Una de las mejores obras que se está construyendo en
la sierra norte del país, será, sin duda, el teleférico a Kuélap. No solo por
lo novedoso (el primero en el Perú) y lo espectacular de ese servicio aéreo,
sino, por el impacto turístico-económico que generará a favor de la región
Amazonas y colaterales: Cajamarca, Lambayeque y San Martín.
No es para menos, los teleféricos en todos los
países concitan especial interés de turistas de todo el mundo, pues desplazarse
por los aires en pequeñas cabinas jalados por cables de acero, debe colmar de
emoción, sobresaltos, temores y adrenalina; en medio de un panorama excelso por
todos los costados y casi jugando con las nubes, de “un pueblo de las nubes”
(Chacha puyos).
Más de 4 kilómetros de longitud tendrá dicho
teleférico, desde el poblado Tingo Nuevo hasta las cercanías a Kuélap,
demandando alrededor de 15 minutos para unir ambos puntos. En una hora se
trasladarán entre 800 a 1000 personas montadas
en 26 cabinas (8 por cada una) y más de 100 mil personas lo utilizarán
anualmente. La construcción está a cargo del consorcio francés Pomagalski y el
peruano Ingenieros Civiles CG. Antes de fin de año debe inaugurarse.
Para Cajamarca y Celendín, es una formidable obra a
la que debemos aquilatarla y darle la debida atención. No olvidemos que
nuestros lazos con Chachapoyas, siendo históricos, siempre han sido indispensables
e importantes. En los últimos años, al asfaltarse la totalidad de la carretera
que nos une (225 Km desde Celendín), esos lazos se incrementando, evidenciados
en el rubro transportes, intercambio comercial y movilidad turística.
Con la puesta en marcha del teleférico, tales actividades,
en especial la turística, crecerán sostenidamente e involucrarán a Cajamarca y
Celendín, por lo que corresponde a ambas ciudades prepararse para enfrentar ese
nuevo reto y, por cierto, contribuir al éxito de esa gran obra, haciendo mejoras
en infraestructura, servicios y seguridad, y deparando un trato amable a los
visitantes. Pero lo más importante, ofertando nuestros atractivos turísticos
(ojalá ya puestos en valor) para, solo así, dejar de ser ciudades de paso y, progresivamente,
compartir los frutos de esa nueva etapa.
A
Chachapoyas lo tenemos muy dentro, admiramos muchas de sus cosas, valoramos esa
capacidad para recuperar sus formas tradicionales de sus construcciones y esa
fuerza para generar sentimientos de identificación con su pasado y su sangre.
*Publicado
en Panorama Cajamarquino, el 15 de junio 2016
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