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jueves, 4 de junio de 2020

EL PADRE ETERNO DE SOROCHUCO

Por Tito Zegarra Marín.

Sorochuco es distrito de raíces prehispánicas y uno de los más antiguos de la provincia Celendín, ubicado al lado occidental. Etimológicamente significa rincón de suros o cañas lisas (Suro- Kucho), pero en la realidad es un pueblo de fértiles tierras con cientos de familias que la cultivan. A la distancia, cuando estamos en camino, semeja un vistoso mapa dividido por sus verdes y productivas chacras.

Hace dos décadas estuvimos allí participando de su fiesta patronal en homenaje al Padre Eterno, su guía espiritual, los días 9 y 10 de junio; hicimos lo propio el 2015. De esas experiencias, en especial de la primera, tres hechos quedaron en mi memoria que me permito compartir en estos días de junio que no tendremos esa tradicional feria. Son: la acendrada fe de sus devotos, la masiva participación campesina y la intervención de bandas típicas.

La acendrada fe en el Padre Eterno se pone de manifiesto cuando mujeres y hombres del distrito y otros lugares, puntualmente y todos los años, van a su Iglesia para rendirle tributo, dejarle sus oraciones y recibir su bendición. En esas muestras de fidelidad, algunos devotos, de pie o arrodillados, dejan caer furtivas lágrimas probablemente expresivas de gratitud o consuelo. Mucha fe, amor y ternura se percibe en esa interrelación. Dicha imagen, me hizo recordar al Señor Cautivo de Ayabaca, en esa ciudad (Piura), y al Señor de Gualamita en Lámud, (Luya, Amazonas). Fe y rostros similares internalizados en sus numerosos seguidores.

La participación masiva de gente del campo en su festividad es otro hecho importante que demuestra la fe que tienen al Padre Eterno. Hasta los primeros años del presente siglo, pobladores de las comunidades campesinas de distritos vecinos y de Hualgayoc, Bambamarca y Chota, iban a pie o a caballo a Sorochuco para venerar al Padre Eterno y disfrutar de la tradicional festividad. Eran tantos los que llegaban, que al no caber en casas de amigos y familiares, pernoctaban al interior de la iglesia donde apretadamente pasaban la noche. Pero esa concurrencia campesina, desde los años señalados ya no es la misma, debido (entre otros) a las perseverantes incursiones de sectas evangélicas.

Las bandas típicas como genuinas agrupaciones artísticas de las comunidades campesinas, también se suman a los actos de homenaje al Padre Eterno, sobre todo, en las noches de vísperas y fuegos artificiales tocando sus alegres melodías que animan y reconfortan a todos los asistentes. En la plaza de armas y calles adyacentes, gente de toda condición baila al compás del dulce sonido de quenas y tambores, y como no, bebe un poco de chicha y buen cañazo. Sin embargo, la intervención de las bandas típicas de las comunidades ya no es la misma, cada vez son menos. Al parecer, la modernidad está afectando a ese importante legado cultural.

En un año aciago y de tristeza que nos dejó sin la feria patronal del Padre Eterno, saludamos a Sorochuco. Que el 2021, sea otro año.

 

Padre Eterno, Sorochuco

Sr. Cautivo de Ayabaca

Sr. de Gualamita, Lámud

  

*Publicado en el Nuevo Diario de Cajamarca, el 4 de junio 2020

 


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