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viernes, 30 de septiembre de 2011

Artículos:CAJAMARCA AFERRADA A NO MIRAR AL ORIENTE PERUANO


 
Por Tito Zegarra Marín.
Desde tiempos ancestrales nuestros vínculos culturales y de intercambio estuvieron ligados al oriente peruano. Nuestros antepasados fueron visionarios y no obstante las explicables limitaciones se relacionaron verticalmente desde Pacasmayo hasta la ceja de selva. Por ello, surgieron un conjunto de etnias y pueblos enmarcados en las culturas o reinos de los Caxamarcas, Chachapoyas y Huambos, cuyos restos arqueológicos, cerámica, ritos y dialectos similares que dejaron a su paso, dicen mucho de la integración entre ellos.

Con la colonia y una vez desarticulada la organización imperial e impuestas nuevas formas de vida, surgidas por el sistema de reducciones en el campo y la imposición de haciendas, se restringieron las interrelaciones, pero se mantuvieron los patrones de identidad cultural entre los pueblos y se siguió manteniendo sentimientos de solidaridad y redistribución como formas de entender el desarrollo familiar, comunal y regional. Al ingresar a tiempos de modernidad en la época republicana, con acertado criterio se proyectó la construcción de una línea ferroviaria o servicio de trenes para unir la costa con la selva, partiendo del puerto de Pacasmayo, luego por Cajamarca, Celendín, Balsas, Chachapoyas y Moyobamba.

Este histórico proyecto, en efecto, se inició y llegó hasta la localidad de Chilete. Los rieles que hasta hace algunos años estaban regados por todo el valle del Jequetepeque, fueron mudos testigos de este gran proyecto, lamentablemente trunco. A partir de la década de los años treinta del siglo pasado, se inició la construcción de la red carreteras que trastocó muchas relaciones pero que evidentemente dinamizó la economía y la capacidad de intercambio. La carretera Panamericana fue el cordón umbilical a partir de la cual se proyectaron rutas de entrada a la parte sierra y selva. En el norte del país, desde Chiclayo, convertido hoy en gran polo de desarrollo, se construyó la vía de entrada a la Amazonía, pasando por Olmos, Corral Quemado Bagua y Chachapoyas, y posteriormente a Tarapoto; con lo cual se afectó duramente al corredor de intercambio natural de Cajamarca con dirección a la Amazonía, vía Celendín. Ante esa nueva situación, autoridades y representantes cajamarquinos se entusiasmaron por esa nueva ruta de penetración y se olvidaron de la necesidad de potenciar el corredor de entrada a la región oriental vía Celendín. En los últimos tiempos, vuelven a creer que con una carretera longitudinal hasta Jaén y San Ignacio estamos efectivamente ingresando a la Amazonía. Nadie discute que por allí también se ingresa. Pero, ¿ésa es realmente la ruta de penetración de Cajamarca?, ¿beneficiará a los intereses de la capital Cajamarquina o sólo servirá a las provincias del norte y Chiclayo? Son preguntas que esperan algunas respuestas.

Lamentablemente, casi todos los sectores institucionales de la Región de Cajamarca se ha puesto de espaldas a nuestra realidad integracionista, insensibles a cambiar de mirada, dando especial prioridad a la construcción de la tan promocionada longitudinal de la sierra. Afortunadamente, en los últimos años han surgido voces autorizadas (Ingenieros: Pablo Sánchez Zevallos, Emilio Cacho Gayoso y Emilio Horna Pereira, entre otros) y algunas entidades privadas y corrientes de opinión que alientan y apoyan nuestra integración a la Amazonía pasando por el Marañón en Balzas. Es cierto que tenemos la vía que nos une a Chachapoyas y de allí a la Amazonía en estado regular, pero urgida de replanteos en su trazo y otras mejoras, y aún así, nos permite conectarnos a la región amazónica y al gran circuito turístico del nororiente (Museo de Leymebamba, Kuélap y otros). Sin embargo, hoy sabemos que para Cajamarca la ruta de entrada a la selva, directa, altamente factible y de gran potencial económico y futuro es la que se dirige de Cajamarca a Celendín y Saposoa, uniendo pueblos y valles productivos: Balzas, Púsac, Chuquibamba, Bolívar, La Morada y otros. Ésta es la ruta que los cajamarquinos del Cumbe deben conocerla y apostar por ella. Es la ruta interandina con sello de los caxamarcas y Chachapoyas, cuyo potencial económico y turístico es sencillamente enorme, más aún, cuando el horizonte de desarrollo se extiende, precisamente, por el gran mercado de Brasil. En esta perspectiva y con mucha visión de futuro, entidades como Aspaderuc de Cajamarca, acertadamente viene promoviendo e impulsando este gran proyecto. Nos hace conocer que desde Pacasmayo hasta Saposoa nos separan algo más de 600 Km, de carretera, de los cuáles están construidos cerca de 400 y sólo faltarían alrededor de 200. En efecto, hemos podido conocer la zona (no toda) y realmente es extraordinaria y de fácil acceso. La carretera está muy cerca de Chuquibamba y son ingentes los recursos naturales (flora y fauna), hídricos, energéticos y turísticos.

Para ejemplo dos casos: las aguas del río Púsac, por su cantidad y facilidades físicas de recorrido, permitirán la construcción de la hidroeléctrica de mayor capacidad energética de la región norte; y por la pureza de las mismas se proyecta su industrialización. Y dos, los recursos turísticos del trayecto son maravillosos, allí están la pequeña ciudadela Inca de Cochabamba entre Púsac y Chuquibamba, el centro arqueológico de Atuén y la laguna artificial La Serpie, y los restos de la ciudadela de Cajamarquilla o Nuevo Saposoa, en las inmediaciones de La Morada. Amén de la riqueza inexplotada de sus valles y cuencas. Debemos reconocer las valiosas gestiones entusiastamente impulsadas por Aspaderuc, la Municipalidad Provincial de Celendín y otras de la zona, y la conformidad y apoyo de pocas empresas privadas (Buenaventura); así mismo, la proyección y labor de Prodelica de Cajamarca al conformar visionariamente el corredor de desarrollo Celendín Bolívar. Pero falta sí, apoyo y decisiones de Estado y del gobierno Regional, y por qué no, toma de conciencia de la comunidad cajamarquina sobre la importancia y el significado de esta gran vía de penetración. Ojalá, más temprano que tarde, la indiferencia, intereses ocultos y la increíble ceguera, sean superados y volvamos a integrarnos al oriente peruano por el bien y desarrollo de nuestros pueblos.


De la revista El Labrador, 2004.

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