"El mundo es una comedia
para los que reflexionan, y una tragedia para los que sienten".
(Horace Walpole)
Por. Hébert Reina Zegarra
José María Arguedas es uno de los más ilustres
escritores de habla hispanoamericana. Nacido en Andahuaylas (Apurímac) en 1911
y muerto en la ciudad de Lima 1969. El maestro Arguedas supo sintetizar la
abrupta realidad sociolingüística de nuestro país, esa cualidad innegable de
hablar fluidamente el quechua y el español a partir de los ocho años, siendo un
púber de este contradictorio y conflictivo país, donde se habla muchas lenguas
y conviven una pluralidad de pueblos desde los Aymaras hasta los descendientes
de los europeos, asiáticos y africanos.
El indio de Arguedas, fundamentalmente, se
diferencia de otros escritores, como es el caso de Enrique López Albújar, el
cual veía la realidad del indio, muchas veces, desde la posición de un
magistrado. Otra realidad nos describe Ciro Alegría, otro de nuestros grandes
novelistas, el cual narraba las hazañas de un Rosendo Maqui, de un fiero
Vásquez o simplemente, la vida del temible hacendado Amenábar. Es decir un
indio más rebelde y menos lírico un subjetivo que el indio arguediano. Que es
muy distinto de los retratados por el inca Garcilaso de la Vega, en sus
"Comentarios reales (primera parte), el indio que describió magistralmente
Luis E. Valcárcel, en su "Tempestad en los Andes", es un indio más
radical que el arguediano. Sin embargo, en el pináculo del mundo indigenista
está en López Albújar, Ciro Alegría y Arguedas. Aunque, últimamente, las
novísimas investigaciones literarias tanto de Tomás Escajadillo y Miguel
Gutiérrez nos hablan de un neo-indigenismo, encabezado por Carlos E. Zavaleta,
Eleodoro Vargas Vicuña, Manuel Scorza entre otros. Lo transcendental en la obra
arguediana es haber develado ese mundo ignorado, por las clases dominantes de
nuestro país, como es el caso de los "Mistis" o blancos, que no
conocían ese mundo maravilloso de los andes lleno de inmensa ternura para con
los animales, plantas y majestuosos cerros, por su especial cosmovisión del
mundo andino. Que ningún estudio materialista, pudo borrar esa identificación
por el mundo mágico religioso. Ese universo narrativo que iba trascendiendo
desde la aldea, para luego pasar por vida provinciana hasta alcanzar esa
hirviente y caótica realidad que es nuestra patria, estamos hablando, desde
luego, de "Agua ", "Los Diamantes y Pedernales",
"Yawar Fiesta", "Los Ríos Profundos", "Todas las
Sangres" hasta llegar "Al Zorro de Arriba y al Zorro de Abajo" o
como el lector común y corriente lo conoce con el nombre de los "Zorros de
Arguedas". Pero la crítica especializada tanto de la derecha como de la
izquierda peruana, consideran como uno de sus grandes logros literarios a
"Los Ríos Profundos" ese maravilloso mundo narrativo que sirvió
posteriormente a nuestro premio nobel, Mario Vargas Llosa, para que escribiera
otra inmortal obra como "La Ciudad y los Perros". Pero su mayor
aliento poético-narrativo, lo constituye, sin lugar a dudas, "Todas las
Sangres", en la que se nota la influencia literaria de Fedor Dostoiewsky,
cuando trata especialmente del conflicto de los hermanos Aragón; y su novela
trunca e inconclusa denominada "El Zorro de Arriba y el Zorro de
Abajo". Que simboliza alegóricamente el mundo chimbotano, en su trance a
la modernidad. El universo ficcional del mundo arguediano debe ser contemplado
desde una óptica muy amplia, como cuentista singular, como novelista polémico,
eximio folclorista, como antropólogo con sólidas ideas de lo que era, es y será
el Perú de mañana. No está demás decir que la obra de nuestro compatriota ha
sido traducida a los principales idiomas del mundo. En nuestra patria cabe
mencionar los estudios que han dado luces al entendimiento de los lectores
latinoamericanos, como es el caso de César Lévano, con su estudio sustancioso
"José María Arguedas: un sentimiento trágico de la vida". El
paradigmático estudio de Antonio Urrelo" José María Arguedas "El otro
rostro del indio". El polémico ensayo de Mario Vargas Llosa titulado
"La utopía arcaica: José María Arguedas", el cual levantó comentario
muy polémicos dentro y fuera del país. O el enfoque dialéctico realizado por
Miguel Gutiérrez cuando habla de este singular escritor en su obra "la
Generación del Cincuenta" "Una Generación Dividida". O esa
visión totalizadora que encontramos, en el estudio de uno de los críticos más versados
de la obra arguediana, "Los universos narrativos de José María
Arguedas", del Dr. Antonio Cornejo Polar, obra de consulta de todos los
amantes del escrito andahuaylino. Así como las numerosas tesis doctorales que
se han hecho en el extranjero como en nuestro país. Este ilustre huérfano de
las letras hispanoamericanas, Don José María Arguedas, el cual se amamantó en nuestra,
varia, el que' ' cuando plácidamente
en una "Batea de amasar pan"; donde la madrastra le enviaba cuando su
padre iba de viaje a las provincias. Allí con los indios aprendió el quechua
como su primera lengua y después aprendió el español. Pero aprendió esta última
lengua para transformarla o darle una nueva estructura morfosintáctica: quechua-
español. Estudió su escuela primaria en la localidad de Abancay, mientras que
la secundaria lo realizó en la ciudad de Ica, en San Luis Gonzaga, donde sus
compañero y especialmente el inspector de educación, se burlaba de la forma
como hablaba el adolescente Arguedas. Pensando que era uno más del grupo, pero
Arguedas batió record de notas en aquella oportunidad. Otro paso trascendental
en la conflictiva vida arguediana fue su estadía en la ciudad de Lima, en la
caótica Lima, es gran hidra multifacética, en el que aprendió, rápidamente, sus
modas y costumbres pero sin perder su identidad regional cuando ingresó a la
Universidad Peruana, manteniendo excelentes relaciones con Francisco Miró
Quesada y Carlos Cueto Fernandini, quienes se encargaron de hacerle su
instancia más grata. Quienes fueron sus guías en dichas reuniones tanto
culturales como amicales, pero reconociendo desde de un principio su méritos
personales como folclorista, como amante de las danzas regionales, su enorme
creatividad en el cuento y en la novela y su labor antropológica, aunque la
inmensa mayoría de sus lectores y estudiosos sólo conocen su obra literaria,
mas no los siete tomos de su obra antropológica. Siendo estudiante sanmarquino
participó activamente en la protesta contra el gobierno fascista italiano,
enviando al diplomático a la pileta sanmarquina. Debido a este incidente
Arguedas fue sentenciado a seis meses de prisión en el Sexto junto con otros
compañeros universitarios, entre ellos Jiménez Moreno. Producto de esta experiencia
traumática nació una novela muy polémica denominada "El Sexto", que
bien podría servir de tesis para algún trabajo universitario, si lo
compararíamos con "La isla de los hombres solos", "Los
Endemoniados", de Fedor Dostoiewsky; "Papilón", de Henri Chuarriere
o "La Prisión", de Gustavo Valcárcel, para no ser referencia de otras
obras literarias más. La vida sentimental de Don José María Arguedas no fue un
jardín perfumado de rosas. Su primera esposa, si mal no recuerdo fue Cecilia
Bustamante, con la que no tuvo descendencia alguna; lo siguió después sus
desgarradoras experiencias cuando tuvo relaciones amorosas con una prostituta
extranjera hasta llegar a Sybilla Arredondo, una militante activa de lo que
después se denominaría "Sendero Luminoso". Fue una dicha efímera. Su
primer compromiso terminó suicidándose. Era común escuchar en los congresos de
escritores nacionales y extranjeros que Arguedas no era correspondido por su
pareja chilena. Hay que anotar, aunque sea muy brevemente, que Arguedas conoció
la realidad peruana a través de la obra de José Carlos Mariátegui, "Los
Siete Ensayos de la Realidad Peruana", la obra del Inca Garcilaso de la
Vega "Los Comentarios Reales" y por sus estudios antropológicos
comparados que hizo de las comunidades españolas e indígenas. Hay que destacar
también su amistad entrañable con Hugo Blanco, el guerrillero del valle de la
concepción, en dicho personaje se inspiró para escribir la laberíntica vida de
sus personajes de "Todas las Sangres", como se pudo comprobar por su
copiosa correspondencia epistolar entre él y Hugo Blanco. Desde luego también
ha pasado a la historia de las letras hispanoamericanas, sus célebres
discusiones con Ángel Rama y Julio Cortázar. Referente al papel del escritor en
sociedades como la nuestra. Sintió al Perú, en toda su complejidad histórica y
en su controversial realidad plurilingüística. Ya había atentado contra su
vida, en dos oportunidades, una vez ingiriendo una gran cantidad de somníferos,
pero sobrevivió a ella. Pero la última vez, cuando estaba ejerciendo la función
de catedrático en la Molina, un certero disparo en la sien acabó con su
atormentada existencia. A sus restos mortales asistieron miles de peruanos y
extranjeros. Una exequia tan sólo comparable con la de José Carlos Mariátegui,
el fundador de la izquierda peruana. Finalmente decimos que la neurosis que
padecía desde la infancia, sumado a ello los traumas familiares y políticos,
terminaron, con la vida de este ilustre peruano.
De la
revista El Labrador XX, mayo 2011.
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