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domingo, 24 de junio de 2012

Huellas: LA PAMPA Y LOS MAIZALES


Por Sachama.
Desde que ganas tenía la Villa del Huauco.de ser ciudad, hubieron hombres que a diario se disputaban por ser el Apo de la comarca, paseaban sus bizarras figuras, por calles y avenidas y cuando despuntaba el alba y al silvo del guicho, salían de las mozas, haciendo gala de su virilidad.

El pueblo de Huauco, tranquilo acogedor y reguardado por sus dos brazos pétreos llamados Hushquimuna y Lanchepata, iba creciendo y salvándose poco a poco del olvido; los huauqueños acarician con su trabajo las faldas del Atumpuquio, los Amarillos y Chim-chim, recogiendo el fruto de su esfuerzo: las mies que la madre Naturaleza les ofrece; porque esperanzarse en las milmeadas pampas del verde, pie el puente, amazonas y el común era cosa incierta, porque las torrenciales lluvias hacían perder las cosechas la mayoría de años.
Año bueno cuando desde el Verde, hasta el común negreaban las sementeras, o sea, la señora Laguna no tapaba los sembríos; entonces se veía al poblador del Huauco desde el mes de noviembre con sus yuntas por todas las calles con dirección a la Pampa hacer las primeras cruzadas y aprovechando el verano de Todos Los Santos, todos los solares debían estar sembrados; pasaban los días y los maíces comenzaban a crecer y en estos días cuando el Pecho colorao, o sea, nuestros pintoresco Guancchaco hacía su festín dentro de las sementeras en embrión. La pampa seguía luciendo su vestido verde, en las zanjas comenzaban a florecer los agashules, las paucullas se apareaban, los patos del común animaban, la canilluda garza por los bordes buscaba su insecto favorito, los pishgos cantaban alegres en la punta de los álamos y eucaliptos, en fin, la policromía del paisaje era agradable al sentido más exigente. Llegaba el nuevo año y con él nuevas esperanzas, para el habitante huauqueño, me refiero a los ancianos en el Huauco, lo primero en que se preocupaban, era en que su "Alto" esté lleno de granos y sus cargadoras llenas de guayungas para que durante el año no esté shayambiando ni menos queriendo apropiarse de lo ajeno; entonces comenzaba a deshierbar sus sementeras en las pampas, ora como dueño, ora como peón y en otros momentos recordando. a costumbres ancestrales de minga; malaya costumbre tan hermosa: se veía cómo desfilaban por el verde, la carretera hasta El Isco y por la calle Amazonas a las lindas huauqueñitas con sus quipe de mates o platos blancos o floreados, cancha y harina de sus manitas pedían las quepinas que sujetaban a las ollas llenas de pusco si eran las portadoras del almuerzo y de chochoca y de chiu si era la merienda; llegaba la matrona al solar donde se estaba realizando la deshierba o cutipa según el tiempo; los shuyadores encabezados por ño Shato, dueña del trabajo, se enjuagan la boca porque la faena exigía una señora coqueada, la cual había estado mishque, los que se demostraba en los labios los cuales parecían que había paseado el ushún en unos y en otros parecía que había floreado el nabo; ya en el canto de la chacra, uno jalaba una curpa, otros se cruzaban las piernas y ño shato doblaba su cordellata y sentado sobre él, comenzaba el almuerzo, ña Pashco conocedora de los gustos de su Shato, le sirve en su mate hondo el suculento puspo de filo a filo, mientras esto sucedía, los peones agarraban su puñao de cancha, los que tenían muelas y los calpichos tiraban cual palanas su harina de cebada; terminado el almuerzo, ño Shato recibe los "Dios le pague" ña Pashco arregla su quipe con todo el menaje, retorna a su hogar, para continuar los quehaceres domésticos. Los peones que realizan estas faenas de deshierbas y cutipas, en su afán de que temprano terminen y alentados por el aliciente de la droga "coca se shuyan y al comenzar la caída del día ellos van contando las banderas que le falta al sol para ocultarse por el Lanchepata, mientras están con esas preocupaciones otra vez en el horizonte la figura de ña Pashco con el mismo equipaje sólo que su contenido es diferente; ño Shato al darse cuenta del alboroto que causa la noticia les dice:

Laguna del Huauco.
“Si no lo acabamos no hay merienda”, los peones solícitos apuran y el más macho que ya terminó su surco, le ayuda al otro y así sucesivamente; terminada la des-hierba, otra vez, realizan el ceremonial del almuerzo, una vez terminada la merienda, cuyo menú era: chochoca con guascancho y chiu (mazamorra). Después de eructar, el choclo Maque y los demás mishquishéndose, agarran su poncho y su lampa al hombro, diciéndole: "Dios les pague", retornan a sus casas, en el camino van conversando, y uno al otro se preguntan "¿Tú mañana dónde vas a trabajar?" se oye una voz y dice Yo en ño Goyo, el otro dice: Yo voy ayudarle a mi cuma Sheba y el último dice Yo mañana me voy a traer mi leña de Chim-chim. Pasan las deshierbas y las cutipas, las pampas se visten de verde y negro, las flores de los maizales nos dicen que el año va a ser bueno y que las cosechas van a ser abundantes, se ve que los choclos son de a codo y están de tres en tres, en este estado de los maizales, los huanchacos y los pishgos comienzan hacer de las suyas; pasan los días y ño Shato dice a su Pashco vengo dándole una vuelta a los solares y lo he visto al maíz que está muy buenazo hay que verlo a la china Joba, pa' que cuide, ya le hice su parachaca, para que vea mejor y así no nos roben, de igual manera le he hablado al cholo sapo, para que vaya a cuidar nuestro maíz en las noches, también vengo haciéndole su choza; pero éste maldiciau me va hacer gasto en coca; bueno no importa con tal que cuide.

Los días de choclos en las pampas de aquellos tiempos en el Huauco, eran muy hermosos, por que veíamos a las Huauqueñitas cómo se iban a la Pampa y salían de los solares por las líneas y caminos con su gran quipe de choclos y sobre ellos sus hojas de maíz para sus rucos, coloreaban sus mejías, por el peso del quipe, se encendían las mismas cuando un cholo palangana les enamoraba, si eran correspondidos los galanes.

Cita segura era la traída de choclos; ahí dentro de los maizales y enredándose con los pachalangos el Dios Cupido, tenía muchos súbditos y el dios Eros tuvo el mejor monumento, porque fueron los sauces que soplados por el viento quienes aplaudían a los mancebos y los sauces llorones sirvieron de sombra, para que se juren muchos amores.

Recogiendo cañas.
Paseaban los pobladores del Huauco por la Pampa y veíamos como la Naturaleza, era tan pródiga encontrábamos en las floridas pampas cañas rajadillas y huruas tan dulces como la caña de azúcar, éstas bien peladitas le dábamos a la niña de nuestros ojos, claro está después de habernos turbado con la voluptuosidad; teníamos hambre y hacíamos una pequeña fogata para ahuyentar a los moscos y sobre ese carbón asábamos choclos (caspa) la saboreábamos y después de saciarnos cogíamos los mejores choclos, le hacíamos su quipe y nos despedíamos con el compromiso que en la noche vamos a comer humitas, llegaba la noche y el galán a la hora indicada llegaba a la casa de la enamorada, ella con sus cumas estaba tejiendo, la olla de humitas ya estaba hirviendo; después de unas cuantas manos, la china decía: "Voy a ver la cocina", venía con la batea de humitas y el cántaro de café, servía la hermosa huauqueña dándole a su preferido su humita cuchara y a las cumas su jarro de café, parlan un rato, se despide dejando a las sombrereras tejiendo lima, tras lima hasta que canta el gallo.

Llega el mes de Mayo para unos y el mes de Junio para otros, llenos de alegría los huauqueños pasan sus Fiestas Patronales en honor a Taita San Isidro Labrador y después de despedir al último visitante iban a sus pampas queridas a realizar las cosechas; ño Shato le decía a su Pashco vete a mi cumpa Chochares y dile que nos preste sus dos matosos y su burro blanco y con nuestro chueco basta; teniendo las acémilas aseguradas, ño Shato buscaba a sus peones predilectos primero al gran Farrucia, al incomparable sapo y al poco adicto al cañazo nuestro pintoresco Shipla, formado el equipo de trabajadores

Llegaba el día de la cosecha; ño Shato les llamaba al desayuno el cual era muy reconfortante, consistía en un buen mate de verde de palco con papas y unos cuantos restos de huevos, al centro del ruedo hecho en el suelo se veía la incomparable lapa de harina de cebada, Farrucia desgalgado de hambre como siempre acaba primero y ña Pashco le dice: "Un poquito más, Farrucia que no puede hablar porque su boca está llena de harina hecha sango, con un movimiento de cabeza le dice que sí sapo de igual manera mientras que Shipla, con su estómago que no consiente nada picante no puede terminar el suculento verde y dice: frunciendo el ceño "Para mí basta, más bien si tiene Ud. un cafecito, a ver si me daste un poquito"; ña Pashco muy solícita le hace su gusto a nuestro añorado Shipla; ño Shato termina y sale al zaguán a desperezarse y dice:

Avancen cholos…

Nuestros alhajitas peones dan los últimos toques al café y salen limpiándose la boca con sus raídos ponchos hacen cargar los costales y mantas en las acémilas y se dirigen a la pampa, cuando llegan a los solares, amarran bien al burro blanco, por ser el más mañoso y a los caballos los manean; terminada la cosecha, comienzan las carreadas del maíz, las medias les hacían pujar a caballos y burros después de la primera carreada; ña Pashco les decía:

"Vengan almorzar pa' su valor" atienden rápido a tan agradable indicación para eso el ama y señora de la casa ha preparado un locraso de papas con frijol verde, cayuas, chiclayo verde y culantro, le servían en mates y de filo á filo, en el centro estaba ya una tapa de cancha, una batea de choclos bien pilpados y un mate de ají rocoto molido; otra vez se hacía presente nuestro querido Farrucia, El mientras le servían ya le había dado trámite a sendos choclos e iba por el tercero, igual cosa hacía el fornido sapo, con la diferencia que éste no lo hacía como rondín al choclo sino los desgranaba y en cada puñao desaparecía un choclo; shipla en cambio muy circunspecto comía su locro sin apuros ni ganas de pedir más porque el plato no lo permitía; terminada la cosecha y el debido acarreo, pilonaban el maíz en la sala grande, ño Shato les decía: "Hay que hacer guayungas" Farrucia y Sapo aceptaban, pero nuestro faite Shipla, arreglándose el ralo bigote decía: "Ya cumplí mi tarea, yo voy a ver mis animales, los que quedaban ayudados por todos los de la casa hacían las guayungas y las colgaban en las cargadoras y cintos, también separaban los ishculpales para la jora y el resto los subían al alto y allí lo desparramaban al maíz que iba a servir de sustento para todo el año.

Así transcurría los días de bonanza en las benditas pampas de Huauco, la que llena de sauces, patos, garzas, iscos, gallaretas y paucullas, sirvieron de sustento no solamente material sino espiritual del habitante de aquel entonces. La plateada y pintoresca Laguna que a veces alegraba el paisaje sirvió de hábitat de muchas aves palmípedas, de inspiración de poetas, de depositaria de limo que más tarde se hizo milme y también de lamentos cuando tapaba a las sementeras dejando at hambre que campee en los hogares huauqueños; pero con la esperanza que el próximo año sería mejor.

De Llareando el Pasado, por Sachama.

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