Tito Zegarra Marín
Celendín,
en sus próximas fiestas de homenaje a la Virgen del Carmen, tendrá la
oportunidad de contar con una de las más grandes figuras del toreo mundial:
Andrés Roca Rey, torero peruano de 20 años de edad. Cuando tenía 9, también
estuvo en el ruedo de palos lidiando pequeños ejemplares.
Las“corridas
de toros” vinieron con los españoles y los descendientes de los incas lo
asumieron como tales. J. M. Arguedas en su novela “Yawar Fiesta” alude a esas actividades,
que con los años pasaron a formar parte de la tradición y cultura de algunas urbes
y pueblos del interior de la sierra.
Así, en varios pueblos de Cajamarca, se realizan las “fiestas
bravas” en medio del fervor popular y la atracción que concitan. Quizá por eso,
la mayoría de nosotros, creo desde el vientre materno, nos identificamos con
esa práctica. Pero, pasado el tiempo, devinieron en controversiales y muchas
voces antitaurinas comenzaron a propagarse. Y en verdad, la forma cruel dematar
al ganado (demasiadas picadas yestocadas) choca conlos sentimientos de mucha
gente.
Sin embargo, el año pasado, al participar de la afamada fiesta
taurina de Chota en la que debutó ese nuevo genio del toreo, creo que repensé mi
afición por la tauromaquia, pues vimos a Roca Rey lleno de inteligencia y
coraje, haciendo gala de arte y finura ante el peligro, con impresionante habilidad
que parecía trascender al miedo y a la muerte, y mucha destreza para dar fin a
los animalitos de una sola estocada (las excepciones son mínimas).
Mario Vargas Llosa,
dice, al respecto, que en una buena corrida de toros se da una “fascinante
combinación de gracia, sabiduría, arrojo e inspiración de un torero, y la
bravura, nobleza y elegancia de un toro bravo… cuya misteriosa complicidad que
los encadena, eclipsa todo el dolor y el riesgo invertidos en ella”. Creo que
mucho de ello lo pone a prueba ese joven torero.
En
nuestros pequeños pueblos, a pesar de los esfuerzos y entusiasmo imperantes, es
casi imposible organizar faenas de esa categoría. La de este año, en Celendín y
con Roca Rey, es la excepción y de altísimo costo (más de 100 mil dólares por
una tarde). Pasada esa fecha, seguiremos teniendo corridas de toros con
susdeficiencias e imponderables, pero eso sí, expresivas de sus costumbres y de
mucho arraigo popular.
Perolas
“fiestas bravas”, también tienen connotaciones sociológicas, míticas y
psicológicas. Una de esas aristas, permite entender la alta movilidad social que
generan y el importante impacto económico favorable a las comunidades. Estoy seguro
que, Celendín, en esta festividad (del 27 julio al 3 de agosto), recibirá cerca
de 10 mil visitantes. Bienvenido Roca Rey a la tierra del sombrero y chocolate.
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