Una vida en constante penitencia
A Rosa no le gustaba su apariencia física pues atraía las miradas de los jóvenes que estaban dispuestos a casarse con tan bella dama. Por tal motivo se cortó su larga cabellera y cubrió su cara con un velo. La consagración hacia Dios era su misión y las tentaciones debían ser desterradas. No existe otra mujer que haya realizado más penitencias que Rosa. Ayunar por largas temporadas, no tomar agua, dormir en tablas y castigar su cuerpo con latigazos era la forma como demostraba su entrega a Dios. Cuando estaba a punto de desfallecer se acordaba del sufrimiento de Jesús en la cruz y cuando estaba a punto de rendirse decía estas palabras: "Señor, auméntame los sufrimientos, pero auméntame en la misma medida tu amor".
La santidad de Rosa fue reconocida por los limeños cuando aún estaba viva. Durante el siglo XVII en la capital del Virreinato predominaban las virtudes cristianas. En ese contexto, las penitencias que la joven realizaba eran comentadas por toda la ciudad. No es de extrañar que la consideraran una santa mucho antes de que el Papa Clemente X la canonizara en 1671.
A los 31 años su agonía terminó. Miles de personas asistieron a sus funerales, pues querían despedirse de aquella mujer que según cuentan las tradiciones de Ricardo Palma domaba los mosquitos que revoloteaban en el huerto donde construyó su ermita, aquel templo donde entraba en contacto divino.
Una Santa a la vuela de la esquina
Han pasado cuatro siglos y Lima la tiene presente en su gente y sus calles. Más de 378.756 mujeres han sido bautizadas como Rosa en todo el Perú y la cifra sigue en aumento.
Treinta y seis asentamientos humanos, asociaciones y urbanizaciones en Lima llevan orgullosos tan celestial nombre con la idea de obtener un milagro entre tanto caos. Setenta y dos vías que se llaman Santa Rosa aparecen en la Guía de Calles de la ciudad de los Reyes, sin contar el famoso pasaje que está en la Plaza de Armas.
En Barranco, San Isidro, Sullana, Trujillo, Chosica y Lince, por mencionar algunos distritos y provincias, existen colegios que honran a la santa llevando no solo su nombre sino sus enseñanzas a las aulas.
En la provincia de Canta, a 60 kilómetros de la capital, se encuentra Quives, el pueblo donde la santa vivió su infancia y recibió la confirmación. Todos los 30 de agosto una multitud de fieles asisten a la procesión que realizan en su honor. La comida y la venta de “souvenirs” están a la orden del día.
Las imágenes de las procesiones durante las décadas del 70 y 80 muestran el fervor religioso de sus fieles. Los civiles cargaban pesadas cruces y los policías llevaban en hombros la pesada anda sobre la que reposaba una imagen hecha por el hombre y que intentaba emular la belleza y santidad de esta mujer.
El pozo de los deseos
En la Basílica que lleva su nombre, ubicada en la primera cuadra de la Avenida Tacna, está el pozo de los deseos. Este lugar tiene gran relevancia para sus devotos, pues se dice que allí aventó el cilizió con el que torturaba su cuerpo.
Niños, jóvenes, parejas de esposos, ancianos, enfermos en muletas y sillas de ruedas acuden, carta en mano, a pedirle un milagro que los libere de sus males físicos, espirituales, amorosos y económicos. Desde hace unos años se pueden hacer peticiones a través de correo electrónico que son impresos y llevados hasta el santuario.
Lilia Córdova Tábori
Texto: El Comercio.
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