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miércoles, 8 de junio de 2011

Turismo y arqueología: LOS ANTIGUOS CÁPAC ÑAN CAJAMARCA CHACHAPOYAS

Por: Lic. Soc. Tito Zegarra Marín

En el pasado, mucho antes que los españoles pisaran tierras del Tahuantinsuyo, importantes grupos sociales que poblaron sitios estratégicos de las cumbres cordilleranas a ambos lados del río Marañón lograron, progresivamente y por necesidades de subsistencia y desarrollo, formar dos interesantes culturas: Cuismanco (luego Caxamarca) y Chachapoyas.

Entre 500 y 800 años vivieron esos pueblos casi consolidados socialmente y en franco proceso de crecimiento socioeconómico y cultural. Sin embargo, al estar separados por el torrentoso río, las relaciones entre ellos no fueron de las mejores; aun así, lograron algunas formas de intercomunicación e influencias que permitieron compartir patrones de comportamiento comunes y algunas similitudes en sus construcciones, cerámica, tejidos, entre otros, de lo que poco se conoce.

Para vencer a las caudalosas aguas y traspasarlas de un extremo a otro, idearon y armaron balsas artesanales y construyeron los legendarios puentes colgantes en sitios propensos para el intercambio y la movilidad social. Se sabe de 4 de ellos como los más importantes: Mendán, Chacanto (que significa puente angosto), Huanabamba (donde desemboca el río Cantange) y Jecumbuy. En todos esos sitios, como es evidente, convergían los indispensables caminos que descendían conectando pueblos y zonas productivas. Son precisamente esos caminos ancestrales, conocidos como Caminos Reales ó Cápac Ñan, los que hoy merecen nuestra atención.
Río Cantange, vierte sus aguas en el Marañón.

Una primera mirada nos dice que estos antiguos caminos se extendieron de oeste a este, desde la ciudad de Cajamarca hasta Chachapoyas y más al oriente, o viceversa, y que su existencia data de tiempos en que los reinados de los cuismanco y los chachapoya estaban en pleno proceso de desarrollo. Con la conquista Inca esos caminos fueron reconstruidos y como buenos expertos en ingeniería instalaron nuevos puentes colgantes, ambos de utilidad para sus planes expansionistas. Varios historiadores nos dicen que tres incas se desplazaron por esos caminos: Túpac Inca Yupanqui, Huayna Cápac y Atahualpa. Durante la colonia y hasta mediados del siglo pasado dichos caminos se convirtieron en medios fundamentales para el despliegue de actividades socio- comerciales entre los pueblos nororientales. Muchas familias desde Sucre, Celendín y Cajamarca la asumieron con éxito casi toda su vida. Con la construcción de la carretera de penetración Olmos - Corral Quemado y la carretera vía Balzas, el antiguo Cápac Ñan y sus necesarios ramales casi sucumbieron como tales. Sin embargo, por razones que sustentaremos, creo deben ser rescatados y valorados.

Nos hemos propuesto recorrerlos y estudiar a esos Cápac Ñan, que siendo uno solo el que vinculó a los caxamarcas con los Chachapoyas, se bifurcó en algunos ramales al pasar por Celendín y el río Marañón para luego llegar a sitios de importancia: Kuélap, Raymipampa (Leymebamba), Cochabamba (Chuquibamba) y Caxamarquilla (Bolívar). En el presente artículo solo abordamos a un trocito de ellos, es el antiguo camino comprendido entre Sucre, J. Chávez, Ayaconga y Limón, con dirección a Balzas. En efecto, con fecha 15 de marzo, en compañía de los buenos amigos Práxedes e Idelso nos enrumbamos a explorar esa corta ruta por la que transitaron nuestros mayores y que siempre nos despertó interés. Iniciamos la caminata en horas de la mañana protegidos por un día de sol intenso que nos permitió gustosamente atravesar la verde avenida Amazonas cercada de sauzales y pastizales para ganado lechero.

Pronto llegamos al pequeño poblado de Macas, en el distrito Jorge Chávez, de donde comenzamos a ascender por el camino que nos conduce hasta la cima para voltear con dirección oriental. El camino en este trecho es algo sinuoso pero accesible y de pendiente moderada, desde el cual, cuando por momentos volteábamos la mirada, se dibujaba ante nosotros un panorama paisajista realmente deslumbrante. Todo el espléndido valle retratado: pampa La Arena, Huacapampa, Cusichán, El Tambo, Chaquil, El Común y Conga de Urquía, y al fondo, entre los cerros de Lanchepata y Wishquimuna, la quebrada de La Quinitilla haciendo de cabecera a la ciudad de Sucre. Una acuarela para no olvidar.

Estando sobre la cima, lugar al que se conoce como Lajas Pampa, donde encontramos abundante piedra caliza tipo lajas, dos solitarias casitas de techo de teja y pocos eucaliptos, y ya volteando por esta corta abra, fuimos impactados por ráfagas de aire cálido emanadas desde la hoya del río Marañón. Sin darnos cuenta este antiguo camino fácilmente nos había puesto sobre otra realidad ecológica y climática, que aunque parezca contradictorio se encuentra casi pegada a la nuestra, lamentablemente ignorada pero no por ello de mucho futuro. Aquí nos sentamos a descansar y estupefactos contemplamos la grandiosidad de la naturaleza.

Reiniciado el recorrido, saltó a la vista la portentosa cordillera central extendida en la amplitud del horizonte, cuyo bello perfil de color azul plateado, nos permitió distinguir dos imponentes torreones que parecían juntarse al cielo. Para algunos viajeros estos egregios monumentos son de origen natural y para otros, de origen humano que podrían haber cumplido la función de miradores defensivos y de tampus o tambos. El primero, ubicado al extremo sur y al parecer frente del distrito de Oxamarca, es conocido con el nombre de Cóndor Zamana, y el segundo, al norte, frente al distrito Cortegana, tiene de nombre Shubit. Al contemplar ese infinito cuadro no podíamos dejar de imaginar que desde aquí, muchos viajeros del ayer, divisaron límpidamente el histórico nevado sobre la legendaria ciudad de Bolívar (provincia del mismo nombre) que por acción del calentamiento climático se derritió para siempre en los años 60, del siglo anterior.

Al legendario camino por el que tantas familias desde la época prehispánica transitaron y por el cual por primera vez nos enrumbábamos, lo vimos en toda su magnitud, notoriamente llano y casi directo entre el abra de Lajas Pampa y la cima de entrada a Limón que toma el nombre de Ayaconga, calculamos debe tener una extensión no mayor a 4 Km. Sin duda es un camino antiguo e histórico, sólido y bien conservado, mayormente angosto pero que garantiza seguridad a arrieros y sus acémilas. Los terrenos que atraviesa son mayormente inclinados, no abismales ni riesgosos y varios de ellos productivos. En su recorrido se cruza una sola quebrada de nombre La Escalera por donde circula agua en forma permanente aunque en poca cantidad. A esta quebrada los antiguos arrieros le dieron un carácter enigmático y de peligrosidad, pero no tiene nada de ello ni tampoco tiene la forma de escalera. Es una quebrada de paso fácil, cubierta de vegetación, asentada sobre terreno rocoso ligeramente accidentado.

A paso normal, tomando apuntes y muchas vistas, recorrimos esta sugestiva travesía en promedio de una hora, desde la ciudad de Sucre, consideramos que debe utilizarse no más de 2 horas. En realidad, es tiempo suficiente para conocerla y disfrutar de la variada ecología que la rodea y, en nuestro caso, al caminarla, convencernos de su alto valor e importancia: origen claramente histórico, integrador de pueblos y zonas productivas, ahorrador de tiempos y distancias, facilitador de mensajes y comunicaciones, símbolo de poder del Tahuantinsuyo, y hoy, potencial recurso de atracción turística. El pedacito del Cápac Ñan recorrido, nos dejó esa certeza.

De la revista El Labrador, mayo 2011.

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