Escribe Pompeyo Silva.
En la Chichería de
"LAS AGUIRRE", casi todos los días sábados por la tarde, los clientes
armaban grandes desórdenes. En una oportunidad le propinaron una tremenda
paliza a un parroquiano; como el Dr. Teófilo Rocha y su sobrina Chepita estaban
alojados en casa de Don Diogénito la esposa de la víctima fue a visitar al Dr.
Rocha para que dé un certificado del estado del golpeado. El Dr. Rocha llamó a
la sobrina para que escriba lo que él le iba a dictar. Chepita al oír que el
Dr. Rocha decía: "el señor Nepomuceno presenta una herida contusa en el
parietal derecho le interrumpió
diciendo: ¿Cómo cree Ud. tío que esta tremenda herida le pueden haber hecho con
una tusa? La esposa del herido agregó: si pué doctorcito, la niña tiene razón,
no lo han hecho con una tusa sino con su bastón de Layo.
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En casa de Don José
Manuel Rocha, no faltaban paisanos pensionistas que estudiaban en el Colegio
"San Ramón". En una oportunidad, luego del examen final de diciembre,
a la hora del almuerzo, uno de los colegiales dijo: "Fíjese Señor Rocha,
el fulano, un burro, ha salido invicto; el mengano, otro burro, ha salido
invicto; el zutano, otro burro ha salido invicto; y yo, señor Rocha, he salido
con 3 cargos. El dueño de casa contestó: "Si pué hijito, el que sabe,
sabe, aunque sea un burro".
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Antiguamente los
colectiveros de Lima, al llegar a las esquinas, sacando la mano, anunciaban a
donde iban. En cierta oportunidad Don Hernando Velásquez estaba conversando con
su hermana mayor, en la esquina de la. Avda. Arica con Alfonso ligarte. Al oír
que el colectivero dijo: ¿Magdalena?; le contestó: no señor; mi hermanita se
llama Lucila Velásquez.
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Contaba Rafael Rocha
que don Manuel R. Marín acostumbraba apoyarse en la pizarra (de las que tienen
un eje al centro) antes de escribir en ella; que en una oportunidad él aflojó
los ejes laterales de la pizarra, mucho antes de la clase; que como de
costumbre el maestro luego de pasar lista se apoyó en la pizarra y ésta cayó
con maestro y todo, provocando la risa del alumnado; Don Manuel al incorporarse
exclamo; ¡ese Rafael! ¡Ese Rafael! Y Rafael recibió los palmetazos de
reglamento.
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Aladino Chávez
Sánchez, se ganaba la vida trabajando como artista polifacético; pues era
ilusionista, comerciante y mago; como tal recorrió gran parte del Perú y
algunos países vecinos; en cierta oportunidad visitó Arequipa, donde repartió
volantes anunciando que era vidente y que adivinaba la suerte en el Hotel Siglo
XX de 2 a 5 de la tarde. Cuando estaba esperando la visita de clientes, vio que
un policía caminaba en dirección al hotel; cuando llegó, arreglaron los honorarios
y empezó su trabajo con el siguiente diálogo:
— ¿Ud. es del norte, no?
— Sí señor.
— ¿De Cajamarca, no?
— Sí señor.
- ¿De Celendín, no?
— Sí señor.
— ¿De Huacapampa, no?
— Sí señor.
- ¿Junto a su casa hay un pozo debajo
de un sauce, no?
- ¿Y cómo sabe usted tanto, Señor?
- Porque soy tu primo, pué so bruto.
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Del Boletín informativo de la Asociación
Celendina, setiembre 1991, Lima Perú.
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