Por: Secundino Silva Urquía.
1.00.- Generalidades y Toponimia de La
Quinuilla.
La Quinuilla. Vista panorámica del barrio “Los Agüitas” |
La Quinuilla, está
actualmente entre los más importantes anexos del distrito de Sucre (Celendín
-Cajamarca). Durante las últimas décadas ha mantenido una población promedio de
aproximadamente 400 habitantes. Ubicado Aproximadamente a unos treinta Km. al
suroeste de la ciudad de Sucre, capital del distrito del mismo nombre, y a unos
aproximadamente 83 Km. al noreste de la ciudad de Cajamarca. Típico villorrio
andino con casas de muros de adobe y/o tapial y techos generalmente con
cobertura de tejas o calaminas que a partir de la década de los sesenta del
siglo pasado, paulatinamente han ido reemplazando al "hualte" o paja
ichu. Está a una altitud de aproximadamente 3,125 m.s.n.m, y asentado sobre
planicies que en la era terciaria eran parte del lecho de una laguna de regular
magnitud que abarcaba incluso toda la actual pampa de Tincat.
La palabra Quinuilla
deriva de la voz quechua: "kinúailla". El nombre del pueblo se debe a
la existencia de una planta, ya extinguida al menos en la zona; a la que los
primeros pobladores la reconocieron con el nombre de quinuilla; por su
parecido con la quinua El tallo y las hojas de la quinuilla son mucho más pequeñas
que los de la quinua, por eso quinuilla es el diminutivo de quinua. Cuentan que
esta planta creció a orillas de la pequeña laguna que existía en el centro de
lo que es hoy el barrio "Laguna Seca", al costado del Centro
Educativo de Educación Primaria No. 82429. Los pobladores usaban a la lagunilla
como bebedero de su ganado, cuyo permanente trajinar debió acelerar la desaparición
de la referida planta.
Esta pequeña laguna
fue desecada por los padres de familia del Centro Educativo local, quienes
construyeron un corto pero profundo canal de derivación hacia un tragadero
natural cercano. Así el 22 de agosto de 1984, desapareció para siempre de ese
lugar, consolidando para la posteridad el nombre de "laguna seca"
para el barrio del pueblo que lo albergaba.
El lecho de la
desecada lagunilla incrementó el área del terreno del Centro Educativo
Primario, sirviendo a los alumnos para su recreación; hasta que en Julio del
año 2006, la Municipalidad Distrital de Sucre inició la construcción una
plataforma deportiva en la que la niñez y la juventud del pueblo, siguen
practicando su deporte favorito.
2.00.- El caserío La Quinuilla y sus orígenes.
La Quinuilla. Vista panorámica del barrio Laguna Seca. |
La Quinuilla ya tenía
cierta población a la fecha en la que Sucre fue creado como distrito, 15 de
noviembre de 1940, no la necesaria como para ser considerado caserío, pero si
la suficiente como para que siendo anexo del caserío de Calconga influyera con
buen peso democrático en las decisiones comunales. Prueba de esto son acuerdos
compensatorios que se lograron como producto de las deliberaciones de los
ciudadanos de ambos lados, como por ejemplo aquel que dispuso que el Centro
Educativo Primario se construya en Calconga y el cementerio en La Quinuilla.
Aún viven algunos quinuillanos que desde 1940 hasta los últimos años de la
década de los cincuenta del siglo XX, estudiaron su primaria en el viejo Centro
Educativo de Calconga ubicado al este del poblado y al costado del camino de
herradura que conduce a La Quinuilla, y hasta la actualidad algunos ya mayores
pobladores de Calconga rinden homenaje a sus muertos, cada 02 de noviembre en
el cementerio de La Quinuilla.
La Quinuilla nace como
caserío en un impreciso año de mediados de la década de los años cincuenta del
siglo pasado, gracias a la iniciativa del Sr. Neptalí Chávez Carranza, las
gestiones de sus autoridades apoyadas por él y al empuje unitario de sus
pobladores. El gran esfuerzo que desplegaban los niños estudiantes de entonces
para trasladarse, caminando a veces bajo intensa lluvia hasta Calconga, el
crecimiento poblacional, las injustificadas pero entonces inevitables rivalidades
que se gestaron entre ambas comunidades cercanas; así como la aspiración de
progreso de la colectividad de quinuillanos, fueron las causas para que el
caserío de Calconga se subdivida y surja La Quinuilla como un caserío más del
ya entonces denominado distrito de Sucre.
Nazario Chávez Aliaga,
en su libro titulado: SUCRE (EL HUAUCO) editado en Lima en 1967, en su acápite:
CASERÍOS, menciona a: La Conga de Urquía, Santa Rosa, Cajén, Calconga, Sumbat,
La Artesa, La Victoria y El Porvenir, como caseríos integrantes del distrito de
Sucre. Pues debo decir, con respeto a la memoria de nuestro muy reconocido
intelectual sucrense, que esta relación es errónea por dos razones: La primera
porque Sumbat era y es un atractivo paraje entre los caseríos de Calconga y
Muñuño, como lo era y es La Artesa en caserío El Porvenir (Antes Guangazanga),
pues nunca fueron caseríos; y la segunda porque San Martín, La Quinuilla y Muñuño
eran ya caseríos de Sucre con anterioridad a 1967. Las múltiples
responsabilidades que tenía que afrontar nuestro ilustre paisano, deben haberle
impedido informarse a cabalidad sobre los temas allí tratados. Los últimos
párrafos de su mencionado libro corroboran mi afirmación cuando al referirse a
"la Manibombo", uno de sus personajes anecdóticos de Sucre dice:
"No sabemos si vive aún la Manibombo, pero para muchos estará seguramente
vivita y coleando en su recuerdo agradecido". (El resaltado en negrita es
mío).
3.00.- La Quinuilla y otros anexos de Sucre en
las etapas de la Historia.
3.01.- Etapa preinca.
Para muchos registros
de esta etapa de la historia del Perú los historiadores más renombrados se han
guiado y se guían de lo que muestran los restos y descubrimientos
arqueológicos, así como de lo poco que han escrito los cronistas. Garcilaso de
la Vega en su obra "Los Comentarios Reales", escrita en 1606,
escribe lo siguiente, en relación a la idolatría, vida, costumbres y dioses que
adoraban las tribus preincas:
"Para que se entienda mejor la idolatría,
vida y costumbres de indios del Perú, será necesario dividamos aquellos siglos
en dos edades: diremos como vivían antes de los Incas y luego diremos como
gobernaban aquellos Reyes, para que no se confunda lo uno con lo otro ni se atribuyan
las costumbres ni los dioses de los uno a los otros. Para lo cual es de saber
que en aquella primera edad y antigua gentilidad unos indios había poco mejores
que bestias mansas y otros mucho peores que fieras bravas. Y principiando de
sus dioses, decimos que los tuvieron conforme a las demás simplicidades y
torpezas que usaron, así en la muchedumbre dellos como en la vileza y bajeza de
las cosas que adoraban, porque es así que cada provincia, cada nación, cada
pueblo, cada barrio, cada linaje y cada casa tenía dioses diferentes unos de
otros, porque les parecía que el dios ajeno ocupado con otro, no podía
ayudarles, sino el suyo propio....
Y así adoraban yerbas, plantas, flores, árboles
de toda suerte, cerros altos, grandes peñas y los resquicios dellas, cuecas
hondas, guijarros y piedrecitas, a las que en los ríos y arroyos hallaban, de
diversos colores como el jaspe... En lugar dellos adoraban diversos animales, a
unos por su fiereza, como al tigre, león y oso, y por esta causa, teniéndolos
por dioses, si acaso los topaban no huían dellos, sino que se echaban en el
suelo a adorarles y se dejaban matar y comer sin huir ni hacer defensa alguna.
También adoraban a otros animales por su astucia, como a la zorra y a las monas.
Adoraban al perro por su lealtad y nobleza, y al gato cerval por su
ligereza.... Otras naciones adoraron a los halcones, por su ligereza y buena
industria de haber con sus manos lo que han de comer; adoraban al búho por la
hermosura de sus ojos y cabeza y al murciélago por la sutileza de su vista, que
les causaba mucha admiración que viese de noche. Y otras muchas aves adoraban
como se les antojaba. A las culebras grandes por su monstruosidad y fiereza,
que las hay en los Antis de a veinticinco y de a treinta pies, y más menos, de largo
y gruesas muchas más quel muslo. También tenían por dioses a otras culebras
menores, donde no las habían tan grandes como en los Antis; a las lagartijas,
sapos y escuerzos adoraban".
Estamos completamente
seguros que en la era preinca las colinas y cerros de lo que hoy es La Quinuilla,
Calconga, San Juan de Tincat, La Lechuga, La fortaleza, Santa Rosa, Etc.;
estuvieron ocupadas por grupos humanos cuyas costumbres y forma de vida encajan
en gran parte con lo descrito en el anterior texto garcilacino. Sin embargo,
los especialistas tienen mucho que investigar sobre esto; pues existe harto
material en la zona: Allí están las expuestas y semienterradas ruinas pétreas
de "Los Chuyos", "el poyo shuito", "sombrerillo",
"Ventanillas", "La púcara", "La Lechuga"; así
como los restos óseos encontrados en naturales cavidades pétreas como la
"Cueva del Telar", "Cóñor" y otras.
En relación al tipo de
vivienda, alimentación y relaciones de las colectividades preincas, el mismo
Garcilaso de la Vega, escribió lo siguiente:
"En la manera de sus habitantes y pueblos
tenían aquellos gentiles la misma barbaridad que en sus dioses y sacrificios.
Los más políticos tenían sus pueblos poblados sin plaza ni orden de calles ni
de casas, sino como un recogedero de bestias. Otros, por causa de las guerras
que unos a otros se hacían poblaban en riscos y peñas altas, a manera de
fortaleza, donde fuesen menos ofendidos de sus enemigos. Otros en chozas
derramadas por los campos, valles y quebradas, cada uno como acertaba a tener la
comodidad de su comida y morada. Otros vivían en cuevas debajo de tierra, en
resquicios de peñas, en huecos de árboles, cada uno como acertaba a hallar
hecha la casa, porque no ellos no fueron para hacerla. Y destos hay todavía
algunos, como son los del cabo del Pasau y los chirihuanas y otras naciones que
no conquistaron los Reyes Incas".
La gran cercanía y
similitud de forma y del aparejo de las piedras rústicas de las ruinas
existentes en La Quinuilla con las de "La Lechuga" y alrededores,
hace pensar que podrían haber sido construidas en la misma época y que
pertenecieron a colectividades del tipo descrito en el anterior texto de
Garcilaso. Pues la decisión de asentarse y vivir en la zona se debió
indudablemente a la existencia de varias especies de fauna y flora que les
servían como parte de su alimentación: Los venados que existían en los bosques
del actual Vigasmayo, Santa Rosa, La Quinuilla y El Porvenir; "El cuy
Ulluay" que habitaba en los pantanos de Tincat; los patos silvestres, los
sobrevivientes conejos silvestres, las moras o frutos de las zarzas, los
pepinillos, "el poro poro", "el coto coto", "el chuico",
"el cirimbache", etc.
Los antepasados
preincas que ocuparon las áreas rurales del actual distrito de Sucre, se ha
demostrado que eran guerreros y como tales, es muy probable que hayan
participado en la guerra de defensa de sus territorios frente a la invasión de
Los Incas; o guerra de resistencia de "los caxamarcas" frente al
sometimiento de los Incas en la época del reinado del Inca Pachacútec. Al
respecto el cronista Pedro Cieza de León (1533) relata que los "Caxamarcas"
ofrecieron a los invasores cuzqueños gran resistencia, por ser gente
"valiente y belicosa". Para ello tenían "apercibidas las armas y
los bastimentos y estaban fortalecidos en sus plazas fuertes y tenían tomados
los malos pasos de los caminos (...) ganosos de pelear por vencer o
morir". El cronista asegura que la última ofensiva tomó a los Incas por lo
menos cuatro meses de cruentos combates para imponerse en la región.
También es harto
probable que nuestros antepasados guerreros hayan vivido en constantes enfrentamientos
con sus similares, los pueblos de la cultura "Chacha-puya" (Que se
desarrolló entre los años 800 a 1470 D.C, al este del río Marañón).
La condición guerrera
de los preincas que se asentaron en lo que hoy es La Quinuilla y demás áreas
rurales del actual distrito de Sucre, ha quedado patéticamente demostrada con
el hallazgo de los restos de sus construcciones, que son de tipo fortificado y
ubicadas en lo alto de los cerros y colinas, para tener visibilidad frente a
agresiones enemigas; asimismo de objetos de piedra y metal encontrados por
huaqueros en algunas ruinas de la zona. Varios de estos objetos habían sido
vendidos a un coleccionista aficionado radicado en Lima, en cuya casa tuve la
oportunidad de apreciarlos en 1995. Al escribir estas líneas (setiembre del
2008) tuve la necesidad de llamarlo y pedirle permiso para fotografiarlos; pero
lamentablemente la colección ya no estaba ni estará más en su casa. Pues según
lamentos del mismo coleccionista aficionado: un día mientras él trabajaba, su
hija mayor imbuida de prejuicios y creencias evangélico-religiosos, los desapareció
como "objetos satánicos" entre la basura de su casa.
Danza Ceremonial de los pobladores preincas de La Quinuilla,
grabado en ceràmica hallada en el cerro “Ventanillas.
Dibujo de Nèstor Silva Urquía. |
Algunos rasgos
"chavinoides" de estos gravados, nos hacen pensar también que es muy
probable que las etnias o grupos humanos que ocupaban lo que actualmente es La
Quinuilla y alrededores, hayan recibido también en la etapa preinca, influencia
y apoyo de la cultura Chavín, que hacia el año 800 a 900 de la era cristiana
tuvo influencia también en la civilización que se asentó en la zona del distrito
de Oxamarca (La Chocta), y en la de la actual provincia de San Pablo
("Kunturhuasi"), tal como lo demostró el ilustre Arqueólogo peruano
Julio César Tello.
3.02.- Etapa del Incanato.
Es sabido que la
conquista de la zona por los Incas, luego de cruentas luchas con los
"caxamalcas" o "caxamarcas", continuó con la conquista de
los "Chachapuyas" o "Chachapoyas", hasta aproximadamente el
año 1470 de la era cristiana, en el que fueron sometidos por las tropas del
Inca Túpac Yupanqui. Obviamente estas guerras causaron grandes conmociones,
muertes, apresamientos, éxodos y huidas en las colectividades que habitaban la
zona del ámbito rural de lo que hoy es el distrito de Sucre; y otras. Sin
embargo, los pocos que deben haber quedado paulatinamente se tuvieron que
adaptar a los designios y leyes de sus nuevos soberanos y gobernantes. Este
razonamiento y afirmación, tiene parte de su sustento en los restos y notorias
huellas de un camino Inca, parte quizás de la red del Capaq Ñan del
Chinchaysuyo; que va desde La Lechuga, por Sumbat, Muñuño, La Artesa, Cantange
hasta que por algún lugar debe haber cruzado el río Marañón en dirección al
oriente. La serpenteante huella de este camino va por la margen izquierda del
río Cajapotrero y es vista en su mayor dimensión desde el camino que va hacia
el caserío de Cajén.
Algunos estudiosos han
seguido las huellas de la red de caminos inca en otras provincias y distritos
de Cajamarca, detectando a otro en Cauday (Cajabamba); el mismo cruza al río
Crisnejas, remonta hacia Chancay; pasa por Ichocán, luego por San Marcos y
Namora. Es probable que en San Marcos se haya empalmado con el camino que desde
La Lechuga, avanza por Güanico y La Pauca. Este gran camino que atraviesa
Cajamarca de sur a norte, sale por la zona de Bellavista y bordea la laguna
estacional de Sulloscocha, donde entre los sembríos aún son visibles las bases de
piedra de lo que fueran los muros laterales del tramo que se dirige hacia Los
Baños del Inca y Cajamarca, cruza el valle del río Mashcón en dirección al
puente de piedra natural Rumichaca, cerca a la actual Granja Porcón. Entre más
de diez mil hectáreas de pinos y pajonales, el Capaq Ñon continúa hacia
Ingatambo, en San Pablo, donde se aprecian las ruinas de un tambo inca. De aquí
se remonta hacia el noreste en dirección a las a las aguas termales de Chancay
baños, pasa por la quebrada "Hueco del Inca" y la antigua hacienda de
Quilcate (*); pasa por Chota y Jaén, cruzando varias veces al río Huancabamba
llega a Ayabaca y desde aquí avanza en dirección a Ecuador.
Menos de setenta años
después de la conquista de "los chachapuyas" por los Incas, los
españoles llegaron a la actualmente denominada Cajamarca, capturaron al Inca
Atahualpa el 16 de noviembre de 1532. La caída del Imperio Incaico, debe haber
significado otra catástrofe para las diezmadas colectividades asentadas en las
zonas rurales de Celendín y otras provincias. La relativa cercanía al lugar de
los sangrientos e históricos sucesos de Cajamarca, seguramente les permitió
enterarse de los mismos a pocos días, tal vez al día siguiente o al tercer día
como máximo. Es seguro que estos hechos y las consecuentes noticias sobre el
armamento y la fiereza de los barbudos españoles causaron mucho susto y
aterradora confusión, que muchos indígenas habrían optado por el suicidio o la
huida ante la captura y muerte del Inca, como lo relatarían los propios
conquistadores y cronistas españoles. Finalmente el camuflaje o la destrucción
de sus viviendas y fortificaciones, fueron seguramente algunas de las últimas
actividades que llevaron a cabo los pocos indígenas de la zona; para luego
abandonarlas definitivamente y emprender la migración o fuga hacia lugares más
seguros como los que hay en la selva, en los que es muy probable que muchos
murieron y otros sobrevivieron.
Algunas personas de
los caseríos de Sucre, generalmente las más mayores, suelen hacer uso de la
tradición oral y se refirieren a estos restos, señalándolos como "casas de
los gentiles" y en relación a sus ex ocupantes usan términos y frases muy
semejantes a los siguientes: "Dicen que los gentiles, cuando supieron de la
llegada de los españoles y vieron que la vida ya les era insostenible, entonces
enterraron sus cosas y sus casas.
Lo que ya no pudieron
enterrarlo lo rompieron para no dejar nada que sirviera; luego se mataron y
algunos se mandaron a otros lugares muy lejanos". Corrobora en parte a las
aseveraciones como ésta, la existencia de construcciones de piedra enterradas o
semienterradas en los caseríos de La Lechuga, la Fortaleza y otros. En parajes
cercanos a La Quinuilla como "El Velo", "Los agujeros",
"Ventanillas", etc., existen también restos de construcciones de
piedra, de cerámica y óseos, que evidencian la existencia de vida comunitaria
preinca e inca.
3.03.- Etapa del Virreinato.-
No se descarta que
parte de la población de finales de la etapa incaica, sobre todo la más joven,
haya sido obligada por los españoles a ir como esclavos a trabajar en los llamados
obrajes y centros de explotación minera. Se sabe que esta sobreexplotación fue
la causa principal de la drástica disminución de la población indígena en las
primeras décadas del virreinato.
Pero también es muy
probable que durante la época del Virreinato, los terrenos de lo que hoy es el
caserío La Quinuilla y algunos otros de Sucre, hayan sido parte de las Reparticiones
y Encomiendas, que la corona española dio a los conquistadores como premio. De
la siniestra vigencia de esta modalidad española de usurpación y explotación no
escaparon ni tierras ni aborígenes porque Cajamarca y sus alrededores fueron
los primeros lugares dónde muchos de los primeros españoles se asentaron.
Al revisar la Historia
de Celendín, en el período de la colonia, encontramos que los textos son un
tanto centralistas o localistas; es decir que refieren en gran parte solo la
historia de la ciudad capital, menciona que ya en esta etapa se habían
establecido haciendas españolas en la que hoy es la provincia de Celendín, una
de ellas era la Hacienda de San Hernando de Llamadín. Textualmente refiere que
la campiña donde hoy se asienta la ciudad capital de la provincia de Celendín,
era un lugar: "a modo de puerto, donde pernoctaban los viajeros que venían
de Cajamarca de paso hacia Chachapoyas".
Refiere también que
"el día 12 de julio de 1782, de paso al oriente, el Obispo de Trujillo,
Monseñor Jaime Baltasar Martínez de Compañón, visitó Zelendín; y allí se dio
cuenta que los españoles, portugueses y oriundos, vivían esparcidos en todo el
ámbito de las tierras Zelendinas, hecho que causó mucha preocupación a su
ilustrísima y aprovechando que la gente se había reunido para saludarlo y
participar en la Santa Misa, les sugirió que deberían construir una población
en la pampa de Zelendín, que deberían comprarla formando una bolsa común entre
todos los vecinos".
Más adelante el relato
menciona: "Posteriormente se hace la tasación de la hacienda de Zelendín
realizándose la Linderación y Tasación y Remate:
En 1802, antes que se
entregue oficialmente las tierras, se hizo el reparto de todas las tierras
compradas en proporción al aporte monetario de cada vecino:
a) Reparto de solares,
dentro de cada manzana, de la urbanización; cada una de 50 varas de fondo por
25 de frente...
b) Reparto de tierras
de pan llevar, en Llanguate, en solares de 100 por 50 varas y.
c) Reparto de
potreros, jalcas, montes, pastos, abrevaderos." Los dos últimos párrafos
nos sugieren que la hacienda de Zelendín tenía gran extensión, pero no podemos
afirmar que abarcaba hasta las mal denominadas "jalcas" que hoy
ocupan los anexos de Sucre, sino tal vez se refería a las de otras zonas como
Pallán, Chalán, Molinopampa, Jelic, etc.
El escritor sucrense
Nazario Chávez Aliaga, en las primeras páginas de su libro ya antes mencionado
hace referencia a que fueron los sacerdotes jesuitas de "La Compañía de
Jesús", liderados por Fray Francisco de Huerta Gutiérrez los que deben
haber ostentado la propiedad de los terrenos de la campiña que hoy ocupan los
distritos de Sucre y José Gálvez, hasta las últimas décadas del siglo XVIII, ya
que en el 27 de febrero de 1767, el Rey Carlos III, expidió la Real Pragmática
Sanción con la que se ordenaba perseguir a los Jesuitas, confiscar sus bienes
y expulsarlos de América.
De igual manera no
podemos afirmar que los terrenos actualmente ocupados por los anexos de Sucre,
hayan sido controlados por los Jesuitas, en tiempos de La colonia; pero por
lo menos sabemos que los primeros españoles, portugueses y oriundos, que
llegaron y se establecieron en lo que hoy es la provincia de Celendín, José
Gálvez y Sucre, han estado cerca de estos y tal vez los hayan pisado o visitado
esporádicamente. Lo cierto y seguro es que varias décadas más tarde esas
tierras fueron ocupadas por sus descendientes los de las familias de apellidos:
Aliaga, Collantes, Chávez, Díaz, García, Sánchez, Salazar, Reyna, Silva,
Torres, Machuca, Malaver, Mendo, Yupanqui, Urquía, Zegarra, etc; de quienes van
pasando su vida en estos pueblos por lo menos, alrededor de seis a más
generaciones de descendientes.
3.04 – Etapa de la República.
Desde la segunda mitad
del siglo XIX (Años de 1800 al 1900), los terrenos de la zona eran mayormente
bosques con algunas áreas descubiertas en las que crecían pastos naturales, por
esto eran eventuales potreros del ganado de los nacientes terratenientes de la
época; pues debemos tener en cuenta que luego de 1824 año en el que se selló la
independencia del Perú, el concepto de posesión y propiedad de las tierras de
poca fertilidad y acceso al agua, tuvo que variar. Esta es la razón por la que
los entonces poderosos hacendados empezaron a considerarlas como potenciales
áreas de expansión para sus haciendas, no era fácil que las personas
reclamaran individualmente posesión ni menos propiedad porque los hacendados
tenían mucho poder. Pero de modo paralelo el crecimiento poblacional de la
villa El Huauco y el cada vez más difícil acceso a la propiedad de las tierras
de su campiña, inquietaba a los jóvenes o ciudadanos con vocación de
agricultores y muchos de ellos empezaron a ver en las tierras comunales de lo
equivocadamente empezaron a llamar "La jalca", un factor de
oportunidad para trabajar y buscar su crecimiento familiar. Así fue como a
partir de las últimas décadas del siglo XIX, algunos "huauqueños"
empiezan a emigrar de la ciudad hacia el ámbito rural.
Los Testimonios de
Marciano Marín Mendo (87) y de Silvestre Mendo Carranza (QEPD) dan fe de hechos
contados por sus abuelos y padres, acerca de las disputa de los terrenos que
actualmente conforman varios anexos del distrito de Sucre, entre Manuel Cacho
Gálvez entonces dueño de la hacienda Polloc y los García Zelada de la hacienda
Cantange: El primero reclamaba jurisdicción hasta lo que actualmente es el
caserío de Santa Rosa y los segundos hasta lo que hasta hoy es Vigaspampa. Esta
disputa se inició en los últimos años del siglo XIX y se prolongó hasta la
primero década del siglo XX.
Una tercera parte se
sumó entonces a la disputa, reclamando los terrenos como suyos e intangibles:
"Las Comunidades del Huauco". Con esta conveniente personería y la
ventaja de que como comuneros ya venían usufructuando de dichas áreas, con el
pastoreo de su ganado, la extracción de madera para construir sus casas y la
siembra de algunas chacras aisladas; se enfrentaron con coraje a las
pretensiones de los hacendados. Entre estos comuneros, resaltó la figura del
Mercedes Mendo Cabanillas y su cónyuge, valiente congueña, Dorotea Urquía
Zelada, quienes participaron activamente en choques decisivos con el hacendado
Manuel Cacho Gálvez, uno en la "Loma del Indio" y el último en lo que
hoy es "La conga del sumidero", en la entrada oeste del pueblo La
Quinuilla; cuentan que allí Doña Dorotea Urquía Z., haciendo caso omiso a las
amenazas del acaballado y bien armado terrateniente, se abrió paso desafiante
entre los pocos comuneros, se colocó frente a él y le espetó la firme decisión
de que "ella y su gente no le temían y que solo muertos serían sacados de
esas tierras". El hacendado enfurecido se retiró con sus lugartenientes,
al ver la suicida determinación de los comuneros. Posteriormente emprendió la
lucha judicial contra las "comunidades del Huauco", valiéndose de sus
influencias económicas y políticas. La actitud tesonera de los comuneros, que
no le dieron tregua ni siquiera en ese campo, más los propios cálculos
políticos del hacendado, hicieron que el litigio se resolviera a favor de los
primeros. Pues, efectivamente años más tarde su hijo Manuel Cacho Souza estableció
buenas relaciones con algunos sucrenses, se hizo devoto de San Isidro Labrador
y como tal llegó a obsequiar a la comuna sucrense, el Fundo "El
Sauco". Fue así el devenir de los hechos, al punto que Manuel Cacho Souza
resultó elegido dos veces parlamentario por Cajamarca con la suma de los votos
de los sucrenses de entonces, llegando a ocupar incluso el cargo de Vicepresidente
del Congreso de la República. Se sabe que como tal visitó la ciudad de Sucre en
1951.
Nazario Chávez Aliaga,
en el acápite: "DESLINDE DE SUCRE CON LA HACIENDA POLLOC" de su ya
mencionado libro, se refiere a los hechos antes comentados, sin precisar lugares
ni personas, aunque si resalta de muy buena manera la figura del extinto
hacendado Manuel Cacho Gálvez y la de su hijo Manuel Cacho Souza. Señala el año
de 1899 como el que marca el inicio de aproximadamente diez años de disputa
judicial por las tierras que se encontraban en la divisoria de hacienda Polloc,
Hacienda Cantange y El Huauco-.
El nieto de Dorotea
Urquía Z., Sr. Marciano Marín Mendo, refiere con precisión que entre 1971y 1972
se parcelaron los últimos terrenos de la comunidad de La Quinuilla. La decisión
colectiva para este hecho fue justamente la construcción en ese año de la
carretera Cruzconga — La Quinuilla, por la que los terrenos comunales adquirieron
mayor valor y la mejor medida para evitar la concentración de mayores áreas en
pocas familias, fue sin duda la repartición equitativa entre los ciudadanos de
entonces.
Existen muchos
testimonios que confirman el gran potencial humano que ha tenido Sucre (Antes
El Huauco) en su ámbito rural: Hipólito Malaver Calla y otros que en
Guangazanga (hoy El Porvenir) se jugaron la vida protegiendo a Ciro AlegríaBazán, célebre escritor. Sin su coraje no hubiéramos tenido la satisfacción de
leer "La serpiente de oro", "el mundo es ancho y ajeno" y
otras hermosas obras del laureado escritor. Asimismo; a esos hombres y mujeres
que defendieron valientemente en "La conga del sumidero de La
Quinuilla", los linderos de lo que posteriormente fue y es nuestro distrito.
Hoy podemos entender
mejor como fue que diecinueve de los veintidós anexos del distrito de Sucre,
han encontrado el espacio para nacer y crecer a tal punto que actualmente
albergan más del 75 por ciento de su población. Hay poca distancia geográfica
entre éstos y la capital distrital; pero desgraciadamente existe una
considerable distancia empática entre los individuos. Las actuales y futuras
generaciones de sucrenses, están llamados a corregir los errores de sus
antepasados y optar por una visión integracionista de su distrito. Frente a las
dificultades y a los grandes retos hay que imbuirse de ansias de superación que
solo suelen surgir en éste tipo de circunstancias.
Los pueblos de
Calconga, San Juan de Tincat, La Quinuilla, Cruzconga, Vigaspampa, El Milagro,
La Lechuga, San Francisco, La Florida, La Fortaleza, Muñuño, San Martín, El
Porvenir, Cajén, Bellavista de Cajén, Santa Rosa, San Pedro, Uñigán, La Laguna,
tienen que adoptar una actitud colectiva de unidad, de identidad e integración
en torno a su distrito, ni el medio geográfico ni su altitud son obstáculos
parta lograrlo.
A las autoridades y
Gobiernos Municipales, les recordamos que el distrito es uno solo, que no hay
ciudadanos, pueblos o anexos de segunda o tercera categoría; y por lo tanto
deben mirar siempre a las necesidades de los anexos del ámbito rural e invertir
en su desarrollo. Hay que dar primero si se quiere recibir después, en la misma
lógica de sembrar para esperanzarse en la cosecha.
Los negativos efectos
de la globalización exigen que los pueblos se unan para sortearlos, un distrito
grande sufrirá menos esos efectos que otro más pequeño. La integración es una
tarea que tiene que ver con el cambio de mentalidad y actitud de los
individuos; con su rompimiento con paradigmas obsoletos y lastres del pasado,
para dar paso a la adopción de una cultura de calidad que produzca familias más
unidas y solidarias. Con las células de la sociedad descontaminadas y
revitalizadas, los pueblos encontrarán el transitable camino hacia su
desarrollo sostenido.
Autoridades,
profesionales de las diversas especialidades, organizaciones socio culturales y
comunales tienen la gran responsabilidad de orientarse en pos de estos
objetivos.
Puede ser que
subsistan y surjan algunas posiciones conservadoras o discrepantes, ese es su
derecho; pues luego de varias décadas en las que se practicó y trasmitió la
equivocada cultura del "divorcio urbano-rural" o "la soberbia
urbana", son comprensibles, pero a la vez nos permiten darnos cuenta de
cuánto daño se ha hecho a muchísimos pueblos andinos. Esta realidad no se
cambiará con una reflexión, hacen falta miles de reflexiones y decisiones para
desarrollarnos humanamente y ser mejores.
El centralismo
provinciano, el racismo, la discriminación y la exclusión, desgraciadamente aún
constituyen rémoras para la integración y progreso de los pueblos y el distrito
de Sucre lamentablemente no ha quedado ni está exento de sus negativos
alcances. Pero finalmente creo que hay oportunidad para las rectificaciones: Es
tiempo de que los sucrenses templemos nuestro espíritu en la unión, sembremos
ambiciones colectivas con ideas nuevas, para en adelante hacer las viejas y
pendientes tareas.
(*). Esto explicaría la existencia de Pueblos
con nombres de terminaciones verbales similares a lo largo de esta antigua red
de caminos incas: Cajén (Sucre), Tumbadén, Lladén (San Miguel) y hasta Jaén. En
Sucre: Sumbat (e), Tincat (e); en San Miguel: Quilcat (e); en Huasmin: Salacat
(e).
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La Quinuilla, vista satelital:
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De las revistas Eco Sucrense, 2008, 2009.
Fotografía: Blogg Eco Sucrense.
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