Por
Tito Zegarra Marín.
A 20 kilómetros de Celendín, lado norte, descendiendo por carretera afirmada se llega al más agradable valle cálido de la provincia, Llanguat, donde se encuentran los valiosos manantiales de aguas termales, casi al centro de sus áreas verdes y a pocos metros del río La Llanga.
Son aguas termales que afloran a una temperatura
de 63 grados centígrados y en cantidad de 6 litros por segundo. Por su
importancia y propiedades, este recurso debería ser base para un gran complejo
turístico de aguas termales, construido con mínimo cemento, servicios óptimos,
alojamientos ecológicos, alimentación tradicional, áreas recreativas, esmerada
atención y otros, en condiciones de atraer a cientos de turistas y visitantes
que participan de las bondades del termalismo.
Llanguat es el promisorio valle en el que
nacen las aguas termales, que además tiene la ventaja de estar dotado de un
estimable potencial natural, económico, hídrico, geológico y turístico; sin
embargo, aunque duela decirlo, aún no repercute con toda su magnitud en esa
localidad ni en la provincia, dando la impresión que casi nada se ha hecho para
aprovecharlo.
Hasta los años 60, Llanguat fue un centro
productivo de caña de azúcar (chancaca y aguardiente), coca y la deliciosa yuca,
entre otros; existieron alrededor de diez trapiches para la molienda de caña y
muchos jumentos para sacar la yuca y chancaca al mercado. Pero no era
suficiente, había atraso y pobreza, y las aguas termales se perdían por las
cercas de los terrenos.
Con la apertura de la carretera, por esos
años, se pensó que iba despegar y que ingresaríamos a una nueva etapa de
impulso al desarrollo, lo cual era totalmente razonable y justificado. Sin
embargo, después de más de medio siglo, debo decir, que poco se ha logrado y
Llanguat aún está lejos de ser polo de desarrollo, no obstante los esfuerzos de
contados celendinos en ese propósito (caso recreos y piscinas campestres).
El servicio actual de aguas termales
muestra precariedad, desatención y pocas e inapropiadas mejoras en
infraestructura; la carretera que lo separa de Celendín, casi siempre se
encuentra en pésimas condiciones de transitabilidad; la capacidad productiva del
valle muy poco ha despuntado, a pesar de la calidad de sus terrenos, clima y
abundante agua; las rutas de
entrada a las provincias vecinas Hualgayoc (Bambamarca) y Chota, y la que nos lleva
a los sitios arqueológicos Las Portadas y el Koloche en Chumuch y
Cortegana, y a las cavernas de Múyoc con
sus estalacmitas y estalactitas, en Cortegana, están casi abandonas.
Considero por ello, que nuestra atención
debe priorizar a Llanguat y sus aguas termales, colateralmente su potencial
turístico, capacidad agrícola y su situación de nexo interprovincial. Ello
implica: propiciar la participación de empresas de inversión en la línea
termal, sea en sociedad o en concesión; asfaltar la carretera Celendín -
Llanguat, postergando incluso la pavimentación de calles y avenidas; apoyar
técnica y financieramente la producción agrícola diversificada del valle y reconstruir
o mejorar las rutas de entrada a las provincias vecinas Hualgayoc y Chota.
Pero comencemos por lo más significativo y
prioritario: el asfaltado de la carretera y el apoyo para contar con un gran
complejo turístico de aguas termales. ¿Usted, amigo celendino, imagina lo
impactante y lindo que sería ello? Claro
que sí, unámonos en ese objetivo.
* Publicado en el
Nuevo Diario de Cajamarca el 17-10-2020
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