, sin apartarse de los lazos que lo unieron al reino de los Cuismanco y otros pequeños puebt6s, ha dado muestras de mantener cierta independencia y autonomía en su desarrollo sociocultural, lo cual se refleja en el montaje especial de sus edificaciones. En efecto, distingue a dicha etnia las típicas formas de sus construcciones que le dieron identidad como pueblo andino, se trata de las históricas chulpas, que tienen la particularidad de presentarse, sino como únicas, como las de más arraigo y prestancia en toda la región nororiental.

Su cercanía a la cultura Chachapoyas habría influido para cumplir, en algunos casos, el papel de nexo con los pueblos de Cuismanco, pero también para realizar labores de vigilancia ante conflictos y enfrentamientos inevitables. Al mismo tiempo, se teoriza sobre la posibilidad de que ante el avance conquistador de las huestes de culturas externas: Wari, Inca u otras, y ante conflictos internos, los choctamalquis habrían acondicionado el lugar con miras a convertirla en una conveniente y funcional fortaleza. Los restos de muralla perimétrica, de regulares dimensiones y con proyección a otros sectores, explicarían esta hipótesis.

Como consecuencia del proceso de expansión y dominio del imperio Inca, el pueblo de La Chocta, como grupo social de importancia en la zona, se constituyó en una de las pachacas que se formaron en territorios de la provincia, integrada o anexada a la huaranga de los Caxamarcas. La investigadora María del Pilar Remy, remitiéndose a los documentos de "Las Visitas", 1572, manifiesta que la mencionada huaranga comprendía a 10 pueblos o pachacas dentro de los cuáles se encontraba La Chocta. El cacique que, en tiempos de la conquista, estuvo a cargo de esa comarca fue Diego Tantallaxca.

APRECIACIONES SOBRE LA CHOCTA

Los primeros estudios de carácter arqueológico lo realizó el sabio peruano Julio C. Tello, al visitar dicho lugar en el mes de noviembre del año 1937. En los pocos días que estuvo (15 días, del 1° al 15 de noviembre), exploró e investigó los restos arqueológicos de la zona, en especial las chulpas. Su trabajo fue bastante minucioso en lo relativo a la descripción de los restos, acopio de características, tamaño, medidas, formas, diseños y croquis, demostrando rigor y profesionalismo en la breve labor cumplida. De su informe se deduce que identificó y describió detalladamente 29 chulpas, llamándole la atención la existencia de chulpas pequeñas destinadas al entierro de niños y restos de una construcción de forma circular que, lastimosamente, ya no es posible verificarla.

Posteriormente, los esposos y arqueólogos Paule y Henry Reichlen llegaron a Cajamarca en 1947 y realizaron, por algunos años, valiosas investigaciones en su campo, pero no tenemos información que su labor se haya extendido hasta los yacimientos de La Chocta, sin embargo en sus escritos se deja constancia de lo siguiente: "El doctor Tello las descubrió en Chokta, circunscripción de la provincia de Celendín, pero por nuestra parte podemos asegurar que existen grupos importantes de tumbas de ese tipo más al sur, particularmente en terrenos de la ex hacienda La Pauca. Se trata de pequeñas torres de base cuadrada o rectangular muy bien construidas, con piedras grandes o pequeñas, a menudo talladas, cuyo techo de dos aguas está confeccionado con grandes losas de piedra. Estas torres funerarias tienen a menudo dos pisos..." Efectivamente, se sabe que han existido y aún existen restos deteriorados de chulpas en los sitios cercanos a la Chocta: Piobamba, Cochorco, Siclipampa, El Callejón, Luñe y Orkón, entre otros.

Por su parte el arqueólogo celendino Moisés Chávez Velásquez, quien también ha realizado investigaciones entre los años de 1973 y 1974, destaca el valor y peculiaridades de este importante patrimonio cultural, y lo considera como un centro político-religioso, físicamente estratégico para necesidades defensivas. Su territorio fue el mejor abastecido y punto de concentración económica que requería una capital, se convirtió en una suerte de terminal terrestre donde convergían la mayoría de caminos y de donde se dirigían a la región de los chachapoya.

El autor mencionado, previa evaluación y análisis de los interesantes restos arqueológicos y cerámica allí encontrados, considera que La Chocta, como yacimiento histórico, pasó por dos fases.

1. PRIMERA FASE. Es aquella que estuvo dedicada básicamente a cumplir la función de un gran escenario ritual y funerario al servicio de la élite gobernante de la comarca, para lo cual edificaron un conjunto de chulpas de características homogéneas y armoniosamente presentables, levantadas en puntos intermedios del área que bordea la colina y a diferentes distancias, unas de otras. Por la presencia de este singular cuerpo de chulpas es indudable que constituyó, en su momento, una interesante y bien organizada Necrópolis. Nos dice Moisés Chávez: "la cima de la Chocta parece haber servido a extrañas exigencias rituales y funerarias, acaso de los señores más poderosos de la comarca. De esa fase subsisten unas chulpas, muy distintas de las encontradas en otras partes del Perú, y extrañas a las tradiciones de los Caxamarcas".
2. SEGUNDA FASE. Corresponde al momento en que La Chocta, por el incremento de las interrelaciones inter étnicas y las acciones de conquista que devenían en amenazantes, habría proyectado convertirse en fortaleza y centro estratégico de defensa y abastecimiento en la ruta interandina que se extendía de Cajamarca a Chachapoyas. Los restos de la sólida muralla que se observan en cortos sectores del lado oriental confirman esa posibilidad. "Todo el recinto amurallado convenimos en llamar la fortaleza de Túpac Yupanqui", dice M. Chávez. Al mismo tiempo señala que La Chocta, en la que se realizaron actos rituales y ceremoniales utilizando santuarios y recintos, fue una importante acrópolis sobre la que convergían pueblos aislados y dispersos de la zona sur y norte, y probablemente mantenía relaciones con la cultura de los chachapoya, pasando el río Marañón.
 En La Chocta, efectivamente existen restos importantes de muralla que se levantó sobre los bordes de la parte donde se inicia la caída de la colina con dirección este, que debe haber tenido fines de autoprotección y defensa ante posibles conflictos internos y sobre todo al tener conocimiento de los avances expansionistas de gente de pueblos más desarrollados. Sin embargo, esa particular situación no llegó a convertirla en fortaleza como tal o centro que habría tenido como función principal el resguardo y defensa de su integridad y patrimonio. Creemos más bien, que allí se levantó y consolidó un gran complejo funerario en el que se implementó la red de pequeños mausoleos o chulpas, por lo cual es correcto considerarlo como necrópolis, donde la muralla habría estado orientada a darle una mejor consistencia en lo relativo a previsiones defensivas y a una mejor estructuración física de sus edificaciones.

Pero también, es previsible que desde La Chocta se ejerciera funciones de carácter socio - administrativas sobre el conjunto de familias con residencia en el propio lugar, alrededores y el área de influencia relativamente cercana: Zapallopampa, Piobamba, entre otros. Un número no registrado de chulpas en toda la zona, que bordearían la centena y casi de exclusividad para el sector gobernante, inducen a pensar que fue un pueblo en proceso de desarrollo y con una determinada forma de organización y manejo, cuya sede es probable haya estado dentro de la necrópolis o muy cerca de ella.

PRINCIPALES MANIFESTACIONES ARQUEOLÓGICAS

LAS CHULPAS O TSHUILPAS

Son las expresiones culturales de más alto valor arqueológico e histórico que los antiguos moradores de esta región andina erigieron como claro testimonio de su existencia y grandeza. En síntesis, constituyen pequeñas edificaciones verticales de uno y dos cuerpos, coronadas con techo de dos aguas, sólidamente construidas sobre la base de piedra labrada y lajas alargadas para las divisiones, el techo y cornisas. En otros lugares, donde existen edificaciones de ese tipo, un tanto parecidas pero no idénticas, se la conoce como tshuilpas. Son pocas y aisladas y se ubican en la provincia de Cutervo (Cajamarca), distrito de Uchucmarca, provincia de Bolívar (La Libertad) y la región de Puno.

Su función, ya lo dijimos, fue fundamentalmente funeraria y ritual, pues en ella se depositaba a los muertos adecuadamente acondicionados conjuntamente con los objetos utilitarios que habían tenido en vida. Aunque no existen evidencias o referencias documentadas que indiquen que se recurrió a la práctica mortuoria de los fardos funerarios o cuerpos momificados (momias), es probable que por la cercanía a la cultura de los chachapoya, y en especial a la Laguna de Los Cóndores o las Momias (Leymebamba), se haya asumido esta formalidad, para el caso de personas integrantes de la élite de la comarca.

Los ambientes internos de las chulpas que se presentan como vistosos tabiques articulados en ambos pisos, muestran un armonioso acabado sobre la base de piedras calizas canteadas y unidas por argamasa de arcilla caolínica. En algunas de ellas se puede observar que el primer piso tiene dos compartimientos rectangulares e iguales y el segundo tiene la forma de altillo al que se tiene acceso por una ventana exterior. También, algunas exhiben pequeñas y presentables hornacinas ubicadas en la parte superior al pie de las cornisas, vistas como pequeñas cavidades de forma cuadrangular y perfectamente estructuradas. Todas las chulpas cuentan con pequeñas puertas de ingreso y ventanas regulares de comunicación, cuyas medidas varían de acuerdo al tamaño de las mismas.

Otra de las características de estos recintos es que se construyeron a flor de tierra o campo abierto como pequeñas y espléndidas torres, no incrustadas a las pendientes de peñascos o cerros, caso las chulpas de Chivane (Uchucmarca) en la cultura de los chachapoya con las que tienen cierto parecido. En lo referente al tamaño y capacidad de las mismas no hay igualdad entre ellas, varían en altura y profundidad, y algunas fueron diseñadas de un solo cuerpo. Lo que es común advertir en todas ellas, es el techo de dos aguas montado sobre la base de losas pulidas y agrandadas donde sobresalen las cornisas que en número de dos o tres para cada chulpa, protegen y adornan su contorno (Foto1).
Foto 1: Chulpa de dos cuerpos.
  Las medidas de una a otra difieren, pero no por ello la estructura y forma pierden identidad. Vistas en conjunto todas ellas proyectan una adecuada simetría e imagen de pequeñas torres armoniosamente construidas, no obstante la situación de deterioro y abandono en que se encuentran. Pareciera que la mayor altura de las mismas no excedió los 3 metros, pues la que se encuentra en buen estado de conservación tiene esa altura y 1.50 m de ancho para cada lado. Como se ha verificado la mayoría tienen forma cuadrangular, con puertas de entrada al primer nivel y ventanas y cornisas en el segundo nivel, cuyas medidas también varían en cada una de ellas.

Hemos registrado 17 chulpas que tienen o han tenido esas características, y aún permanecen visibles en dicho lugar, lamentablemente la mayoría se encuentran semi destruidas o en estado regular de conservación. Se ha podido constatar que de ese total, 7 chulpas son de 2 cuerpos, 5 de uno, y, al parecer, una de 3 cuerpos; las otras, por estar casi colapsadas no es posible precisar cuántos cuerpos tuvieron. Las chulpas pequeñas que han servido como nicho para niños se encuentran semi destruidas y aparentemente no han sido más de tres. Debemos subrayar sin embargo, que es evidente que existió un número mayor de chulpas pero que requieren de investigaciones especializadas para identificarlas. Algunos campesinos del lugar informan que en el flanco que cae al río Miriles, a media altura de la ribera, existen otras chulpas y construcciones subterráneas tipo túneles, de lo cual no hay referencia documentada y por lo agreste del acceso no hemos podido llegar, pero es factible dicha existencia.

Julio C. Tello da cuenta de 29 chulpas exploradas y otras más (no identificadas) que se encontrarían en cerros y laderas de lugares aledaños, aunque en condiciones de extremo deterioro. A la fecha, después de 70 años que realizó su vista, 12 de ellas virtualmente han desaparecido o tal vez queden sus cimientos. Al referirse a dichos monumentos dice lo siguiente: "La chulpa está construida mediante el empleo de piedras de diversos tamaños, canteadas apropiadamente. La mayoría de estas piedras son paralelepipoides y tienen aspecto de adobes rectangulares. Algunas piedras presentan caras irregulares, rugosas, que no se adaptan bien a las caras de las piedras canteadas. Para obtener el nivel requerido, por el carácter de la construcción, se han hecho uso de cuñas o pachillas y de barro arcilloso" (Foto 2).
Foto 2: Chulpas de un cuerpo.
 Con relación a la chulpa que se encuentra mejor conservada, Julio C. Tello, dice lo siguiente: "La chulpa está muy bien conservada. Los materiales han sido cuidadosamente elegidos y la construcción es impecable en lo que respecta a la verticalidad de las paredes, a la elegancia de las aristas rectilíneas, a la simetría del conjunto, a lo geométrico de los detalles arquitectónicos (puertas, cornisas, nichos ornamentales y techumbres) pero sobre todo a la disposición de las caras de las piedras que forman caras perfectamente planas, como enlozadas, o en mosaicos. Todo el conjunto es elegante y superior a todas las chulpas".

CHULPA LA TORRE, EN PIOBAMBA

Campesinos de los alrededores de La Chocta nos informaron que en Piobamba (centro poblado de Oxamarca), cercano a ese centro histórico, existen otras chulpas, en especial una conocida como La Torre. En efecto, visitamos el lugar por dos oportunidades y tuvimos la suerte de estar al frente de uno de los monumentos de piedra de mayor tamaño y consistencia de la zona, conformada por tres cuerpos o niveles con divisiones interiores bien delineados que habrían servido de sepulturas para los miembros de las familias dirigentes del lugar. Los lugareños la conocen como La Torre por estar ubicada en la cumbre del cerro Las Tunillas con espléndida vista a la bella planicie y localidad de Piobamba al lado este, al paraje de Cocán, lado norte y la campiña verde y productiva de Malat, al oeste (provincia de San Marcos), que comprende a la otrora hacienda de ganado de lidia Zapallopampa.

Esta compacta estructura lítica, a no dudarlo, es una notable chulpa destinada a cumplir funciones que le fueron inherentes, se distingue por ser de mayor magnitud y por estar estructurada en forma sólida sobre la base de bloques de piedra caliza ligeramente tallados. La solidez se puede comprobar cuando se sube con facilidad hasta la parte externa del tercer nivel, donde pueden permanecer 5 a 6 personas adultas. Es una construcción bien hecha y maciza, pues a pesar del tiempo y el poco cuidado, conserva su diseño, sobre todo los dos primeros niveles. Tiene una altura que probablemente bordeó los 5 metros. No es posible tener la medida exacta ya que el techado que debe haber sido de dos aguas, ha sido destruido. El ancho del lado o frontis principal, con dirección sur, es de 4.10 metros y de los extremos laterales es 4.80 cada uno; la parte posterior es igual al frontis. En el lado principal existe una pequeña puerta de entrada a las tumbas del primer nivel que mide 62 centímetros de alto por 54 de ancho. La puerta para el segundo nivel se encuentra en la parte posterior y para el tercer nivel, también debe haberse ubicado por este costado.

Al interior de esta monumental chulpa existen tumbas o nichos adecuadamente construidos y sobriamente presentables, son en número de 8 para cada nivel, cuatro a cada extremo, frente a frente y separados por un canal o espacio libre al centro de 58 cm de ancho. Cada tumba tiene una dimensión regular de 73 cm de alto, por 62 de ancho y 54 de profundidad (las variaciones entre ellas es de 2 a 5 cm). Llama la atención que la altura sea mayor que el ancho y largo, se presupone que sirvió para dar comodidad a la ubicación de las momias en sus respectivos fardos funerarios. Concita también curiosidad verificar pequeñas hornacinas al interior de algunas tumbas cuyas medidas son de 20 cm por lado y 8 de profundidad, la más visible es la que se encuentra en una de las tumbas del tercer nivel.

Es posible que esta chulpa haya tenido un sistema de escalinata para subir al segundo y tercer nivel, que se habría encontrado precisamente por el sitio que hoy se utiliza para escalarla, y con relación al techado, por encontrarse dentro de esa comprensión histórica que corresponde a La Chocta, es probable que haya sido también de dos aguas, para lo cual se habría utilizado losas calizas grandes y pulidas.

Debemos señalar que merece mayor análisis el hecho que sea la única chulpa de esa magnitud y consistencia. Existen otras, similares a las de La Chocta, pero pequeñas y bastante deterioradas que se encuentran tanto al aproximarse a La Torre, como en el cerro El Quishuar, costado norte, muy cerca. La Torre, por su ubicación, levantada a 3635 msnm, pareciera que también cumplió funciones de una verdadera atalaya de vigilancia a toda la zona, convertida hoy, en un conspicuo monumento de mirada a la eternidad (Foto 3).
Foto 3: Chulpa La Torre de tres cuerpos, Piobamba, Oxamarca.
  RESTOS DE VIVIENDA Y SANTUARIOS

En áreas dispersas de la plataforma de La Chocta y zonas aledañas y vecinas se encuentran restos de viviendas construidas sobre la base de piedra ligeramente labrada y rústica, en algunos casos se verifica los cimientos y pequeñas construcciones mayormente de forma rectangular. En otros sectores se observa grupos de piedras esparcidos o utilizados en los cercos actuales de personas que tienen posesión de estas tierras, que por su forma y tallado es fácil deducir que han servido como material para paredes de viviendas. Se ha encontrado también piedras preparadas para servir como batanes o morteros. Es fácil comprobar que la construcción de viviendas y de otros recintos se hizo en forma sincronizada al sistema de chulpas, aprovechando las partes libres, colaterales y otras áreas colindantes.

Al interior de uno de los ambientes ceremoniales, se ha verificado la existencia de un monolito de 1.80 m de altura por 0.40 m de ancho y O. 50 m de profundidad, que no llegó a completarse debido a los acontecimientos de la conquista española y sus efectos conocidos, por ello no presenta grabaciones en alto relieve de carácter simbólico como en otros pueblos preincaicos (Kuntur Wasi, en la provincia de San Pablo). Julio C. Tello considera que en la parte superior de este sitio existió un importante Templo de la Chokta del que dice: "Se encuentra al centro de la pequeña garganta que se abre en la cabecera de la hoyada o plaza de La Chocta. Se trata de una estructura rectangular, levantada sobre un peñón de roca calcárea que, a su vez, tiene una subestructura escalonada, una superestructura con techo de una sola agua y cuatro nichos abiertos hacia el oriente. Todo este edificio estaba cubierto de vegetación, y solo su forma rectangular y su aspecto de montículo, que lo hacía destacar entre las otras estructuras, hizo sospechar de su carácter artificial" (figura 4).

Existen también algunos vestigios que nos hacen pensar que habría existido una importante plataforma circular, acondicionada de estructuras tipo escalinatas o graderías a sus alrededores, y con la planicie central, de 12 m de diámetro, que habría servido como centro ceremonial principal donde se practicaba ritos y actos de adoración y homenaje a sus dioses y muertos antes de ser enterrados. Moisés Chávez, ha bautizado a este sitio con el nombre de Anfiteatro Tello. Es también probable que este pequeño recinto haya integrado un complejo mejor estructurado, que se extendió hasta por la parte más alta de La Chocta, similar a un templo y que habría tenido funciones rituales y administrativas.

LA MURALLA

Otro elemento estructural que integra el yacimiento arqueológico lo constituyen los restos de la muralla de piedra que se levantó por los alrededores del núcleo de La Chocta con dirección oriental. Es una regular muralla de la que lamentablemente muy poco queda en pie; ha sido derrumbada, tapada y casi borrada de su ubicación. Sin embargo, de lo poco que queda y demás indicios, se puede desprender que efectivamente fue un imponente y sólido muro de explicable utilidad de protección en su momento. En el sector en que se encuentra algo conservada se puede verificar que la piedra que se utilizó fue mayormente tosca con ligeros pulimentos, de naturaleza caliza, las mismas que fueron unidas por pachillas y arcilla arenosa. La altura probable bordeaba los 3 m por 0.50 m de ancho.

En medio de uno de los sectores donde la muralla se encuentra algo conservada se observa una de las puertas principales de entrada al recinto central, montada sobre la base de gruesos pilares y dinteles de piedra y aparentemente con gradería de acceso hacia el interior. Se puede verificar que el ancho es de 0.80 m no pudiendo precisarse el alto por estar cubierto de tierra y piedra. También existen restos de otra portada en el sector occidental que al parecer tiene las mismas características que la anterior. Tello nos dice que muy cerca de la parte baja hay restos que, por su disposición, parecen corresponder a una fortificación.

Es explicable que la construcción de esta muralla tuvo fines de conservación y preventivos. Como se ha señalado, La Chocta estuvo prácticamente en medio de dos poderosos reinos y muy cerca de los sitios por los que avanzaron las huestes incas en sus acciones expansionistas. Las inevitables pugnas y enfrentamientos étnicos y de conquista, probablemente forzaron a sus moradores a recurrir a la técnica defensiva del amurallado de su territorio, sin embargo no se tiene datos documentados sobre colisiones que se hayan dado en este escenario.

RESTOS DE CERÁMICA

La cerámica producida por los antiguos pobladores del lugar no es muy conocida ni se encuentra difundida, lo que no significa que haya existido como en cualquier otra organización social o llacta que tuvo un mínimo de desarrollo social y cultural. Lo que sucede es que permanentemente y en forma irresponsable personas del lugar o venidas de otros, han intervenido a dichos restos para extraer piezas de valor, que fueron sacadas del lugar o vendidas, y de las que no hay ninguna información.

Cuando Julio C. Tello estuvo allí, es factible que también encontró y analizó ceramios o restos de importancia, aunque se debe dejar constancia que en sus documentados escritos manifiesta haber hallado sólo fragmentos. Actualmente, se puede identificar pequeños trozos de cerámica desperdigados alrededor de las tumbas, cada vez más diminutas y en menor cantidad. Por las características físicas y colores utilizados se puede desprender que fueron elaborados siguiendo patrones de las culturas de Wari, Chimú y Cuismanco y, en la fase expansiva imperial, influenciados por el estilo Tiahuanaco e Inca.

Los motivos y formas de los ceramios deben haber sido similares a los de las culturas mencionadas, las diferencias solo se explicarían por el grado de desarrollo socioeconómico de la etnia y la propia habilidad artesanal de sus integrantes. En ese sentido y mirándola globalmente, se puede llegar a la conclusión que la alfarería que allí se desarrolló utilizó como material de trabajo arcilla del lugar con alto concentrado caolínico, cuyas representaciones principales corresponderían a la fase Cajamarca II, período intermedio o clásico, alrededor de 800 años después de Cristo. Las piezas de cerámica más importante lo constituirían vasijas circulares de base anular, tiestos semiesféricos de base corta y vasos tripódicos rústicos.

Observando las pequeñas piezas sueltas de los ceramios y conforme a lo manifestado por Moisés Chávez, se puede decir que los colores más usados fueron: blanco, crema y rojo indio, y entre los motivos coloreados algunos tienen forma geométrica (triángulos, flechas dentadas, grecas) y en otros casos, formas de serpientes y felinos. Muy pocos son los restos de cerámica que muestran engome de color claro o crema. Por otro lado y como en todos los casos, los ceramios en su conjunto estaban destinados a cumplir funciones ceremoniales y utilitarias, cuyas características y delimitaciones requieren de investigaciones especializadas y rigurosas para mejor conocimiento.
Depredación y olvido.

En relación con este punto Julio C. Tello dice que encontraron "fragmentos de alfarería blanco amarillenta pintada, muy semejante al tipo Marañón o Cajamarca, con diversos tipos morfológicos de vasijas de paredes gruesas, de bordes ligeramente vertidos; algunas vasijas grandes campanuladas, con base plana o pedestalada anular, muy semejante a las tazas de tipo Muchik; vasijas probablemente cilíndricas, negras, bien pulidas, tan finas como las del tipo Chavín; algunos pies o mangos cónicos de cucharones o fragmentos de vasijas trípodes". También anota haber encontrado fragmentos pintados con bandas gruesas y rayas de color rojo brunáceo y negro, de forma de tazas de base anular.

   
RUTAS DE ENTRADA AL CENTRO ARQUEOLÓGICO LA CHOCTA

La ruta principal se inicia en la ciudad de Celendín, de donde nos dirigimos al atractivo y verde valle de José Gálvez y Sucre y ciudades del mismo nombre, atravesándolas apaciblemente, para luego voltear la moderada pendiente que cubre el túnel artificial de 609 metros de longitud y descender, entre dos compactos cerros salpicados de piedra y rocas calizas y de pocas tierras productivas, hasta el encajonado valle del río Cantange, al cual se cruza a través de uno de los puentes más antiguos y vistosos de la provincia, construido en el año de 1950, sobre la base de piedra consistente y labrada.

A partir de allí, se asciende por una regular cuesta a través de la cual se divisa pequeños y aislados villorrios, pocas áreas de terrenos productivos y escasa vegetación natural, pero bellos cuadros ecológicos hasta llegar a la pequeña abra que hace de entrada principal donde es notoria la presencia del cementerio local, de allí se atraviesa la corta planicie que nos conduce hasta a la propia localidad de Oxamarca, capital del distrito. La distancia de la ciudad de Celendín hasta dicha localidad es 42 km, para hacer un tiempo promedio de 2.30 horas.

De esa última localidad, el traslado hasta el sitio arqueológico se realiza a pie o acémila por camino de herradura sólido, mayormente empedrado y de subida hasta la cumbre del cerro El Callejón, de donde una corta travesía nos lleva al sitio arqueológico. En este trayecto se utiliza un promedio de dos horas. El servicio de unidades hasta Oxamarca es diario, ida y vuelta, y el alquiler de acémilas y guía casi está a la mano, al igual que el servicio de hospedaje y alimentación. La distancia de Oxamarca hasta el centro arqueológico es de 8 km. En total, desde la ciudad de Celendín se utilizan algo de 4.30 horas para llegar al destino. En los últimos años se ha iniciado y avanzado la construcción de la carretera que nos conduce a este importante monumento arqueológico, se espera que pronto se concluya y se convierta en una esperada vía de acceso, superando con ello las dificultades materiales que hoy se experimenta para arribar.
Dura realidad de recursos tan valiosos...
 Es indudable que La Chocta, ubicada en lugar algo accesible y no distante, es el monumento de mayor importancia arqueológica y significación histórica en la provincia de Celendín y de Cajamarca, al que se debe no sólo revalorar sino, decididamente, prestarle toda la atención posible a fin de rescatarlo, preservarlo y convertirlo en producto de atracción turística y de apoyo al desarrollo local y provincial.

Fuente: Celendín en la Cuenca del Marañón Arqueología y Paisaje, Por Tito Zegarra Marín, Set. 2008.

Fotografía:
Extraída del Libro,
Sra. Elisa Horna Sánchez.
Archivo fotográfico KmrojasA.



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