Tito Zegarra Marín.
En los pueblos del
interior, pareciera que es poca la importancia que le dan al caso de la
escandalosa corrupción que hoy corroe al país, y que más se concentran en los
programas faranduleros, noveleros y distractivos de la TV y en las promesas del
cercano “Reino Celestial”, incansablemente proclamado por grupos evangélicos.
Es por eso que al presente
chupo de la corrupción lo ven como algo normal y de esperarse, pues todos los últimos
gobiernos (con excepción de Paniagua), han participado de esos actos repulsivos
hasta convertirlos en componentes del propio sistema, donde sociedad e
instituciones dan la impresión que han aprendido a convivir con ese mal.
Así mismo, consideran que
la actual corrupción, por su magnitud, va a quedar marcada en el alma de niños
y adolescentes a la que probablemente no la entiendan ni le encuentran
racionalidad. Y va dejar mucha indignación en los jóvenes, al ver que sus gobernantes
se enriquecieron ilimitadamente y que los de abajo (no todos) lo perciben como
un “ejemplo” o una burda justificación para delinquir: si los de arriba roban,
por qué nosotros, no.
Pero esa molestia aumenta,
cuando ven que los capitostes y sus allegados de la corrupción se presentan
como “santurrones” y que la culpa es de los funcionarios intermedios, quienes,
al caer no dudarán en inmolarse por sus jefes. Los pesos pesados, esos que se
hicieron de lujosas residencias en Lima y París, difícilmente caerán, pues tienen
sus “amigotes” cabalmente ubicados y muchos tentáculos de alto poder.
Eso es lo que, en medio
de su displicencia, ve y piensa mucha gente de los pueblos del interior, gente joven
o madura, con trabajo o sin él, en los que se puede auscultar su decepción por
la política y los políticos, en los que su mirada no alcanza a ver algo mejor,
mucha comprendida desesperanza y, lo más preocupante, se sienten resignados y casi
sin ánimo para enfrentar la corrupción.
Pero no todo está perdido.
Hagamos votos porque la rectitud y valentía que pusieron los magistrados
encabezados por el Dr. César San Martín para sentenciar al corrupto Fujimori, vuelva
a repetirse. Solo así, recobraremos algo de fe y confianza.
*Publicado
en Panorama Cajamarquino” el 8 de marzo 2017.
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