Por Tomás Unger.
Vale su peso en
oro", "tiene corazón de oro", "oportunidad dorada",
son sólo algunas de las frases que reflejan el significado que tiene el oro
para el hombre. Estas frases son universales y hoy en día no existe rincón del
mundo donde el oro no tenga valor. Hay que precisar el concepto de
"valor" y, sin entrar en sutilezas que corresponden a los
economistas, basta con decir que con oro se puede comprar bienes y servicios y
que dentro del complejo sistema monetario mundial es un parámetro siempre
válido.
Hasta tiempos
recientes, sin ir muy lejos, en el siglo pasado, el oro era el patrón internacional
y se usaba en transacciones diarias, así como la plata. Denominaciones tales como
"libra" tienen su origen en el peso del metal. Sin embargo, el oro es
una paradoja, pues es de relativamente escasa utilidad y en las pocas funciones
que se le asigna en la industria puede tener sustitutos. El oro no se consume,
se guarda. Por razones muy diversas, pocas de las cuales son explicables sin recurrir
a la psicología, el hombre desde hace milenios ha depositado su confianza en
este metal amarillo, de características muy peculiares. A pesar de que la gran
mayoría de la humanidad posee algo de oro, aunque sea en cantidades muy
pequeñas, son pocos los que se han preocupado de saber qué es y cuáles son las
características que lo hacen, único.
El elemento
El oro pertenece al
grupo de los llamados "terceros metales de transición" (junto con el
cobre, el zinc, la plata, el cadmio y el mercurio) y es el menos activo (químicamente)
de todos los metales. Debido a esto, se combina muy difícilmente con otros
elementos, por lo que se encuentra puro en estado natural. Por ser uno de los
elementos más pesados, con un peso específico de 19.33 (más de 19 veces más
pesado que el agua), ha percolado en arenas, rocas, arcillas y hasta elementos
orgánicos. En ínfimas cantidades, el oro está presente en el agua del mar, en
árboles, cuernos de venados y hasta es posible encontrar trazas en el pelo
humano. Sin embargo, el oro no es abundante en forma fácilmente recuperable, lo
que es tal vez la característica más importante entre las que le han dado su
posición única entre todos los elementos.
El oro, cuyo símbolo
es Au (del latín Aurum), es el número 79 de la tabla periódica de los
elementos, con un peso atómico sumamente estable y características físicas muy
peculiares. Cuando puro, el oro se licúa a los 1063 grados centígrados y hierve
a los 2600 grados centígrados, produciendo un vapor rojo. Es sumamente blando,
entre 2.5 y 3 en la escala Mohs (más blando que el plomo) y es el más dúctil y
maleable de los metales.
Un pelo de tres kilómetros
La ductibilidad y
maleabilidad del oro son dos características que lo han hecho el metal
preferido de artesanos y artistas desde la antigüedad. La ductibilidad es tal
que con un gramo de oro puede hacerse un hilo de más de 3 Km. de largo, el cual
se mantiene integro debido a otra característica peculiar de este metal, que es
su enorme resistencia a la tensión (1,426 Kg/cm2). La maleabilidad del oro
permite convertirlo en películas muy delgadas que alcanzan apenas un
cienmilésimo de milímetro (0.00001), lo que permite usarlo en grandes
extensiones a bajo costo. Otra característica del oro es su conductividad
eléctrica.
Estas diversas
características físicas han dado lugar a algunas aplicaciones industriales del
oro, donde pequeñísimas cantidades sirven al propósito deseado. Tal es el caso
de los vidrios térmicos, destinados a filtrar los rayos solares, a los cuales
se aplica una delgadísima película de oro, diluyéndolo en aceite, el que se
hace hervir de modo que el oro queda pegado al cristal. Esta película tan delgada
tiene la virtud de filtrar la luz, dando una iluminación verdosa y más fría al
reflejar parte del espectro infrarrojo. Es por esto que los cascos de los astronautas
se ven dorados, pues están recubiertos de una película filtrante de oro que los
protege de la intensa radiación solar en el espacio exterior.
Otro uso del oro es en
ciertos circuitos electrónicos (computadoras y calculadoras) donde pequeñísimas
trazas del metal sirven para conducir corrientes de mínima intensidad. Un uso
más intenso del oro es en la odontología, donde funciona en amalgama para tapar
cavidades, ya que debido a su inactividad química y blandura se comporta casi
igual al diente o muela natural. Pero todo el oro utilizado con fines prácticos
representa una mínima fracción del oro extraído por el hombre, cuya gran
mayoría se dedica simplemente a "ser oro", ya sea en joyas, monedas,
lingotes o barras.
Un cubo de 16 metros de lado
El hombre ha buscado y
guardado oro desde hace no menos de 6,000 años, y desde aquel entonces se
calcula que ha extraído unas 80,000 toneladas, de las cuales casi la totalidad
está guardada en posesión de alguien.
Esta cantidad de oro,
equivalente al desplazamiento de un petrolero chico, representa un volumen
equivalente a un cubo de aproximadamente 16 metros de lado (del alto y ancho de
un edificio de 5 pisos).
Pero la mayor parte de
este oro ha sido extraído después del descubrimiento de América. Se calcula que
entre el año 1500 y 1600, el 800/o de la producción mundial vino de Colombia y
hasta aproximadamente el ario 1850, la mayor parte del oro provenía de la
América Latina. En 1850, la producción se incrementó notablemente al
descubrirse oro en California y Australia. A fines del siglo pasado y hasta el
año 1915, se incorporaron a los productores de oro Alaska, el Yucón en Canadá,
y Transvaal en África.
A pesar de que el oro
se encuentra en su mayoría en forma pura, también se da en minerales: el
sulfuro y el mineral calverita, combinado con telurio. Hoy en día el principal
productor es Sudáfrica, de cuyo mineral aurífero (que produce una onza por cada
2 1/2 toneladas) el oro es recuperado por el método del cianuro. Este método
disuelve el oro, formando una solución de cianuro, al cual se añade polvo de
zinc que precipita cianuro de zinc, dejando un polvo aurífero. Las impurezas
son separadas en una colada con bórax, que produce oro puro asentado por
gravedad. El producto final es un botón de oro con 100/o de plata (presente en
el mineral original) la que es separada en la refinería para dar un oro de
99.60/o de pureza.
Oro en joyas
La mayor parte del oro
está guardada en bóvedas como, por ejemplo, la del N° 33 de la Calle Liberty en
Manhattan, Nueva York, donde el Banco Federal de Reserva de los Estados Unidos
guarda 16,000 toneladas (20 0/0 de todo el oro producido en la historia de la
humanidad) para diversos clientes, entre los cuales hay bancos y países. Otras
bóvedas guardan grandes cantidades de oro en Suiza, Sudáfrica y en el famoso
Fort Knox de Kentucky, donde se almacenan las reservas del Gobierno americano.
El resto del oro, con excepción de la pequeñísima cantidad que es usada para
filtrar calor, llevar corriente y tapar muelas, es usado en joyería.
Desde adornos de la
antigüedad, que forman el tesoro de museos, hasta los anillos de compromiso y
medallas conmemorativas que se fabrican todos los días, el oro adopta las más
variadas formas, cubre los techos de pagodas en Birmania, adorna el salero del
Rey Francisco I de Francia, hecho por Benvenutto Cellini, gorras ceremoniales
de los reyes tribales de Ghana, máscaras de Buda, pulseras de reloj y dotes
colocadas en forma de cadenas en el cuello de mujeres de varios continentes.
Pero para ilustrar
cuál es el uso más frecuente del oro basta decir que en los Estados Unidos, el
país que más dinero tiene en el mundo, la mayor parte del oro es empleada en
joyas y éstas son: anillos de graduación de los colegios y universidades, que
son los principales consumidores de oro en ese país.
Quilates en tres colores
A través de los años,
para dar más interés a sus obras, los orfebres descubrieron que el oro podía
mezclarse con otros metales, lo cual altera su color.
Aunque el oro para
transacciones comerciales ha sido tradicionalmente puro, siempre incluye una
mezcla de otro metal (generalmente cobre) pues puro es muy blando, lo cual ha
dado lugar a una medida de pureza: el quilate. El estándar británico, con el
cual se ha fabricado las monedas de oro de ese país, es de 22 quilates, oro
rojo de 91.67°/0 de pureza. Alemania, Italia y los Estados Unidos, entre otros,
utilizan el estándar de 21.6 quilates.
La mezcla de otros
metales altera el color del oro. El oro, rojo (como el estándar británico) debe
su color al cobre. A más cobre, más rojo. El oro más amarillo es el puro, aunque
generalmente el amarillo contiene algo de plata para darle mayor dureza. El oro
blanco de los joyeros contiene generalmente platino y paladio, una mezcla muy
utilizada es 63 0/0 de oro con 25°/a de platino y 12 0/0 de paladio. Una
aleación de oro con 20 0/0 de aluminio produce un hermoso metal púrpura, pero
su uso en joyería es muy limitado, debido a que resulta sumamente quebradizo.
Lo tangible intangible
A pesar de que es
fácilmente comprobable que la inmensa mayoría del oro no tiene ningún uso ni
aplicación práctica, éste sigue siendo el metal más codiciado. Se podría llenar
libros con hazañas, crímenes, crisis, tragedias y cambios en los destinos humanos
que ha causado el oro. Hace poco más de 15 años hemos visto un cambio
sustancial en el papel que el oro juega en las finanzas mundiales, cuando ha
dejado de ser el patrón de respaldo de las medidas. Sin embargo, el oro ha aumentado
su precio apenas fue descontrolado y nada hace prever que pierda su valor. Cuando
le preguntaron al Presidente de la Corporación Anglo-Americana de Sudáfrica,
que produce 3 de cada 10 barras de oro del mundo occidental, qué le da su valor
al oro, dio la siguiente respuesta: "Su único valor real es que la gente
lo quiere".
Así, el metal
amarillo, pesado, brillante, maleable y dúctil es el objeto tangible en que a
través de milenios el hombre ha depositado y sigue depositando uno de sus
sentimientos menos tangibles: la confianza.
Del libro Ventana a la Ciencia, Tomás Unger, tomo
3.
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