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sábado, 7 de marzo de 2015

SUICHI HUAKI SHAWA LEYENDA DEL HOLOCAUSTO La Memoria del escritor celendino Don Alfonso Peláez Bazán.


Escribe: DAQUIRAMA.

LA LEYENDA
Desde los albores de la civilización el hombre se forjó leyendas para explicar su origen y destino o para explicar los fenómenos de la naturaleza, sus derrotas, sus victorias.

Por extraño atavismo, el hombre ha vivido y vive de la guerra, de la conquista y de la explotación del hombre por el hombre.

Las leyendas de la dialéctica explican con claridad meridiana que el hombre forjó su grandeza y su infortunio, sus triunfos y fracasos, su riqueza y su miseria, sus apoteosis y sus catástrofes.

SINCHI HUAKI SHAWA como leyenda es una explicación mitológica que corresponde a un pueblo que no quiso ser conquistado, dominado, esclavizado.

Se trata de la historia de los marañones hecha leyenda, de la conquista de los marañones por los huaris.

La leyenda fue recogida por el escritor celendino, en Celendín, seguramente en la década del 30 a 40, cuando bullía en Celendín gran curiosidad intelectual por las cosas y por hecho de nuestro pueblo.

Fue la década, más fecunda del escritor celendino; aun cuando se hayan publicado después las obras que escribió.

En rigor de rigores, SINCHI HUAKI SHAWA apareció en Celendín dentro de las múltiples curiosidades del joven profesor de Literatura Don Tarsicio Bazán Zegarra; tal vez, porque Tarsicio la recogió en los soledosos campos de su tierra natal: Huauco, o tal vez porque escuchó la leyenda de algunos de sus maestros; no lo sabemos cabalmente.

La leyenda existió como tal en una tradición de Celendín con otro nombre, con el nombre de "Leyenda de la Pampa de la Culebra"; así la conocieron mis maestros de la Escuela 81 y por vez primera escuché el año 1952, en la escuela; cuando nos la narró el maestro Próspero Díaz Rodríguez.

El arqueólogo Roger Ravines, en su obra "Cajamarca Prehispánica", nos ha demostrado que fue el notario Guerrero de Luna quien, el año 1916, publicó el texto de la leyenda en un informativo cajamarquino de aquella época.

Conste que el notario Guerrero de Luna era un sujeto muy versado en la lingüística regional y que él mismo confiesa haberla oído en uno de sus viajes a Celendín (Ver. “Cajamarca” de Roger Ravines “Leyenda de la Pampa de la Culebra”), hasta allí llega la indagación mía en cuanto al texto y la aparición de la leyenda en los medios culturales de Celendín.

La leyenda de "LA PAMPA DE LA CULEBRA" con el nombre Quechua: "SINCHI HUAKI SHAWA", tal vez no expresa nada en relación con etimología de las palabras empleadas.

SINCHI = Guerrero, joven valeroso.
HUAKI = Relativo a huaca o al verbo huakai: llorar.
CHAWA o SHAWA=Significa ojos claros en rostro moreno, significa ralo, poco, escaso.

Tal etimología del nombre, forzadamente reconstituida en una rigurosa exégesis etimológica y semántica.

Convenimos sí, y aceptamos al contenido prístino de la leyenda como expresión literaria que no ha sufrido alteración ni en el contenido ni en lo esencial en la forma y que ha sido reproducida por el escritor celendino, respetando su contenido esencial como una de las narraciones más exquisitas del escritor celendino ALFONSO PELAEZ BAZAN.

La investigación histórica nos ha llevado a buscar y encontrar en la cantera de la arqueología, de la lingüística, de la historia y de la antropología, el significado de la leyenda y nos place anunciar que con el descubrimiento de la Piedra de Muyuk y con el testimonio de la cerámica y el cotejo de las fuentes históricas y antropológicas hemos podido verificar sus contenidos.

INTERPRETACION
Las muestras líticas de la Cultura Marañón están vigentes, según el Arqueólogo celendino Moisés Chávez, aportan un nuevo elemento en la cosmovisión de los chapines. Este nuevo elemento parece ser el rayo o elemento astrapo según Moisés Chávez; cauda o pluma del ave totémica según Federico Kauffmann Doig.

En la piedra Muyuk el rayo biseca al puma y a la serpiente.

El puma y la serpiente son dioses propios del Marañón, propios de la cosmovisión chavínica, de la trigonía de divinidades del Marañón: el puma o jaguar, la sierpe y el cóndor.

Pero el rayo aparece en la iconografía Cajamarca Marañón como un elemento postizo, superpuesto, como un elemento advenedizo, extraño a los caxamalcas y marañones.

El rayo aparece con toda su fuerza telúrica, como expresión de la fuerza destructiva de la divinidad, según uno de los mejores biógrafos y exegetas del sabio Tello (ver la biografía de Tello del Dr. Leopoldo Best Ramos), el sabio sostiene esta hipótesis.

El rayo aparece como divinidad más temida del incario en los últimos años del incanato, en el momento preciso de la conquista, afirma F K D.

Las crónicas huamachuquinas de los padres agustinos del coloniaje referentes a los HUAMAN CHUCOS: tocado de halcón y las relaciones del cronista Juan Ávila dan cuenta de Catequil, la divinidad más temida del incario. De tal manera que está probada la presencia de Catequil en las leyendas de los Huamán Chucos (Huamachucos), que fueron parcialidades o etnias de la Cultura Marañón. Además, existen el topónimo y el santuario de adoratorio.

El cotejo de los elementos iconográficos de los huaris y testimonio de la cerámica de influencia huari en Cajamarca y el Marañón, nos demuestra que los huaris invadieron Cajamarca y el Marañón en el Siglo VII de la era cristiana y estuvieron como amos y señores de estas tierras durante 8 siglos, como los árabes en España.

Esta realidad la ha debelado con un análisis estilístico y estratigráfico muy profundo el antropólogo francés Henry Reichlen y su esposa Paulina, cuando vinieron a Cajamarca, al Marañón y al Utcubamba el año 1949-1950.

Reichlen desaparece súbitamente en Francia el año 1952, legado a la posteridad un precioso informe en francés, que hoy se conoce con el nombre de Informe Reichlen, existe traducción y tentativas de interpretación.

Del Informe Reichlen se colige que los huaris estuvieron en Cajamarca y el Marañón más de 7 siglos y que determinaron la aparición de 3 estilos huari en la cerámica Cajamarca, Marañón y Utcubamba y 3 períodos influencia: Cajamarca II, Cajamarca III y Cajamarca IV.

De los cinco períodos de desarrollo cultural de Cajamarca, que el sabio Reichlen estudió, verificó el origen Chapín del Periodo Cajamarca I y el origen Inca del Período Cajamarca V. II, III, y IV son de típica influencia Huari.

Además, Reichlen periodificó con criterio arqueológico moderno el desarrollo de la Cultura Pan Peruana o pan andina (ver la periodificación del sabio Reichlen en la Arqueología de Kauffmann, de Lumbreras, en el Informe Chávez Vásquez, etc.).

La conclusión salta a la vista cuando queda definitivamente claro que los huaris estuvieron en Cajamarca, influyeron en Cajamarca, determinaron 3 estilos cerámicos: huari I, II y III secuencialmente periodificados, y ¿Por qué no fueron ellos los que introdujeron el elemento rayo en la iconografía de los Caxamalcas?

Si los huaris introdujeron el elemento rayo, elemento advenedizo en la Cultura Cajamarca, quedaría probada la presencia de una divinidad extraña a los caxamalcas y marañones, vigente hasta después del ocaso de huari, y vigente hasta el señorío de los incas y hasta el momento preciso de la conquista.

Será, por eso que el arqueólogo e historiador y gran amauta del Perú Dr. Federico Kauffmann Doig sugiere en su obra "Historia del Perú una Nueva Perspectiva", Tomo II, Pág. 56, que el concepto teogónico de Catequil se asocia a la lluvia, al agua, a la fecundidad y fertilidad de los campos.

Por nuestra cuenta estamos convencidos que el dios de los báculos, de la vasija huari, internacionalmente conocida, expresa esa connotación. Catequil sería una divinidad que procede del sur, contrariamente a lo que afirma Moisés Chávez, que Catequil, “trasmontando reinos y etnias", se proyecta al sur (Ver arqueología de Celendín de Moisés Chávez Velásquez.

El historiador Fernando Silva Santisteban se ha preocupado y esforzado por demostrar que el icono del Guerrero Mitológico Cajamarquino es Catequil y un personaje mitológico en actitud de danza (fragmento de cerámica Cajamarca II), también fuese la representación de Catequil.

Sobre este último concepto no estoy plenamente de acuerdo porque no existe ninguna razón probada para atribuirle al Guerrero Mitológico Cajamarquino los atributos de Catequil. La honda que aporta seria el arma con que lanza piedras produce truenos, rayos, y lluvias.

También resulta forzado atribuirle al personaje del fragmento, en actitud de danza, los atributos de Catequil, sólo porque lleva honda y huaraca.

Sí, es aceptable que el Guerrero Mitológico Cajamarquino tiene que ver con la fecundidad de la tierra porque en el brazo derecho porta la espiga del maíz, que es el símbolo de la abundancia y del poder en el brazo izquierdo porta un escudo de armas. Pero el personaje mitológico en actitud de danza solamente porta la honda o huaraca.

El verdadero descubridor del Guerrero Mitológico Cajamarquino fue el maestro Solón Arteaga Portocarrero lo mismo que del personaje en actitud de danza que lleva un turbante en la cabeza tan grande como el globo terráqueo, con una flecha que apunta al cielo, quizá en función  de su origen divino.

Aun así no estamos definitivamente seguros de esos 2 personajes fuesen la representación de Catequil.

Lingüísticamente la palabra Catequil es de prosapia maratónica, mejor dicho norteña y no de origen quechua, ni aymara. De ser Catequil expresión onomástica del rayo procedería del sur peruano; lo cual, etimológicamente no es congruente.

Catequil debe significar, obligatoriamente, rayo; en el diccionario Kulli de Fernando de la Carrera o en la gramática del mismo autor (1,642), de lo contrario la tesis de Fernando Silva Santisteban vaga en el vacío.

Volviendo a retomar nuestra leyenda celendina, el rayo, dios de los Caxamalcas fulmina al dios serpiente de los marañones.

La batalla se habría llevado a cabo en la Pampa de la Culebra donde se batieron los caciques más valerosos de los Caxamalcas con los caciques más valerosos de los marañones, la paz se establece cuando el cacique vencedor queda prendado de la bella hija del cacique vencido, la lleva a Cajamarca como Reina de los Caxamalcas.

Quedó sellada la paz con las nupcias del cacique Astopilko vencedor de Apo Huaranka.

Dos monumentos históricos testimonian la leyenda.

La culebra de tierra, aproximadamente de 5 Km., que había en la pampa de la culebra, a 28 km. De la ciudad de Cajamarca y la culebra laica que hay en el cerro Santa Apolonia que hoy la llaman Silla del Inca (Ver Arqueología de Celendín de M.CHN.).

La antropología corrobora el testimonio de la leyenda, porque los Chachapoyas, los caxamalcas, los huamanchucos, los suruchucos, los huacrachucos, los huamanlíes, son parcialidades propias de la cultura Cajamarca Marañón, una veces en pugna, otras en paz.

La arqueología a partir de Reichlen ha demostrado que los huaris se enseñorearon no sólo en Cajamarca y en el Marañón; también en el Utcubamba

En el Museo de Jalca Grande existen valiosos especímenes del período Cajamarca III, preciosos vasos aneroides de loza caolínica que pontifican la presencia de los Caxamalcas en ambas márgenes del Utcubamba.

En el Santuario de la Chocta, necrópolis de los marañones, según el sabio sello supervive la memoria de los caídos, en el holocausto que significó la derrota a manos de los adoradores del rayo, y en varios sitios de Cajamarca, donde hay chulpas donde hay osarios, está perennizada la masacré que significó la conquista del marañón por los huaris.

Fueron Pachacutec y Cápac Yupanqui los que reconstruyeron la Chocta y la fortificaron, por eso Moisés Chávez a la fortaleza del Este de la Chocta le llaman Fortaleza Cápac Yupanqui

En el Chocta de Oxamarca los mausoleos (Chulpas) están alineados siguiendo las líneas defensivas de los adoradores de la serpiente. Los combates seguramente fueron encarnizados; la ocupación del Marañón, del Utcubamba y del Huayabamba por los Huaris motivó una de las represiones más horrendas de nuestra historia Prehispánica, los huaris entraron a Cajamarca de Sur a Norte y Oriente de Oeste a Este, la arqueología y la historia deben confirmar esta tesis.


De la Revista El Labrador, mayo 2004.

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