A las nueve de la
mañana de un luctuoso jueves 28 de noviembre del 2008, repentinamente dejó de
existir Mardonio Sánchez. Días antes de su sentido deceso, sin presentir su
partida o quizás sintiéndola, lamentaba con murria la muerte de su amiga María
Rita y de su compadre Elvidio Horna.
El loco (así lo trate
en vida y así quiero tratarlo después de muerto) era un hombre avispado, fenomenal,
agudo, lenguisuelto, inquieto y trashumante, será recordado, además de artista,
como un luchador resuelto, decidido y tenaz, como un hombre que vivió con
alegría, amó con ternura y odió con la fuerza de un martirio, pero sin llegar a
la venganza, ni a la bajeza.
Su amor sincero por
Sucre, su amistad inmarcesible, sus concejos, el reconocimiento de sus errores
han hecho de él una vida imitable. Músico sinfónico, con estudios en el
conservatorio nacional de música, fue maestro de clarinete con reconocimiento
extranacional por esta razón y no por otra viajó constantemente al Ecuador. La
orquesta sinfónica de aquel país lo tuvo entre la galería de sus músicos
extranjeros y últimamente tocó para una orquesta privada de esa misma patria
ecuatoriana.
Mardonio vivió en
constante alegría, porque era artista, amaba el arte y el sol del entusiasmo lo
iluminó con todo su esplendor.
Sé que al escribir
este artículo estoy rindiendo honor a la amistad sincera que cupo en este
hombre y sé también que hago una limosna a los charlatanes, que doy alimento a
los cazadores de mendrugos que no olvidan por mezquindad algún triste pasado
que mi buen amigo, los ha pagado con creces.
"Soy artista, por
eso tengo el defecto de ser sensible", solía decir ufano, pues era fácil
de emocionarse, tenía un amor ardiente y un deseo ferviente por el desarrollo
de su pueblo; por este desbordante amor hacia su pueblo, se inscribió como
precandidato a la alcaldía de Sucre el año 2006, por la ignominia de amar a su
pueblo, algunos candidatos carentes de ideas filudas lo atacaron con palabras
filosas.
Ya lo he dicho en otro
escrito, con el loco he tenido una enorme amistad y hemos tenido una afición
común: La lectura y los libros.
Lo apasionaba la
lectura de los clásicos, Crimen y Castigo de Dostoievski, los Miserables de
Víctor Hugo, La guerra y la Paz de Tolstoi, Quijote de Cervantes y por supuesto
las novelas del divino Vargas Vila.
En su nueva morada a
la que partió en silencio y con aquella prisa con que vivió, debido a su carisma,
ya hecho amistad con las almas de Gorki, Hernán Hesse, Kafka, Zola, Borges y
otros grandes de la literatura universal que le dieron a través de sus libros,
fuerza y humanidad, esta también al lado de Beethoven el músico de su
predilección tocando sus divinas sonatas.
Desde su nueva morada está
velando por su amada Marina, por sus hijos y por su tierra que tanto quiso y
por la que combatió sin descanso pero está no lo entendió así. Descansa en paz
Mardonio lejos de tu pueblo y de esa estulticia gobernante que nos deshonra.
De la revista Eco Sucrense N° 5, noviembre
2009.
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