Escribe:
DAQUIRAMA.
LA LEYENDA
Desde
los albores de la civilización el hombre se forjó leyendas para explicar su
origen y destino o para explicar los fenómenos de la naturaleza, sus derrotas,
sus victorias.
Por
extraño atavismo, el hombre ha vivido y vive de la guerra, de la conquista y de
la explotación del hombre por el hombre.
Las
leyendas de la dialéctica explican con claridad meridiana que el hombre forjó
su grandeza y su infortunio, sus triunfos y fracasos, su riqueza y su miseria,
sus apoteosis y sus catástrofes.
SINCHI
HUAKI SHAWA como leyenda es una explicación mitológica que corresponde a un
pueblo que no quiso ser conquistado, dominado, esclavizado.
Se
trata de la historia de los marañones hecha leyenda, de la conquista de los
marañones por los huaris.
La
leyenda fue recogida por el escritor celendino, en Celendín, seguramente en la
década del 30 a 40, cuando bullía en Celendín gran curiosidad intelectual por
las cosas y por hecho de nuestro pueblo.
Fue
la década, más fecunda del escritor celendino; aun cuando se hayan publicado
después las obras que escribió.
En
rigor de rigores, SINCHI HUAKI SHAWA apareció en Celendín dentro de las múltiples
curiosidades del joven profesor de Literatura Don Tarsicio Bazán Zegarra; tal
vez, porque Tarsicio la recogió en los soledosos campos de su tierra natal: Huauco, o tal vez porque escuchó la
leyenda de algunos de sus maestros; no lo sabemos cabalmente.
La
leyenda existió como tal en una tradición de Celendín con otro nombre, con el
nombre de "Leyenda de la Pampa de la Culebra"; así la conocieron mis
maestros de la Escuela 81 y por vez primera escuché el año 1952, en la escuela;
cuando nos la narró el maestro Próspero Díaz Rodríguez.
El
arqueólogo Roger Ravines, en su obra "Cajamarca Prehispánica", nos ha
demostrado que fue el notario Guerrero de Luna quien, el año 1916, publicó el
texto de la leyenda en un informativo cajamarquino de aquella época.
Conste
que el notario Guerrero de Luna era un sujeto muy versado en la lingüística
regional y que él mismo confiesa haberla oído en uno de sus viajes a Celendín
(Ver. “Cajamarca” de Roger Ravines “Leyenda de la Pampa de la Culebra”), hasta
allí llega la indagación mía en cuanto al texto y la aparición de la leyenda en
los medios culturales de Celendín.
La
leyenda de "LA PAMPA DE LA CULEBRA" con el nombre Quechua:
"SINCHI HUAKI SHAWA", tal vez no expresa nada en relación con
etimología de las palabras empleadas.
SINCHI
= Guerrero, joven valeroso.
HUAKI
= Relativo a huaca o al verbo huakai: llorar.
CHAWA
o SHAWA=Significa ojos claros en rostro moreno, significa ralo, poco, escaso.
Tal
etimología del nombre, forzadamente reconstituida en una rigurosa exégesis
etimológica y semántica.
Convenimos
sí, y aceptamos al contenido prístino de la leyenda como expresión literaria
que no ha sufrido alteración ni en el contenido ni en lo esencial en la forma y
que ha sido reproducida por el escritor celendino, respetando su contenido
esencial como una de las narraciones más exquisitas del escritor celendino
ALFONSO PELAEZ BAZAN.
La
investigación histórica nos ha llevado a buscar y encontrar en la cantera de la
arqueología, de la lingüística, de la historia y de la antropología, el
significado de la leyenda y nos place anunciar que con el descubrimiento de la
Piedra de Muyuk y con el testimonio de la cerámica y el cotejo de las fuentes
históricas y antropológicas hemos podido verificar sus contenidos.
INTERPRETACION
Las
muestras líticas de la Cultura Marañón están vigentes, según el Arqueólogo
celendino Moisés Chávez, aportan un nuevo elemento en la cosmovisión de los
chapines. Este nuevo elemento parece ser el rayo o elemento astrapo según
Moisés Chávez; cauda o pluma del ave totémica según Federico Kauffmann Doig.
En
la piedra Muyuk el rayo biseca al puma y a la serpiente.
El
puma y la serpiente son dioses propios del Marañón, propios de la cosmovisión chavínica,
de la trigonía de divinidades del Marañón: el puma o jaguar, la sierpe y el
cóndor.
Pero
el rayo aparece en la iconografía Cajamarca Marañón como un elemento postizo,
superpuesto, como un elemento advenedizo, extraño a los caxamalcas y marañones.
El
rayo aparece con toda su fuerza telúrica, como expresión de la fuerza
destructiva de la divinidad, según uno de los mejores biógrafos y exegetas del
sabio Tello (ver la biografía de Tello del Dr. Leopoldo Best Ramos), el sabio
sostiene esta hipótesis.
El
rayo aparece como divinidad más temida del incario en los últimos años del
incanato, en el momento preciso de la conquista, afirma F K D.
Las
crónicas huamachuquinas de los padres agustinos del coloniaje referentes a los
HUAMAN CHUCOS: tocado de halcón y las relaciones del cronista Juan Ávila dan
cuenta de Catequil, la divinidad más temida del incario. De tal manera que está
probada la presencia de Catequil en las leyendas de los Huamán Chucos
(Huamachucos), que fueron parcialidades o etnias de la Cultura Marañón. Además,
existen el topónimo y el santuario de adoratorio.
El
cotejo de los elementos iconográficos de los huaris y testimonio de la cerámica
de influencia huari en Cajamarca y el Marañón, nos demuestra que los huaris
invadieron Cajamarca y el Marañón en el Siglo VII de la era cristiana y
estuvieron como amos y señores de estas tierras durante 8 siglos, como los
árabes en España.
Esta
realidad la ha debelado con un análisis estilístico y estratigráfico muy
profundo el antropólogo francés Henry Reichlen y su esposa Paulina, cuando
vinieron a Cajamarca, al Marañón y al Utcubamba el año 1949-1950.
Reichlen
desaparece súbitamente en Francia el año 1952, legado a la posteridad un
precioso informe en francés, que hoy se conoce con el nombre de Informe
Reichlen, existe traducción y tentativas de interpretación.
Del
Informe Reichlen se colige que los huaris estuvieron en Cajamarca y el Marañón
más de 7 siglos y que determinaron la aparición de 3 estilos huari en la
cerámica Cajamarca, Marañón y Utcubamba y 3 períodos influencia: Cajamarca II,
Cajamarca III y Cajamarca IV.
De
los cinco períodos de desarrollo cultural de Cajamarca, que el sabio Reichlen
estudió, verificó el origen Chapín del Periodo Cajamarca I y el origen Inca del
Período Cajamarca V. II, III, y IV son de típica influencia Huari.
Además,
Reichlen periodificó con criterio arqueológico moderno el desarrollo de la
Cultura Pan Peruana o pan andina (ver la periodificación del sabio Reichlen en
la Arqueología de Kauffmann, de Lumbreras, en el Informe Chávez Vásquez, etc.).
La
conclusión salta a la vista cuando queda definitivamente claro que los huaris
estuvieron en Cajamarca, influyeron en Cajamarca, determinaron 3 estilos
cerámicos: huari I, II y III secuencialmente periodificados, y ¿Por qué no
fueron ellos los que introdujeron el elemento rayo en la iconografía de los
Caxamalcas?
Si
los huaris introdujeron el elemento rayo, elemento advenedizo en la Cultura
Cajamarca, quedaría probada la presencia de una divinidad extraña a los
caxamalcas y marañones, vigente hasta después del ocaso de huari, y vigente
hasta el señorío de los incas y hasta el momento preciso de la conquista.
Será,
por eso que el arqueólogo e historiador y gran amauta del Perú Dr. Federico
Kauffmann Doig sugiere en su obra "Historia del Perú una Nueva Perspectiva",
Tomo II, Pág. 56, que el concepto teogónico de Catequil se asocia a la lluvia,
al agua, a la fecundidad y fertilidad de los campos.
Por
nuestra cuenta estamos convencidos que el dios de los báculos, de la vasija huari,
internacionalmente conocida, expresa esa connotación. Catequil sería una
divinidad que procede del sur, contrariamente a lo que afirma Moisés Chávez,
que Catequil, “trasmontando reinos y etnias", se proyecta al sur (Ver
arqueología de Celendín de Moisés Chávez Velásquez.
El
historiador Fernando Silva Santisteban se ha preocupado y esforzado por
demostrar que el icono del Guerrero Mitológico Cajamarquino es Catequil y un
personaje mitológico en actitud de danza (fragmento de cerámica Cajamarca II),
también fuese la representación de Catequil.
Sobre
este último concepto no estoy plenamente de acuerdo porque no existe ninguna
razón probada para atribuirle al Guerrero Mitológico Cajamarquino los atributos
de Catequil. La honda que aporta seria el arma con que lanza piedras produce
truenos, rayos, y lluvias.
También
resulta forzado atribuirle al personaje del fragmento, en actitud de danza, los
atributos de Catequil, sólo porque lleva honda y huaraca.
Sí,
es aceptable que el Guerrero Mitológico Cajamarquino tiene que ver con la fecundidad
de la tierra porque en el brazo derecho porta la espiga del maíz, que es el símbolo
de la abundancia y del poder en el brazo izquierdo porta un escudo de armas.
Pero el personaje mitológico en actitud de danza solamente porta la honda o
huaraca.
El
verdadero descubridor del Guerrero Mitológico Cajamarquino fue el maestro Solón
Arteaga Portocarrero lo mismo que del personaje en actitud de danza que lleva
un turbante en la cabeza tan grande como el globo terráqueo, con una flecha que
apunta al cielo, quizá en función de su
origen divino.
Aun
así no estamos definitivamente seguros de esos 2 personajes fuesen la
representación de Catequil.
Lingüísticamente
la palabra Catequil es de prosapia maratónica, mejor dicho norteña y no de
origen quechua, ni aymara. De ser Catequil expresión onomástica del rayo
procedería del sur peruano; lo cual, etimológicamente no es congruente.
Catequil
debe significar, obligatoriamente, rayo; en el diccionario Kulli de Fernando de
la Carrera o en la gramática del mismo autor (1,642), de lo contrario la tesis
de Fernando Silva Santisteban vaga en el vacío.
Volviendo
a retomar nuestra leyenda celendina, el rayo, dios de los Caxamalcas fulmina al
dios serpiente de los marañones.
La
batalla se habría llevado a cabo en la Pampa de la Culebra donde se batieron
los caciques más valerosos de los Caxamalcas con los caciques más valerosos de
los marañones, la paz se establece cuando el cacique vencedor queda prendado de
la bella hija del cacique vencido, la lleva a Cajamarca como Reina de los Caxamalcas.
Quedó
sellada la paz con las nupcias del cacique Astopilko vencedor de Apo Huaranka.
Dos
monumentos históricos testimonian la leyenda.
La
culebra de tierra, aproximadamente de 5 Km., que había en la pampa de la
culebra, a 28 km. De la ciudad de Cajamarca y la culebra laica que hay en el
cerro Santa Apolonia que hoy la llaman Silla del Inca (Ver Arqueología de Celendín
de M.CHN.).
La
antropología corrobora el testimonio de la leyenda, porque los Chachapoyas, los
caxamalcas, los huamanchucos, los suruchucos, los huacrachucos, los huamanlíes,
son parcialidades propias de la cultura Cajamarca Marañón, una veces en pugna,
otras en paz.
La
arqueología a partir de Reichlen ha demostrado que los huaris se enseñorearon
no sólo en Cajamarca y en el Marañón; también en el Utcubamba
En
el Museo de Jalca Grande existen valiosos especímenes del período Cajamarca III,
preciosos vasos aneroides de loza caolínica que pontifican la presencia de los
Caxamalcas en ambas márgenes del Utcubamba.
En
el Santuario de la Chocta, necrópolis de los marañones, según el sabio sello
supervive la memoria de los caídos, en el holocausto que significó la derrota a
manos de los adoradores del rayo, y en varios sitios de Cajamarca, donde hay
chulpas donde hay osarios, está perennizada la masacré que significó la
conquista del marañón por los huaris.
Fueron
Pachacutec y Cápac Yupanqui los que reconstruyeron la Chocta y la fortificaron,
por eso Moisés Chávez a la fortaleza del Este de la Chocta le llaman Fortaleza
Cápac Yupanqui
En
el Chocta de Oxamarca los mausoleos (Chulpas) están alineados siguiendo las
líneas defensivas de los adoradores de la serpiente. Los combates seguramente
fueron encarnizados; la ocupación del Marañón, del Utcubamba y del Huayabamba por
los Huaris motivó una de las represiones más horrendas de nuestra historia
Prehispánica, los huaris entraron a Cajamarca de Sur a Norte y Oriente de Oeste
a Este, la arqueología y la historia deben confirmar esta tesis.
De la Revista El
Labrador, mayo 2004.
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