Por Ever Rojas Zegarra
A decir de los
profesores eméritos Gutemberg Aliaga Z. y Jaime Cruzado y Alcántara, (Jaimito)
a quienes les cupo la suerte de iniciar sus labores educativas en el san José
de Sucre); describiendo oralmente, con lujo de detalles y exquisito sentido del
humor, las remembranzas de sus largas horas educativas, cada una de ellas
combinadas de travesuras, extravagancias y ocurrencias en todos los tonos y
para todos los gustos , protagonizadas por sus propios colegas y sus
malcriadísimos alumnos, que en ese ambiente de aparente soledad que lo
caracteriza a nuestro pueblo, daban la nota de alegría, tranquilidad y placentera
felicidad que los incentivaba a bregar cada día con más entusiasmo, en favor de
la educación de la juventud sucrense, dentro del entorno que les tocó vivir en
una de las más hermosas etapas de su vida, felicidad que festejaban con
delirantes carcajadas, tan frecuentes como el pan de cada día, cuando reunida
la plana docente en pleno a la hora de la siesta, tirados sobre el verde césped
y bajo la sombra de frondosas palmeras de la plaza de armas, daban rienda
suelta a sus delirantes chistes, chismes, chapas y los infaltables comentarios
de apasionados romances amorosos, aventuras e historias de amor, algunos
prohibidos, incomprendidos y no correspondidos como el fallido idilio que le
tocó sufrir en carne propia a nuestro dilecto amigo Jaimito, al enamorarse
desesperadamente de la más bella de sus alumnas, (pero vaya picazo de
pajarraco) la cual lo desdeñaba porque solamente le faltaban diez centímetros más
de estatura (si tuviera unos diez centimetritos mas, le haría caso profesor, le
tuvo que decir la autora de sus desvelos, en respuesta a sus impertinentes
requerimientos, (es la propia confesión de la aludida alumna). Y así con otros
chascarrillos más por el estilo, que provocaban inevitablemente la risa a
todos.
Pero no más
preámbulos, por que el reducido espacio del que se dispone en toda publicación
que no cuenta con mucho presupuesto, no nos permite explayamos mucho, eso es
natural, comprensible y condición para que los artículos sean publicados, así
como la calidad y agilidad en su forma y contenido intrínseco de los mismos y
que determinan el prestigio o el desprestigio de una revista, por eso es de
suma necesidad de que todos los artículos sin excepción, sean celosamente
seleccionados por personas idóneas antes de llevarlos a la imprenta. Yo me incluyo
y me atengo también a la crítica, sobre todo si viene de un buen crítico, pero
de ninguna manera de malos críticos que critican a cientos y no igualan a
ninguno. Sólo al buen crítico le estaría muy agradecido hacerme conocer su
opinión acerca de los míos, y le aseguro que si escribo mal y no llego ni a
regular a su criterio, acataré sus recomendaciones sea para corregirme,
remediar, superar o perfeccionar el estilo sencillo que uso para decir las
cosas, pero pase lo que pase seguiré escribiendo por afición, relax o hobby, en
la calma de mis aposentos y si es que mis preocupaciones y ocupaciones me permiten,
pero no volvería a publicar más, sino no hasta lograr la perfección en este no
muy fácil arte de la narrativa, como un requisito indispensable que me auto
impongo para volver hacer el intento de publicar no un artículo simplemente,
podría ser un libro, cuando se piensa en grande, todo es posible, que además es
lo único que me falta para ser hombre completo, si nos atenemos al antiguo
pensamiento que nos dice que para ser hombre se necesita tener un hijo, sembrar
un árbol y escribir un libro, con lo cual quedaré más que satisfecho al hacer
lo que me gusta y talvez al contribuir en algo en la formación moral de mis
hijos y de los que coincidan con mi pensamiento, mi estilo y mis principios,
como que debe ser deber de primer orden de todo padre, hablar a sus hijos con
franqueza de todos sus aciertos y desaciertos; de los medios que usó para
triunfar o sobresalir en la vida por ejemplo, y que deben imitar si es que
estos medios fueron lícitos, o de las causas y errores que lo llevaron al
fracaso, errores que deben ser superados y jamás imitados, así de simple.
Ahora si al grano con
las curiosas anécdotas san josefinas, que las hay en abundancia y para todos
los gustos, solo que como esto es un artículo y no un libro, no será posible
describir más de dos de ellas y que allí van:
Qué Buena Puntería del Cojo
El en ese entonces
joven, profesor Jaime Cruzado, que por la diversidad de alumnos respecto a la
edad que en los primeros años de vida institucional del Colegio los habían, y
por su menuda estatura y sus ocurrentes travesuras y gracias, más parecía
alumno que profesor; e incluso se gastaba bromas de todo calibre con sus
propios alumnos, tal es así que en una ocasión al dictar una de sus clases de
filosofía a los del 4to. año, para lo cual tuvo que escribir en la pizarra,
dándoles la espalda al alumnado como que no podía ser de otra manera, recibió
de parte de un insolente alumno, tremendo " PEPASO " en plena cabeza,
encima de la nuca, felizmente con pepa de eucalipto, pues si era de palta,
simplemente esta anécdota no se estaría contando.
Jaimito Cruzado
llamado así por cariño, por menudo y por travieso, nos manifiesta que tras este
vil atentado, inmediatamente giró 180 grados, para ponerse al frente del
alumnado, con la mano derecha en la cabeza rascándose con disimulo para paliar
el dolor que lo hizo ver luces azules por el aire, y al mismo tiempo buscar
caras sospechosas, como que la encontró al instante, más por intuición que por
las apariencias del malhechor; y con segura determinación lo señaló a uno que
rengueaba…, Tú fuiste no es así, exclamó enfurecido el profesor, y el malandrín
se paró en un pie para responderle cínicamente con un ¿Qué es lo que lo hace
pensar que yo he sido profesor?, a lo que Jaimito le respondió, porque en
principio no hay cojo bueno. Dicho esto y mientras las risitas y el bolondrón
que armó el alumnado, unos en contra y otros (los más malcriados) en favor del
agresor, se calmen, el profesor le hizo una enérgica y bien merecida invitación
a su rival, a pasar a la dirección para que de inmediato se proceda a su
virtual expulsión, el cojo malo, no tuvo más remedio que obedecer a su profesor
y aunque a regañadientes, llegaron a la dirección en donde Jorge Collantes, el
pendenciero se arrodilló frente a un adusto director, (quién de antemano
adivinó la gravedad de su falta para con lágrimas en sus ojos, clamarle perdón,
con la firme promesa de no repetir nunca más tal alevosía. Las aguas volvieron
a su nivel y profesor y agresor se dieron el abrazo de reconciliación. De la que
se salvó nuestro amigo y paisano, protagonista de esta anécdota verídica como
que se llama Jorge Collantes, en la actualidad distinguido médico veterinario,
y se desempeña como tal en Sucre y aledaños con mucha eficiencia. Le pido
perdón con lágrimas en mis ojos (como él lo hizo en su oportunidad), por usar
en esta graciosa anécdota adjetivos que de ninguna manera le corresponden ni
tienen la menor intención de ofenderlo, solo que para resaltar los hechos y
para hacer más amena y mas risible a la anécdota, hay que usarlos
necesariamente, incluso maximizando los hechos solo con fines literarios. Desde
ya, agradezco su comprensión.
Una desigual competencia en la que se impuso el
ingenio
Llegó al San José de
Sucre con bombos y platillos el nuevo profesor de Educación Física, que
respondía al seudónimo de Pashe, ( Práxedes ), fue recibido con muchas muestras
de alegría y entusiasmo, sobre todo por parte del alumnado en general, (como
no, si es el único curso que gusta a los jóvenes ), y para que, este joven atleta
demostró desde un principio conocer bien su oficio y se hizo querer de todos
excepto de don Quirino Araujo, auxiliar y alumno a su vez del Colegio, porque
Pashe tenía un pequeño defecto, se jactaba de sus triunfos deportivos y metía
mucho su cuchara (como dicen en el pueblo) en cuanta conversación participaba;
eso para don Quirino era una pedantería que contrastaba con su sencillez y
parquedad y lo indisponía tanto que comenzó a idear la manera de bajarle los
humos, como se dice, hasta que un día concibió en su ágil y agudísima mente,
una muy ingeniosa manera de bajar los humos del profesor Pashe, esto es,
retándolo a una carrera tipo maratón, para lo cual propuso que la carrera
empiece en la plaza de armas de sucre y termine en ese mismo lugar, pero después
de dar una vuelta por la plaza de armas de José Gálvez . Propuesta que motivó
una carcajada general de todo el grupo presente, dado que la edad y peso de
retador y retado eran exageradamente desiguales: Profesor 25 primaveras, don
Quirino 55 años bien sufridos, peso: Profesor 51 kg., don Quirino 86 kg... Y no
se rían gritó, no hablo en broma y aquí tienen mi apuesta dijo echando mano a
su billetera para extraer 30 soles valor de una caja de cerveza. Los profesores
al oír el nombre de esa mágica bebida que al escuálido lo hace valiente y al
tonto hablador, se quedaron mudos por un momento y cuando reaccionaron no les
quedó más remedio que persuadir al incrédulo profesor de educación física, para
que acepte el reto. Pashe lo imitó a don Quirino en señal de aceptación,
entregando sus 30 soles al profesor Gutemberg, que desde ese momento fue
nombrado juez y custodio de este evento deportivo único en su género.
Ese mismo día se
acordó fecha y hora de inicio de la carrera y se recomendó puntualidad. La
noticia se expandió a la velocidad del rayo por las poblaciones de sucre, José
Gálvez y Celendín, y la expectativa del público por ver el final y resultado de
esta contienda, superaba a la expectativa que los sucrenses sentimos por estar
en la fiesta de San Isidro, si cabe la comparación. Celendín se mostró algo
indiferente, y solo participó en este evento el infaltable periodista Napoleón
'Sánchez Urrelo, (Tagaga) ávido de cubrir la noticia a nivel provincial y
nacional.
Y como no hay plazo
que no se cumpla, llegó el día y la hora indicada, mucho ajetreo, mucho
público, comentarios de toda clase de grandes y pequeños, hasta que aparecieron
los contendores cada uno con su respectiva barra a cual más bullangueras,
acicalados de sendos buzos azules y de blancas zapatillas de marca, como si se
hubieran puesto de acuerdo, Una vez frente al jurado que los esperaba con
ansiedad y visible nerviosismo, el juez Gutemberg se puso de pié para
saludarlos con un apretón de manos y les arengó con algunas frases entre las
que destacó la conocida y muy usada frase en competencias deportivas "
usos son de la guerra, vencer y ser vencidos " e indicó que todo estaba
listo, y que la carrera puede iniciar.
Ahí es donde viene lo
inesperado, lo inaudito y el gran ingenio de don Quirino que sale a relucir
para ganar la competencia sin derramar una sola gota de sudor. Señor juez,
gritó a todo pulmón, como Ud. y todos los presentes pueden observar, que la
diferencia de edad y de peso son abismalmente opuestas, muy favorables para mi
contendor, sin embargo le doy ventaja en lo que respecta a la edad, porque
además es insalvable, pero en lo que a peso se refiere, si se puede equiparar,
por lo tanto exijo lo que por justicia tengo derecho, con esto quiero decir que
ambos corramos con el mismo peso, para lo cual usted se servirá hacer echar en
un costal, la cantidad de 34 kilos de piedras para que mi contendor lleve sobre
sus huesudas espaldas, de ser posible atado fuertemente con un reata de mula
para que no lo pueda retirar a través de todo el trayecto de la carrera, de tal
manera que esta competencia se desarrolle en igualdad de condiciones.
Desde luego que Pashe
no aceptó tal condición, con el consiguiente malestar de un público que no cesó
de aplaudir y vitorear la actitud de don Quirino, de parte de sus seguidores, y
al mismo tiempo muchas voces de protesta de la parte contraria y adeptos del
profesor Práxedes.
El Jurado pidió respetable calma, silencio y serenidad, para luego de deliberar este difícil
caso por una hora más o menos, falló a favor de don Quirino, procediendo a su
proclamación como triunfador de este anecdótico y singular evento deportivo,
que como es de suponer, se festejó con gran algarabía y terminó en una
descomunal tranca.
De la revista El Labrador, 2006.
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