Tito Zegarra Marín
Hace
algunos años, por estas páginas, hice notar que la canasta navideña que
empresas e instituciones obsequian a sus trabajadores, no contenían productos
de origen y marca cajamarquinos. Todos eran de fuera: chocolate bien empacado
proveniente de empresas nacionales; conservas de durazno (Aconcagua y otras), importadas
de Chile; leche enlatada de Gloria y Nestlé; vinos y champagne chilenos y
argentinos, y, panetones D’Onofrio y Gloria, y hasta pavos San Fernando.
Pasado
el tiempo, parece que las cosas seguirán igual, los pocos productos cajamarquinos volverán a estar
ausentes de dicha canasta, entre ellos: el exquisito chocolate celendino; los
quesos de Porcón, Huacariz, Tongod, La Colpa y Agua Blanca; las mermeladas de
aguaymanto y sauco, tan reconocidas en los últimos tiempos; las tradicionales
rosquitas de Campos y los panetones de esmeradas panaderías locales, tanto como
las pavitas de corral y granjas de la zona.
Da
la impresión que quienes preparan esas canastas, no dan importancia a los
productos cajamarquinos o sencillamente no son de sus apetencias, lo que cuenta
para ellos son los mejor promocionados y los que, el juego de la oferta y la
demanda, casi obliga a comprarlos. Pero, para quienes abogamos por la necesidad
de impulsar a la pequeña industria local y regional, esa forma de “llenar” la
canasta, no ayuda en nada, es discriminatoria y contraria al esfuerzo productivo
de muchas familias cajamarquinas.
Es
probable que también tengan algunas dudas sobre nuestros productos: la baja
calidad, no se ajustan a los mejores estándares de producción, son limitados y muestran
poca presentación. Lo cual puede ser cierto y en efecto, hay algunos aspectos
en proceso de mejora, pero ello no los descalifica para ser adquiridos, en
especial en la festividad navideña, en que nuestras pequeñas empresas podrían inyectarse
de alguna utilidad para así reinvertir, innovarse y crecer. Esa es la mejor
forma de demostrar amor a Cajamarca, a sus posibilidades productivas y
desarrollo.
Y
no se trata de la gente de a pie, que sí compra algunos productos, no importa al
menudeo; se trata de las empresas e instituciones públicas y privadas, ONGs, municipalidades
y universidades, en especial la UNC, cuyas tradicionales canastas parecieran
estar vetadas a los productos cajamarquinos. Agrego, en la mesa del pobre, que
son los más, no habrá canasta navideña, quizás algunas porciones de panetón y algo
de chocolate, pero a cambio, allí, sí estará Jesús acompañándolos.
Publicado en Panorama Cajamarquino el 18-11-2015
No hay comentarios.:
Publicar un comentario