En nuestro Huauco, la
costumbre de preparar la lana de los tejidos era motivo de un ceremonial muy
riguroso, se comenzaba desde la lavada a los belloenes de lana en el río y bien shactaos, después se secaba la lana; seguidamente se bareaban, con unas barianas hechas de lloque,
traído del temple, luego se descarmenaba,
la palabra, la palabra es: escarmenar, hago la
salvedad; pero en nuestra Tierra, todos decimos descarmenar; después se buscaba a las TISHADORAS, eran las que
después de escarmenar hacían los copos respectivos,
para ser hilados y ya en ovillos se entregaba a las tejedoras, para que ellas
las conviertan en el tejido requerido.
Al respecto de las Tishadoras, he ahí mi anécdota: Cursaba
el tercer año de primaria en mi recordado 83 salía a las 12 m. como un galgo de
hambre, llegue a mi casa y mi santa Madre, tenía peonas, que estaban tishando. Como cuestión previa, les cuento que mis hermanas y demás
familiares me decían que yo era hijo recogido, o sea, que doña Juana Sánchez, no
era mi mamá sino doña Cota Purilla y el que me decía esto, me llevaba el diablo.
Entonces, pasé por la salita en que estaban tishando
me acuerdo de ellas. Tía Shishe, tía, tía, Emilia, tía Vishe y claro ña Cota
Purilla; al paso oír una voz que dijo Cota tu hijo ya esta grande, vi chispas y
corrí a la cocina llegué a ella y encontré que la olla de puspomote, estaba zapateando, lista para el almuerzo. Llega mi
madrecita y le dice a sus peonas vamos almorzar, las Tishadoras llegan a la cocina, se sientan en el suelo, unas comían
su cancha, otra tiraban desde lejos su cuchara de harina de cebada, mi madre
llega y toma su cuchara de palo y se pone a servir el tal puspo y se encuentra con la noticia que la olla estaba llena de
estiércol de cuy. Yo estaba en la paderilla
de la cocina calladito y veía como se lamentaban las Tishadoras y la una decía, ya ves, porque lo hiciste oír que ese
cholito era tu hijo ese zamarro ha hecho esta payasada. Cada una de la Tishadoras, agarrando su puñado de
cancha una y otra su bocao de harina
regresaron a continuar con su tarea, hasta que doña Juana, haga de nuevo el
almuerzo.
Tomado del libro Arikana.
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