Aprende a decir lo que has de realizar, en la medida exacta de la realización. Nada deben decir tus labios que no sea comienzo de algo a realizarse. Está demás que te sangres a gritos, en voces falsas. Cuando sientas que en ti los hechos han tomado forma y dimensión precisas; cuando palpes el sexo de las cosas y escuches el quejido doloroso del parto, sólo entonces di tu palabra humildemente, como quien acaricia su propia creación.
¿No sabes que el hijo permanece pegado a las vísceras hasta la hora de la hora? ¿No sabes qué el pájaro desgrana su canto más dulce junto a la rama que mece el nido que nunca olvidará? Así, guarda tu palabra como una anunciación para la hora de la hora. Que en ti tome sustancia el evangelio que has de tener que decir en el momento mismo de la creación.
No digas nada, que no sea una realización. No mengues la virtud creadora de la palabra. Vitalízala, eternízala, como que es la esencia que anima tu personalidad y, como que es por ella, por tu palabra, por donde haces tu primera entrega.
Aprende a no decir, sino en el momento pleno de la realización. Madura tu palabra, da conciencia a tu palabra y tu palabra será hecha junto a tu obra, con tu creación.
¿No sabes que el hijo permanece pegado a las vísceras hasta la hora de la hora? ¿No sabes qué el pájaro desgrana su canto más dulce junto a la rama que mece el nido que nunca olvidará? Así, guarda tu palabra como una anunciación para la hora de la hora. Que en ti tome sustancia el evangelio que has de tener que decir en el momento mismo de la creación.
No digas nada, que no sea una realización. No mengues la virtud creadora de la palabra. Vitalízala, eternízala, como que es la esencia que anima tu personalidad y, como que es por ella, por tu palabra, por donde haces tu primera entrega.
Aprende a no decir, sino en el momento pleno de la realización. Madura tu palabra, da conciencia a tu palabra y tu palabra será hecha junto a tu obra, con tu creación.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario