Por:
Franz Sánchez
A
pesar de que las confrontaciones con tintes de protagonismo político enfrentan
a Saavedra y Goyo Santos a nivel regional, o a “coquistas” con “mauristas” en
Celendín; la resistencia parece ignorarlos.
Y mientras
los medios de comunicación capitalinos esbozan un remedo surrealista de lo que
realmente ocurre en la protesta contra la mega minería en Cajamarca, las radios
rurales de servicio popular apoyan a los comuneros que pernoctan alrededor del
rosario de lagunas que por algún infortunio, nacen del subsuelo mineralizado de
la zona.
Los
relevos, conmueven. Un campesino de Bambamarca pide agitado a través del
teléfono “¡Necesito relevo, mi acémila se ha perdido!”. En Celendín, los
jóvenes activistas ambientales nos nutren de información y difunden las
imágenes de la defensa acuífera.
Mojados,
con la ropa endurecida y la cara rajada por el frío que corre a más de 4 mil
metros sobre el nivel del mar, retornan a Celendín, para ser sustituidos por
nuevos ciudadanos conscientes de lo que se defiende no es una posición de
izquierdas radicales, ni que se promueve un sabotaje empresarial, sino que se
trata del futuro de muchas familias, de niños y niñas, de mujeres y hombres que
se miran a los ojos, y se reconocen por fin, hermanos.
“Ellos
mismos quemaron material de la minera” denuncia una mujer a las radios,
sindicando a la propia Policía, y es que todavía hoy se discute, si los
efectivos del orden cuidan excesos del pueblo o intereses privados.
El
día que iniciaron las paralizaciones, los grupos multimedios de Lima
difundieron la malintencionada noticia de que la movilización era un “rotundo
fracaso”, y ampliaban información con imágenes de una Cajamarca desierta, con
los negocios cerrados, y las vías despejadas por el ejército. Sin embargo ya
las comunidades iban llegando desde muy temprano al amanecer, hasta triplicar
los primeros reportes que daban cuenta a las 14 horas de 3 mil personas
desplazándose hasta las lagunas. Luego se confirmaban, más de 10 mil.
“No
queremos mirones en sus balcones” Gritaba un grupo de personas que se
trasladaban de Combayo a las lagunas, y que hacían reflexionar acerca de cierta
pasividad e indiferencia de cajamarquinos de la ciudad. Y es que, ¿acaso el
agua tiene que ser un recurso por el que, únicamente tengan que reclamar los
hermanos campesinos?
Siete camiones, dos combis,
diecisiete camionetas llevando a los comunidades que pedían ir a vigilar que
las lagunas no sean tocadas. Así llegaron hasta El Perol, donde luego se
realizaba un mitin con participación de alcaldes de diversos centros poblados,
caseríos y distritos aledaños como los de Huasmín (José Marín) y Sorochuco
(Ever Abanto).
Mientras tanto en la ciudad,
los gremios de trabajadores marchaban por las plazas, los sindicatos,
transportistas, estudiantes y sociedad civil en su general, acompañaban con
“coplas” lo que ningún noticiario televisó. La resistencia pacífica, la
expresión popular. Sin embargo lo que llenó titulares, fue algunos excesos que
se producen cuando el estado parece custodiar los privilegios de las
transnacionales, o de algunas cuantas familias ricas que se creen los dueños
del país.
Y
mirar al cielo se convertía en sinónimo de comprobar un claro mensaje. La
Newmont y el gobierno, representan la resistencia del poder económico, el marco
jurídico y el estado de derecho entonces se convierten solo en pretextos que
mueve el olor fresco del dólar.
En
el segundo día de protestas se desatan enfrentamientos cada vez más duros,
entre ambos bandos (policías y comuneros). Las vías comienzan a bloquearse, en
todos los puntos que comunicaban con las rutas de la empresa minera.
Previamente se había trazado
una estrategia, que hasta hoy, no se sabe si fue diseñada por el gobierno, o si
era otra ingeniosa contribución de la minera para con el pueblo. Pintas
subversivas en El Ámaro, que ni en la peor etapa terrorista vio tanto
despliegue de pintura, y tipografía tan ordenada y pulcra.
Se
corrió la información en casi todas las ciudades que habría recorte de
suministros (agua, electricidad), y así se lograba atemorizar a la ciudadanía
para que no saliera de sus casas y participara del rechazo a la mega minería.
Después de horas de incertidumbre, Sedacaj informaba que no habría ningún
recorte.
En la zona rural se
recrudecían las acciones: Un grupo de comuneros de Combayo intentaban ingresar
al campamento minero, la policía reacciona reprimiendo con bombas lacrimógenas,
los enfrentamientos se prolongan por horas, hasta que se corre la noticia por
las radioemisoras cajamarquinas de la muerte de un poblador (Samuel Quiliche).
Las
reacciones fueron inmediatas, la opinión pública culpaba a los líderes de la
protesta, a los medios de comunicación que la apoyaron, al Presidente Regional
por promoverla. Sin embargo olvidaron corroborar la información que resultó ser
una farsa.
Minera Yanacocha lanzaba un comunicado rebotado eficazmente por la prensa, en el que denunciaba "Quienes han ingresado han entrado a pie y en vehículos, siendo liderados por el presidente regional, Gregorio Santos Guerrero, y el alcalde de Huasmín, José Marín Agusti.
Los manifestantes han incendiado un almacén de tuberías de PVC, pese a la presencia policial y fiscal en la zona. Afortunadamente, no se han registrado daños personales, gracias a que las fuerzas policiales en todo momento han mantenido una actitud defensiva y evitaron caer en provocaciones".
Quedo claro, “actitud defensiva” que revela a favor de quien era la acción policial.
Por
la noche se realizaba la vigilia en Celendín, y se pedía colaboración con víveres,
alimentos no perecibles, frazadas, leña y todo lo que se pudiera para los
paisanos que permanecían a un costado de las legendarias lagunas.
Al día siguiente, mientras
Goyo Santos le hacía guiños a Ollanta Humala para que visite Cajamarca, la
población informaba que continuaría apostada en la zona de lagunas hasta que se
les asegure su integridad. Al mismo tiempo la prensa limeña publicaba titulares
amarillistas, y Carlos Tapia le decía chau a la PCM, en carta desveladora a
Salomón, que de salomónico no tiene nada.
La
resistencia comienza a enviar información de “El Perol”, comunicadores y
periodistas se quejan de “fallos” en la señal de los celulares, por lo que no
podían enviar más despachos a tiempo, a pesar de ello negaban excesos que
aparecían en los medios, y apuntaban a Defensoría del Pueblo como testigo del
comportamiento de comuneros.
Se procede a enviar más
víveres y más ciudadanos comienzan a suplir a algunos ya abatidos por el
cansancio. En Bambamarca se denuncia el robo inhumano por parte de la policía,
de suministros para la resistencia. Entonces comienzan a endurecer la
organización los “comandos de resistencia”. Ya no revelan sus acciones, y
envían a las mujeres para alimentar a los comuneros, ollas comunes y
repartición de comida, se refuerza la impermeabilidad de los grupos de defensa.
La
repartición queda así: Laguna Azul y Perol repartido entre celendinos,
encañadinos y pueblos cercanos. Laguna Mishacocha custodiada por Bambamarquinos
y chotanos. Las delegaciones de 12 provincias se adhieren, menos una.
En la ciudad de Cajamarca se obtiene el reporte de la Policía, sobre los comuneros detenidos.
En
Lima se improvisan paneles para poder explicar el fenómeno. Pero no es tan
complicado como parece, es el resultado de la fórmula: 20 años de minería
agresiva + 500 años de engaños y de explotación imperialista.
Milton
Sánchez, presidente de la Plataforma Interinstitucional de Celendín mientras
caminaba a El Perol, me decía “no sabemos nada de la información que llega
allá, ni de lo que dijo el presidente regional. Solamente sabemos que la gente
acá defenderán las lagunas, incluso a cambio de su vida”.
Para
el domingo, la resistencia realizará un izamiento de la bandera patria, a media
asta. Es más que un acto simbólico, estamos de duelo porque la visión de
progreso y desarrollo nos dicta dar la preferencia al principal elemento de
vida: el agua. Lo que parecería el argumento de una novela futurista titulada
“Guerra por el agua”, se ha desatado por la necedad de seguir un lineamiento
económico que promueve a toda costa, saciar ambiciones.
El
proyecto norteamericano más grande de Latinoamérica, es también hoy, el
escenario de una lucha nunca antes vista que ha convertido a Cajamarca en aquel
pueblo que James Cameron llamó Pandora en Ávatar.
Y
usted ¿piensa todavía, que este movimiento social, sigue siendo una simple
pataleta antiminera?
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