Don Renán Sánchez Izquierdo |
Tito
Zegarra Marín.
Cuando aún
jóvenes, nos llamó la atención que una autoridad edil con su equipo de obreros
y poca maquinaria, cortara chacras y pampas para reabrir y prolongar avenidas y
calles del casco urbano, que amenazaba con crecer en forma caótica e
incontrolada. Sin duda, era una oportuna y valiente acción para, en efecto,
ampliar simétricamente el excepcional trazo de las calles de nuestra urbe celendina,
que hoy nos llena de orgullo. Pero como toda gran obra, tuvo un alto costo:
juicios, denuncias e insultos.
Por esos mismos
años, esa misma autoridad edil, ante la carencia del servicio eléctrico o las
deficiencias de viejos motores, se comprometió y movilizó por la instalación de
una central hidroeléctrica en el río Cantange. De la mano del Comité
Pro-Electrificación tocó las puertas de las dependencias gubernamentales, fruto
de lo cual fue la Central Hidroeléctrica en la Atuyunga, después integrada a la
red del Mantaro. Pero aquí tampoco faltaron las dudas, críticas y enconos.
Esa autoridad
edilicia, alcalde provincial, celendino de nacimiento y corazón, fue don Renán
Sánchez Izquierdo, a quien, por esos tiempos, poco lo conocíamos como persona y
como autoridad, pero pasados los años, tuvimos la oportunidad de contactarnos,
de dialogar, de escucharlo en directo y a través de otros medios, y de recibir
su fuerte apretón de manos o su abrazo fraternal.
Y de veras que nos
impresionó su personalidad, su trato afable, su vocación dialogante, su defensa
de los derechos ciudadanos y su inmenso cariño que sentía por su tierra. Como
muchos, don Renán, es un celendino de cuna humilde que transitó por los duros
peldaños que depara la vida. Siendo adolescente, viajó como vendedor de
sombreros por las provincias del interior del país, años después, probó suerte
como negociante por provincias de Cajamarca.
Ya de regreso,
se dedicó a la compostura de sombreros, la pequeña agricultura y la sastrería,
luego incursionó al comercio formal a través de su tienda comercial de artefactos
domésticos y licorería, donde atendía con afecto y ofertaba sus productos pagables
en largos plazos. Fueron los maestros, con quienes compartía inquietudes, sus
principales clientes.
Paralelamente a esos
quehaceres, intervino en la vida política motivado por el deber de servir a su
pueblo. Y lo hizo, con la frente en alto, con las manos limpias y con la fuerza
de un guerrero. Eran tiempos en que no había ni canon ni foncomún, ni sueldo ni
dietas, donde solo se requería mucho amor y voluntad para trabajar. Don Renán, uno
de los mejores alcaldes que ha tenido Celendín, se encuentra afectado de salud,
estas palabras en gratitud y aliento, que bien lo merece.
Muchas gracias por tan lindas palabras de reconocimiento hacia mi padre.
ResponderBorrarViviana Sanchez de Ramos
Muchas gracias por tan lindas palabras de reconocimiento hacia mi padre.
ResponderBorrarViviana Sanchez de Ramos