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viernes, 31 de mayo de 2013

ESTÉTICO Y VITAL MOLINOPAMPA

Jorge Horna
El Amauta, dinámico pensador, sostenía que la tendencia social contemporánea es la búsqueda del bienestar colectivo. En esa perspectiva y paralelo a la determinación de los factores económicos, políticos, sociales y culturales, Mariátegui planteaba defender el hábitat natural, entendido como el ámbito ideal para vivir: “una ciudad con un tipo de vida un poco urbano y otro rural, campesino”. Hoy se podría interpretar como la defensa del equilibrio ecológico; es decir evitar la afectación del medio ambiente por el avance tecnológico indiscriminado e irracional y por lo que se denomina el progreso.

Bella Molinopampa.
También el filósofo cajamarquino Mariano Iberico ha reflexionado sobre la necesidad de la convivencia humana en ambientes naturales sanos. Como buen andino muestra en sus ensayos el encanto y la vitalidad de nuestra región serrana como un espacio alternativo e imprescindible.

Pero en nombre del desarrollo y el progreso mal entendido se destruye, maltrata y trafica con el suelo, el agua y el aire del planeta. Un caso tangible ocurre en Celendín. En el número 8 de la revista “Jelij” se esbozó una campaña en defensa de la colina San Isidro, cuya destrucción avergüenza e indigna a todo celendino que tenga un mínimo amor a la belleza, a la naturaleza y a la vida. Sumándose a esta preocupación la arquitecta Ana Camacho Tavera ha proyectado una interesante iniciativa para la construcción de un complejo arquitectónico en el “boquerón hecho por la explotación perversa de arena”.

Un témpano de indiferencia cubrió a las ideas y reclamos, hoy vemos que la colina –por acción protagónica de un inepto e ignaro alcalde, un tal Arteaga- ha sido herida de muerte: se ha abierto una trocha carrozable y erigido en la suave cima una innecesaria mole de cemento, anulando así la hermosura del auténtico mirador natural.

Y a esto hay que agregar otras destrucciones, nuestro río Grande convertido en un botadero inmundo, o la expansión de la urbe con un caos y desorden que espantan. Así se aniquila la identidad cultural de los pueblos, y a las bellas y tradicionales ciudades se les quita su raigambre histórica y sus propias y ancestrales características.

Molinopampa, ruta hacia Huasmín.
Sin embargo, todavía permanecen –amenazadas también por la codicia minera- con su intacta lindura algunos parajes ubicados a corta distancia de Celendín ciudad, menciono dos ejemplos: Molinopampa y El Tingo, lugares que, si mentes inteligentes y almas alturadas los conservan, pueden constituirse en el complemento de futuras ciudades paradigmáticas con las que soñaron Mariátegui e Iberico. Y, ojalá la humanidad en su afán de vivir mejor ¿o peor? No destruya lo que nos pertenece a todos, la belleza.

(Publicado en la revista  Bicentenario, diciembre del 2002)



MOLINOPAMPA

Color de crepúsculo encendido
senderos de Molinopampa, trigos

Agua hemorragiada de los cerros
paloma vegetal de viento

Concavidad plena, corazón
crecido en el horizonte

Colinas

Lima, 1971, agosto

Del poemario Llueve a cántaros (1999)


Molinopampa, ruta hacia Malcat.
 
Molinopampa, ruta hacia Sorochuco.

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