Un tono claro transparente
como los serranos cielos de Celendín, con versos sencillos cuyos temas son el
hambre, la desolación y la angustia existencial, pero llega la aurora para
teñir los tonos vivos de la esperanza, es decir para conducirnos al mañana
mejor que todos soñamos con la voz fraternal del poeta Jorge Wilson Izquierdo.
"Una de las más
reconocidas voces poéticas que nos viene es la de Jorge Wilson Izquierdo."
El nombre de este
poeta ligado al desarrollo cultural de Celendín, pueblo donde naciera un 28 de
agosto de 1941.
El poeta Jorge Wilson
laboró como docente en Chalán, Huañambra y Celendín, así mismo, ha ejercido el
periodismo en órganos de la región y nacionales.
Por la calidad de su
poesía llegó a formar parte de la Asociación-nacional de Poetas del Perú y a la
Asociación de Poetas de Cajamarca "APECAJ".
Por el aporte que este
hombre brindé a la cultura, el INC de Cajamarca y el Archivo Departamental dé
Cajamarca lo galardonaron con la medalla del reconocimiento y gratitud.
Así mismo fue
reconocido y premiado por diferentes instituciones entre las que cabe
mencionar: Municipalidad de Lima (1971) y Municipalidad Provincial de Celendín
(1983).
Por, si esto, fuera
poco el ISPP "Arístides Merino-, Merino de .Celendín le otorgó una
"Medalla de IJ Ciudad" por el Bicentenario de la fundación Española
de Celendín".
Actualmente este
prolífico poeta radica eh su lar natal de donde irradia la brillantez de su
verbo florido.
Entre la producción de
Jorge Wilson Izquierdo podemos anotar:
La leyenda de la Cruz
1965; Cráneos Profundos 1970; Sangre y Arrojo 1972; El Hombres Lejano 1973;
Marañón 1977; Celendín Poema 1981; Tempranías Modulares 1987, Mi canto de
Chalán 2000; entre otros.
MUCHO NIÑO, MUCHO MUNDO
Por Jorge Wilson Izquierdo
Niño del alba
recorre travieso la huella
de sílabas que recortando suspiros
sacan esperanzas.
Salta tu alegría melodiosa
la soledad praderal que subyace
orillando vientos. Resucita aguas
y boga en nubes que saben de cuentos...
quédate niño en nosotros
en fila,
corredores y en el patio
de La Feliciana, Pilco y Chupset
hasta cuando tus remos
permitan ese vuelo inmensurable
en pos del perdón que agoniza
en carne viva,
roca viva,
sangre viva. Al germinar de tartufos
en raíces pálidas de la orfandad...
Y quisiéramos arrancarte
siquiera por un día de esas nubes
lloradoras
hacia una paz de paces:
¡Fuera artesas en los lavaderos,
fuera pozas de maceración
del sarro de aguas sepulcrales
del terokal, o del alcohol
de tus verdugos impunes
que destruyen tu pobre integridad!...
Y se vaya poblando el universo
tan sólo de fanales encendidos
a dos manos en fe multitudinaria,
a dos manos gran oasis de amor...
Para ti, niño mío, es el mundo demasiado,
pasas famélico y triste
sediento aun de una voz de madre
y sin llegarte a nada. Nada
del fondo de Dios, de las almas
o del Hombre...
Espera todavía, por favor, espera,
ya renace mi otro corazón
para entregarte
y los dos morir en paz...
recorre travieso la huella
de sílabas que recortando suspiros
sacan esperanzas.
Salta tu alegría melodiosa
la soledad praderal que subyace
orillando vientos. Resucita aguas
y boga en nubes que saben de cuentos...
quédate niño en nosotros
en fila,
corredores y en el patio
de La Feliciana, Pilco y Chupset
hasta cuando tus remos
permitan ese vuelo inmensurable
en pos del perdón que agoniza
en carne viva,
roca viva,
sangre viva. Al germinar de tartufos
en raíces pálidas de la orfandad...
Y quisiéramos arrancarte
siquiera por un día de esas nubes
lloradoras
hacia una paz de paces:
¡Fuera artesas en los lavaderos,
fuera pozas de maceración
del sarro de aguas sepulcrales
del terokal, o del alcohol
de tus verdugos impunes
que destruyen tu pobre integridad!...
Y se vaya poblando el universo
tan sólo de fanales encendidos
a dos manos en fe multitudinaria,
a dos manos gran oasis de amor...
Para ti, niño mío, es el mundo demasiado,
pasas famélico y triste
sediento aun de una voz de madre
y sin llegarte a nada. Nada
del fondo de Dios, de las almas
o del Hombre...
Espera todavía, por favor, espera,
ya renace mi otro corazón
para entregarte
y los dos morir en paz...
De la revista El Labrador mayo 2005.
Fotografía(Jorge Wilson a la entrada de su barrio, El Cumbe.) y poema tomadas de La Espina de Maram.
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