Por. Secundino Silva U.
Desde algunos años
atrás, y tan pronto aparecieron los primeros horrendos edificios en Celendín,
algunos intelectuales y artistas, como Alfredo Pita, Jorge Chávez Silva, Jorge
Horna y otros, levantaron su voz de protesta, por diferentes medios, contra
estas construcciones que, con errado criterio de progreso y modernidad, rompen
y destruyen la belleza arquitectónica tradicional de la mencionada ciudad; en
la que aún predominan las edificaciones de adobe con uno o dos pisos, balcones
de madera y techos de teja andina a dos aguas.
Nadie está ni estaría
en contra de modernizar ciudades; siempre que esto implique reformar,
reconstruir o construir, incluso cambiando adobes por ladrillos y concreto; previo
estudio y respetando una zonificación y parámetros urbanísticos, para tener:
mayor seguridad antisísmica, mejor distribución y aprovechamiento de ambientes
y espacios, óptimos servicios de electricidad y saneamiento, etc.; pero
respetando también las fachadas y entornos arquitectónicos tradicionales...
Celendín aún puede tener la posibilidad, siempre que frenemos a los
destructores, de conjugar lo tradicional con la modernidad parametrada o
controlada; y convertirse en una ciudad emergente, turística y sostenible.
Ignorancia y falta de
capacidad para valorar el patrimonio arquitectónico tradicional de ciudades
andinas como Celendín, hacen que aberrantes edificios, sean vistos por algunas
personas, como signo de progreso y modernidad; a pesar que rompen con el estilo
y "personalidad" de la ciudad, y no comulgan con el entorno
arquitectónico existente.
Los propietarios e
inversionistas inmobiliarios, lo están haciendo con criterios errados de
"ganar espacio en altura" y están construyendo ilegalmente en aires,
áreas o espacios que ya no les corresponde, que no les pertenecen; porque son
de toda la población o colectividad.
Estos señores tienen que entender que
construir sin licencia y violando las normas agrupadas en el Reglamento
Nacional de Edificaciones, y otras, linda con el delito. Esos actos ilegales
son susceptibles de multas y otro tipo sanciones; y si hasta la fecha no se les
ha aplicado, se debe a la falta de decisión política y de capacidad
técnico-legal de la administración edil, de turno al momento de la construcción
de los cuestionados edificios.
Tomar en cuenta que
al techar áreas por encima de lo que el parámetro urbanístico: "altura
máxima de edificación" lo permite, se reduce el ángulo de incidencia de la
luz solar hacia las calles y hacen que estás se vean con más sombras y tomen
forma de callejones; y puesto que este parámetro de altura máxima a construir,
se da en función al ancho de la calle o vía (a menor ancho, menor altura), el
atentado que se comete al transgredirlo, equivale casi a techar la calle misma.
Solo imaginemos, por
un momento, una ciudad terrorífica con las calles techadas, y que, sobre estas,
quiénes tienen dinero y se aprovechan de los desgobiernos ediles, armen un
mundo aparte de tratas, especulaciones, diversiones, mercado negro, delitos,
vicios, etc.; ¿acaso el pandemonio de ese segundo piso o nivel no va a
contaminar o incomodar al primero?
Felicito a los
escritores, artistas, profesionales y ciudadanos celendinos en general, que
mantienen levantada su voz de protesta en contra de la ya acelerada destrucción
del patrimonio arquitectónico y turístico de Celendín. La población en pleno y
de toda la provincia, debemos tomar consciencia y secundarlos con acciones
concretas.
(Fotografías de
Palujo, tomadas el día 08-08-2020)
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