Por Tito Zegarra Marín.
Sorochuco es distrito de raíces prehispánicas y uno de los más antiguos de la provincia Celendín, ubicado al lado occidental. Etimológicamente significa rincón de suros o cañas lisas (Suro- Kucho), pero en la realidad es un pueblo de fértiles tierras con cientos de familias que la cultivan. A la distancia, cuando estamos en camino, semeja un vistoso mapa dividido por sus verdes y productivas chacras.
Hace dos décadas estuvimos allí participando de su fiesta patronal en homenaje al Padre Eterno, su guía espiritual, los días 9 y 10 de junio; hicimos lo propio el 2015. De esas experiencias, en especial de la primera, tres hechos quedaron en mi memoria que me permito compartir en estos días de junio que no tendremos esa tradicional feria. Son: la acendrada fe de sus devotos, la masiva participación campesina y la intervención de bandas típicas.
La
acendrada fe en el Padre Eterno se pone de manifiesto cuando mujeres y hombres del
distrito y otros lugares, puntualmente y todos los años, van a su Iglesia para
rendirle tributo, dejarle sus oraciones y recibir su bendición. En esas
muestras de fidelidad, algunos devotos, de pie o arrodillados, dejan caer
furtivas lágrimas probablemente expresivas de gratitud o consuelo. Mucha fe,
amor y ternura se percibe en esa interrelación. Dicha imagen, me hizo recordar
al Señor Cautivo de Ayabaca, en esa ciudad (Piura), y al Señor de Gualamita en
Lámud, (Luya, Amazonas). Fe y rostros similares internalizados en sus numerosos
seguidores.
La
participación masiva de gente del campo en su festividad es otro hecho importante
que demuestra la fe que tienen al Padre Eterno. Hasta los primeros años del
presente siglo, pobladores de las comunidades campesinas de distritos vecinos y
de Hualgayoc, Bambamarca y Chota, iban a pie o a caballo a Sorochuco para venerar
al Padre Eterno y disfrutar de la tradicional festividad. Eran tantos los que
llegaban, que al no caber en casas de amigos y familiares, pernoctaban al
interior de la iglesia donde apretadamente pasaban la noche. Pero esa
concurrencia campesina, desde los años señalados ya no es la misma, debido
(entre otros) a las perseverantes incursiones de sectas evangélicas.
Las
bandas típicas como genuinas agrupaciones artísticas de las comunidades
campesinas, también se suman a los actos de homenaje al Padre Eterno, sobre
todo, en las noches de vísperas y fuegos artificiales tocando sus alegres melodías
que animan y reconfortan a todos los asistentes. En la plaza de armas y calles adyacentes,
gente de toda condición baila al compás del dulce sonido de quenas y tambores, y
como no, bebe un poco de chicha y buen cañazo. Sin embargo, la intervención de
las bandas típicas de las comunidades ya no es la misma, cada vez son menos. Al
parecer, la modernidad está afectando a ese importante legado cultural.
En
un año aciago y de tristeza que nos dejó sin la feria patronal del Padre Eterno,
saludamos a Sorochuco. Que el 2021, sea otro año.
Padre Eterno, Sorochuco |
Sr. Cautivo de Ayabaca |
*Publicado
en el Nuevo Diario de Cajamarca, el 4 de junio 2020
No hay comentarios.:
Publicar un comentario