Distrito de Sucre en todo el Perú y el mundo.

Buscar en este portal

domingo, 12 de mayo de 2013

Homenaje: DÍA DE LA MADRE

"Lleve una flor blanca en el ojal
si tiene a su madre muerta,
 y roja, si ella vive".
Por Resolución Suprema de 2 de Abril de 1924, se creó el DIA DE LA MADRE en nuestro país a iniciativa del "Centro Universitario Ariel". Es desde entonces que celebramos este hermoso día en el que se llenan de indescriptible regocijo los hijos que tienen la dicha de poseerla y de nostalgia los que la han perdido. La Universidad Mayor de San Marcos fue la que celebró por primera vez esta importante fecha el 2 de Mayo de 1924 siendo su Rector el Dr. Manuel Vicente Villarán, quien al terminar su discurso en aquel solemne acto dijo: "Inclinemos nuestro corazón lleno de humildad, ante la fuerza más grande y. fecunda que en el orden moral ha creado la naturaleza humana; ante el amor maternal, flor y resumen de todo interés, de toda abnegación, forma suprema del altruismo que no se fatiga jamás, que ni se desalienta nunca ante ninguna fealdad ni desvío, que da sin medida, sin pedir nada, que sólo acaba con el último aliento de vida".

En esta misma sesión, el Presidente del "Centro Universita­rio Ariel" solicitó se celebre el 17 de abril, pero la Asamblea acordó hacerlo cada año el SEGUNDO DOMINGO DE MAYO, en Homenaje a las madres del Perú, bajo la invocación de la Virgen María que se celebra en dicho mes.

Es así, como el alma nacional vive en estos días una hora de infinita alegría frente a la realización de la simbólica fiesta de la madre, que brilla con su propia magnitud, cuya virtud es grande y sublime.

Bello es dedicar un día al año a la vida más gigantesca de todas las edades, que resignadamente y con el altruismo que le acompaña, sabe sobrellevar las fatigas y los sacrificios cuando el destino de la vida muchas veces le es inclemente.

El Día de la Madre es un mensaje de fe viviente, porque aquel manantial maternal, es el que vence constantemente en el celestial sacerdocio; las innatas rebeldías del corazón del hombre forjándolo viril, al par que dócil y audaz. Templo de virtud es para hombres y mujeres, venero de valor y de fe, de fortaleza y perseverancia y sólo la ceguedad del cariño al amado o amada hace que los hijos olviden en sus mocedades la ventura inmarcesible que suele encontrarse en el amor casi divino de las madres; único que simbolizan al de Dios por el noble desinterés que hay en sus sacrificios y por el constante amparo e indulgencia que nos brinda.

Su amor maternal muchas veces educa sin hablar y corrige sin argüir; sólo con la inefable y benéfica influencia de su amorosa devoción y de austero ejemplo. En un beso lleva todo su evangelio, en una caricia todo un libro de moral redentora.

Desde remotos tiempos de la existencia humana, filósofos, poetas, artistas, escritores; no trepidaron en enaltecer la perfección de la mujer y desde aquel entonces, han venido inmortalizando sus cualidades sublimes de amor y virtud que no encuentran límites en las profundidades de su inmenso corazón.

El amor de la madre es completamente infalible, no requiere sacrificios, siempre triunfa y se impone por obra incomparable de la Creación. Se entrega a su hijo y le transfiere a su vida física; en la edad temprana, su vida moral cuando los golpes del Destino torturan el alma del hijo ya adulto y por obra misteriosa, alienta desde la tumba las almas angustiadas que previenen a su generación, su amor es pues inmortal.

La madre que es heroína que en todo instante rinde honores a su escudo, lucha contra la miseria que las traba a menudo, para no desbarrancarse en el torrente humano, porque es madre y ella lucha serena sin sucumbir jamás; ella no siente hambre cuando hay hambre en sus hijos cuyos quejidos clamorosos le reclaman pan, la sobrecogen, la torturan y siembran en su espíritu la angustia; pero no se deja vencer por la negligencia, ya que un rayo que brilla en su inteligencia solidariza por la virtud que alumbra los horizontes de su vida, le encamina a apagar el fuego que le devora a sus hijos, proporcionándoles un pan. Ese rayo de luz que sólo ilumina los corazones profundos, hace triunfar la virtud de una madre santa y buena.

La maternidad es sin duda la más alta y trascendental misión de la mujer, constituyendo así la base y fundamento de la familia; el Creador le ha asignado esta sacrosanta misión y hacia la cual tienden los mejores dones de la naturaleza; ella conserva en la perennidad de los siglos la estirpe y la raza; forja nuestra personalidad moral con sus ejemplos de abnegación y rectitud; nos inspira desde pequeños, nobles ideales, elevados propósitos y nos señala invariablemente el camino tal vez espinoso y augusto, pero recto y claro de la dignidad y del bien.

Ella encierra el porvenir y de su acción estimuladora dependen los rumbos que toman las nuevas generaciones y tan decisiva es su influencia, tan extraordinaria su poderío que no hay hipérbole en las frases de un insigne pensador: "Quien educa a un hombre educa a una persona, pero quien educa a una mujer, educa a una generación". En el crisol de sus propias virtudes se fundan los grandes caracteres; de ellas se derivan esas figuras supremas que a través de la historia cambian la faz de los pueblos y los orientan hacia mejores destinos. También la madre acude presurosa, ante la llamada incesante de la Patria en los momen­tos apremiantes; ella es la primera en elevar su voz de aliento y sacrificio para que el ser amado cumpla sagradamente su deber de ciudadano, y acuda presuroso al campo de batalla, para ofrendar su vida en aras de la Patria si así lo exige el destino. La madre muchas veces no toma en cuenta que el único sostén del hogar se aleja y que diversas situaciones, no le permitirá luchar con éxito el resto de sus días, sólo piensa que cumple con su deber de madre ante la llamada de la Patria.

Bendigamos pues con unciosa veneración y reconocimiento, a la madre adorada y buena que piensa y se desvela por proporcionarnos una buena salud, dicha y. porvenir. Lleguemos a su lado en romería filial que nos espera con los brazos abiertos para estrecharnos contra su pecho y besarnos tiernamente. Imploremos a la Providencia para que guarde sus días a esa noble mártir de todas las zozobras cuyo rostro se repliega con las arrugas del dolor; y en cuya cabellera se asienta la escarcha cuando la adversidad agita sus negras alas sobre los frutos de sus entrañas. A cada instante de nuestra vida, prometámosle obediencia sagrada, respeto y adoración; cuando ya sus fuerzas se encuentran agotadas por la constante lucha durante su vida, debemos ofrecerle toda comodidad, tranquilidad y fidelidad como buenos hijos; muerta o viva pidamos al Creador, para que la tenga en su reino lleno de bendiciones. Elevemos pues, nuestras plegarias para que desde el infinito del cielo azul, llegue a nosotros su voz de alien­to, pura y brillante como una perla en las profundidades del mar, y para que desde allí ponga, el bálsamo benéfico que mitigue nuestros dolores causados por el destino cruel que nos brinda al separarnos para siempre de su lado. Bendigamos pues su santo nombre y honremos su memoria con el mayor respeto en la vida o en el cielo, viva o muerta.


Reproducimos los finos pensamientos del Obispo chileno, Monseñor Dr. Ángel Jara, con motivo del "DIA DE LA MADRE".

"Hay una mujer que tiene algo de Dios por la inmensidad de su amor y
mucho del Ángel por la incansable solicitud de sus cuidados; una mujer que siendo joven, tiene reflexión de una anciana y en la vejez, trabaja con el vigor de la juventud; una mujer que si es ignorante descubre los secretos de la vida con más acierto que un sabio, y si es instruida se acomoda a la simplicidad de los niños; una mujer que siendo pobre se satisface con la felicidad de los que aman y siendo rica, daría con gusto su tesoro por no sufrir en su corazón las heridas de la ingratitud; Una mujer que siendo vigorosa se estremece con el vagido de un niño y siendo débil se reviste a veces con la bravura de un león; una mujer que mientras vive no la sabemos estimar porque a su lado todos los dolores se olvidan, pero después de muerta daríamos todo lo que somos y todo lo que tenemos por mirarla de nuevo un instante; por recibir de ella un solo abrazo, por escuchar un solo acento de sus labios. De esa mujer que no me exijáis el nombre si no queréis que empape con lágrimas vuestro álbum porque va la vi pasar en mi Camino. Cuando crezcan vuestros hijos leedles esta página y ellos cubriendo de besos vuestra frente dirán que un humilde viajero en pago del suntuoso hospedaje recibido, ha dejado aquí para vos y para ellos, un bo­ceto del retrato de su madre".


ORACIÓN
"Madre dulce y cristalina, que corres mansamente embellecida tu camino. Madre, suave brisa, perfume de las flores, luz en mis tinieblas, alegría de mi pecho, sollozo en mi garganta, grito triunfal de fe.

"Madre. Por ti aprendí a creer, a conocer la dulzura de tus lágrimas, por ti se abrió mi corazón a la esperanza. Tu suave manito ha sellado mis labios y ha abierto mis ojos a la luz. A través de tu recuerdo creo y espero, madrecita mía.

Qué fácil se me hace el camino guiada por tu mano. Me vuelvo niña y confiadamente me dejo llevar.

“Madrecita me llevas a Dios; Bendita seas".


UN ALTAR PARA MAMA

He adornado una ermita,
con flores perfumadas,
para sentar a mi Madrecita
en premio de sus bondades;
erguida la margarita
junto conmigo asombradas,
al ver tan preciosa, a mi Madre Bendita
y en "Ella" las virtudes acumuladas.

Con el matiz de los colores
¡Qué linda y bella! estás Madrecita,
tú eres el amor de mis amores
y de este altar la más preciosa florecita,
por eso: con perlas y flores
quiero hoy adornarte Madrecita,
borrar para siempre tus dolores
y besar tu frente, tu blanca y preciada cabecita.

Con nada podré pagar
tus sacrificios pasados,
poco para ti es; este altar
nada recompensa tus cuidados
¡Nunca Madre Mía podré olvidar!
por eso: hoy eres la reina de este altar
y el tesoro que adoramos.

María Arminda Sánchez de Millones.


ERES EL TODO DE MI VIDA

Está en mis ojos tu mirada,
está en mis labios tu sonrisa,
y en mi alma tu alma se eterniza
Eres el todo de mi vida!

En la aridez de mi jornada
eres oasis y eres brisa,
y aunque en la senda voy de prisa
no tengo miedo a la llegada,

Desde el confín de la partida
diste moneda de tu vida
para lograr mi floración.

Hoy que dar más ya no queda
recibe la única moneda
que puedo darte: el corazón.
Humberto Solari.


A MI "M A D R E"

Rompo la tradición; no me consuela,
visitar tu sepultura triste y fría;
te amo tanto y tanto que al mirarla
quizá si mi razón vacilaría.

Yo te busco en el templo muy temprano
cuando nadie perturba el pensamiento,
conozco tanto el egoísmo humano
que no quiero que escuches mi lamento.

Allí elevo mi espíritu y creo,
que me guardas un sitio madre amada,
y que juntas estaremos en el cielo
al terminar esta fatal jornada.

Yo te idealizo madre; de ti me habla
todo lo bello, digno de admirar:
por eso siempre fijo la mirada
en el cielo, en las flores y en el mar".
Luzmila.


Bibliografía.
El Jardín de mis poemas y
Fechas Cívicas de C.E.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

 

©2009 Asociación Movimiento de Unidad Sucrense - "MUS" | Template Blue by TNB