1912-1966
Por Olindo Aliaga Rojas y
Gutemberg Aliaga Zegarra.
Sucre, suelo fecundo
de abundante vegetación, donde se cultiva la emblemática papa Guagalina, fue
lar nativo de don Víctor Manuel Sánchez Quevedo: normalista, intelectual y
poeta autocultivado. Creció en un hogar nada extraordinario, al mismo que la
tierra le asignó carencias y necesidades como a muchos hogares de ese pueblo.
El excepcional
personaje de quien nos ocuparemos nació el 21 de julio de 1912, hijo único de
los esposos Vicente Sánchez Aliaga y Elvira Quevedo Díaz, ambos nacidos en la
paradisíaca Villa del Huauco hoy Sucre.
Su padre, un hombre
menudo se dedicó a la pequeña agricultura, por su fuerte timbre de voz y
dominio de lectura, se desempeñó como pregonero contratado por el concejo. Años
más tarde ejerció de mandadero, realizando pequeños mandados domésticos.
Su madre consagrada a
las labores de ama de casa, después de dar a luz a su bebé de cinco kilos de
peso, quedó delicada de salud, falleciendo cuando su primer y único vástago
tenía tan solo 8 meses de edad, tras la muerte de su madre, el niño Víctor
Manuel pasó a los cuidados de la señora Clorinda Rojas, su madre de crianza.
De cuna humilde, desde
niño fue un trabajador auténtico, realizando variadas y agotadoras faenas para
llevar algo de comer a su hogar y más de una vez tuvo que cazar palomas de
campo para comérselas, como les confesó a sus hijos años más tarde.
Mientras sus amigos de
infancia jugueteaban por el campo y la plaza de armas, a él se le veía de
monaguillo del cura Bazán, su empleo en la parroquia le prodigó algo de comer y
su relación con el párroco fue determinante porque a su lado, el futuro
intelectual se nutrió con las lecturas de los libros que el padre conservaba
con bastante cuidado.
Protegido por su tío
Istán Sánchez estudió la primaria en el Centro Escolar de su pueblo, siendo su
maestro el profesor Demetrio Sánchez Aliaga.
Su primaria la
complementó estudiando 4° y 5° año en la escuela particular gratuita del doctor
Aladino Escalante Sánchez, en esa escuela particular nocturna fueron sus
condiscípulos: Hildebrando Aliaga, Semirámis Quevedo, Almanzor Chávez, Ricardo
Zegarra entre otros. Después de concluir la primaria es aceptado como profesor
en la escuela donde estudió, pronto se ganó el aprecio de sus alumnos y el
respeto de sus colegas así como de los padres de familia quienes le expresaron
su admiración; mas las atenciones al afamado maestro, comenzaron a empañarse en
1935 cuando el profesor Chirre, así se le conoció cariñosa y popularmente entre
sus amigos, abrazó la doctrina del partido aprista debido a que en el pueblo el
APRA era considerado nefando y sus seguidores apóstatas.
A los 22 años de edad
se escapa de su casa con su enamorada la apuesta señorita Altemira Beldad, hija
de don Artemio Rojas y de doña Herlinda Hidalgo Díaz, posteriormente y por
encima de la obtusa oposición del padre de su flamante compañera, se casó el 29
de septiembre de 1934.
La inquina de sus
enemigos políticos quedó patéticamente demostrado después de las elecciones
generales de 1945 al descubrirse que el único voto a favor del partido aprista,
escrutado en las ánforas correspondientes al distrito de Sucre perteneció al
ciudadano Víctor Manuel Sánchez Quevedo. Ese voto inflamó la ira de sus
adversarios políticos entre los que se contaban el Dr. Clodomiro Chávez,
candidato que buscaba la reelección como diputado por Celendín, el profesor
Clemente Díaz, el escritor Nazario Chávez y su suegro don Artemio Rojas que no
le perdonó la osadía de haberle robado su hija, movieron sus influencias en lo
alto del poder y lo echaron de la Escuela N° 83 de Sucre.
De este hecho enojoso
y lamentable, el escritor y poeta Julio Garrido Malaver, dice en su libro Para
ser libres: "Los huauqueños sindicaron a don Víctor Sánchez como autor del
único voto aprista de su distrito, y sin más ni menos, por acción popular lo
arrojaron de la ciudad con hatos y garabatos, sin tener en cuenta que perdían a
un educador digno de ser calificado como maestro."
Sin trabajo, con su
esposa y su hijo ya joven, Solón Pericles se trasladó al pueblo de San Pablo,
su pueblo adoptivo, en esa tierra auspiciosa, el maestro de los pobres y
desheredados se vinculó con los campesinos y junto con los pobladores fundó la
Escuela Primaria 1034 donde trabajó como profesor y después como director.
Por un corto período
de tiempo fue asignado a una escuela de la ciudad de Cajamarca, allí aprovechó
para estudiar la secundaria en el Colegio San Ramón, en donde su profesor de
religión fue el cura Conrado Mundaca. Estos estudios le permitieron escalar
posiciones en su carrera profesional, llegando a ser Supervisor de Educación,
en aquella ciudad también estudió contabilidad y recibió clases de violín.
En la ciudad de
Cajamarca se codeó con lo más graneado de las personalidades de la cultura y de
la política aprista, contándose entre estos últimos el alcalde de la ciudad,
señor Carlos Malpica Rivarola.
De vuelta a la escuela
de San Pablo en donde lo esperaban su esposa y sus hijos alternó la docencia
con labores sociales y la política, dedicándose a asesorar a los campesinos,
por esta razón y convertido en defensor de los pobres de San Pablo, su casa que
era alquilada, se transformó en un lugar público.
Lector empedernido,
siempre se le sorprendía con un libro en la mano, enseñando a los niños,
orientando a los campesinos, absolviendo las consultas de sus colegas
profesores o entrenando a sus gallos de pelea: El Ajiseco y El Caballero
Carmelo.
Víctor Sánchez
Alfabetizando
Fuerte de carácter,
intransigente en sus opiniones, pasó su vida llena de vicisitudes en la ciudad
de San Pablo, sin querer, ni poder visitar a su tierra de origen, pero si la
recordaba y la llevó en el corazón, porque allí se encontraban su padre de
quien jamás se descuidó y su buena madrastra que de cuando en cuando la llevaba
a su lado. En la tierra de San Pablo se realizó como profesional, como líder y
poeta aficionado.
La descendencia de los
esposos Sánchez Rojas fue numerosa ya que la señora Rojas fue muy prolífica,
llegando a tener 23 partos, contándose un parto de mellizos y otro de
trillizos. Varios hijos murieron a temprana edad, quedando vivos solamente
ocho: Solón Pericles, Clelia América, Victoria, Penélope, Víctor Epicuro,
Edinson, Washington y Heráclito. A causa de esos partos numerosos, el
alejamiento constante del hogar de su esposo y la carencia de recursos
económicos, la señora Altemira enfermó de los nervios por lo que tuvo que
recurrir a médicos especialistas de Cajamarca y de Lima.
A la edad de 55 años,
en plena labor docente, a las 8.30 de la mañana del día 18 de diciembre de
1966, el hombre que vino a este mundo para ser maestro, guía, luz y enseñanza
dejó de existir, repentinamente, víctima de un derrame cerebral, según la
necropsia practicada a su cadáver. Enterado de la noticia el influyente
normalista en la ciudad de Cajamarca, Demetrio Sánchez Aliaga, tío carnal del
maestro Víctor Sánchez Quevedo, acudió en ayuda de su familia y corrió en parte
con los gastos del sepelio. Sus restos mortales fueron trasladados al
cementerio de Cajamarca en apoteósica compañía del pueblo sampablino, de sus
compañeros de partido, alumnos, profesores y esclarecidas personalidades de ese
departamento norteño.
Su obra poetica:
Víctor Manuel comenzó
a escribir poemas cuando cursaba el 3er año de primaria.
Su obra poética
inédita es copiosa y se compone de versos, discursos, cartas, acrósticos y
coplas carnavalescas.
Sus poemas con suave
aroma romántico, fuertemente influenciado por Bécquer y otros poetas del siglo
de oro del romanticismo español están inspirados en la mujer sampablina y ante
más de una cayó rendido, como ejemplo citaremos las siguientes: En su poema
Suspiros el poeta dice:
¿Acabarás Lebasi por matar mi
corazón?
¿O acaso de mi tendrás compasión?
Vamos a ver hasta cuándo por ti
estaré suspirando
tú me tienes encantado
sujeto a este suelo amado.
Su poema titulado
También fui a la excursión, está inspirado en Gladis y dice:
En alas de Cupido subí al
Huascarán
de allí con rumbo al cielo
en ímpito vuelo
pasé hasta Yonán.
Otra musa en la que el
poeta se inspiró fue Marina, a quien en sus versos le dice:
éter de mi ensueño
de idílicos romances.
Su poema Amar no es un
delito, está inspirado en una mujer celendina y lo escribió en el año de 1957.
Eres Marujita la perla diamantina
veo en tu hermosura la estrella
celendina
ideal de mi vida y ensueño
juvenil
llamaste a mis recuerdos, tú
fuiste la primera
amor tú me inspiraste ¡Oh flor de
mi pensil!
Elba es otra mujer que
le quitó los sueños al poeta y la convirtió en musa de su inspiración.
¡Oh!, Elba... por tus encantos
muy bonita en todo santos
apareciste a mi lado
no puedo, no puedo
no puedo seguir callado.
Orfi es el nombre de
otra mujer que inquietó al corazón de Víctor Manuel:
¡Te vas Orfi, ya te vas!
mañana te alejas de acá
tu corazón te dirá,
que alguien se queda sufriendo
aún más su soledad
¿Quién es él?
solo yo.
Pero es el amor
imposible y no correspondido de una mujer cuyo nombre es Alicia que lo hace
sufrir y le recuerda aquellos dolores que el poeta sufrió en su tierra natal.
El sol que me cantó un día
creyó que ella me quería
¡Oh cruel destino fatal!
que recordó a Celendín.
Tengo hambre de
justicia, pregona en su poema teñido de política titulado Sol de libertad y
agrega:
Y entonces recurro
al sermón de la
montaña
en pos de redención
y aquello templó mi
alma
y arrancándome
promesas
y un grito sin doblez.
¡Viva el pan con
libertad!
La mayor parte de su
obra fue escrita en San Pablo entre 1957 y 1962, sus poemas fueron firmados con
el seudónimo de Rotciv.
La muerte prematura no
le permitió reunir toda su producción a la que el poeta estuvo dedicado,
logrando reunir 45 poemas bajo el título de Poemas de amor, fe y optimismo de
donde hemos preparado esta antología, el resto de su creación literaria está
desordenada en manuscritos y desperdigada entre sus hijos y algunos baúles de
viejos amigos, esperando una mano o una institución que como a Moisés la salve
de las aguas procelosas del olvido.
De Personajes de la Historia Sucrense.
HOMBRES COMO DON VÍCTOR MANUEL SÁNCHEZ QUEVEDO, NECESITA NUESTRO PAÍS, SIEMPRE, POR ESO RECOMIENDO APOYAR A LOS ESCRITORES Y POETAS NO SÓLO DESPUÉS DE SU MUERTE, SINO CONSTANTEMENTE. MIS FELICITACIONES Y AGRADECIMIENTO A ESTA REVISTA.
ResponderBorrarATENTAMENTE,
DR. FRANKLIN EUCLIDES SÁNCHEZ LINARES (HIJO DE VÍCTOR MANUEL SÁNCHEZ QUEVEDO Y MARÍA DOLORES LINARES ARRIBASPLATA.