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miércoles, 20 de enero de 2010

Paisanos en Huachi… Terapia


Por Palujo
Lima, sábado 11 de diciembre del 2004

El partido de fulbito que los paisanos juegan todos los sábados en Huachipa, no termina en la cancha ubicada en la casa del ingeniero Bazán.

Las palabras que suenan como petardos de dinamita y que pueden ser mal interpretadas por quienes no conocen de su idiosincrasia, zumban, rebotan y vuelven a zumbar, como razantes pelotas por nuestros oídos, en el bar de “La Princesa”.

El fútbol se prolonga entre vasos y botellas y un sinfín de pequeñas sillas que una a una aparecen como por encanto. Estas reuniones contradicen recetas de médicos desfasados, consejos de engreidoras madres y de cariñosas y un tanto posesivas consortes; y los contradicen porque desestresan y rejuvenecen, inexplicablemente, a todos los asistentes.

¿Ha escuchado usted del “Barring”, donde adultos juegan con barro olvidándose de sus responsabilidades para matar el estrés? Pues en este caso sucede algo parecido. Al observador primerizo en estos espectáculos, más no al hincha consuetudinario, al comenzar el primer tiempo del partido, le duele un poco la cabeza, como si sufriera de shucaque; pero, del segundo tiempo para adelante, los efectos terapéuticos se dejan sentir enormemente. Sólo tiene relajarse, dejarse llevar, reír a mandíbula batiente y entregarse a todo dar hasta el final.

En el fútbol no hay títulos ni grados que valgan: el arquero es arquero, el defensa es defensa y el delantero es delantero.

Los “Guchines”, los “Fishes”, los “Garabatos”, los “Pashelos”, los “Zorros”, los “Cocos”, los “Negros”, los “Carneros”, los “Patos” y los “Mininos”, como toreros en corrida bufa, nos hacen reír, de oreja a oreja, con sus descomunales y centrífugas ocurrencias que intercambian cual japs o golpes de boxeadores de peso pesado sobre un entablillado cuadrilátero.

Ninguno es estrella, ni a jugado en algún club profesional o de prestigio; pero absolutamente todos aseguran serlo y al primer error del compañero, se abalanzan con una lluvia de adjetivos que inmediatamente son respondidos por otros de igual o peor calibre.

“El ingeniero Bazán dice, refiriéndose a Guchín que avanza con la pelota: - ¡Déjenlo solo, déjenlo solo, en él hay confianza porque no juega nada!”.

El baño de improperios que recibe el que falló un pase, un tiro libre o un corner, es interminable. Cualquier ser humano común y corriente no lo resiste; pero, en los partidos que estos paisitas juegan en Huachipa, el que cometió el error no se da por ofendido y hace todo para parecer como el agresor, soltando una andanada de palabrotas y echándole la culpa a la pelota, al campo o al jugador contrario. Si, por ejemplo, falló un “gol cantado” exclama señalando a Pashelo: “¡Ja, ese es un arquerazo!”. Pero si de pura casualidad o de chiripazo, le hiciera un gol a este mismo arquero, celebra y pregunta, una y otra vez, gritando: “¿Dónde esta pue’ tu arquerazo, dónde esta pue’ tu arquerazo?”.

Si señores; el partido de fulbito que los paisanos juegan en Huachipa, no termina en la cancha ubicada en la casa del ingeniero Bazán. Entre vasos y botellas también se disputan los goles y el partido continúa. No importa el monto de la apuesta, puede ser una caja de cerveza, una crush de a litro o una coca cola, por lo que la discusión comienza y sudan como en el campo.

El encargado de la “mesa”, como en la cancha, en el bar, esta pintado; en su presencia se aumentan y restan los goles como a cada quien convenga. La botella de cerveza que pasa de mano en mano, no es de la apuesta porque ningún equipo o jugador reconoce ser el perdedor y es aquí que viene el tira y afloje, la presión al derrotado, que, al fin, cansado, sufriendo y a regañadientes, paga la crush de a litro que el vencedor sorbe lentamente, saboreándola cachaciento, entre las risas y “candela” de todos los presentes.

- ¡El fútbol es de machos! – diría en voz alta y a todo pulmón un recalcitrante machista; pero, al instante, una corajuda mujer le respondería con el puño en alto: - ¡Y de nosotras también carajo!

Los Guchines, los Fishes, los Garabatos, los Pashelos, los Zorros, los Negros, los Carneros, los Patos y los Mininos, gritarían todos en coro:

- ¿Qué viva el gol y abajo el estrés, jijunagran…!





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