Como sabemos, Sucre, es uno de
los pocos distritos que tiene el privilegio de contar con dos valiosos predios:
El común y el Sauco, convertidos, desde el momento que pasaron a formar parte
de su patrimonio, en efectivos y potenciales pilares de producción y servicios.
Cuenta también, con el hermoso valle que se extiende por los distritos vecinos
y, en medio de topografía severamente accidentada, con algunas aéreas
relativamente fértiles y algunos ríos de uso moderado. Nuestro pueblo de Sucre,
antes Huauco, utilizando estos pocos recursos organizó un sistema de vida
familiar basado fundamentalmente en la producción agrícola, a la cual se
dedicaron con intensidad y de ella vivieron. Los dos predios mencionados,
sirvieron como fuente de ingreso para promover el desarrollo sobre todo
infraestructural y de apoyo social.
Por Tito Zegarra Marín.
Podemos decir que la
realidad sucrense desde el punto de vista socio económico fue, en muchos
aspectos, diferente a la que es hoy. No sólo pudo satisfacer por lo menos
medianamente la necesidad básica de la alimentación sino, y esto es lo
importante, estuvo en capacidad de servir productivamente a otras localidades.
No olvidemos que toda ciudad se desarrolla en la medida que sea capaz de servir
económicamente a las ciudades de su entorno. Por eso es que, hasta esos años,
contábamos con una significativa producción agrícola (maíz, frijol, zapallo,
cayua, papas, trigos, cebadas, y otros), con un dinámico mercado de abastos que
directamente atendía a los distritos de Oxamarca, Jorge Chávez, José Gálvez,
Sorochuco, Celendín y sus caseríos; con tiendas comerciales adecuadamente
surtidas, con posibilidades de usar parte importante de la mano de obra en
tareas familiares y otras, con una población creciente que mínimamente
emigraba, con conexiones fluidas y recíprocas a nuestros caseríos, con servicio
educativo eficiente y profesores respetables, entre otras cosas.
Esta importante etapa,
por factores externos e internos que en trabajos anteriores hemos analizado,
entre los que destacan el ingreso de la empresa lechera INCALAC y el reacomodo
vial y de mercado, entró en una aguda crisis. A partir de esos años se inició
una progresiva desarticulación de nuestra estructura socio - productiva, es así
como, se liquidó la producción de pan llevar, desapareció el mercado de abastos
y los servicios comerciales, se inició una fuerte oleada de emigración, se
debilitaron las instituciones públicas y privadas y, los recursos prediales de
El Sauco y El Común, con altos y bajos, casi quedaron a la deriva y sin ninguna
visión sobre su futuro.
El Sauco |
Por su parte, los
distintos gobiernos municipales, instituciones locales y la propia comunidad,
poco o nada pudieron hacer para evitar tal derrumbe. Por cierto no era fácil.
Se ingresaba a nuevos tiempos, tiempos de modernidad dirán algunos, en los que
se alentaba ponerse a tono con las exigencias propias de esa nueva era y de la
globalidad, es así como, se construyeron pistas urbanas, se dotó de energía eléctrica,
del servicio de televisión, teléfonos, etc., como muestras evidentes de una
faceta de desarrollo y que evidentemente son de utilidad. Sin embargo, aquella
hasta hoy irrecuperable capacidad de producir y dar servicios quedó
definitivamente alterada y el equilibrio socio económico cambió
substantivamente con las consecuencias que hoy observamos, perdiéndose de esta
manera una de las mejores oportunidades para encausar y consolidar el
desarrollo del distrito por esa natural senda.
Desde inicios de la última
década los Concejos Municipales de todo el país reciben de parte del gobierno
central asignaciones presupuestales mensuales que sin ser altas son
significativas; igualmente, en el Departamento de Cajamarca, todos los Concejos
Provinciales y Distritales reciben por concepto del canon minero (Yanacocha)
pequeñas pero importantes asignaciones mensuales. Teniendo en cuenta estas dos
nuevas fuentes de ingresos es que hemos perseverado ante los últimos Concejos
Municipales, aportando sugerencias y propuestas en varios casos para,
decididamente, reorientar y promover el desarrollo del distrito conforme a
aquella concepción que incide fundamentalmente en impulsar la capacidad
productiva, como única forma de efectivamente apostar por el desarrollo, y como
una nueva oportunidad para alcanzar ese objetivo.
Sin embargo, nada o
casi nada se ha hecho y se está haciendo en esa perspectiva. Sobre todo en este
último gobierno municipal, cuya labor, para nosotros, sigue siendo catastrófica
y no da para más. A manera de somera evaluación, los lectores recordarán que en
estas mismas páginas manifestábamos que las riendas del gobierno municipal
quedaban en manos de un ilustre desconocido, física y sentimentalmente
arrancado de su suelo y llano a servirse antes que servir, por lo que, su labor
se proyectaba como sombría e inoperante. Y no nos equivocamos.
Es así como y cuando
se cumplía año y medio de gobierno municipal y ante la ausencia clamorosa de
algún asomo de obras, el señor Alcalde, embelesado más bien en constantes
viajes financiados con fondos de la propia comuna so pretexto de cualquier
circunstancia nimia y en el disfrute amical, anunció entre bombos y platillos
que tenía en cartera cerca de 50 proyectos de desarrollo prestos a ejecutarse y
con los cuales sacaría a Sucre de su atraso. Algunos lo creyeron, pero nosotros
en estas páginas criticamos dicha artimaña. Y allí están los resultados:
absolutamente nada, sólo un burdo montaje y falta de respeto al pueblo.
El Común. |
No imaginamos que
sorpresa más nos tendrá reservada para el próximo año. Mientras tanto, el
esperado desarrollo del distrito sigue estancado, sin rumbo ni luz a corto
plazo. Cuesta creer que van pasando tantos años y no hay la mínima visión ni
capacidad para administrar productivamente esos dos importantes predios,
perdiendo oportunidad tras oportunidad en nuestro desarrollo. Los ingresos que
en promedio cuenta el concejo Distrital están por el orden de 55 mil soles
mensuales, provenientes del tesoro público, canon minero y en menor medida de
los recursos propios, cantidad ésta, que sin ser alta, hubiese servido para
poner bases sólidas y firmes en la construcción de nuestro desarrollo. Pero
nada de ello encontramos, sólo continuos informes de malos manejos económicos,
de rencillas internas y juicios pendientes, del abandono y remate del ganado de
los predios, y una sola calle pavimentada después de más de años de gobierno
municipal. Por ello, tiene toda la razón el pueblo de indignarse y de
preguntarse por el destino de esos, más o menos, 600 mil soles anuales que se
dispone.
En medio de este
cuadro calamitoso de manejo municipal y de frustradas oportunidades de
desarrollo, debemos rescatar el generoso y determinante aporte del Concejo
Provincial de Celendín a través de su alcalde, el profesor Adolfo Aliaga
Apaéstegui, consistente en una importante partida económica y apoyo técnico,
para la construcción de la hermosa piscina promovida por un grupo de inquietos
y perseverantes ciudadanos. Nuestra gratitud y homenaje por este invalorable
gesto. Mientras de fuera llegaba este valiosísimo apoyo, desde dentro, cuando
no, se pone trabas en la construcción y avance de esta obra. Así están las
cosas.
Una gestión municipal que
no sólo vive de espaldas a nuestra realidad, sino que se aprovecha de ella. Por
ello, es que seguiremos persistiendo (esperando) que ojalá, más pronto que
tarde, manos limpias y con acendrada vocación de servicio, cojan el timón del
gobierno municipal.
De la revista El Labrador mayo 2001.
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