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sábado, 14 de julio de 2012

EN LA NATURALEZA ESTÁ LA FELICIDAD

Por Silvia Bazán Zurita.
La noche lo ha cubierto todo y yo me siento un ser único sobre la tierra, tendida en la hierba, mirando al cielo. En verdad no vi nada al principio; solo aspiré hondo como para atrapar dentro de mí y para siempre, esa sensación de plenitud, con el ambiente impregnado de un olor a tierra húmeda, después de un aguacero en la sierra.

De pronto, la luna descubrió ligeramente su velo y se deja ver. También se deja ver una estrella y pienso que la primera estrella fue pintada por Dios en el firmamento; y yo, como antes, como cuando era niña, le pedí a la estrellita un deseo: "Quiero la felicidad"; pero aparecen muchas más estrellas como queriendo distraer o arrebatar mi deseo, pero yo siento que ya empiezo a lograrlo, aquí mirando el cielo de Cajamarca que siempre fue generoso, que da descanso, y que significa poesía y acaso la felicidad.

Tal vez me dormí, o tal vez no, pero sin sentir el paso del tiempo he pasado toda la noche recostada en la verde alfombra del pasto, admirando la belleza natural. Los primeros rayos de sol acarician mi faz, y me parece que derraman una cascada de felicidad en entorno. Y sigo admirando las maravillas de mi tierra, él sol , ya desperezado, reina esplendoroso sobre toda la tierra. El rojo intenso de la flor de la cantuta descansa en un rincón del paisaje, simbolizando un canto al amor. Algunas retamas bordean el estrecho camino, y sus pequeñas florecitas doradas iluminan y alegran el alma, como lamparitas. Y yo me pregunto si en ese pequeño camino encontraremos las pequeñas alegrías de la vida, que nos dan felicidad. Eucaliptos majestuosos se divisan en la lejanía y sus troncos erguidos parecen alcanzar el cielo. Avecillas diversas vuelan alegres y susurran entre los árboles. ¿Será, de pronto, que en esos bosques se esconde la felicidad?

Una mariposa revolotea a mí alrededor, con sus alitas multicolores, y sentí en su vuelo una brisa de ilusión dentro de mí. ¿Por ventura es la felicidad? Muy cerca veo pencas y cactus, y sus espinas encantadas me parecieron los espejos rotos del alma adolorida pero valiente en su lucha contra la adversidad. ¿Será que en ellas también se cobija el secreto de la felicidad?

Un murmullo conocido me hace voltear y ver las cristalinas aguas de un río. La flor de papa, hermoso símbolo de la fecundidad de la tierra, resalta en los verdes campos, derramando con sus brillos azules un poquito de felicidad.

Envuelta en el encanto del paisaje, casi místico, pintado por la mano de Dios, pensé que es bueno tenderse en la tierra a contemplar el cielo, que es bueno andar por los caminos en busca de la felicidad. El trino de los pájaros será una canción en nuestros oídos, las retamas anunciarán nuestras doradas alegrías, la flor roja será nuestra expresión de amor, el vuelo de las mariposas nos dará un soplo de vida, los eucaliptos harán llegar al cielo nuestras plegarias, la flor de papa alimentará nuestra alma, el agua de los ríos calmará nuestra sed, las "no me olvides", florecillas insignificantes y escondidas guardarán nuestros mejores recuerdos, y los cactus y pencas espinosos callarán nuestras tristezas y fortalecerán nuestro espíritu.

A la naturaleza, perfectamente y sin desconfianza, podemos entregarle nuestro corazón, porque allí está escrita la felicidad con la pluma de Dios.

De la revista El Labrador, mayo 2001.

Silvia Bazán Zurita, Médico Cirujano, hija del recordado sucrense Dr. Tarsicio Bazán Zegarra, desaparecida tempranamente después de la navidad de 1997.

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