Por: J. Clodomiro Chávez.
Accedo con singular
satisfacción al pedido del Instituto Cooperativo del Perú, de decir algo por
R.N., sobre la materia de las cooperativas, de suma novedad en nuestro país y
sobre la que el Congreso de la República ha legislado últimamente. Y lo que
habré de decir en esta charla, serán algunos aspectos de beneficios de las
cooperativas, en el suministro de carne para la alimentación de los habitantes.
Cuando la explotación
de este negocio de la carne está confiado a personas individuales o colectivas,
dentro del régimen capitalista, poco o nada se puede esperar de que la carne
llegue al mercado, con el carácter de una verdadera selección. La economía
individualista, en pugna con todo lo que signifique provecho inmediato, no lo
permite: les basta con procurarla abundante y al más bajo costo, para que
obtengan buenas ganancias: el público consumidor no entra para nada en sus
preocupaciones, que no fuera como un simple sujeto de demanda del artículo que
expenden. Pero cuando la explotación de éste negocio, del que depende en gran
parte la salud nacional, lo hacen las cooperativas de producción, sobre los
pilares de la ausencia de lucro exclusivamente personal y sobre el objetivo de
la repartición de una parte de los beneficios en proporción directa al esfuerzo
inteligente de sus asociados, entonces se hace posible y se ha hecho posible
en los países que existen, con profusión, estas organizaciones, los siguientes
resultados que trascienden a la fortaleza de la estructura vital de la Nación:
una preocupación por la selección racial del ganado, inspirada en los
principios de la zootecnia; una preocupación por la edad en que han de ser
beneficiados, tomando medidas directas e indirectas sobre el suministro de
carne de animales tiernos, para evitar la extinción de los de su especie; una
preocupación sobre el estado sanitario de esta clase de animales, durante la
cría de éstos y más aún durante el tiempo que han de ser sacrificados, a fin de
evitar la propagación de las enfermedades humanas y también su valor
desnutritivo como alimento: una preocupación sobre su grado de engorde, porque
está demostrado que la carne cuando no tiene cierta cantidad de grasa, es inapropiada
para la alimentación; una preocupación por último, sobre el forraje,
procurándose siempre bueno y en abundancia, materia que para ser abordada
debidamente, hace necesario un estudio previo de la naturaleza de las plantas y
de los terrenos que la producen, no siendo raro que se apele a las enseñanzas
de la química para salvar la deficiencias, o suministrándoles brebajes a los
animales que contengan mezclas de minerales, como la sal común, el fosfato de calcio,
la cal apagada, el azufre sublimado, el carbonato de sodio, el carbón vegetal,
el sulfato de hierro, el sulfuro de antimonio, y el yoduro de potasio en
proporciones distintas y variables.
Nadie podrá negar que
todas estas preocupaciones de las cooperativas cristalizadas en hechos, importa
un beneficio positivo para la alimentación del pueblo sobre todo tratándose del
nuestro, que acusa un índice enorme de enfermedades endémicas que tienen su
origen en la desnutrición. Por eso para remediarlo, se ha legislado sobre las
cooperativas de toda clase, desde las de producción hasta las de consumo y de
crédito, facilitando las federaciones y confederaciones de éstas, controladas
por la Dirección General de Cooperativas dependiente del Ministerio de Fomento.
Para constituirlas, cualquiera que sea su género, basta con la buena voluntad
de los que ejercitan una actividad útil en la vida, desde que su capital puede
estar representado en dinero, bienes muebles e inmuebles, semovientes,
productos, el trabajo o la industria de los asociados. Tampoco necesita para
que empiece a funcionar gran número de asociados: basta que sean diez. Ni menos
de grandes desembolsos de dinero para constituirse, puesto que la forma
material de estas organizaciones puede ser la de una simple acta refrendada por
el personero del gobierno, por el Alcalde del distrito, por el Juez de Paz del
mismo, por un Notario o por la autoridad política del lugar. Lo mismo, en lo
que respecta a la responsabilidad limitada, de cuyos compromisos y obligaciones
responda el haber social y una garantía adicional fijada por los socios de
antemano, en el acto mismo de su constitución.
Las sociedades
cooperativas son, pues, instituciones económicas, destinadas a suplantar con el
tiempo, cuando han echado hondas raíces en un pueblo, a las organizaciones
económicas del capitalismo, tanto por la bondad de sus resultados que responden
a la técnica más perfecta y a las exigencias vitales de la nación, cuanto en
ese afán de que no persiguiendo el lucro individual, sino el mejoramiento
social y económico de sus componentes y de la colectividad, mediante la
absoluta igualdad de derechos entre ellos, el re-parto de sus rendimientos en
proporción a la participación de cada socio en las operaciones que realice con
la cooperativa y la aplicación de parte de su rendimiento en obras de previsión
y asistencia social, contribuye mejor que el sistema capitalista, a facilitar
el pan al hombre y a sus familias, y con el pan todos sus derivados de salud,
de orden y de tranquilidad colectiva, abrevaderos del trabajo con alegría, de
las renovaciones de las ciencias y de la prosperidad de la Nación.
De la
revista Alma de Sucre, 1994.
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