Sepultados en la mansión del recuerdo los días de los villancicos, bailes y viandas; aparecen los provincianos unos con bufandas de seda blanquiazules, otros con este mismo atuendo; pero de lana, por el abra de la Quintilla donde bajan para lavarse su “majoma”, siguen descendiendo y llegan a los amarillos; allí apretan sinchas y cinturones, para que el ingreso al Huauco querido, lo hagan tal como lo hacían aquellos vencedores de la Grecia antigua.
Los provincianos al día siguiente de su llegada, salían a saludar a todos los familiares como entregar cartas; a la vez se hacían presentes las dueñas de sus ojos; las cuales sabedoras que han llegado0 los que les quitan sus sueños, se arreglaban y so pretexto de ir a traer agua de pie de la rueda del molino de Ña Isolina; en este paraje llenos de talismanes, las parejas se daban su apretón de manos, su besito en la mejilla y su pequeña parlada, en la cual, el muy provinciano le daba los piropos aprendidos en Usquil, Huamachuco, Parcoy, Sartinbamba, Huacrachuco, etc., etc., ella feliz, porque sus oídos estaban captando novedades.
Termina el encuentro con una cita, para la pampa. Otro pretexto, ir a traer yerba para los cuyes, a eso de las tres de la tarde el galán esperaba en el carrizo o en el primer puente, cuando aparecía por la carretera la figura de la amada cual una venada en celo, ojeando y mirando por todas partes, con su lliclla cruzada a la izquierda, llega cerca del adorado; éste que no quepa ni una aguja, suspira, porque ellas ha cumplido con la cita; van hasta donde encuentran una “línea” (camino entre las chacras) penetran en ella y al encontrar el primer recoveco futuro cómplice de sus romances, se paran, la china tiende la lliclla e invita a su quita sueños a sentarse, éste presumido y muy sabido, comienza por besarla, deshimbarla, morderla y por último comienza hacerle el amor a esta hija de Eva, que ataviada únicamente con lo que Natura le dio, le ofrece sin recatos a su provinciano todo; después de gozar esos momentos en que la voluptuosidad era la reyna del ambiente y cuyos únicos testigos eran los nabos y agashules, se levantan y él contemplándola y acariciándola le dice al oído: Que preciosa y deliciosa has estado; ella mirándolo a su provinciano y también por haber participado en los halagos de la lívido, sonríe y le dice: ¡So mentecato! El paisaje se circunscribe a los dos; no quieren compartir su alegría con nadie pero para romper esa monotonía, un huanchaco pecho colorao haciendo piruetas vuela muy cerca a ellos , queriéndoles decir, yo también estoy con ustedes, todo un enamorado; al darse cuenta el provinciano de los revoloteos del huanchaco, le dice: esa avecita en su vuelo y su canto nos quiere decir cuan feliz es esa pareja y también dice: “Si felicidad tienes acuérdate por quien la tienes ; es Dios, quien tanto a ustedes como a mí, nos da esa oportunidad de gozar de las cosas que él puso en el universo; pero que esto no sea el motivo para olvidarlo.” Regresan al pueblo cada uno por su camino, para que los juzgavidos no se percaten y así el papá de la encantador, no mire mal al recién llegado.
Comienzan los preparativos para la fiesta del carnaval se forman comités en la Toma, Chaupihuasi y Minupampa; cada cual quiere sobresalir; pero quien gana es aquel que desde una quincena antes viene poniendo los ánimos en punta de caramelo y parece mentira; pero es muy cierto, que una modestísima caja con una flauta con sus golpes mal acompasados, pone a todos en alerta; ¿Quién tocaba esa caja? Un huauqueño prosaico llamado Francisco, más conocido como Don Pancho Gringo, quien con su eterna juventud nos decía: Hijo si no hay con quien tomes ¡Salud conmigo hijo!; siguiendo la revista de personajes que al carnaval de antaño lo hacían un verdadero jolgorio, esta vez toca al colorao Adoní, quien con sus ocurrencias, propias de un buen hijo de Baco, no hacía pasar momentos de alegría; también es digno de recordar el vecino de No Benjacho, llamado Amaranto, quien con su sombrero a lo bandolero, presagiaba que el carnaval va a estar bueno. Llegaba la semana de compadres y es en esta cuando los dueños de casa se preocupaban del carnero, las yucas, los cuyes la harina para el pan, la chancaca para que haga retumbar los urpos y payancas de chicha; en fin todo lo necesario, para que el carnaval se lo pase a lo grande.
Llega el sábado carnaval, comienza entrar el momo por la Toma a los acordes de La Perlita, sigue su recorrido por las calles principales invitando a sus súbditos acoplarse a la alegría que él va derramando a granel. Termina el paseo del momo y comienzan a aparecer los pachacos shutuicas y bien mamaos uno de ellos dice: Quienes han de ser sino: El Tashungo, el Shon y ño Rupe y por otro lado el Cochesicas, el Caloco y la Gata, para demostrar que desde la Toma hasta Shayuacruz se están divirtiendo como mamey.
El domingo carnaval, las familias comienzan a dirigirse a los hogares donde van a pasar ese día.
El lunes carnaval cambian de casa, sigue el martes, todos estos días los pachacos y los Chalalajs con sus sombreros a la pedrada y humiando de borrachos recorren todas las calles de la ciudad y no solamente ellas, sino que los Chalalajs se dirigen a los pueblos cercanos como son: Huacapampa, Lucmapampa, La Conga, Macas y Chaquil, en estos sitios si ha habido algún intrépido, seguro que se han dado una buena tanda; pero sólo queda dado o recibido; no son los que van hacer valer su valentía o su debilidad con las autoridades .
En la fotografia: Irma Alvarez, Milagros Sánchez, Hortencia Díaz; acompañantes: Telmo Mujica, Mesho Aliaga, Prof Octavio Reyna R., Marcelo Aliaga Z. , Gutember Aliaga, Octavio Reyna Montoya y Sisto Silva.
Fotografia cortesia de la familia Sánchez Macías
El Viernes de cuaresma, seguido de su séquito el que vida fue el rey Momo, se dirigen al campo santo de Chullipampa, donde antes de incinerar sus restos será leído su testamento, durante el recorrido el cual se realizaba en un silencio profundo, era interrumpido a ratos por las dolientas que vestidas de negro riguroso, iban diciendo en sus quejambrosos llantos una serie de cualidades no tenidas del difunto. Llegábamos a Chullipampa, se para el cortejo y comienza el pregoneo: Juan de Matta a decir: Un momento señores, el hijo predilecto del difunto nuestro muy ponderado Chirre, va ha dar lectura al Testamento del que en vida fue Don Juan Fructuoso Oñates y de la Rivadavia. En uno sus acápites decía el testamento: A mis queridos hijos Felipe Neri, Adelmo, Eugenio, Requelme y Pedro, etc., etc. Les dejo una melga a cada uno en Cantange para que no pelen y ojalá trabajen, para que algún día cosechen buenos camotes, yucas y granadillas.
Enterrado el dios Momo, todos los huauqueños, comenzaban hacerse una y otra pregunta; por un lado los cumpas yendo a la pampa a traer sus vacas y las cumas en los momentos de tejer, cuando agarraban sus corontas, para mojar su lima, decían: ¡Lo has visto al cholo maldiciao, con una china perderse por las Tululas! Entre dientes ella misma se contestaba; pero me lo va a pagar.
Fuente: Nañas en Prosa
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