Por Burnam.Schaa.
UN MISTERIO ESCONDE la enorme antigüedad de la
civilización andina hoy en día al igual que los relatos de fantasías ocultaron
al inca dorado en el siglo XVI. La civilización andina parece ser algo de un
enigma, como las antiguas culturas egipcias, un misterio que siempre nos invita
a explorar la persistentemente hermosa tierra del inca.
¿Quién no ha sentido
en la niñez la emoción de una aventura mítica como la Odisea de Ulises, las Noches
Árabes, los viajes hacia el espacio sideral o hacia el centro de la Tierra?
Estas aventuras parecen muy fabulosas para que le sucedan a una persona común
en el mundo cotidiano. Pero estamos equivocados, ya que una aventura de este
tipo le sucedió una vez a un soldado español común. La experiencia fue como que
se cayera de una estrella desconocida, para encontrarse uno mismo de repente en
un planeta recientemente descubierto, habitado por "dioses" vivientes
en trajes dorados rodeados por todos los avíos de una civilización avanzada.
Así, el destino de soldados y misioneros españoles comunes fue transmitir tal
experiencia a la posteridad.
No es un secreto
histórico que este esplendor descubierto fue destruido sistemáticamente. En una
codicia devoradora por oro y dentro de la ratificación del fanatismo, el
ejército de Pizarro a comienzos del año 1530, aniquiló a los incas, los últimos
gobernadores en una larga estirpe de culturas andinas. Los conquistadores
recibieron un mundo vasto, resonante en plena fiebre creativa; ellos no dejaron
otra cosa que un mundo rebosado de escombros. Pero antes de asegurarnos de que
esto es solamente un ejemplo aislado de destrucción, consideremos las
monumentales ruinas que aún están siendo desenterradas en alguna parte del
mundo hoy en día. Por ejemplo, ¿Qué soldadesca fanática, qué hurtadores de
tumbas, del pasado que se desvaneció, saquearon las civilizaciones vibrantes
que crearon las pirámides escalonadas de Egipto o erigieron los antiguos
círculos de piedra de la Europa Céltica?
Pronto la codicia
insatisfecha se vuelve tediosa cualquiera que sea la escena histórica, y la
búsqueda desafortunada del legendario El Dorado del Perú terminó, sólo para ser
reanudada por los arqueólogos en el siglo XX. Como Rudyard Kipling, un
novelista popular diría: "¡Algo está escondido! ¡Vayan y
encuéntrenlo!" Un nuevo entendimiento y una nueva civilización surgirán
siempre como el ave fénix; este ritmo de creación, destrucción y reconstrucción
es una canción eterna de lo Cósmico en sus esfuerzos incesantes por ser.
En el tiempo de la
conquista española a comienzos del siglo XVI la cultura incaica dominó un
imperio progresista que se extendió hacia el exterior como los rayos de una
rueda desde el centro sagrado, Cuzco, la ciudad del Halcón Imperial o Inca. A
través de una extraordinaria cadena de caminos parcialmente pavimentados, los
gobernadores incas sucesivos controlaron un imperio vasto centrado en el Perú,
extendiéndose desde el Ecuador actual por el Norte hasta el centro de Chile por
el Sur. ¿De quién recibieron los incas su herencia? Quizás antes de ocuparnos
más a fondo de la ciudad perdida de los incas, sería útil revisar brevemente
los períodos, aún más ilustres, de la civilización andina que les precedió.
Evidencia Arqueológica
El pueblo norteño
Chanchán del período clásico Mochica (800-1000 A.D.) llevó el arte de la
cerámica a su más bello florecimiento, aunque su arquitectura fue construida
con bloques de adobe menos durables. Los primeros prototipos de Chavín y
Chachapoyas parecen ser imitados en las ciudades de Huari, al Sur en el Perú,
en Tiahuanaco al extremo Norte de Bolivia, el centro mítico de la civilización
incaica. Los restos escavados de los caminos preincaicos existen también cerca
de las fortalezas en las montañas de Chachapoyas. La gente de Chanchán en el
valle de Moche trabajaron en estas hazañas de ingeniería, añadiendo acueductos
de piedra, que aún se usan en la actualidad, para la irrigación de sus cosechas
en el desierto.
El período clásico
Mochica fue verdaderamente la edad de oro del Perú. Construyeron centros monumentales
y decorativos con fines religiosos y políticos. Afortunadamente, la arena
cubría muchos de éstos a la llegada de la conquista española. No obstante, las
dos pirámides de Moche, antes gigantescas, los templos del Sol y de la Luna,
destruidos deliberadamente por hidrólisis en el siglo XVI, permanecen todavía
como las estructuras más impresionantes del período clásico. Aunque la Huaca
del Sol está destruida en dos terceras partes, los arqueólogos de hoy especulan
que ésta puede haber estado construida en forma de cruz.
El último de los
imperios peruanos parece ser el imperio inca. Se dice que los comienzos míticos
de los incas tomaron lugar a través de la Puerta del Sol en Tiahuanaco, una
ciudad a orillas del Sur del Lago Titicaca, en lo alto de los andes bolivianos.
La historia incaica puede ser reconstruida hasta el 1100 A.D., a la fundación
de su ciudad imperante del Cuzco, considerada como la sede sagrada del Halcón
Imperial o Inca. En el presente, Cuzco se extiende a lo largo del suelo fértil
de un valle montañoso de los Andes a 4000 m. de altitud. Los incas construyeron
el camino más largo y más importante en el mundo antiguo que abarcaba 3200 km.
desde el Norte de Chile hasta Quito, Ecuador. La excelencia de este camino y
otros encadenando los cuatro cuartos del reino de los incas fue paradójicamente
la causa misma que hizo posible que una banda relativamente pequeña de
conquistadores piratas localizara la capital tan rápidamente y con el tiempo
redujera a escombros todos los signos visibles de la civilización incaica.
Sin embargo, y
afortunadamente para la posteridad, el último gobernante inca huyó del Cuzco
para refugiarse en los casi inconquistables picos cercanos, cubiertos de nieve.
A pesar de que este último inca y sus tres hijos restantes fueron estrangulados
con garrote mientras se aventuraban uno por uno a tratar de recuperar el Cuzco
sagrado, su refugio escondido nunca fue hallado por los conquistadores o por
aquéllos que siguieron buscando el legendario El Dorado del Perú.
Luego, 350 años
después, un joven profesor de la universidad de Yale mientras visitaba el Perú,
se interesó en los cuentos nativos de la ciudad perdida de los incas. Hiram
Bingham en 1911 empezó a descubrir el lugar oculto de Vilcabamba, la legendaria
ciudad perdida, situada en la cumbre de una espléndida masa de granito aflorada
en la montaña Machu. Machu en el idioma quechua significa "La Antigua
Cumbre". Vilcabamba se hizo conocida como Machu Picchu. Mucha controversia
sobre la historia de esta extraña ciudadela, tan remota e inaccesible, continua
estimulando interés. Indudablemente, es evidente para el ojo del espectador que
Machu Picchu puede haber sido construida por una cultura anterior a la de los
incas. La apariencia uniforme de los refinamientos graduados en mampostería de
piedra suscita preguntas naturales, así como lo hacen las dificultades
inherentes de llevar tierra desde lejos para llenar los andenes formados con
piedra.
Después de la partida
de los miles de turistas diarios, los pocos que tienen el privilegio de pasar
la noche en Machu Picchu se quedan impresionados por la quietud resonante de
una civilización perdida. Unos cuantos pueden ver aún la ciudad, como el
antiguo mensajero inca lo hizo, desde el sendero escarpado que se orienta desde
el portal del Este a través del cual los rayos del Sol tocan el altar del Sol
en la ciudad bajo sus pies. (Ver fotografías No. 2 y 3).
En la cima de la
pequeña montaña piramidal, elevándose hacia el lado norte de la Plaza Sagrada,
se yergue una roca de una sola pieza finamente trabajada que muestra la base en
forma de un rectángulo extrañamente diseñado. Uno de sus lados consta de gradas
angostas, y sobre el nivel de la superficie de su cara superior se halla una
protuberancia de piedra.
Se han contado muchas
historias acerca del significado de esta roca, pero no se ha hecho todavía un
estudio satisfactorio. Algunos la imaginan como un altar de adoración al dios
Sol, mientras otros la consideran un observatorio solar. La última observación
es más aceptable, ya que desde este lugar ventajoso, los astrónomos indios
podían ver la salida y la puesta del Sol. Es interesante que una de las
esquinas de este "altar" de roca señala directamente al Norte. Este
hecho puede indicar justamente que ahí existió una civilización altamente
avanzada capaz de determinar el norte geográfico de la Tierra.
El altar del sol Fotografía 3. |
Los quechuas, los
descendientes de los incas, llaman a este altar Intihuatana, "la columna
para atar al Sol". Inti significa Sol; Huatana, pilar para atar. Huata
significa también año, otro factor que se agrega a la teoría de que este lugar
fue una vez usado como observatorio solar.
Una legendaria ciudad
perdida de los incas ha sido descubierta; sin embargo ésta parece simplemente
haber ahondado el misterio. ¿Quiénes fueron los constructores originales? ¿Por
qué construyeron una ciudad de montaña en las nacientes del poderoso Amazonas?
Quizás como místicos podemos viajar a través de la imaginación hacia los anales
de la prehistoria y "viendo" así, llegar a redescubrir y luego
revelar un pasado glorioso y triste.
*A veces se ha sostenido que los pueblos
precolombinos de los Andes no tenían escritura y que dependieron totalmente de
los quipus, su sistema mnemónico de cuerdas de varios colores y diversos nudos.
Pero, según un artículo escrito en 1956 por el Dr. G. H. Francis del Museo
Británico de Historia Natural, existen numerosos ejemplos de petroglifos en
todos los lugares del Perú. Indudablemente los petroglifos son formas toscas de
escritura; sin embargo, una escritura más desarrollada con caracteres definidos
fue hallada por el Dr. Francis grabada en placas colocadas en las paredes del
templo-castillo de Chavín de Huántar.
De la Revista El Rosacruz,
septiembre 1982.
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