Por: Palujo
La Calera |
Esto no es justo; la vida en las ciudades del interior del país es también interesante.
Cada provincia, distrito o poblado tiene sus encantos. El terruño guarda muchos atractivos para los inquietos adolescentes o para los señores maduros que recuerdan en esos paisajes sus años más alegres e inocentes ante todo por su pintoresca naturaleza, por las posibilidades, para envidia de los capitalinos, de comunicarse permanentemente con los bosques, los ríos, el campo y los animales.
A Sucre lo riega por un costado y debajo del cerro Lanchepata, el río la Quintilla, al cual es muy entretenido recorrerlo. Emocionante es visitar la parte de su origen y encantador escuchar el eco de nuestras voces en sus quebradas ariscas, caminando por estrechas escaleras de piedra construidas por arrieros de antaño. Ecos, quebradas y escaleras que nos hacen imaginar cuentos de brujas o de caballos hechizados que, vomitando espuma, bajan haciendo sonar sus herrajes y arrastrando cadenas pesadas.
Camino La Quintilla, hoy poco utilizado |
Al comenzar el barrio La Toma, a la orilla del río, junto a un antiguo molino, hay un manantial al que todos lo llaman Agua Caliente, aquí se refrescan plácidamente los huauqueños que no desaprovechan un momento de sol ardiente para introducirse debajo de una sombra de árboles que cubren el manantial, al son de los pájaros espías que trinan alegremente.
Gozan más de éste regalo de la naturaleza aquellos que llegan de vacaciones a su pequeña patria. Es agua corriente dicen todos, pero para nosotros es agua medicinal.
Recuerdo... Lo que queda de un viejo molino |
Al pensar en Lima madrugando al trabajo apilonados en nauseabundos micros, siempre de prisa, nos vemos corriendo por las calles preocupados por la hora, aunque estemos de paseo o en un día libre, sin tiempo para detenerse, ni siquiera para pensar. En Sucre, en cambio, la dimensión del tiempo es otra cosa. De la casa al trabajo unos minutos, visitar los amigos un paso, para salir de paseo ni hablar. Todo esto es reconfortante y placentero.
En nuestro Huauco la vida de uno está a la vista de todos y por ello es más difícil, requiere mayor responsabilidad que la existencia aislada en un barrio limeño.
La Calera |
Los sucrenses regalan su amistad desinteresada, su corazón dadivoso y, por supuesto, nunca esconden su dedo índice acusador de intencionalidades oportunistas y malsanas.
Camino de herradura La Quintilla |
Esfuerzo que debe mantenerse siempre y no tan sólo al aproximarse el mes de las cosechas.
Rastrojo... |
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