Por Tito Zegarra Marín.
En Kuélap se resume la
grandeza histórico - cultural de los pueblos primigenios del nororiente del
país. Su colosal estructura física aún pareciera irradiar la fuerza telúrica de
los hombres que la edificaron, y las huellas creativas y visionarias de los Chachapoyas
se encuentran allí, inamovibles, para la eternidad. Junto a Machu Picchu, es el
mayor monumento de los antiguos peruanos.
Allí estuvimos varias
veces. La primera, a inicios de la década del 70, como profesor del Colegio
Blas Valera de la añorada ciudad de Lámud (capital de la provincia de Luya).
Por esos tiempos no había carretera y subimos a pie desde la localidad El
Tingo, utilizando algunas horas y con algo de cansancio. Cuando llegamos a
posarnos a la sombra de esa majestuosa muralla, la admiramos de veras y
guardamos muy dentro. Volvimos a ella, pasado el cuarto de siglo, con alumnos
de la Universidad Nacional de Cajamarca y también en forma particular por el
deseo de estar en ella y acopiar alguna información para el presente trabajo.
Kuélap siempre nos ha
asombrado y la visión que tenemos, sin ser especializada ni menos resultante de
alguna investigación rigurosa, es sencillamente valorativa a partir de lo que
hemos podido informarnos, de lo apreciado directamente y desde nuestra óptica
social, que en mucho orienta nuestros modestos estudios.
DATOS DE INTERÉS
Los restos de Kuélap
son conocidos recién a partir de 1843. Ese año el juez de la ciudad de
Chachapoyas Juan Crisóstomo Nieto, en cumplimiento de funciones judiciales,
estuvo muy cerca de dichos restos. Al ser informado, los visitó y realizó el
reconocimiento respectivo; poco después, a través de un informe exclusivo
titulado "Torre de Babel en el Perú", hizo de conocimiento público la
existencia del valioso patrimonio. A partir de entonces, investigadores
reconocidos del país y el extranjero, la han visitado y estudiado, cuyos
resultados, progresivamente, vienen dando cuenta documentada de la naturaleza,
sentido y misterios de tan singular legado. Consecuentemente, a la fecha,
existe información seria y fundamentada, aunque siempre habrá algo más que
investigar y decir.
En lo relativo a su
ubicación, los restos se encuentran en territorios andinos de la provincia de
Luya, región de Amazonas, emplazados casi al centro de los dos grandes ríos que
la recorren de sur a norte: Utcubamba y Marañón, a una altura que sobrepasa los
3.000 msnm. Como estructura arquitectónica se extiende longitudinalmente por
casi 600 m, mientras que su ancho sólo se aproxima a los 150 m y en algunos
sectores se reduce hasta medir 70 m. Las paredes han sido levantadas con
piedras calcáreas de tamaño regular, y se elevan en ciertos sectores hasta
aproximarse a los 20 metros.
En la parte central se
observa plataformas artificiales superpuestas, sobre las cuales se ha
construido el núcleo de viviendas y recintos típicos de los Chachapoyas, pero
lo más impresionante de Kuélap es la enorme muralla que la rodea haciendo de compacta
circunvalación que sólo se interrumpe por la presencia de profundos abismos en
el sector nororiental; y, digamos, cortado por tres conductos especiales que
hacen de únicas entradas. En el nivel superior se encuentran alrededor de 100
construcciones circulares y ovaladas y tres de planta rectangular, dos destacan
por su particular estructura y la función que habrían cumplido: El Castillo y
El Torreón. Varios de esos recintos se adornan con exposición de sus singulares
frisos simbólicos (figura2l).
En el extremo sur se
distingue la extraordinaria construcción de una planta circular denominada El
Tintero, que se caracteriza por tener la forma de un cono invertido o de una
botella de más de 5 metros de Profundidad que, lo dicen todos los estudiosos,
fue una especie de templo mayor destinado a cumplir funciones ceremoniales y
rituales.
En el extremo norte se
encuentra El Torreón que tiene 7 metros de altura y debe haber cumplido una
función comunicativa básicamente en relación a lo defensivo. Desde allí se
obtiene una vista panorámica amplia y de incomparable belleza.
Con relación a su
origen, existe coincidencia en considerar que la arquitectura fue trabajada por
la cultura Chachapoyas, entre los años 800 a 1200 d. C. y albergaría algunos
restos característicos de la cultura Cajamarca, que es más antigua, pues se
desarrolló entre los años 600 -700 d. C. (piezas de cerámica). Entre esos años,
Kuélap, como pequeña llacta, debe haber alcanzado cierto grado de organización,
crecimiento y condiciones laborales como para poder ensamblar una de las
estructuras arquitectónicas de mayor magnitud y funcionabilidad en la región.
Muy cerca de dicho complejo y dentro del reino de los Chachapoyas, también se
desarrollaron otros pueblos importantes y poblados: Pampamarca, Vira - Vira,
Cajamarquilla, Raymipampa, entre los más distinguidos, con características
afines en sus construcciones y estilo, pero sin esa inherente particularidad
fortificada y magnitud de la misma.
SOBRE SU FUNCIÓN
El complejo de Kuélap
siempre concitará la atención e invitará a reflexionar sobre su significado y
aspectos básicos: origen y traslado de las ingentes cantidades de bloques de
piedra utilizados en la muralla y demás recintos, lugar de procedencia y forma
cómo se trasladó el agua de utilidad en el consumo doméstico, entre otros.
Sobre esta temática la explicación cada vez más fundamentada, tiene que ver
básicamente con el componente social: movilizaciones masivas y disciplinadas
para disponer del recurso piedra y predisposición para contar con la habilidad
de verdaderos arquitectos.
Pero lo que aún sigue
siendo motivo de controversias y análisis, aunque en los últimos años un tanto
menos, es lo referente a la función que habría cumplido. A juzgar por el
carácter monumental, Kuélap debió desempeñar un rol protagónico en el pasado de
la cultura Chachapoyas, sobre todo por su condición de bastión arquitectónico
casi inexpugnable dentro de un ámbito abierto a pugnas y enfrentamientos.
Adolph Bandelier y Louis Langlois, trataron de demostrar que más que fortaleza
Kuélap pudo ser lugar fortificado, destinado a brindar refugio en casos de
emergencia por motivos belicistas. F. Kauffmann y A. Narváez, consideran que
pudo haber sido morada de una poderosa elite que ejercía control tanto
administrativo como de las prácticas mágicas, orientado a su vez, a garantizar
una satisfactoria producción de alimentos acorde con las necesidades
crecientes, generadas por el aumento poblacional. Descartaron toda posibilidad
de haber sido fortaleza.
Sin embargo, la imagen
que se tiene de Kuélap es la de una egregia fortaleza, monumental y defensiva,
que ha perdurado en el tiempo y que debe haber cumplido funciones inherentes a
su condición de tal. Los últimos estudios realizados por connotados
especialistas niegan esa probabilidad afirmando que no se han encontrado piezas
o recursos guerreros y no hay referencias documentadas a conflictos que se
hayan producido en sus inmediaciones; aún así, creemos que quedan dudas, que
hay algo más que investigar y que nos es fácil borrar esa imagen (figura 22).
Kuélap tiene la
estructura de fortaleza. Su portentosa muralla sobrepasa fácilmente las
funciones de un muro de contención de terraplenes y de acondicionamiento para
guarecerse de las inclemencias climáticas. Tampoco, por su magnitud, se
justifica haberla construido para que haga de un inmenso cerco que rodee y proteja
una morada o centro administrativo y ritual, en forma exclusiva. Sus tres
especiales y estratégicas entradas, amplias al inicio y angostas (para el paso
de una persona) al final, requieren de respuestas serias al por qué de esas
características. Es tan simplista decir que simboliza abundancia por semejarse
a una vulva.
Por otro lado, no hay
que soslayar las referencias de cronistas e historiadores sobre el carácter y
actitudes belicistas a los antiguos Chachapoyas, "Sus hombres fueron
aguerridos y aficionados a las conquistas haciéndose notables por su valor y
talento militares", nos dice Horacio Villanueva. Es probable que tuvieron
algo o mucho de ello, y acaso el levantamiento de enormes estructuras
fortificadas como Kuélap y Pirca - Pirca (pequeño complejo fortificado), tuvo
relación directa con esa necesidad de contar con medios defensivos. Los Chachapoyas,
como otros pueblos, no fueron ajenos a inevitables enfrentamientos internos,
pero sobre todo, se pusieron al frente y combatieron, cuando los incas y
españoles pisaron sus tierras.
Al margen de esa
controversia, Kuélap seguirá siempre allí, imponente y admirada, o como lo
canta, lleno de profundidad y belleza, el distinguido amazonense Mariano Peláez
Bardales, "sobre la cima de la montaña/ sobre el vuelo del cóndor/ donde
anida el águila/ y reposa el viento/, junto a la nieve eterna/ donde surge el
trueno/ y la luz del relámpago/, cerca de las estrellas...con su pétrea
arquitectura/ hecha de granito y eternidad/ de piedra en armonía/ de roca y de
silencio".
Para la provincia de
Celendín, Kuélap significa mucho, incluso históricamente. En tiempos
primigenios, hemos indicado, existían algunos acercamientos con los pueblos de
los cuismanco particularmente con las pequeñas llactas cercanas al Marañón, lo
que se evidencia en las construcciones circulares del sitio arqueológico La
Lechuga; pero también se ha comprobado la existencia de cerámica estilo
caxamarca tanto en Kuélap como en otros pueblos de los antiguos Chachapoyas. Se
sabe también de la existencia de una antigua ruta de vinculación entre Kuélap y
los grupos preincas del norte de la provincia de Celendín, que partiendo de
dicha fortaleza y pasando por las localidades de María y Choctamal, continuaba con
dirección occidental y un tanto en línea recta hasta llegar al río Marañón en
el sitio de Mendán. De aquí, atravesándolo, se sube al sitio arqueológico
preinca Las Portadas, en el distrito de Chumuch, para luego dirigirse al reino
de los cuismanco. Esta es una importante ruta aún no investigada de la que hay
huellas y que algunos campesinos ocasionalmente la utilizan. En junio del 2007,
se encontraron en las cercanías a esta ruta 6 momias similares a las de la
laguna Los Cóndores. Desde la ciudad de Chachapoyas, al tener conocimiento de
ese camino ancestral, se está promoviendo su uso, como producto turístico de
importancia.
Pero Kuélap también
está ligada a la provincia de Celendín en tanto nuestra articulación
socioeconómica con los pueblos de ese gran espacio en el que se asienta tiende,
progresivamente, a tomar fuerza y consolidarse. También porque la nueva visión
de integración interoceánica involucra necesariamente a esos pueblos, lo que
significará mayor cohesión y mejora en las relaciones socioeconómicas. A corto
plazo y en el marco de impulso a la actividad turística, Kuélap y los recursos
arqueológicos y paisajistas de nuestra provincia deberán integrarse, formando
eslabones fundamentales del Circuito Turístico Nororiental (CTN), al que urge
sí, potenciarlo.
Del libro Celendín en la Cuenca del Marañón
/Arqueología y Paisaje
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