Por: Dr. Andrés Vargas Cruz
Cuenta la historia que
en el distrito de Oxamarca, un cinco de enero nació un hermoso y robusto bebé al
cual le pusieron por nombre Homero Guerra. Un pintoresco, alegre y osado
personaje de mi tierra, que desde pequeño junto a su padre recorría la
accidentada geografía de pesados parajes pasando por la calurosa Cantange para
llegar colmado de negocios a tan bendita tierra de Sucre, fue así que se
acostumbró a tan largas caminatas para apoyar en el mantenimiento de su hogar.
Por ello desde pequeño nunca se amilanó ante tal o cual penuria y ese fue su
modo de vida.
Con el pasar del
tiempo cada vez admirando no sólo el paisaje de tan hermosa tierra, sino
también de sus mujeres quedando prendado de una de ellas, una bella joven de
nombre Zoila a quien desde el primer momento le juro su amor, denominándola
desde aquella época "mi muñeca" y así fue, muy a pesar de la oposición
del padre de Zoila, como se acostumbra por estos lares no le quedó más que
"robarla". Pero él ya de responsabilidad y con familia se las ingenio
para su sobrevivencia, con diversos oficios desde fabricante del "arrocillo", hecho de arroz, hasta
la de camalero, "matarife"
como él lo dice.
Tan alegre personaje
nos trae a la memoria con claridad mucha de sus anécdotas. Fue así que en una
oportunidad, en una de las festividades de su nuevo pueblo "el
Huauco", se encontraba libando licor junto a sus amigos y en su trajinar
embebido por el alcohol al escuchar una música se puso a bailar en pareja en
plena calle con su entrañable y reconocido amigo "Zeta", era harto su jolgorio que a cada momento en su alegre
baile y trabado en sus palabras repetía: -"U-LA-LAA"-. En señal de
alegría y continuaba bailando diciendo: - "U-LA-LAA"-, en alusión a
una propaganda de esa época de una marca de cerveza; fue así, que luego de los
días recordando los amigos al verlo lo llamaban a gritos: "ULALA" y
no se inmutaba en hacer caso por lo que tomó por sobrenombre "EL
ULALA".
Cuantas veces a solas
con su muñeca le echaba sus traguitos escuchando sus preferidas canciones del
momento y ya luego animado por los tragos tomaba de la mano a su
"muñeca" haciéndola bailar, claro no le faltaba energía hasta para
tirarse al suelo y continuar bailando con su pasos grotescos y chistosos que a
veces le provocaba una caída, pero como siempre simulando estar bailando, se
levantaba como si nada pasara para obviar la vergüenza de la caída. Y le repetía
a su muñeca "yo trabajo para el amor".
Tan generosa era su
alegría y la confianza con sus hijos que estos ya no le decían papá, sino
"Ulala". Tal vez un día no le pareció bien cuando recibió la llamada
de uno de sus hijos y le decía:
- "Ulala"
que estás haciendo- y éste casi lleno de enojo le reprendió diciéndole:
- Tú ya no respetas a
tu papá, mi nombre es Homero y a mucha honra‑
Pero ello no quedó
ahí, en esos días de festividad del pueblo, acudió al ruedo que se hacía para
la gran corrida de toros, se sentó con tranquilidad en uno de los palcos más
altos para tener una mejor visión y poder descansar un momento, cuando de
repente y con mucho eco se escuchó con fuerte voz en todo el ruedo de su amigo
Rómulo:
- U-LA-LAAA, que haces
por acá, vení de costa o sino por atrá‑
Fue tanto el silencio
sólo para escuchar esa voz que causó tanta risa entre todos los presentes, y a
"Ulala" se le escuchó decir:
- Ya estoy jodido que
puedo hacer, así será, ya me quedo como "Ulala"-
Se hizo tan popular el
sobrenombre que hasta algunos toros de lidia lo llegaron a denominar con el
nombre de "EL ULALA" en honor a su digna persona.
De la revista El Labrador, mayo 2011.
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