Personajes: REINERO ÁLVAREZ ZEGARRA

1934

Por Gutemberg Aliaga Zegarra y Olindo Aliaga Rojas.

Paralela a la ribera del río La Quintilla y al extremo norte de la ciudad de Sucre, está ubicada la apacible y bella calle Dardanelos, allí, el 17 de octubre de 1934 nació Remero Álvarez Zegarra en la casa de sus abuelos maternos; posteriormente pasó a vivir en la casa de sus padres, ubicada en la Plaza de Armas, donde transcurrió gran parte de su infancia, junto al hogar de sus abuelos paternos.

Su padre fue don Nicolás Álvarez Revoredo, dedicado en aquellos años, al negocio de sombreros y anilinas por las lejanas provincias, siendo el principal proveedor del negocio don Augusto G. Gil Velásquez; hombre acaudalado y el más potentado de la provincia; su madre, doña Eloísa Zegarra Santillán, dedicada a la crianza de sus hijos y a la artesanía del tejido de sombreros de paja toquilla.

Sólo tenía seis años cuando sus padres decidieron trasladarse a las cupríferas tierras de Parcoy y Buldibuyo. Extraños en esos asientos mineros, pronto cayeron las ilusiones de la tierra prometida, más aún, su padre se marchó del hogar dejándoles abandonados. La ausencia del hogar de don Nicolás, motivó a su madre emprender el viaje de retorno a Sucre, juntamente con sus hijos, a los mismos que logró darles educación y porvenir a costa de esfuerzo, tesón y sacrificio.

Inicia su educación primaria, como alumno libre, en el Centro Escolar N° 83, siendo su maestro don Onésimo Silva Reyna, quien el año de 1940, mozo terminado de media cubrió, temporalmente la plaza de maestro auxiliar de la escuela, al poco tiempo asumió el cargo el maestro Wilfredo Zegarra, más conocido como Zegarrita, natural de Moyabamba. Con el profesor Octavio Reyna Rodríguez terminó su primaria, la cual transcurrió dentro de un ambiente familiar y lleno de recuerdos infantiles; de esta etapa escolar fueron compañeros: Sergio Marín alias Guiño, Manuel Escalante, Nieves Aliaga, Ludgerio Díaz, Carmen Zegarra, entre otros.

Realiza el primer año de secundaria en el Colegio Javier Prado de Celendín (hoy Gran Unidad Escolar Coronel Cortegana), los cuatro años restantes los estudió en el Colegio San Ramón de Cajamarca, en dicha ciudad su madre colocó una pensión para estudiantes y con esos ingresos soportó los gastos del colegial Remero que pertenece a la promoción 1953.

Luego de terminar su educación secundaria, el año 1954 viaja a Lima para postular a la Escuela Militar de Chorrillos; al fracasar en el intento, viaja a la ciudad de Tingo María, donde permanece por espacio de dos años; el año de 1956 retorna a la ciudad de Lima e ingresa a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos; escaso de recursos, se ve en la necesidad de trabajar y estudiar, al igual que muchos paisanos de su época.

Empezó a trabajar como portapliegos, en los Laboratorios SQIBB, con cuyos ingresos pudo solventar los gastos que le demandaron sus estudios universitarios.

Graduado de contador en esa prestigiosa universidad y luego de hacer su colegiatura laboró en la empresa Enrique Ferreyros y Compañía, después en la Motor Perú Ensamblaje de autos Volkswagen, tiempos después en la compañía Electro Watt Ingenieros, en esta empresa se desempeñó como Contador General.

Trabajó también en la Supervisión de la Central Hidroeléctrica del Mantaro, en la Central Hidroeléctrica de Charcani V de Arequipa, en la Central Hidroeléctrica de San Gabán en Puno, todo ello dentro de la Empresa Electro Watt Consultores.

El año de 1999, mientras desempeñaba el cargo de Auditor Latinoamericano, solicitó su jubilación.

A partir del año 2000 al 2003, su salud se ve quebrantada por la diabetes, minando su fortaleza física y su estado anímico, por esta enfermedad visita muy poco a su tierra entrañable; haciéndose extrañar por sus amigos y especialmente por las instituciones que se vieron beneficiadas por su obra filantrópica.

Reinero, desde el año 1979 comienza a proyectarse en obras y acciones a favor de la tierra que la vio nacer, bajo el lema "Dios, Salud y Educación", El Colegio Nacional San José será uno de los grandes favorecidos, incluso las madres sombrereras tendrán alivio por algún tiempo; nuestro templo, mudo testigo de nuestras oraciones, será remozado por su acción benéfica, la escuela N° 83, semillero de varias promociones, logró tener su local , y un terreno agrícola, gracias a la labor desprendida de Remero y del ilustre hijo de Sucre Sr. Santos Marín Aliaga, quienes uniendo esfuerzos se convirtieron en los mayores aportantes de la cruzada pro compra del local; así mismo, la Posta Médica también fue favorecida con la ayuda magnánima de este gran señor.

Reinero, junto a tres recordados maestros
Mariano Aliaga, Onésimo Silva y Máximo Chávez.

Durante el gobierno municipal de don Eugenio Álvarez Zegarra, le entregó a la municipalidad un cheque bancario por un monto de 290 000 soles oro, para pagar el precio de la expropiación de un terreno de 19 472 metros cuadrados para el Complejo Deportivo Comunal.

Por intermedio de la Compañía Electro Perú, inició las gestiones para que se ejecuten las obras de la hidroeléctrica La Atungyunga. (Hatumyunga)

Católico, creyente de profunda raigambre, junto a otros amigos estableció El Día de la Paz en Sucre que se realiza el 17 de mayo de todos los años, con la procesión de San Isidro y San Antonio. Su obra de bien social alcanzó a las instituciones de la provincia de Celendín y del distrito de José Gálvez.

Por su acendrado catolicismo y fiel devoto del santo patrono de su pueblo ha sido en reiteradas oportunidades Mayordomo del Día y del Alva.

La cuota social que don Reinero entrega a favor de Sucre, al igual que la de otros sucrenses desprendidos es una tangible demostración de afecto a su pueblo, acciones que deben tenerse como paradigmas para las generaciones por venir.

El amor a la tierra, la identidad con lo nuestro deben ser latidos constantes y plétora en el pecho de las nuevas juventudes como lo son y están firmes e inyestos en el corazón de don Reinero el más grande benefactor que Sucre ha tenido. 

De Personajes de la Historia Sucrense.