Prof. Tarsicio Bazán
Zegarra.
Pueblo de Sucre, de noble estirpe:
en este día solemne de mayo,
Con sabor a fiesta del Santo Patrón,
evoco emotivo tu neto rostro andino, tus días risueños
de pródigo sol,
tus noches silentes
con cielo abrumado
por mil resplandores;
tu campiña anchurosa de virgilianos trazos,
poblada de añosos sauces dormilones
y rubios maizales;
el hilo fluyente de tu riachuelo,
y el espejo plateado de tu gran laguna.
Veo, hacia arriba, tus enhiestos cerros,
viejos centinelas
dominando impasibles el poético paisaje:
¡Divina acuarela que Dios nos legó!...
Evoco también, con alma contrita,
tu Templo Matriz, callado testigo
de Santas promesas y renunciamientos;
la rural imagen de Isidro, el Labriego,.
Patrón aureolado, providente amigo, que vela,
por siempre
las frágiles barcas de nuestra existencia.
Añoro, con íntima, inundante nostalgia,
el semblante augusto de mis mayores,
la admonición fecunda de mis maestros,
la hermandad sin mengua y sin fronteras
de entrañables "cumpas"
en el cordial regazo de nuestra Escuela...
¡Oh, caros anhelos, turbadores sueños,
de adolescentes,
oteando, inocentes, inciertos destinos!...
Contemplo el trajín cotidiano
de tus recios hombres, de tus hombres buenos,
fecundando el surco o recogiendo el fruto,
en amena minga;
y la tarea ingente de tus tejedoras,
trenzando curvadas, de día y de noche,
la paja toquilla que se hará sombrero
y rodará el mundo.
Pueblo de Sucre, pueblo viril:
elogio, este día, con filial orgullo,
la prestancia limpia que te han prodigado
tus hijos mejores de ayer y de hoy;
el afán tesonero de luchar y vencer
mandato telúrico, signo distintivo
que alienta el periplo de tus peregrinos,
por el suelo patrio y más allá de él...
Pueblo de Sucre, mi solar natal,
en este día de mayo, florido,
de aprestos festivos,
de renovadas preces
y gratos retornos:
Yo invoco tu nombre que trae a memoria
la figura prócer de aquel combatiente
que blandió su espada por la Libertad
Y te saludó eufórico con este poema
que fluye espontáneo de mi pobre lira.
Trujillo, 15 de Mayo de 1978.
De la revista El Labrador N° 1, mayo 1992.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario