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lunes, 4 de junio de 2012

Anécdotas: EL NIÑO Y LA DINASTÍA SILVA.

Por: Sachama.

Existía en el distrito de Oxamarca, allá por los años 1950 un niño muy precoz y en los estudios, muy bueno para satisfacer a las expectativas de su "Maestro" Gerundio Silva estudiaba en los pocos libros que estaban a su alcance; por eso el alumno Olimpio, cada vez que era preguntado por el referido "Maestro" contestaba; lo que hacía que el Profesor, sacaba pecho, diciendo: Estos son los alumnos a los que les enseño. Sucede en una de esas semanas en que los múltiples trabajos en casa de Olimpo se habían multiplicado y cuando fue a la escuela, fue al primero que le preguntó el tal "Maestro" Gerundio, al no contestar Olimpio, el profesor, monta en cólera le da una tanda de varillazos, que el escuálido alumno Olimpio, lo dejó pa' caldo. De todas maneras termina sus rimeros años de estudios en su tierra Natal y cuando ya se acercaba el tiempo de las matrículas, para el cuarto año: limpio rompiendo el miedo y respeto; le pide por favor que lo trasladaría al Centro Escolar de Sucre; cuán grande sería la noticia, cuando su padre oye las suplicas de su hijo, las que son aceptadas y le dice: hijo este año te voy a matricular en el centro Escolar de Sucre; allí me cuentan que hay buenos profesores y yo quiero que tú fueras otra cosa. Olimpio, saltó de alegría y en sus adentros se decía ahora sí ya me salvé del Maestro" varillador.

Don Eleuterio Vega, prepara su viaje con su vástago y comienzan los preparativos, para la despedida del alumno precoz; llega el día de la partida, se despide de los cumpas y se dirige hacia el afamado Centro N° 83 de Sucre, donde los profesores en su afán de sobresalir al cual más preparaban sus clases, para luego ir a enseñar a sus alumnos. Los alumnos: alegres recibían las enseñanzas con mucho fervor. Olimpio llega al 83, acompañado por su señor padre; Don Eleuterio muy contento de dejar en manos de Profesores probos bajo la dirección del Profesor Willy, éste lo recibe muy atento y le dice a Don Eleuterio: Que suerte tiene vuestro hijo, porque su Profesor va ser uno de los más destacados de este plantel, me refiero al Profesor Onorio Silva. Se despide el Señor Eleuterio y el Señor Director, toma de las manos Olimpio y lo lleva a la sección en que enseñaba el Profesor Onorio Silva; este lo ubica en una de las carpetas mejor situadas. Olimpio, sin conocer a nadie; todavía muy arisco, se sienta y comienza la clase; termina esta y salen al recreo. Olimpio, hace migas con los sucrenses estos, lo aceptan, se confunde con ellos, demuestra sus habilidades deportivas, con las que compra a los más de la sección. Uno de esos días el Profesor Onorio Silva, le hace una pregunta a Olimpio sobre una de la materias enseñadas en días anteriores, a lo que Olimpio no le contestó nada, porque todos los días se había dedicado a jugar, dejando el estudio a un lado; el profesor al darse cuenta que no sabía; le aplicó un tanda de varillazos, las que lo hacían bailar como a un trompo. Terminado este incidente; Olimpio, se preocupaba ya por los estudios y pasa el año son repetir. Don Eleuterio llega a Sucre en Diciembre, para saber cómo ha salido su hijo en los exámenes.

Sacando pecho sale Olimpio a recibir a su Padre y le dice: he pasado de año Papacito.

Otra vez Olimpio como pidiéndole premio a su pasada de año, le dice a su padre, si me quieres y como tú dices que deseas que fuera otra cosa; para el próximo año trasládame a Celendín, Don Eleuterio, ante tanta súplica y dándose cuenta que su hijo quiere superarse, le dice; vamos a Oxamarca y ya pensaré.. Llega el mes de las matrículas: Don Eleuterio, ensilla su macho fino y se dirige a Sucre a sacar sus certificados, con los que va a Celendín y matricula a Olimpio en el Centro Escolar de Celendín. Comienza los estudios y este año será su profesor Saulo Silva; Olimpio mentalmente dice: ¡Otro Silva! Como será éste. No se equivocó, porque el profesor Saulo Silva era corregido y aumentado; porque éste, por quitarme esta paja aplicaba a los alumnos unas tandas consistentes en unas jaladas de orejas y lapos en fin, lo que le venía en gana. Olimpio entró a clase, muy atento sigue sus explicaciones del Profesor, entendiéndoles una veces y tras no Maestro Saulo Silva, lo interpeló a Olimpio, éste titubeo un poco, a lo que el Profesor Saulo Silva, de un solo soplamocos lo hizo ver un montón de estrellas; Olimpio otra vez, reniega de su suerte, porque dice, porque a él y no a otro alumno tiene que hacerle esas preguntas.

Llegó a la conclusión que su destino estaba marcado, para que la dinastía Silva, le diera donde duele y tatuando si espíritu de aquel niño precoz Oxamarquino pero todo esto fue para su bien, porque en la actualidad es un hombre de bien y en él se hizo realidad el dicho que: "Con sangre entra la letra".

Del Libro IRIKANA, Sachama. Págs. 5 a la 8.

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