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martes, 20 de septiembre de 2011

Autobiografía: EN LA TRINCHERA


 Por Nazario Chávez Aliaga.
Alumno de Segundo Año de Media del Colegio, me alisté en las filas de los "Voluntarios de Cajamarca". Se opuso mi padre a tal determinación y me ordenó que viajara al Huauco, inmediatamente. "Mi Patria antes que nada"; y me marché a Lambayeque, donde nos acuartelaron, sometiéndonos a un riguroso entrenamiento. Pasaron cuatro días y llegaron los "Voluntarios de Lima" con el Regimiento de Caballería N° 3, en el que viajó el alférez Manuel Prado, comandante del pelotón N° 1 de su arma.

Por esas raras coincidencias inesperadas me brindó su amistad el alférez Prado, uno de mis mejores amigos y protectores después. Cosas de la vida. El alférez Prado consiguió que yo pasara a servir en su Regimiento, consiguiéndolo de inmediato, y juntos marchamos de Lambayeque a la frontera, donde permanecimos cuatro semanas.

Con el alférez Prado y otros jefes recorrimos la frontera en toda su extensión, de día y de noche, haciendo guar­dia permanente. Sus conocimientos y su valor temerario llamaron la atención de la oficialidad del Regimiento, al que pertenecía. De pronto, se tuvo conocimiento de una Orden Militar Superior por la que se comunicaba a las fuerzas del Norte, que el problema fronterizo con el Ecuador, había sido resuelto favorablemente. Conjurada la situación, el alférez Prado y su Regimiento retornaron a Lima, y yo, regresé a Cajamarca.

Quien podía imaginarse que el alférez Manuel Prado, futuro dos veces Jefe Supremo de la Nación y Nazario Chávez Aliaga, futuro Secretario General de la Presidencia de la República, debieran estar juntos en la trinchera, jugándose la vida. Por eso, cuando Prado, candidato a la Presidencia de la República, supo que yo me encontraba preso en la Intendencia, dio un salto, tomó su sombrero y se constituyó a Palacio de Gobierno a pedir mi libertad al Presidente Oscar R. Benavides. Pedido que fue satisfecho a pocos días de haber sido solicitado.

Cuando salí de la Intendencia, un abrazo estrecho nos trajo el recuerdo de la promesa que hicimos en la trinchera. "Hola Nazario" —me dijo— a la lucha hasta el triunfo y más allá del triunfo". —Lo cumpliré y lo seguiré cumpliendo mi alférez. —Le dije— ¡Esa es mi consigna! ¡Triunfar!

De Autobiografía, Nazario Chávez Aliaga.

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