Por Sachama.
Desde que ganas tenía
la Villa del Huauco.de ser ciudad, hubieron hombres que a diario se disputaban
por ser el Apo de la comarca, paseaban sus bizarras figuras, por calles y
avenidas y cuando despuntaba el alba y al silvo
del guicho, salían de las mozas,
haciendo gala de su virilidad.
El pueblo de Huauco,
tranquilo acogedor y reguardado por sus dos brazos pétreos llamados Hushquimuna
y Lanchepata, iba creciendo y salvándose poco a poco del olvido; los huauqueños
acarician con su trabajo las faldas del Atumpuquio,
los Amarillos y Chim-chim, recogiendo el fruto de su esfuerzo: las mies que la
madre Naturaleza les ofrece; porque esperanzarse en las milmeadas pampas del verde,
pie el puente, amazonas y el común era cosa incierta, porque las torrenciales
lluvias hacían perder las cosechas la mayoría de años.
Año bueno cuando desde
el
Verde, hasta el común negreaban
las sementeras, o sea, la señora Laguna no tapaba los sembríos; entonces se
veía al poblador del Huauco desde el mes de noviembre con sus yuntas por todas
las calles con dirección a la Pampa hacer las primeras cruzadas y aprovechando
el verano de Todos Los Santos, todos los solares debían estar sembrados;
pasaban los días y los maíces comenzaban a crecer y en estos días cuando el
Pecho colorao, o sea, nuestros
pintoresco
Guancchaco hacía su festín
dentro de las sementeras en embrión. La pampa seguía luciendo su vestido verde,
en las zanjas comenzaban a florecer los
agashules,
las
paucullas se apareaban, los patos
del común animaban, la canilluda garza por los bordes buscaba su insecto
favorito, los
pishgos cantaban
alegres en la punta de los álamos y eucaliptos, en fin, la policromía del
paisaje era agradable al sentido más exigente. Llegaba el nuevo año y con él
nuevas esperanzas, para el habitante huauqueño, me refiero a los ancianos en el
Huauco, lo primero en que se preocupaban, era en que su "Alto" esté
lleno de granos y sus cargadoras llenas de
guayungas
para que durante el año no esté
shayambiando
ni menos queriendo apropiarse de lo ajeno; entonces comenzaba a deshierbar sus
sementeras en las pampas, ora como dueño, ora como peón y en otros momentos
recordando. a costumbres ancestrales de
minga;
malaya costumbre tan hermosa: se veía cómo desfilaban por el verde, la
carretera hasta El
Isco y por la
calle Amazonas a las lindas
huauqueñitas
con sus quipe de
mates o platos
blancos o floreados, cancha y harina de sus manitas pedían las
quepinas que sujetaban a las ollas
llenas de
pusco si eran las
portadoras del almuerzo y de chochoca y de
chiu
si era la merienda; llegaba la matrona al solar donde se estaba realizando la
deshierba o
cutipa según el tiempo;
los
shuyadores encabezados por ño
Shato, dueña del trabajo, se enjuagan la
boca porque la faena exigía una señora coqueada, la cual había estado
mishque, los que se demostraba en los
labios los cuales parecían que había paseado el
ushún en unos y en otros parecía que había floreado el nabo; ya en
el canto de la chacra, uno jalaba una
curpa,
otros se cruzaban las piernas y ño
shato
doblaba su
cordellata y sentado sobre
él, comenzaba el almuerzo,
ña Pashco
conocedora de los gustos de su
Shato,
le sirve en su mate hondo el suculento puspo de filo a filo, mientras esto
sucedía, los peones agarraban su
puñao de
cancha, los que tenían muelas y los
calpichos
tiraban cual palanas su harina de cebada; terminado el almuerzo, ño
Shato recibe los "Dios le
pague"
ña Pashco arregla su
quipe con todo el menaje, retorna a su
hogar, para continuar los quehaceres domésticos. Los peones que realizan estas
faenas de deshierbas y
cutipas, en su
afán de que temprano terminen y alentados por el aliciente de la droga
"coca se
shuyan y al comenzar la
caída del día ellos van contando las banderas que le falta al sol para
ocultarse por el Lanchepata, mientras están con esas preocupaciones otra vez en
el horizonte la figura de
ña Pashco
con el mismo equipaje sólo que su contenido es diferente;
ño Shato al darse cuenta del alboroto que causa la noticia les
dice:
|
Laguna del Huauco. |
“Si no lo acabamos no
hay merienda”, los peones solícitos apuran y el más macho que ya terminó su
surco, le ayuda al otro y así sucesivamente; terminada la des-hierba, otra vez,
realizan el ceremonial del almuerzo, una vez terminada la merienda, cuyo menú
era: chochoca con
guascancho y
chiu
(mazamorra). Después de eructar, el choclo Maque y los demás
mishquishéndose, agarran su poncho y su
lampa al hombro, diciéndole: "Dios les pague", retornan a sus casas,
en el camino van conversando, y uno al otro se preguntan "¿Tú mañana dónde
vas a trabajar?" se oye una voz y dice Yo en
ño Goyo, el otro dice: Yo voy ayudarle a mi
cuma Sheba y el último dice Yo mañana me voy a traer mi leña de
Chim-chim. Pasan las deshierbas y las
cutipas, las pampas se visten de verde y
negro, las flores de los maizales nos dicen que el año va a ser bueno y que las
cosechas van a ser abundantes, se ve que los choclos son de a codo y están de tres
en tres, en este estado de los maizales, los
huanchacos y los
pishgos
comienzan hacer de las suyas; pasan los días y
ño Shato dice a su
Pashco
vengo dándole una vuelta a los solares y lo he visto al maíz que está muy
buenazo hay que verlo a la china Joba, pa' que cuide, ya le hice su
parachaca, para que vea mejor y así no
nos roben, de igual manera le he hablado al cholo sapo, para que vaya a cuidar
nuestro maíz en las noches, también vengo haciéndole su choza; pero éste
maldiciau me va hacer gasto en coca;
bueno no importa con tal que cuide.
Los días de choclos en
las pampas de aquellos tiempos en el Huauco, eran muy hermosos, por que veíamos
a las Huauqueñitas cómo se iban a la
Pampa y salían de los solares por las líneas y caminos con su gran quipe de
choclos y sobre ellos sus hojas de maíz para sus rucos, coloreaban sus mejías, por el peso del quipe, se encendían
las mismas cuando un cholo palangana les enamoraba, si eran correspondidos los
galanes.
Cita segura era la traída
de choclos; ahí dentro de los maizales y enredándose con los pachalangos el Dios Cupido, tenía muchos
súbditos y el dios Eros tuvo el mejor monumento, porque fueron los sauces que
soplados por el viento quienes aplaudían a los mancebos y los sauces llorones
sirvieron de sombra, para que se juren muchos amores.
|
Recogiendo cañas. |
Paseaban los pobladores
del Huauco por la Pampa y veíamos como la Naturaleza, era tan pródiga
encontrábamos en las floridas pampas cañas
rajadillas
y huruas tan dulces como la caña de azúcar, éstas bien peladitas le dábamos
a la niña de nuestros ojos, claro está después de habernos turbado con la
voluptuosidad; teníamos hambre y hacíamos una pequeña fogata para ahuyentar a
los moscos y sobre ese carbón asábamos choclos (caspa) la saboreábamos y
después de saciarnos cogíamos los mejores choclos, le hacíamos su quipe y nos
despedíamos con el compromiso que en la noche vamos a comer humitas, llegaba la
noche y el galán a la hora indicada llegaba a la casa de la enamorada, ella con
sus cumas estaba tejiendo, la olla de humitas ya estaba hirviendo; después de
unas cuantas manos, la china decía: "Voy a ver la cocina", venía con
la batea de humitas y el cántaro de café, servía la hermosa huauqueña dándole a
su preferido su humita cuchara y a las cumas su jarro de café, parlan un rato,
se despide dejando a las sombrereras tejiendo
lima, tras
lima hasta que
canta el gallo.
Llega el mes de Mayo
para unos y el mes de Junio para otros, llenos de alegría los huauqueños pasan
sus Fiestas Patronales en honor a Taita San Isidro Labrador y después de
despedir al último visitante iban a sus pampas queridas a realizar las
cosechas; ño Shato le decía a su Pashco vete a mi cumpa Chochares y dile que nos preste sus dos matosos y su burro blanco y con nuestro chueco basta; teniendo las acémilas
aseguradas, ño Shato buscaba a sus
peones predilectos primero al gran Farrucia,
al incomparable sapo y al poco adicto al cañazo nuestro pintoresco Shipla, formado el equipo de
trabajadores
Llegaba el día de la
cosecha; ño Shato les llamaba al
desayuno el cual era muy reconfortante, consistía en un buen mate de verde de
palco con papas y unos cuantos restos de huevos, al centro del ruedo hecho en
el suelo se veía la incomparable lapa de harina de cebada, Farrucia desgalgado de hambre como siempre acaba primero y ña Pashco le dice: "Un poquito más,
Farrucia que no puede hablar porque
su boca está llena de harina hecha sango, con un movimiento de cabeza le dice
que sí sapo de igual manera mientras que Shipla,
con su estómago que no consiente nada picante no puede terminar el suculento
verde y dice: frunciendo el ceño "Para mí basta, más bien si tiene Ud. un
cafecito, a ver si me daste un
poquito"; ña Pashco muy solícita le hace su gusto a nuestro añorado Shipla; ño Shato termina y sale al zaguán a desperezarse y dice:
Avancen cholos…
Nuestros alhajitas
peones dan los últimos toques al café y salen limpiándose la boca con sus
raídos ponchos hacen cargar los costales y mantas en las acémilas y se dirigen
a la pampa, cuando llegan a los solares, amarran bien al burro blanco, por ser
el más mañoso y a los caballos los manean; terminada la cosecha, comienzan las
carreadas del maíz, las medias les hacían pujar a caballos y burros después de
la primera carreada; ña Pashco les
decía:
"Vengan almorzar
pa' su valor" atienden rápido a tan agradable indicación para eso el ama y
señora de la casa ha preparado un locraso
de papas con frijol verde, cayuas, chiclayo verde y culantro, le servían en
mates y de filo á filo, en el centro estaba ya una tapa de cancha, una batea de
choclos bien pilpados y un mate de
ají rocoto molido; otra vez se hacía presente nuestro querido Farrucia, El mientras le servían ya le
había dado trámite a sendos choclos e iba por el tercero, igual cosa hacía el
fornido sapo, con la diferencia que éste no lo hacía como rondín al choclo sino
los desgranaba y en cada puñao
desaparecía un choclo; shipla en
cambio muy circunspecto comía su locro sin apuros ni ganas de pedir más porque
el plato no lo permitía; terminada la cosecha y el debido acarreo, pilonaban el maíz en la sala grande, ño Shato les decía: "Hay que hacer guayungas" Farrucia y
Sapo aceptaban, pero nuestro faite
Shipla, arreglándose el ralo bigote decía: "Ya cumplí mi tarea, yo voy
a ver mis animales, los que quedaban ayudados por todos los de la casa hacían
las guayungas y las colgaban en las
cargadoras y cintos, también separaban los ishculpales
para la jora y el resto los subían al alto y allí lo desparramaban al maíz que
iba a servir de sustento para todo el año.
Así transcurría los
días de bonanza en las benditas pampas de Huauco,
la que llena de sauces, patos, garzas, iscos,
gallaretas y paucullas, sirvieron de
sustento no solamente material sino espiritual del habitante de aquel entonces.
La plateada y pintoresca Laguna que a veces alegraba el paisaje sirvió de hábitat
de muchas aves palmípedas, de inspiración de poetas, de depositaria de limo que
más tarde se hizo milme y también de
lamentos cuando tapaba a las sementeras dejando at hambre que campee en los
hogares huauqueños; pero con la esperanza que el próximo año sería mejor.
De Llareando el Pasado, por Sachama.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario