1912- 2002
Por Olindo Aliaga R. y Gutemberg Aliaga Z.
Los Solares (Fracción de terreno de 100 varas de largo
por 80 de ancho), de trazos perfectos
de la encantadora campiña del Huauco serán testigos de días inolvidables de
cotidiano pastoreo de un niño con los pies descalzos; pero que con amor y
dulzura, pasaba días de sol y lluvia en interminables rastrojos (Pasto y restos
que quedan después de la cosecha del maíz), donde ovejas, bueyes y vacas se
daban cita para alimentarse de la nutriente sarapanca (Llamada también Sarapanga. Tallo seco de la planta del maíz, sirve de
alimento para el ganado, usado también como leña en la cocina. Algunos
pobladores dicen sarapanga).
Aquel niño, de cuna
humilde, responde al nombre de Víctor Manuel, que años más tarde se convertirá
en el abogado más destacado del foro cajamarquino.
Víctor Manuel, nació
en el Huauco un 24 de febrero de 1912; sus padres, don José Vicente Rodríguez
Zegarra, hombre de tez blanca, ojos claros, corpulenta estatura y dedicado a la
pequeña agricultura; su madre, doña Isidora Chávez Aliaga dedicada a los
quehaceres del hogar y a la crianza de sus hijos; Víctor Manuel es el shulca (hijo último)
de ocho hermanos.
Su educación primaria
la realiza en la Escuela Fiscal de su tierra natal, sobresaliendo por sus altos
calificativos, su maestro de las primeras letras fue el normalista don Demetrio
Sánchez Aliaga, egresado de la facultad de Educación de La Cantuta.
Al terminar su
educación primaria a los 12 años de edad, decide ayudar a su padre en las
labores agrícolas y en el pastoreo de ovejas; tiempo después dirá: "El
hombre se hace grande por su decisión y por las circunstancias que le brinda la
vida", recordando aquel momento inolvidable, cuando el año de 1928 toma la
firme decisión de enviar una carta a su hermano mayor Elías Rodríguez Chávez,
residente en Huamachuco, solicitando ayuda económica para continuar con sus
estudios secundarios; petición que le fue concedida.
"Me alquilé como arriero", le dijo, con cierto hálito de tristeza a un
paisano mientras viajaba a la lejana provincia huamachuquina, anhelando se
cumplan sus sueños de estudiar.
En el hogar de su
hermano, entonces un próspero comerciante, halló una verdadera protección
paternal, pues su hermano Elías y su esposa Manuela le prodigaron cariño y
amor, como si se tratara de un hijo más.
Estudió secundaria en
el Colegio San Nicolás de Huamachuco, distinguiéndose por su alto rendimiento
académico y su conducta intachable, ocupando desde el primer al quinto año el
primer puesto en el Cuadro de Honor, ganándose el respeto y consideración de
profesores y compañeros. Rodríguez, como cariñosamente lo llamaban era el
primero en ingresar al colegio y el último en retirarse.
Todas las vacaciones
escolares ayudaban a su hermano en su tienda comercial, realizando los
inevitables inventarios, que debido al crecimiento del negocio se hacían cada
año más tediosos y complicados.
Por decisión de su
hermano Elías, viaja a la ciudad de Trujillo junto a su sobrino Magno Rodríguez
Gamboa, ambos ingresan a las aulas bolivarianas: Víctor Manuel a la facultad de
Derecho y Ciencias Políticas y Magno a la facultad de Medicina Humana.
Cuando cursaba el tercer
año de Derecho, ingresó a la Facultad de Educación recibiéndose de Profesor de
Educación Secundaria; tiempo después, se matricula en la facultad de Ciencias
Económicas y Contables, graduándose de Contador Público.
Al concluir sus
estudios de abogacía los hace con la más alta calificación y Mención Honrosa.
Años más tarde se
Doctoró en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos de Lima; siendo el único
Doctor en Derecho en Cajamarca por muchos años.
Contrae matrimonio con
una linda damita josegalvina, Clara Chávez Díaz, procreando 4 hijos: Doris,
Diva, Víctor y José Manuel, todos ellos destacados profesionales.
Retorna a Huamachuco e
instala su Estudio Jurídico, defendiendo a sus clientes con éxito dada su gran
preparación académica. A solicitud de los vecinos notables de Huamachuco fue
nombrado Alcalde, cargo que desempeñó con eficiencia y probada honradez,
dejando buenas obras por lo cual es recordado con cariño.
En estos lares
huamachuquinos, unió a sus paisanos de Sucre que trabajaban como comerciantes
exitosos y fundó el Club Social Sucre, que tuvo trascendencia en la vida social
y a la vez el reconocimiento de las autoridades de aquella lejana provincia.
Años después,
participó en política, lanzando su candidatura por la provincia de Pataz; no
ganó esta elección, por lo que muchas veces daba gracias a Dios; luego de esta
experiencia (contienda) se estableció en Cajamarca, allí se destacó como el
mejor abogado, tanto por sus conocimientos como por su idoneidad, haciéndose
merecedor a la estimación de la sociedad cajamarquina, fue abogado defensor de
diversas empresas mineras: Paredones, Michiquillay, de la Empresa lechera
Perulac, de las haciendas de los Gildemeister, Huacraruco y Sunchubamaba.
Ejerció la defensa
libre en lo penal y en lo civil, su talento y dedicación a su profesión lo
hacen popular y un abogado de marca mayor.
Víctor Manuel fue un
profesional excelente, no era petulante, por el contrario era sencillo y
honesto, convirtiéndose en un libro abierto para los jóvenes abogados que
concurrían a su estudio a solicitar un consejo.
Cuando tenía 45 años
enviudó, dedicándose con amor doble, de padre y madre a la crianza de sus
hijos, en este reto de su vida lo acompañó su suegra Juana Díaz a quien sus
nietos lo verán como la Mamá Juanita.
Una vez que sus hijos
llegaron a ser profesionales decide casarse con la señora Elisa Quevedo, menor
que él y a su lado pasó 27 años de ejemplar vida; matrimonio civil que se
realiza en la ciudad de Celendín y el religioso en la ciudad de Sucre en forma
reservada.
Siendo abogado,
arrendó El Común, con la finalidad de hacer de este fundo de propiedad de la
municipalidad de Sucre un centro piloto agrícola y ganadero, pero la suerte le
fue adversa, a los pocos meses de entrar en posesión, las lluvias inundaron la
pampa, perdiéndose los sembríos de invernas y de árboles, muriendo gran
cantidad de ganado de raza Holstein y estando al borde de la quiebra tuvo que
abandonar sus sueños y empezar a luchar de nuevo.
Asiduo visitante de su
tierra natal y del pueblo de José Gálvez, la tierra de su entrañable Clara,
preferentemente, en las fiestas de los carnavales; cultivando en sus hijos el
amor a la tierra de origen, porque según él decía: "que a la tierra donde uno nace hay que amarla, porque ella es la
madre de todas las madres".
Los últimos años de su
vida viajó a Oregón, Estados Unidos donde radican sus dos hijas.
El doctor Víctor
Rodríguez Chávez fue un hombre notable, un buen ejemplo de sucrense,
progresista, de mucho propósito y empeño pero con un gran sentido del humor que
celebraba lo más simpático de la idiosincrasia de la vida diaria de los pueblos
de Sucre y José Gálvez; un hombre optimista, sin rencor ni resentimiento
alguno; un hermano, un buen esposo, un buen padre, un cariñoso abuelo y amigo
íntegro que celebraba y apoyaba el éxito de los demás.
Víctor Manuel
Rodríguez Chávez, murió a los 90 años de edad el 4 de julio del 2002, sus
restos descansan en paz en el Cementerio General de Cajamarca.
De Personajes de la Historia Sucrense.
Probablemente falta incorporar algunas facetas de su paso por Huamachuco y de su actividad como estudiante y activista en la Universidad de Trujillo. En Cajamarca, tambièn fue abundante su desempeño como abaogado y uno de sus ùltimos actos lo constituyò el asesoramiento que brindò al colectivo de estudiantes universitarios y paisanos en la gesta de defensa del SAUCO.
ResponderBorrarSe le ha comunicado a los autores de este artículo sobre su inquitud.
ResponderBorrarSaludos