Escribe: Mazarino Bazán Zegarra
Pastoras de Nélida Mariñas, año 1972, Sucre, Fot. Pepito Sánchez. |
Mi memoria depurada
por el paso de los años rescata tu imagen del rincón de una de mis más gratas
experiencias, donde la bruma del tiempo te había escondido casi por completo. Éramos
niños aún cuando en grupo recorríamos los prados de Sucre, saboreando el néctar
de la chupanilla y el jugo de los cirimbaches u oteando el
cielo azul donde lidiaban su presa águilas y cernícalos, con el triunfo del más
fuerte, y tú me decías que no te gustaban las aves rapaces. Rememoro hoy tu
grácil figura femenina, que parecía escapada de los cuadros de Goya, de la
blonda cabellera, debajo de la cual lucía tu tez blanca, vivificada por tus
ojos claros y unas pequitas que te había obsequiado el sol de Las Lajas. No sé
cuántas veces el camino inacabable de nuestras ilusiones nos habrá visto pasar,
ni puedo precisar qué nos dijimos tú y yo con el lenguaje entendible de las
miradas, pero estoy seguro que nuestros corazones, no obstante su tierna edad,
deben haber latido al unísono para que Cronos no haya logrado arrancarte de mí.
Me acuerdo, Eloína, como si fuera ayer, que mamita Brígida Reyna, el hada
madrina de nuestra tierra, te ungió soberana de su devoción al Niño Jesús y
fuiste, por ocho días, princesa de las pallas lugareñas, derramando a
torrentes la gracia de tu candor sobre tus súbditos. A mí me tocó ser tu «ingo», especie de guardián tuyo, y
acepté el ropaje con orgullo porque me permitió danzar a tu lado, de nacimiento
en nacimiento, al pie de esos altares navideños de shapra y caucha,
entonando:
«Niño Manuel te pedimos que nos enseñes el bien
y que guíes nuestras almas a las glorias del
Edén...»;
y, entonces, la tía Eloísa Zegarra, dueña del
más precioso Misterio, extendía su mantel blanco, como su alma, para endulzar
nuestras gargantas con la esencia aromática de su cariño universal. En este
paraje tan hermoso que vengo cantando existen, Eloína, como tú conoces, muchas
damas de este jaez, cuyas almas entran al cielo por la puerta grande que Dios
abre para los justos.
Caucha (bromelia) |
El llamado de la realidad
me sacó temprano de Sucre, con el cargamento de mis esperanzas, en busca de
otros horizontes. Sé que tú también tuviste que emigrar, movida por las
vicisitudes del contorno: el bullicio de la competencia dominical había
regateado el precio de los sombreros que tejía tu madre hasta disminuirlo y las
provincias habían hecho lo mismo con los negocios de tu padre. Tiempos
difíciles que laceraron tu ser, no cabe duda; pero que, a la vez, lo templaron
y te condujeron al triunfo, tampoco lo dudo. No sé dónde te fuiste ni he vuelto
a saber de ti. El decurso vital inexorable debe haber tallado fisuras en tu rostro
bonito y hasta quizás borrado tus atributos que nos cautivaron, pero ha dejado
seguramente incólume tu exquisita espiritualidad que te colocó en la cúspide de
nuestros afectos.
Créditos: El Labrador.
Fotografía: Cortesía de la familia Sánchez Macías.
La toma de las pastoristas fue realizada en los inicios de la fotografía a color, por Don Pepe Sánchez.
La toma de las pastoristas fue realizada en los inicios de la fotografía a color, por Don Pepe Sánchez.
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